Capítulo 2: ¿Qué sucede?
Al final de la primera clase, Albus pensó que quizás había malinterpretado las cosas. Si, debía ser eso. Rose era muy puntual y correcta. La ponía de mal humor la impuntualidad. Y como no compartían la primera hora, no podía permitirse ponerse hablar y ocasionar que llegara tarde.
Mientras Slytherin tenía Encantamientos con Ravenclaw, Gryffindor tenia Transformaciones con Hufflepuff.
Pero si, para la segunda clase, Historia de la magia, ambos estarían juntos. Como Rose se lo había susurrado en el Gran Salón. Albus no podía esperar, desde anoche no habían podido hablar, quería preguntarle como la estaba pasando en su primer día en Hogwarts.
—Ten, pareces nervioso.
Scorpius le extendía un pedazo de chocolate. Ambos caminaban lado a lado hacia el salón del profesor Binns.
—Gracias, Scorpius — le acepto el trozo y lo lleva todo a su boca.
—Es historia de la magia. Lo mas probable es que terminemos durmiendo que prestando verdaderamente atención a lo que diga el profesor. — Albus le miro de reojo. Scorpius mantenía una barra de chocolate en sus labios mientras buscaba algo en su mochila. Su ceño estaba fruncido — Creo que deje el libro para la clase en la Sala Común ¿Por qué el Profesor Flitwick no nos enseño en la primera clase de Encantamientos a ejecutar Accio?
Albus soltó una pequeña risa, casi como un bufido.
Y hasta ese momento cayo en cuenta que, tanto Scorpius como él, habían establecido sin ambos seguramente prevenirlo una especie de acercamiento y trato amistoso entre los dos.
Y todo había empezado desde que se cruzaron en uno de los compartimientos del Expreso de Hogwarts. Y Albus aun seguía agradecido con él por haber salido en su defensa contra las provocaciones de Alan Carter.
Albus conocía ciertas cosas del pasado de Draco Malfoy, cortesía de sus tíos Ron y George, pero Scorpius Malfoy, sin duda discrepaba mucho de lo que alguna vez fue su padre a su edad. O al menos él hasta ahora no percibía nada malo del chico rubio a su lado.
—¡Al!
Al ingresar al aula, Albus escucho una cantarina voz llamarlo. Una sonrisa se extendió en sus labios al ver quien era. En una de las penúltimas mesas un chico de cabello color castaño claro, casi trigueño, de ojos claros, agitaba una mano en su dirección mientras mantenían una expresión risueña.
Era Lysander, hijo de su tía Luna y Rolf, una gran amiga de la familia. En medio de su caminata, aprecio la expresión amable de Scamander.
En ese momento, desde que llegó a Hogwarts, Albus pensó por primera vez que había sido un completo tonto en martirizarse tanto por si quedaba en Slytherin.
Se acerco rápidamente hacia el muchacho y ambos chocaron los puños.
—Lysander, no te vi esta mañana en el Gran salón.
Él chico rió levemente.
—Me quede dormido — Albus negó con la cabeza, eso era tan Lysander.
Scorpius se termino de acercar a ellos. Tras una breve presentación, Lysander extendió una mano hacia él y Scorpius la acepto gentilmente. Y como lo que parecía ser una costumbre del rubio, le extendió un caramelo de jengibre.
— ¿Y Rose? — pregunta Albus, mirando por todo el salón. Fue cuando se percató que su prima estaba siendo rodeada por algunas chicas en los asientos de mas adelante.
— Rose tuvo una increíble participación en la clase de Transformaciones. Y si contamos que sus padres son tío Ron y tía Hermione, pues ya se ha ganado una reputación en la casa del león —explico Lysander con una leve sonrisa mientras le quitaba le envoltura al caramelo.
Albus observó a su prima.
Rose se veía muy alegre mientras explicaba cosas a sus compañeras, cosas que parecía no haber entendido de la clase de Transformaciones. Espero a que ella reparara en su presencia, pero estaba tan concentrada en sus interlocutores que en ningún momento volteo a verlo.
Albus se rindió al instante. Fue y se sentó junto a Scorpius y espero a que el profesor Binns apareciera. Una vez comenzó la clase, Albus concreto que sería una mañana en que tampoco lograría hablar con su prima.
Al finalizar la clase, Potter salio del aula en un gesto contrariado. Junto a él iban Scorpius y Lysander. Este último hablaba sobre lo aburrida y monocorde que había sido. Pero Albus solo podía mirar hacia la espalda de Rose, su prima avanzaba hacia el Gran Salón junto a una pequeña chica de cabello castaño chocolate peinado en una larga coleta.
—Luego de comer toca clases de vuelo — expreso Lysander, acomodándose mejor la mochila sobre sus hombros.
