Capítulo 10

La casa de los Clearwater estaba llena de una cálida luz, iluminando cada rincón con un resplandor acogedor. Afuera, una ligera nevada caía suavemente, cubriendo La Push con una capa blanca que reflejaba el espíritu festivo de la temporada. El interior de la casa olía a pino fresco del árbol de Navidad, decorado con esmero por Sue, y a los deliciosos platillos que había preparado para la cena. Las luces titilaban en sincronía con la música navideña que sonaba en el fondo, mientras la familia se reunía alrededor de la mesa.

Era diciembre de 2007, y para Leah, esta Navidad era diferente a todas las anteriores. Griffin estaba sentado a su lado, su presencia un recordatorio constante de cuánto había cambiado su vida en el último año. A su lado, Seth, siendo el más joven de la familia, no podía ocultar la emoción en sus ojos mientras esperaba con ansias los regalos que estaban por venir. Harry Clearwater, aunque serio como siempre, tenía una mirada más suave esta noche, mientras que Sue irradiaba ese cálido cariño que solo una madre podía ofrecer.

Después de la cena, que estuvo llena de risas y conversaciones familiares, Sue sugirió que abrieran los regalos. Todos se reunieron alrededor del árbol, con Seth casi saltando en su lugar, incapaz de contener su entusiasmo.

—Bueno, ¿quién quiere empezar? —preguntó Sue con una sonrisa, mirando a todos.

Griffin, con una sonrisa traviesa, se inclinó hacia Seth y le entregó una caja grande y envuelta en papel rojo.

—Creo que este es para ti, Seth —dijo Griffin, mientras Seth tomaba la caja con los ojos brillantes.

Seth rasgó el papel con rapidez, revelando el contenido: un set completo de equipo de snowboard, algo que había deseado durante mucho tiempo. Sus ojos se abrieron con sorpresa y gratitud.

—¡Wow, Griffin! ¡Esto es increíble! —exclamó Seth, sin poder contener su emoción—. ¡Gracias, hombre! ¡No puedo esperar para probarlo en las montañas!

Griffin rió y le dio una palmada en la espalda.

—Me alegra que te guste, Seth. Tendremos que ir juntos a hacer snowboarding algún día.

Leah sonrió al ver la felicidad en el rostro de su hermano. Griffin realmente había acertado con ese regalo, y ella no podía estar más agradecida de tenerlo en su vida.

Luego, Griffin se acercó a Sue y Harry, entregándoles a cada uno una pequeña caja envuelta en papel dorado.

—Para los suegros más increíbles —dijo Griffin, con una sonrisa respetuosa.

Sue abrió la caja y encontró dentro una delicada pulsera de plata, decorada con pequeños encantos que representaban momentos importantes en la vida de su familia. Harry, por su parte, recibió un reloj clásico, elegante y sencillo, algo que encajaba perfectamente con su estilo sobrio.

—Griffin, esto es… precioso —dijo Sue, visiblemente emocionada mientras se ponía la pulsera—. No tenías que…

—Es solo una forma de agradecerles por todo —respondió Griffin, con sinceridad—. Me han recibido en su hogar y han sido increíblemente amables conmigo. Esto es solo una pequeña muestra de mi gratitud.

Harry asintió, mirando el reloj con una expresión que, aunque aún seria, mostraba un claro aprecio.

—Gracias, Griffin. Significa mucho —dijo Harry, su voz grave pero amable.

Finalmente, Griffin se giró hacia Leah, quien lo miraba con curiosidad y cariño. De su bolsillo sacó una pequeña caja que le entregó con cuidado.

—Para ti, Leah —dijo suavemente, mientras ella tomaba la caja con una mezcla de emoción y nerviosismo.

Leah abrió la caja y, al ver lo que había dentro, sus ojos se llenaron de emoción. Era un collar con un colgante de luna creciente, delicadamente trabajado en plata y con un pequeño zafiro incrustado en el centro, del color exacto de los ojos de Griffin.

