-9-
Salió corriendo.
Huyó, podría ser más preciso.
No pudo soportar los lamentos de su omega, la forma en la que rasguñaba su pecho arrebatándole el aliento y las ganas de vivir. El cúmulo pesado de angustia era demasiado grande, instalado firmemente entre sus costillas y el corazón, y expandiéndose conforme los segundos pasaban.
El sonido del rechazo burbujeaba contra sus tímpanos, cual si fuera un eco perverso que le recordaba que no era suficiente para Chanyeol. Indigno de llevar los cachorros de ese alfa dominante. Y nunca creyó que esas palabras lo afectarían tanto, sin embargo, así fue. Su omega estaba destrozado, convertido en un ovillo al fondo de su ser, sumergido en lamentos agonizantes.
En cuanto el Dr. Zhan dijo que ese celo esporádico había terminado, guiado por la tendencia a la baja de las hormonas y feromonas alfa, y que era poco probable que se repitiera sino hasta dentro de unos días, o conforme su cuerpo lo demandara, se excusó con Chanyeol y salió del lugar. Incluso si le había prometido estar con él y cuidarlo durante ese día, no pudo mantenerse en el sitio donde su omega había sido ridículamente rechazado.
Encerrado en su departamento, se vio sometido a la tristeza y a una inexplicable desesperación.
Sabía que su omega estaba flechado por Chanyeol, solo no sabía que fuera tan malo. Que estuviera enamorado del alfa.
—Shh, ya, está bien. Deja de llorar —le rogó.
"No me digas eso", le gruñó, "Duele».
—... Lo sé. Pero quizás es solo un capricho —respondió con tono apesadumbrado.
"No lo es. Quiero a Chanyeol».
Es lo que Baekhyun temía.
—... ¿Cómo puedo ayudarte?
Un quejido de su omega lo dejó ciertamente incómodo, porque el dolor del rechazo estaba creciendo, llegando hasta su garganta. No era quien peor la estaba pasando.
«Déjame salir».
—¿Salir?
«Quiero un trago».
—No.
Escuchó un gruñido y luego más lamentos.
—Harás una tontería si te dejo salir.
«No lo haré. Solo... déjame emborracharme. Quiero que deje de doler».
—Promételo. Promete que no irás corriendo detrás de Chanyeol para rogarle.
No tuvo una respuesta del otro lado, pero Baekhyun conocía tan bien a ese pequeño omega caprichoso. Ahora mismo estaría haciendo pucheros, como si así fuera a convencerlo.
—Es eso o no sales.
«Bien».
—Dilo.
«Prometo no ir a buscar a Chanyeol».
Cuando Baekhyun dejó que su omega tomara el mando, no imaginó que literalmente fuera a emborracharse, lo que era peor, en un sitio público. Él podía no ser la celebridad más popular en todo el mundo, pero definitivamente era conocido. Lo empujó a escoger un local de comida rápida, guiado por el delicioso aroma del bimbap. En una mesa del extremo izquierdo, se sentó a comer y a beber soju. Entre lamentos y balbuceos tontos pasó una hora y su estado cambio a ebrio.
—Debisste dejarme mo-montarlo —gruñó con el pequeño vaso de vidrio en la mano. Bebió el contenido de golpe y se sirvió más—. Iba a preñarme.
«Él y yo solo somos amigos. Chanyeol es-».
—Es nuestro alfa, tonto, tonto.
«No es... Eso no es así».
—Te gusta, maldita se-a. No tienes la valentía para, para admitirlo.
«No. Yo no-».
—Eres un tonto. Por tu cul-pa no tengo al alfa que quiero.
Mordiéndose la lengua, Baekhyun no dijo más porque en una parte recóndita de su corazón, esas palabras estaban clavando sus garras. No quería admitir que fuera cierto, a pesar de todo.
—Deja de decir que solo somos amigos. Yo sé que él me quiere.
