Capítulo 1


A inicios del año 2005, Griffin se encontraba en la penumbra de su propia invisibilidad, observando con atención cómo Mavis se desenvolvía en su nuevo entorno. La joven vampira, quien había deseado con fervor experimentar el mundo humano de una manera más independiente, estaba ahora inmersa en la vida de un pequeño pueblo rodeado por el murmullo constante de sus habitantes. La decisión de Mavis de dejar atrás la protección constante de su padre, Drac, y vivir sola en Forks había sido cuidadosamente planeada, pero también había impuesto una carga considerable en Griffin.

Drac, el querido padre de Mavis, había solicitado el favor de Griffin con un tono cargado de preocupación. "Necesito que la cuides un tiempo, Griffin. Aunque sea para tranquilizarme, sé que ella es capaz de valerse por sí misma, es mi hija. Pero... Me preocupa no conocer lo que la rodea. Un favor, si deseas, te lo pagaré en cuanto más lo necesites," había suplicado Drac. Griffin, siempre dispuesto a ayudar a su querida sobrina, aceptó la tarea con una mezcla de determinación y resignación, sabiendo que su invisibilidad y la necesidad de proteger a Mavis serían sus principales herramientas.

La invisibilidad de Griffin le permitía observar sin ser visto, una ventaja que solo los más cercanos a él podían entender. Aunque los humanos no podían percibir su presencia, sus lentes de marcos atigrados en marrón y negro, que usaba siempre al hablar con Mavis, se convertían en su única marca visible. En el pequeño pueblo de Forks, Griffin veía cómo Mavis se adaptaba a su nueva vida, su actitud positiva y su simpatía desarmaban cualquier duda sobre su capacidad para encajar en el mundo humano.

Sin embargo, Griffin no podía ignorar el ambiente hostil que a veces se desarrollaba en torno a Mavis. El pequeño pueblo, aunque acogedor en su superficie, escondía una sociedad con sus propios secretos y chismes. Griffin, en su rol de observador invisible, se encontró con un grupo de personas que parecían pertenecer a una secta. Su apariencia pálida y los ojos dorados como peces eran indicadores claros de peligro. Griffin, aunque invisible, sintió la tensión en el aire mientras estos individuos parecían percibir su presencia sin verlo. Las palabras de una de las mujeres, "Ella es como nosotros, ¡Huele como nosotros! Quiero ser su amiga," resonaron en sus oídos como un escalofriante déjà vu. «Habla casi angelical como un vampiro» pensó Griffin con incomodidad, preguntándose si su presencia realmente estaba siendo percibida.

El rostro del joven de ojos rojizos que observó Griffin le recordó a algo familiar, un detalle inquietante que hizo que se sintiera aún más incómodo. Con un toque de preocupación, Griffin se movió cuidadosamente hacia donde Mavis se encontraba y, al ver que los alumnos se dispersaban, decidió acompañarla de cerca para asegurarse de que estuviera bien. La posibilidad de que su sobrina estuviera en peligro lo impulsó a mantenerse alerta y a estar preparado para intervenir si fuera necesario.

No tardó en confirmarse sus sospechas: los jóvenes de la secta habían comenzado a acosar a Mavis. La frustración de Griffin creció, y no pudo evitar llamar a Drac para buscar consejo. Aunque Drac, como padre sobreprotector, estaba dispuesto a volar a Forks en un abrir y cerrar de ojos, Griffin tomó la iniciativa de intervenir discretamente. Con una promesa de actuar como portavoz y ofrecer consejos a Mavis sobre cómo manejar la situación, Griffin se convirtió en el enlace entre su sobrina y el mundo exterior, enseñándole a utilizar un teléfono móvil para mantenerse en contacto.

La tarea de ser el portavoz, aunque agotadora, era una responsabilidad que Griffin asumía con el propósito de proteger a Mavis y asegurar su bienestar en este nuevo capítulo de su vida. Su invisibilidad le permitía mantener un ojo atento en las sombras, mientras ayudaba a su sobrina a navegar por los desafíos que le ofrecía el mundo humano.

Así, mientras el sol de Forks se escondía tras las nubes, Griffin continuaba su vigilancia invisible, con la esperanza de que sus esfuerzos mantendrían a Mavis a salvo y le permitirían prosperar en su nuevo entorno.

[...]