—Griffin, es hermoso… —susurró Leah, sin palabras para expresar lo que sentía.

—Como tú —respondió Griffin, acercándose para besarla en la frente—. Quería que tuvieras algo que te recordara siempre lo mucho que significas para mí.

Leah sintió sus mejillas enrojecer, mientras el resto de la familia observaba con sonrisas cómplices.

—Yo también tengo algo para ti —dijo Leah, sacando un pequeño paquete que había escondido bajo el árbol.

Griffin lo tomó y, al abrirlo, encontró dentro un par de gafas nuevas, con un marco elegante y sutil, que resaltaría el azul profundo de sus ojos.

—Pensé que estos te quedarían perfectos —dijo Leah, observando atentamente su reacción.

Griffin se quedó sin palabras por un momento, admirando el regalo.

—Son perfectos —dijo finalmente, con una sonrisa—. Gracias, Leah. Sabes, no podría haber imaginado una Navidad mejor que esta.

Seth, que había estado observando la interacción, no pudo evitar intervenir.

—Vaya, están muy románticos esta noche —dijo con una sonrisa pícara, tratando de aligerar el ambiente.

Leah rió y lanzó una mirada juguetona a su hermano.

—Cállate, Seth, y disfruta tus regalos —dijo, aunque su tono era cariñoso.

La noche continuó con más regalos y conversaciones familiares, donde se compartieron historias y recuerdos, y donde el amor que unía a los Clearwater se sentía más fuerte que nunca. A pesar de las diferencias y los desafíos que habían enfrentado, esta Navidad fue una celebración de unión, de aceptar el amor en todas sus formas, y de valorar la familia, tanto la de sangre como la que se elige.

Mientras la noche avanzaba, Leah miró a Griffin, y en ese momento supo que, sin importar lo que el futuro trajera, siempre lo enfrentarían juntos. Y eso, pensó, era el mejor regalo de todos.

[...]

A finales de 2007, Griffin fue invitado nuevamente a pasar las vacaciones de Año Nuevo en el Hotel Transylvania. Para Leah, la invitación significaba mucho más que unas simples vacaciones. Mavis, la impronta de Sam, quería dar una noticia importante a todos, y había extendido la invitación a ambos para que la acompañaran en este viaje.

— ¡Holaaa!—se escuchó la voz aterciopelada y entusiasta de una vampirita conocida.

— Buenos días, querida Mavis. Por tu tono de voz deduzco que esta llamada no es simple cortesía —bromea Griffin del otro lado de la llamada.

Acertaste, mi querido tío. Sam y yo estábamos pensando en hacer un viaje a Transylvania para pasar tiempo con mi papá. Sería genial si tú y Leah pudieran acompañarnos. ¿Qué opinas?

La voz de Griffin se estanca de la sorpresa pero un esbozo de risa se escucha como un suspiro ahogado en el fondo del altavoz del celular.

—Eso suena emocionante. Estoy seguro de que a mi mujercita le encantará, y a mí también claramente. Además, ya es hora de que hagamos una visita oficial al hotel. ¿Qué fechas tenías en mente?—pregunta curioso y jocoso.

—Vamos a salir en dos semanas. Prepárate para unas vacaciones fantásticas. Prometemos que será una experiencia memorable.—exclama Mavos entusiasmada.

Gracias a los super sentidos de la metamorfa y nativa Quileute, desde el otro lado del celular, vagando alrededor de él, Leah logra escuchar la conversación. Acercandose como para que también sea escuchada. Griffin enseguida parece tocar el boton de llamada en altavoz.

—¿Realmente vamos a viajar tan lejos? Me siento un poco nerviosa, pero creo que será una gran oportunidad. —afirma ansiosa por la salida.

—Preciosa mía, no te preocupes. Estaremos juntos, y seguro que será una experiencia fantástica. Mavis y Sam están muy emocionados, y yo también.  —le dice con una voz tranquilizadora llena de amor.