Baekhyun se tragó el nudo en su garganta, pero finalmente le contestó:
«Para él solo somos un cachorro que tiene que cuidar».
—¡No! Yo sé que Chanyeol nos quiere. Nos adora.
Un amargo sabor se instaló en la garganta de Baekhyun, asqueado de los sentimientos nefastos que se agolpaban en su pecho.
«Reacciona, tonto. Chanyeol nunca nos verá como un omega... como algo más que su amigo. Nos lo dejó claro hoy».
Y quizás intentó que ello sonara desinteresado, indoloro, pero fue todo lo contrario. Ardió, quemó su pecho como si una gigantesca hoguera se hubiese instalado en su interior, y la leña no eran más que las palabras abruptas de Chanyeol, quebrantando hasta los cimientos.
Su omega en la superficie lloró y bebió un sorbo largo de la botella a medio consumir.
—Te odio.
—¿Baekhyun?
Los ojos vidriosos, con lagrimillas rodando por sus mejillas, divisaron una figura alta y robusta, vestida con un traje azul petróleo. No lo reconoció por las facciones, pero su olor a bergamota y metal sí lo reconoció.
Choi Minho.
—¿Qué haces aquí, pequeño?
El alfa se sentó frente a Baekhyun y su gruesa mano intentó acariciarle el cabello, pero fue rechazado. La mirada feroz del omega lo detuvo de golpe.
—Todo esto ess tu culpa —acusó, picándolo con el índice el pecho—. Tonto. Alfa tonto. Por tu culpa, él no quiere tener bebés conmigo.
—¿Mi culpa? ¿Qué se supone que hice, bonito?
—No me llames así. No tienes derecho.
—¿Y quién sí?
—Chanyeol.
«Cállate, cállate por favor», le rogó, pero el omega al mando estaba decidido a alejar permanentemente a Choi Minho.
—Oh, así que este berrinche es por él. ¿Qué te hizo ese hombre tan nefasto?
—¡No es nefafasto! —puchereó, a lo que Minho le regaló una sonrisa—. Es lindo y bueno, y le quiero.
Para Minho, eso no pareció una sorpresa, pero sí menguó un ápice su sonrisa.
—¿Y él te quiere también?
El omega se ahogó con la pregunta y el dolor de la respuesta.
—Sí, me quiere —dijo, incluso si su tono fue dubitativo.
—Vamos, cariño, sabes que Park Chanyeol no estaría con un chico como tú, por muy lindo que seas.
—No es cierto. Él me quiere mucho. Me cuida y-
—Como si fueras su hermanito pequeño.
—¡No! Eso no.
—¿De verdad? —se burló—. Creo que Park Chanyeol no te ve sino como a un hermanito molesto del que no ha podido deshacerse.
—¡Él me quiere! Pasamos juntos nuestros celos...
Eso captó la atención del alfa.
—Chanyeol me desea... Él...
—Si es así, ¿por qué no está aquí contigo? Claro, es porque simplemente eres un muñequito para quitarse las ganas, ¿o no? Porque aún cuando te joda en las noches, no va a tomarte como esposo.
—¡Cállate!
—Es griego, así que va a casarse con una mujer de su clase, no un omega pequeño y llorón. Pero... mmm, has sido muy bueno al contarme esto. Esperaba que me confirmaras esas sospechas en un tiempo, ¡pero ha sido un golpe de suerte!
—¿Qué diablos estás murmu-rando?
—Digo, cariño, que eres demasiado ingenuo si creíste que estaba interesado realmente en ti. Y como eres realmente alguien importante para Park Chanyeol... Vaya, esto lo voy a disfrutar.
Las alarmas en Baekhyun se dispararon, por segundos solo tuvo la imagen de Choi Minho frente a él, pero entonces una bruma negra lo empujó a la inconsciencia.