A finales de septiembre de 2005, la rutina de Mavis en Forks se vio abruptamente interrumpida por la presencia de la familia Cullen. Este grupo, que Griffin había identificado como parte de una secta peligrosa, había comenzado a hacer notar su influencia. A pesar de los intentos de Mavis por mantener su independencia y tranquilidad, dos miembros de la familia Cullen, Alice y Jasper, habían comenzado a acosarla. Alice, en particular, mostraba un interés inquietante, tratando de acercarse a Mavis con un caprichoso deseo de amistad. Sus miradas, llenas de insinuaciones mudas, dejaban claro su conocimiento sobre la verdadera naturaleza de Mavis. "Sé que eres como nosotros. Sé lo que eres. Vampiro," parecía decir su mirada, una revelación que mantuvo a Griffin en constante alerta.

El festival juvenil anual se acercaba, y, para desviar la atención de sus acosadores, Mavis invitó a Drac a participar como su pareja de baile. El espectáculo de baile entre padre e hija sirvió como un alivio temporal, calmando a los acosadores. Sin embargo, las miradas insistentes y la intriga no se desvanecieron. Griffin, preocupado por la creciente presión sobre Mavis, decidió aprovechar una de las noches en las que ella estaba absorta en sus estudios para realizar una inspección más profunda del territorio vecino.

Mientras se aventuraba cerca de la playa, el sonido de los lobos aullando en la distancia captó su atención. Era una noche tranquila, y el brillo de la luna iluminaba el paisaje, creando un reflejo en el agua que revelaba su presencia de una manera inusual. Griffin, acostumbrado a la invisibilidad, siempre se había preguntado por el fenómeno mágico que le permitía verse en el reflejo de los cuerpos de agua bajo la luz lunar. Era una característica enigmática, una magia que desafiaba cualquier explicación científica conocida.

Esa noche, el halo de la luna le guió hasta la orilla de una playa cercana, donde encontró a una mujer llorando. La escena era conmovedora: la mujer, de cabello largo y ojos negros como la noche, estaba sentada en la arena con las olas del mar mojando sus pies. Su belleza era asombrosa, y el aroma que emanaba de ella era refrescante, un aroma natural característico de Leah Clearwater. Griffin se sintió cautivado por su presencia.

A medida que se acercaba, el reflejo en el agua reveló su figura a la mujer. Aunque era invisible para el ojo humano, el resplandor de la luna permitió a Leah notar su presencia en el agua turbia y calmada. Al parecer, su reflejo captó su atención, pero, al darse cuenta de que alguien podría estar observándola, Leah retrocedió, sintiendo una mezcla de sorpresa y vergüenza. La breve mirada que le dio a Griffin en el agua fue suficiente para que él sintiera una conexión instantánea con ella.

Griffin, con la luz lunar reflejando su imagen, vio su propia apariencia: un hombre rubio en sus veintitantos años, con ojos azules y piel pálida. Su cuerpo robusto en el torso pero delgado en brazos y piernas completaba el retrato que se ofrecía bajo el manto lunar. Mientras Leah se mantenía en silencio, Griffin se sintió inmensamente atraído por ella, la magia de la luna añadiendo un toque místico a este inesperado encuentro.

La conexión que sintió Griffin con Leah era intensa y misteriosa, y la luna, con su brillo etéreo, había jugado un papel crucial en este encuentro fortuito. Mientras la noche avanzaba, Griffin se retiró, sabiendo que este encuentro había marcado un punto de inflexión en su vigilancia de Mavis y en su propia existencia.

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La emoción en la voz de Mavis era palpable cuando Griffin le reveló su hallazgo. Ella, entre gritos de júbilo y risas, no podía contener su entusiasmo. Sin embargo, pronto la alegría dio paso a una reflexión más seria. El trabajo académico, las tareas y el enigmático lobo negro estaban ocupando todo su tiempo y energía. Aunque le costaba, Mavis le ofreció un consejo con un toque de nostalgia en su voz. "Si resulta ser tu clic, no la dejes sola. Tal vez consigas ser visible, ¡nunca pierdas la esperanza!" El deseo de ayudarle era evidente, pero el peso de sus responsabilidades no le permitía hacerlo de inmediato.

Griffin, embargado por un sentimiento profundo de fascinación y amor por la mujer de la playa, se encontró en una encrucijada. Su deseo de acercarse a Leah Clearwater sin romper con su dignidad o moral era una tarea monumental. La invisibilidad que una vez le había sido útil se convertía ahora en una barrera casi insuperable para establecer un contacto genuino.