—¡Exactamente! Estaremos todos juntos y será un viaje increíble. Enviaré los detalles pronto. —exclama último Mavis al darse cuenta que su tío empezaba a tomarse muy en pecho eso de romantico empedernido. —¡Nos hablamos!

Griffin negó divertido ante la entusiasmada actitud de su pequeña sobrina. Mientras Leah se encontraba con la harta idea de acomodar la ropa que debía llevar. No sabía como sería todo, ni cuánto debía llevar. Pero suponía que para ser vacaciones debían ser al menos para un mes, por lo pensativa y muy nerviosa levantó la mirada hacia su pareja.

—Hey... estoy un poco ansiosa por salir de la tribu. Nunca he estado en un lugar tan diferente.

—Lo entiendo, lobita mía. Es normal sentirse así. Pero será una gran oportunidad para experimentar algo nuevo, y yo estaré a tu lado en todo momento.  —dice el rubio con lentes mientras coloca suavemente su mano sobre el hombro derecho de la hermosa mujer de cabello corto.

—Gracias, rubio. Confío en ti. Espero que el viaje sea tan maravilloso como lo han prometido. —contesta buscando sonar optimista, aunque sonríe débilmente. No podía pensar cuánto extrañaría a su tonto hermano o a sus padres, nunca antes había salido de la tribu por tanto tiempo.

—Lo será. Y tener a Mavis y Sam con nosotros lo hará aún mejor. —afirma con una sonrisa y finaliza besando suavemente la frente de su pareja—Estoy seguro de que disfrutaremos mucho.

Aunque pocos después Leah le dijo a Seth que no lo llevaba por sus malas notas, la realidad era que este viaje era algo íntimo y personal, y Seth aún no comprendía del todo el mundo en el que su hermana estaba inmersa.

Griffin, por otro lado, ya era un amigo muy conocido y querido en el Hotel Transylvania. La noticia de su regreso fue recibido con entusiasmo, y Leah podía ver cómo todos en el lugar lo saludaban con sonrisas y abrazos. Ver como su impronta y compañero Griffin se desenvolvía en la llamada con varias voces que parecían divertirse, le demostraba que siempre había estado rodeado de criaturas sobrenaturales y viejos amigos, la hizo darse cuenta de lo integrado que estaba en ese mundo, un mundo que ahora también era parte de ella.

El viaje no solo representaba una oportunidad para ella de compartir más momentos con Griffin, sino también un desafío personal. Era incómodo saber que viajaría con su ex prometido a un lugar sobrenatural.

Mientras estaban en el avión, volando hacia Transylvania, Griffin notó la tensión en Leah. Sabía que la situación era delicada, pero también sabía que ella era más fuerte de lo que a veces creía.

—Recuerdo la primera vez que estuve en el Hotel Transylvania, —dijo Griffin, tratando de aliviar un poco la tensión. —Estaba sorprendido de cómo todo era tan... acogedor, a pesar de lo que uno podría esperar.

Leah lo miró, su mente vagando entre el pasado y el presente. —¿Y por qué regresaste tantas veces?

Griffin sonrió, entrelazando su mano con la de Leah. —Porque se siente como un segundo hogar. Y ahora que estás conmigo, se siente aún más así.

Leah se relajó un poco, dejando que las palabras de Griffin la confortaran. —Supongo que para mí será un primer hogar lejos del hogar,— respondió con una leve sonrisa. —Gracias por tenerme en cuenta.

—Siempre,— dijo Griffin suavemente, apretando su mano con cariño.

El vuelo continuó, y aunque Leah seguía sintiendo una mezcla de ansiedad y curiosidad, sabía que tener a Griffin a su lado le daba la fuerza que necesitaba. Cuando finalmente aterrizaron y llegaron al hotel, los saludos cálidos y las risas familiares de los residentes del Hotel Transylvania hicieron que Leah se sintiera más bienvenida de lo que esperaba.

A medida que la noche de Año Nuevo se acercaba, Leah y Griffin se preparaban para lo que prometía ser una celebración memorable, sabiendo que, a pesar del pasado, estaban creando un futuro juntos.

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