—¿Comerás con nosotros? — pregunta Albus, decidiéndose dejar el tema de su prima de lado, al menos por el momento. Lo estaba atormentado mas de lo que creía. Y posiblemente solo era una tontería.
Lysander asintió a la propuesta de su amigo. Cuando llegaron al gran salón, en ese momento, fue que Albus se pregunto en que mesa comerían.
—No tengo problema en sentarme en la de Slytherin — canturreo Lysander, al ver el claro debate en su amigo. Albus le agradeció, y los tres tomaron asiento.
Luego de probar el primer bocado. Albus lanzo una breve risa aguda, llamando la atención de su acompañantes.
—Saben, desde antes de recibir mi carta de Hogwarts, pase noches en vela atormentándome a mi mismo de que si quedada en Slytherin mi familia y amigos dejarían de hablarme.
Lysander se enderezo y negó con la cabeza. Tomo un sorbo de su jugo y luego dejo el vaso pausadamente sobre la mesa. Parecía meditar lo que iba a decir. Finalmente, fijo sus ojos azules en Albus.
—Creo que todo ese prejuicio que trae la selección de las casas es...molesto.
Albus se ruborizó al escucharlo.
—¿Verdad? —concordó Scorpius, mientras devoraba una manzana.
—Bueno, creo es inevitable, muchas personas malas han salido de Slytherin, —puntualizo Albus, en un intento vano de defender su postura.
—Es cierto que personas malas han salido de Slytherin. — Concordó Malfoy. — Pero en lo que a mi concierna, cada quien es dueño de sus decisiones. Solo una coincidencia que la mayoría haya salido de la casa de las serpientes. Tom Riddle perteneció a esta casa, así que... El mal fue fácilmente incorporado, como una dulce tentación a tantas mentes jóvenes, donde la mayoría incluso ya venían con esa ideología de sus propias casas, y solo les hacia falta un empujón.
Scorpius bajo momentáneamente la cabeza. Tanto Lysander como Albus se preguntaron si estaría pensando en su familia. Era bien conocido el oscuro pasado de los Malfoy en el mundo mágico.
—Para mi siempre serás Albus — retomo la conversación Lysander, y siguió disfrutando de sus tostadas.
Albus se inclinó sobre la mesa y paso sus manos por su cabello apesadumbrado, despeinándose un poco.
—Todo este asunto me produjo dolor de cabeza. Pero luego de ver que mis primos y mi hermano me abrazaron como si nada pasará esta mañana, llegué a la conclusión de que tontamente me ahogue en un vaso con agua — dijo, e hizo una mueca un tanto tonta, solo para aligerar el ambiente.
—¿Vez? No había nada porque preocuparse —rió Lysander.
Aunque en realidad, aun había alguien que le estaba generando confusión a Albus. Volvió la mirada hacia la mesa de Gryffindor, esperando encontrársela, pero su prima Rose ya no se encontraba.
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Albus sintió sus manos sudar, con todo el asunto de las casas, se había olvidado por completo de la clases de vuelo. Y él no era particularmente habilidoso con la escoba. Su madre Ginny, siempre paciente, estuvo a su lado para enseñarle. Pero desde no poder invocar la escoba, paso a perder el control y estrellarse contra los arboles la única vez que logro invocarla.
Tiffany Hooch había separado a los alumnos de Gryffindor y Slytherin en dos filas, y caminaba en medio de ambas casas. Explicando de que consistía su clase, y lo que aprenderían ese día. Al finalizar la explicación, ordeno a todos ponerse al lado izquierdo de sus escobas, y estirar la mano derecha hacia el objeto.
—Y decir con todo el sentimiento ¡Arriba! — termino de explicar el primer paso la profesora.
Albus suspiró y estiro la mano.
—Arriba — pronuncio vacilante, y como ya sabía que ocurriría, nada paso. Miro a su lado, Scorpius seguía pronunciado la orden, hasta que a su cuarto intento la escoba finalmente salto hacia su mano.
—Rose, eres increíble. Y en tu primer intento — escucho Albus pronunciar del otro lado. Su prima había sido la primera de Gryffindor en invocar la escoba, varias de sus nuevas amigas la estaba felicitando.
Albus volvió su atención a su escoba, y luego de diez intento, se rindió. La profesora Hooch que pasaba en ese preciso momento por donde él, le sonrío indulgentemente al ver su clara expresión de derrota.
—Tranquilo Señor Potter, lo importante es no rendirse y seguir practicando.
Albus trago saliva, y asintió. Volvió la mirada hacia su escoba, e intento de nuevo. Y esta vez no se presiono por no haberlo conseguido. A su otro lado escucho una risita, de esas que son maliciosas. Cuando alzo su mirada, se encontró con Henry Smith, su otro compañero de cuarto, taladrandolo con la mirada.