Durante los días siguientes, Griffin trató de encontrar la manera de hacerse presente en la vida de Leah sin asustarla. Cada noche, cuando ella regresaba a la playa, él se encontraba allí, invisible pero atento. Sus intentos de acercarse a ella eran meticulosos y respetuosos. Observaba desde la distancia, cuidando de no invadir su espacio personal, mientras escuchaba sus sollozos y lamentos. La soledad que ella parecía experimentar resonaba profundamente con él.

Griffin se esforzaba por encontrar una manera de interactuar sin revelar su presencia de forma abrupta. A veces, dejaba pequeñas notas en la arena, escritas con frases alentadoras o palabras de consuelo, con la esperanza de que Leah las encontrara y supiera que alguien estaba allí para ella.

En las noches solitarias de la playa, mientras Leah Clearwater paseaba a lo largo de la orilla, Griffin, invisible pero lleno de intención, se esmeraba en dejar palabras de consuelo y aliento en la arena. Las frases escritas con cuidado y dedicación eran como pequeños faros de esperanza para ella. A continuación, algunas de las notas que Griffin dejaba:

No estás sola en la oscuridad. Siempre hay un brillo, incluso en la noche más negra.

Leah encontró esta frase una noche en que la tristeza la envolvía más intensamente. Las palabras, escritas con una caligrafía suave y elegante, parecían ofrecerle un refugio de calma. Al leerlas, una pequeña sonrisa se dibujó en su rostro, y la esperanza le dio un respiro momentáneo.

A veces, la soledad es un preludio a una conexión especial. Mantén la fe; lo mejor está por llegar.

Al descubrir esta nota, Leah se sintió reconfortada. Había algo en esas palabras que le hablaba de una promesa de cambios positivos. Las letras escritas en la arena se desvanecieron con la marea, pero el mensaje permaneció en su corazón, dándole fuerza para enfrentar el día siguiente.

Cada lágrima que derramas es una semilla de fortaleza. Permítete crecer y florecer.

Esta frase apareció justo cuando Leah había estado llorando en la playa. Al ver las palabras, se detuvo y las leyó varias veces. Las lágrimas se mezclaron con una leve sonrisa de gratitud mientras comprendía que sus emociones eran validas y que, quizás, había un propósito detrás de su dolor.

La belleza de tu alma brilla más allá de lo que puedes ver. Eres más fuerte de lo que crees.

En un momento en que Leah se sentía especialmente vulnerable, encontró esta frase en la arena. El simple acto de leer esas palabras le recordó su propia fortaleza y belleza interior. El aliento que aquel desconocido le ofrecía a través de la arena era como un abrazo cálido en sus momentos más fríos.

Permítete sentir, pero también permítete sanar. Los días soleados llegarán.

Leah encontró esta nota en una mañana de niebla. A pesar del gris del cielo, las palabras escritas en la arena le brindaron un rayo de sol metafórico, recordándole que la tristeza era solo una fase y que había esperanza de días mejores por venir.

Cada una de estas notas, delicadamente dispuestas por Griffin, representaba un acto de cariño y compasión. Mientras Leah las leía, el contacto invisiblemente afectuoso de su nocturno acompañante anónimo le daba consuelo y la certeza de que no estaba completamente sola, incluso en sus momentos más oscuros.

Sin embargo, la incertidumbre de cómo se presentaría, sin poder mostrarle su rostro o su forma, lo llenaba de angustia. «¿Cómo podría hacerse amigo de ella si ni siquiera podía ser visto? ¿Cómo podría acercarse sin causarle un ataque de pánico?»pensaba simultáneamente Griffin.

El dilema de Griffin era aún mayor por el hecho de que, a pesar de sus esfuerzos por mantener la compostura, su amor por Leah estaba transformando su forma de pensar. La preocupación por Mavis, la cual había sido su prioridad, comenzó a desvanecerse a medida que el enamoramiento lo consumía por completo. Griffin se sentía atrapado entre su deber y su pasión, y este conflicto interno lo estaba sumiendo en una confusión creciente.

La invisibilidad de Griffin, en lugar de ser una ventaja, ahora parecía una maldición. Su corazón anhelaba un contacto sincero y tangible con Leah, pero cada intento de acercarse sin ser visto era un recordatorio doloroso de su naturaleza de "monstruo". A pesar de todo, no podía dejar de pensar en ella, y su amor estaba logrando algo que ninguna otra experiencia había conseguido: lo estaba idiotizando. Su deseo de ser visible, de establecer una conexión real, estaba superando sus responsabilidades y su propia seguridad, y Griffin no podía evitar sentirse perdido en el torbellino de sus emociones.

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