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Dos horas durmió en el transcurso desde Jeju hasta Seúl. Dos horas acurrucado entre los brazos de Chanyeol, inhalando ese aroma tan delicioso que lo envolvía en una burbuja de seguridad. Su cuerpo simplemente colapsó por el cansancio, pero esta vez ya no sentía miedo de cerrar los ojos o de lo que vería al abrirlos. Estaba a salvo.

Estaba en casa.

Nunca pensó de esa forma acerca del apartamento de Chanyeol, pero fue el primer pensamiento que tuvo cuando cruzó la puerta. Algo conocido bañado por las profundas feromonas de su alfa.

—Te quedarás aquí conmigo, ¿de acuerdo? Prefiero que estés en un lugar donde pueda vigilarte.

Baekhyun asintió con la cabeza, acurrucándose otra vez entre los brazos del alfa.

—Gracias.

—No lo digas. Fue mi culpa que eso pasara.

Sí, el secuestro había sido por Chanyeol. El simple recuerdo de las abrumadoras palabras del turco todavía estaban latentes en su cabeza, cavando un agujero poco a poco. Una brisa de tensión lo rozó e inevitablemente terminó alejándose del alfa.

—¿Lo que él dijo es cierto?

—... Depende de lo que él haya dicho.

Pero Chanyeol intuía claramente lo que Serkan Yildiz debió decirle, e incluso si no lo hizo, no sería difícil para Baekhyun de inferir. Ese era un tema que cobardemente el alfa había evitado por mucho tiempo, incluso a expensas de la seguridad del muchacho.

—¿Eres... un mafioso?

Dios. ¿Por qué estaba avergonzado de una profesión que nunca escogió? ¿Por qué por primera vez deseaba ser un buen hombre?

—Hablemos de eso después. Necesitas tomar un baño y una revisión. El doctor está en camino.

—Solo respóndeme.

—Barbie-

—Dímelo. Por favor, necesito saber —exigió con un rasgo de pesar en la voz que rasguñó el pecho del alfa.

—No hará una diferencia si te respondo ahora o después. Por favor, tengamos esta conversación cuando sepa que no estás herido o que ellos te-

—Park Chanyeol —rugió—, dile la maldita verdad ahora mismo.

—... Sí. Sí. ¿Eso querías escuchar? Maldito seas. Sí, soy un maldito mafioso.

Baekhyun contuvo el aliento, con su mirada conectada a los orbes oscuros del alfa, que, aunque enfurruñados, conservaban un destello de miedo que le derritió el corazón.

—Nunca te lo dije porque no quería que te marcharas. No quería que tuvieras miedo de mí. Y ahora... No quiero que cambie las cosas entre nosotros.

—Tú, maldito idiota —bramó, golpeándole el pecho con los puños—, debiste decirme. ¿Por qué jugaste así conmigo?

—Porque soy lo suficientemente egoísta como para retenerte a mi lado —ladró, sujetándolo por las muñecas—. No quería que te marcharas.

—Que me marchara... ¿Sabes siquiera que eso es imposible? ¡Jamás me iría, tonto!

—... No iba a arriesgarme.

Baekhyun golpeó una última vez el pecho de Chanyeol, sintiendo la burbujeante frustración subírsele a la cabeza. Sobre la punta de sus pies, alcanzó la boca del alfa, rozando sus labios en un beso pequeño; sin embargo, Baekhyun estaba tan frustrado que terminó mordiéndole el labio inferior antes de soltar una amenaza:

—Si vuelves a ocultarme las cosas, entonces sí me iré.

Chanyeol lo sujetó por el cuello, sin ejercer mucha presión, pero asegurándose de que no pudiera apartarse. Parecía aliviado, en una confusa mezcla de dicha y risa que hizo rabiar aún más a Baekhyun.

—Eso ya no es una opción. —Se relamió el labio, siseando cuando tocó la herida y saboreó la sangre—. Demonios, ¿cuándo te convertiste en un gatito? Me rompiste el labio.

Con un sonrojo en las mejillas, Baekhyun tomó valor y volvió a acercarse, chupándole el labios y gimoteando por el morboso sabor de la sangre. La temperatura a su alrededor estaba subiendo, bordeando sus cuerpos para meterse bajo la piel. Baekhyun pensó que podía ser el celo atípico de Chanyeol atacando otra vez.

Se separaron, uno más tembloroso que el otro. Quizás la fiebre del celo era contagiosa.

—¡Ejem! Lamento interrumpir, Señor Park. He venido para revisar al joven Byun.