Potter frunció el ceño, era clara la burla en su rostro. Pero decidió ignorarlo y siguió intentando invocar a la escoba. Y al finalizar la clase, no había tenido éxito alguno.
Al salir del campo donde había sido su clase de vuelo. Albus se disculpo con Scorpius y Lysander. Ambos parpadearon confuso, pero concordaron esperarlo en el salón.
—Solo no te tardes, tenemos defensa contra las artes oscuras en quince minutos — le recordó Scorpius.
Albus solo asintió y se fue por otro lado, tomando el camino hacia los baños que estaban cerca de la cocina.
Al mirarse en el espejo. Vio en sus ojos verdes la frustración acumulado. Abrió el grifo y lleno sus palmas con agua, para luego mojar su rostro. Aun pensado apesadumbrado en su falla en la clase de vuelo.
Veía la diferencia en fallar en su casa y fallar en la escuela.
Odiaba la sensación.
—Que diría el famosisimo Harry Potter, al saber que su hijo es un asqueroso squid.
Miro a través del espejo a tres chicos, dos de Slytherin y uno de Hufflepuff, mayores que él. Y más atrás de ellos, se encontró con Henry Smith. Albus frunció el ceño, aquello no pintaba nada bueno. Se irguió, carraspeo y giro sobre sus talones.
No queriendo problemas, se mantuvo en silencio y camino como si nada hacia la salida, pero como había previsto, los tres chicos mayores se interpusieron en su camino. La tensión era palpable. Albus maldijo en su interior, porque los pocos hechizos que sabia hacer, no creía funcionaran contra esos chicos que iban en cursos mas avanzados.
—¿Qué sucede aquí?
Todos giraron al escuchar la nueva voz en aquel lugar. Un chico bajo y algo regordete, pero con notable porte de autoridad se asomaba en la cuarto de baño. Albus aprecio la insignia de Prefecto en su pecho, perteneciente a Hufflepuff.
—Nada, nada Johnny — de encogió de hombros el mismo chico de Slytherin, en una sonrisa falsamente inocente. Coloco los brazos detrás de su cabeza y giro hacia la salida. Seguido muy de cerca de su grupo. Henry Smith también se había ido con ellos.
Johnny suspiró, claramente no había creído nada de lo que aquel alumno había dicho. Miro hacia Albus, le sonrío de modo cordial, y hasta amistoso.
—Cuídate de Zapata, es lo apuesto a amistoso.
—Si, gracias — hablo finalmente Albus.
Johnny asintió y con ello se marchó.
Albus estando solo de nuevo, apretó sus puños.
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—¿Squid? ¿Eso te dijeron? — expreso Scorpius con el ceño fruncido.
Albus había corrido lo mas rápido que podía hacia el aula de defensa contra las artes oscuras. Por suerte había llegado cinco minutos antes. Cuando dio con Lysander y Scorpius, no pudo evitar contarle lo sucedido en el baño. En medio del relato, no pudo evitar mirar hacia Smith, el chico se hacia el desentendido al final de todos.
—¿Acaso ese chico tiene algo contra ti? — pregunta inocentemente Lysander.
— Eso parece Lysan. Es obvio hacia alusión a mi fallido intento con la escoba, y él estaba ahí ¿Qué otra persona les hubiera informado sobre ello?
— Que inmaduro — expreso Lysander, en su cara, la clara expresión en desaprobación con lo que habían hecho esos chicos.
En ese el profesor hizo acto de presencia, y les pidió ingresarán al aula. Akira Han, así se había presentado el profesor. Tenía un aire jovial, una expresión risueña. Sus rasgos asiáticos estaban bien marcados. Su cabello lo llevaba largo atacado en una coleta baja.
Les dio tanto la bienvenida, como dejo en claro sus reglas de clases. Se enfoco mucho en que le gustaba la puntualidad y responsabilidad en el cumplimiento de las tareas.
Por suerte para Albus, el profesor Akira decidió no realizar ninguna práctica ese día. Pero si dejo como tarea realizar un informe sobre la importancia de las defensas contra las artes oscuras.
Llegando a la Sala Común soltó un gran bufido.
—Tranquilo, si esos chicos se meten contigo, aquí estaré yo para defenderte — intento bromear Scorpius. .
—¿Malfoy al rescate? — le siguió el juego Albus.
Ambos rieron.
Fueron y se sentaron en uno de los sillones de la Sala. Aun había clases para otros cursos, así que la Sala estaba prácticamente desierta. Albus decidió adelantar el informe de DCAC.
Scorpius solo empezó a jugar con una pequeña esfera, lanzandola por los aires con gesto aburrido.
—Oye, desde hace rato quería preguntarte esto.