Habían transcurrido solo siete horas desde la última vez que vio o habló con Baekhyun, pero se sentía como una eternidad en las garras de la incertidumbre. En su pecho se instaló la preocupación, igual a una pesada piedra que hacía añicos incluso su capacidad de pensar. Solo sabía que algo estaba mal.
Tal vez era un inminente episodio de celo, pero no había fiebre hirviendo en su piel ni el deseo latente subiendo desde su polla hasta su cabeza. Todo lo contrario. La desazón situada en su pecho podría disuadir con facilidad cualquier pensamiento o deseo lujurioso.
Y cuando intentó llamar a Baekhyun, fue al buzón por cuarta vez. Tampoco contestó a sus mensajes, ni siquiera los leyó. Así que, no pudiendo con la inquietud, pidió a Kris ubicar al muchacho. Sin embargo, incluso eso llevó tiempo. Una hora, y no tuvo noticias al respecto. Sin comprender qué podía tomarle tanto tiempo a su jefe de seguridad, estuvo tentado en salir él mismo a buscar al omega porque por cada segundo transcurrido, la pesadez en su pecho se extendía.
Fue cuando Kris llegó al departamento, pero su rostro perturbado le dio más de una respuesta.
—Jackson fue asesinado.
El aire se volvió pesado, sin embargo, Chanyeol se las arregló para preguntar:
—¿Dónde está Baekhyun?
—... No lo encontramos. Creemos que fue secuestrado.
Un pitido agudo llenó la habitación, bloqueando cualquier otro ruido externo. No ruido de los automóviles, no ruido de los ciudadanos ajetreados. Nada. Solo el susurro de Kris.
Baekhyun había sido secuestrado. Alejado de su lado.
No dudaba que ello fuera posible, el riesgo era inminente, pero por ello asignó seguridad especial para Baekhyun, que lo siguieran como una sombra, alejándolo de los peligros.
Bueno, el peligro los había alcanzado a los dos. Jackson Wang, el guardaespaldas designado, había sido asesinado por los secuestradores.
—¿Cómo lo localizamos?
—Nunca le pusimos un rastreador, solo el de su celular y que los secuestradores dejaron en el restaurante donde fue capturado.
Chanyeol ladró una maldición. Un rastreador nunca fue tan viable porque alertaría a Baekhyun y lo volcaría a preguntas difíciles de contestar. Hacerlo en secreto fue una opción que al final se concretó en un rastreador escondido en una costosa pulsera de oro blanco. El problema era que Baekhyun no siempre usaba la misma joyería y que, de hecho, ese día no llevaba ninguna. Así que rastrearlo no iba a ser tan fácil.
—Tenemos los videos de vigilancia de una tienda de conveniencia de la esquina. No se ve al interior de la tienda muy claramente, pero lo podemos usar para ver con quién salió Baekhyun.
Chanyeol asintió, todavía perturbado por la desaparición.
—Esto no puede ser una coincidencia. Padre dijo que la gente de Yildiz estaba intentando ingresar a Corea.
—Nuestra gente no detectó a nadie extraño rondando. Para secuestrarlo debió llevarles tiempo identificar tus puntos altos y bajos.
—A menos que hayan tenido ayuda desde Corea. Alguna pandilla.
—Lo revisaremos.
—Quiero que lo encontremos pronto, Kris. No necesito decirte lo que pueden llegar a hacerle a Baekhyun.
—Dame una hora y sabré quién lo tiene —aseguró con la confianza en alto, adquirida durante largos años en el ejército.
—Dile a Amber que se encargue de la familia Wang —añadió, pasando hacia su despacho—. Jackson sostenía a su madre y a su hermana, ¿no es cierto?
—Correcto, Chanyeol.
Aunque el dinero no sanaría el dolor de perder un hijo o un hermano, Chanyeol podía darles la tranquilidad de que nunca les volvería a faltar dinero y con él podrían darle una despedida digna a Jackson.