Albus alzó la mirada del libro al escuchar a Scorpius.
—¿Qué cosa? — lo apremio a seguir.
El dejo de jugar y se sentó correctamente en el sofá.
—Desde esta mañana noto que no dejas de mirar a esa chica de cabello rojo. Creo la llamaste Rose.
Albus trago saliva. Aun así luego de lo de Zapata y Smith, ni siquiera había sido motivo suficientemente para olvidar lo distante que había estado Rose ese día con él.
—Oh, si, es Rose Weasley — carraspeó — Es mi prima.
—Ya veo — Scorpius desvió la mirada, claramente quería decir más. Albus lo noto y cerró su libro. Se recostó del respaldo del sillón, y medito por un momento si expresar en voz alta lo que extrañamente ocurría con Rose.
Esa misma mañana Potter se había estado convenciendo que posiblemente solo era algo momentáneo. Pero luego de la tercera clase compartida con su prima, que en ningún momento se hubiera indignado a siquiera decirle un hola, ya no estaba tan seguro de que fuera así.
—Esta rara — suelta por fin. Malfoy lo mira atentamente — Quería convencerme a mi mismo que solo eran mal-interpretaciones mías, pero... Rose nunca se había comportado así conmigo. No se lo que pasa, y esto sinceramente no me gusta. No es solo mi prima, es mi mejor amiga, desde que tengo memoria.
Y miro hacia Scorpius, el chico parecía meditar sus palabras.
—Quizás solo quiere adaptarse primero a sus compañeros de Gryffindor.
Albus asintió a medias.
—Si, también pensé en eso.
—Vamos Albus, suéltalo.
—¿Qué cosa?
— Albus, desde antes de la selección, era muy claro que estabas asustado por saber a que casa irías, y como bien dejaste claro esta mañana, porque creías que tu familia podrían apartarse de ti por quedar en la casa de las serpientes. No conozca a tu prima, pero por lo que cuentas, quizás tu...
Hasta que Scorpius no lo saco de la manga, Albus se dio cuenta que había estado intencionalmente negado aceptar de nuevo esa absurda conjetura. Porque la verdad es que cuando pensando en ello, Rose era la que menos se le pasaba por la cabeza. Trago saliva y un nudo se formo en su garganta.
—Entonces sería una tonta por poner la selección de casa por encima de la familia.
Ambos voltearon la cabeza al escuchar una dulce voz. En una de las mesas individuales de la sala, una muy cerca de donde ellos estaban sentados, una bonita chica de ojos café y semi-rasgados había hablado. A pesar de que los estaba mirando, aun seguía moviendo su pluma sobre el cuaderno.
De pronto, se detuvo de anotar y parpadeo mientras sus ojos se abrían de par en par.
— Oh, lo siento — meneo la cabeza varias veces. El rubor había aparecido sobre sus mejillas. —No debí meterme en vuestra conversación.
— Oh, tranquila, tranquila — habló Scorpius esbozando una sonrisa amable. — Tampoco es como si hubiéramos estado hablando en voz baja ¿Verdad? Soy Scorpius, él es Albus. — se señala primero y luego a su compañero. — Bueno, se que vamos al mismo curso. Pero hasta este momento no nos habíamos presentando formalmente.
La chica sonrío. La incomodad se había ido un poco de su expresiones.
—Si, un gusto chicos, mi nombre es Irene Reech.
—Un placer, Irene. Y veo tienes rasgos asiáticos — puntualizo Scorpius. Aunque no estaban tan marcados, pero si eran claros los rasgos asiáticos en la muchacha.
—Mi madre es japonesa — aclaro Irene en una leve sonrisa. Volvió a tomar su pluma y siguió con lo suyo.
—¿Japón tiene su propia escuela de magia no? — desde que la chica se había incorporado inesperadamente a la conversación, Albus finalmente había dicho algo.
—Si, Mahoutokoro. Me llegaron ambas cartas, pero mis padres me dieron a escoger. No pude evitar elegir Hogwarts — respondió sinceramente Reech, sin dejar de escribir en su cuaderno. Luego elevo la mirada y la poso en Albus, quien había de nuevo abierto su libro. — Y, enserio, disculpa por haberme metido en vuestra conversación.
Severus solo meneo la cabeza, quizás en otro momento si le hubiera molestado en como se refirió a Rose, pero aunque aun no quería aceptarlo, la angustia en su interior se estaba convirtiendo en otra cosa.
—Iré a recostarme un rato — y sin más, se marchó por las escaleras.
En cada escalón Albus se convencía más así mismo que ya no lo pospondría, ni esperaría a que Rose se le acercará. Presentía que de ser por ella acabaría el año escolar sin hablarse. Mañana sin falta se acercaría a ella y le pediría una explicación.
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Nos vemos!
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