Cuando el reloj marcó las siete y veinte y cinco, diez minutos antes del plazo ofrecido por Kris, Chanyeol estaba en la bodega del muelle donde Choi Minho aguardaba atado a una silla. Sus hombres estaban armados y atentos al más mínimo movimiento.
El cuerpo golpeado del alfa no causó todavía la satisfacción que el alma perversa de Chanyeol demandaba.
—Tienes poco tiempo para decirme a dónde te llevaste a Baekhyun.
—No sé de qué me hablas, imbécil —le gruñó.
—No soy un hombre paciente —advirtió—. Sé que te reuniste con él en ese restaurante.
—Y me marché después. Solo.
—Coincidentemente luego aparecieron dos hombres que sacaron a Baekhyun a rastras y lo metieron en una camioneta —añadió con una buena dosis de sarcasmo.
—No le hice nada.
—Vamos a intentar algo diferente. Voy a hacer preguntas, y por cada mentira que digas te cortaré un dedo, ¿te parece?
—¡Estás loco! Ya te dije que no le hice nada —gritó desesperado.
—Kris —gruñó Chanyeol, entonces el jefe de seguridad se acercó a Park con un cuchillo de cacería grueso y de mango pesado. Chanyeol jugó perversamente con el arma frente a Minho—. Entonces, ¿quién se llevó a Baekhyun?
La manzana de Adán de Minho se movió claramente, y esos orbes negros estaban fijos el filo brillante del cuchillo. Sabía lo que le ocurriría, casi podía verlo reflejado en el metal.
—Si te lo digo, me matarán.
—Si no me lo dices, desearás estar muerto —amenazó Chanyeol—. Dime quien y te prometo una muerte rápida. Si quieres jugar conmigo, entonces probarás el infierno antes de que incluso tu alma abandone tu cuerpo.
Para quebrantar los resquicios de la mente de Choi, Chanyeol le aplastó el filo del cuchillo sobre el cuello, haciendo un pequeño corte. Sin embargo, la reacción de su víctima fue justo lo que esperaba. Desesperación. Miedo a morir. Miedo a ser torturado.
Choi Minho sabía muy bien qué le ocurriría, cualquiera que fuese su decisión, iba a terminar muerto.
—No sé su nombre —balbuceó.
Chanyeol no le creyó.
—Hay un hombre, europeo —recalcó—, que envió instrucciones a la pandilla Song. Ellos se lo llevaron.
Y, aunque intentó mostrar calma, los temblores en su cuerpo lo delataron.
—¿A dónde?
—No lo sé.
Chanyeol clavó el cuchillo en la mano de Choi, aprisionándola contra el posa brazos mientras la sangre salía burbujeante como los gritos desgarrados del alfa.
—Te dije que no lo sé.
—¿Parece que compro esa mentira? Tú no llegaste a ese restaurante por casualidad, ni tus amigos tampoco. Ustedes sabían que él estaba ahí. Dime cómo.
—Un rasstreador —reveló con la voz rota por el dolor infame en su mano—. Le regalé un collar que tiene un rastreador.
Chanyeol apretó la navaja, retorciéndola en la piel abierta.
—Baekhyun no llevaba ningún collar ese día. —Él lo sabía de sobra porque lo había jodido por largas horas donde admiró la desnudez impoluta del omega, sin que nada rompiera esa simple sensualidad—. Dime la puta verdad.
—¡Es la verdad! Él, él rompió el collar. La gema la guardó en su bolso.
—... Entonces todavía puedes decirme dónde está. Vas a darme el acceso al rastreador para encontrarlo.
—... No te queda mucho tiempo —le dijo, sin una pizca de burla o pena, tampoco remordimiento—. Si a ese hombre le gusta Baekhyun, va a llevárselo, independientemente de lo que quiera de ti.
—Entonces más vale que empieces a hablar más rápido, porque si Baekhyun es lastimado, tú serás quien lo pague.
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