Claro, el médico. Chanyeol reconoció la voz a través de su calor. Se alejó de Baekhyun a regañadientes. Fueron a la habitación donde el doctor revisó a detalle el cuerpo del joven omega.

—Tienes varios golpes, pero no parece que tengas nada roto —mencionó, alejándose de la cama—. Necesitaremos una radiografía para estar seguros, sin embargo.

—Entonces, ¿no tendré que ir al hospital? —preguntó Baekhyun. A él realmente no le gustaban esos lugares, demasiado tristes y con un aroma que le hacía revolver el estómago.

—Preferiría que pase esta tarde por el consultorio, así podremos hacerle unos últimos exámenes y derivarlo al psicólogo.

—¿Al psicólogo? ¿por qué?

—Ha pasado por una situación traumática, y deben valorarlo para brindarle tratamiento.

—... Claro.

—Oh, y Señor Park, debe seguir tomando sus supresores. Sus feromonas están elevadas otra vez.

Chanyeol gruñó, odiando lo obvia que era su debilidad por un omega incluso en una situación tan terrible como esa. ¡Por Dios! Baekhyun estaba siendo revisado por un médico porque fue secuestrado, ¡por culpa suya! No debía calentarse sólo porque Baekhyun era la cosa más preciosa y delicada del mundo. Con sus pestañas largas y rizadas, esos labios gordos que eran tan buenos para tomar su polla.

Renegando, se alejó hacia la puerta sobre duras zancadas seguido por Kris. El médico dijo que debía realizarle un examen más íntimo, y Baekhyun no lo quería ahí dentro para que lo viera.

Todo ello le estaba jodiendo la cabeza. Había pasado mucho en tan pocas horas.

—Tienes que calmarte. Él está bien.

—Pudimos haber llegado muy tarde o no haber conseguido las pruebas para negociar con Yildiz —acusó, pasándose la mano por el rostro—. Casi lo pierdo, Kris.

—Pero no pasó. Está de regreso y puedes cuidarlo.

—... Por favor, refuerza la seguridad alrededor de él. No quiero que esto vuelva a pasar.

—Lo haré. Prometo que no dejaré que esté en peligro otra vez.

Chanyeol sabía que Kris se sentía culpable hasta cierto punto por el secuestro de Baekhyun, siendo que él era responsable de la seguridad del muchacho. Sin embargo, no había otra persona sino él mismo quien era el responsable por todo el desastre ocurrido. No fue sincero con Baekhyun explicándole los riesgos de su cercanía y, seguramente, tampoco evaluó los peligros que acechaban.

—Los padres de Baekhyun tomaron un vuelo desde Busan. Llegarán en un par de horas.

—Recógelos en el aeropuerto y tráelos aquí. Cuando el doctor se vaya, asegúrate de que Baekhyun desayune y tome un baño antes de dormir.

Kris asintió, pero en su cabeza solo podía pensar en lo mucho que Chanyeol trataba a Baekhyhun como un bebé.

—Aunque no soy la nana de tu Barbie, lo haré.

El alfa le gruñó.

—Estaré en mi despacho. Tengo que hablar con mi padre.






Una hora más tarde, luego de una acalorada reunión con su familia griega, Chanyeol logró salir de su oficina. Su madre estaba destrozada por el destino que acechaba a Sebastian, aun si ella misma fue quien brindó las pruebas para negociar la libertad de Baekhyun.

Serkan Yildiz iría tras Sebastian y su hijo, era tan claro como una sentencia de muerte firmada. Y protegerlo sería embarcarse en una nueva guerra con los turcos con quienes históricamente no se llevaban bien. Era algo muy jodido.

Fue directo a su alcoba decidido a tomar un baño y acompañar a Baekhyun porque todavía tenían mucho que discutir. Lo encontró enfundado en un traje de dormir blanco de seda, uno de los que Baekhyun tenía en el apartamento; estaba sentado en el sillón frente a la chimenea, con un cojín sobre las piernas.

—¿Todo bien, Barbie?

Tirando de su chaqueta lejos de su cuerpo, se sentó en el sillón al costado de la chimenea, mirando como la luz iluminaba los ángulos del rostro ajeno.

—¿Cariño?

—... Estoy bien —le aseguró, pero su tono bajo no convenció al alfa.

—¿Qué ocurre? Sabes que no me gusta cuando mientes.

—Tampoco me gusta que me mientan —atacó y Chanyeol bajó la cabeza.

—Lo siento. Yo-

—Y estoy molesto por eso, joder. Odio que me hayas mentido, pero... pero no me molesta la verdad —confesó—. Debo estar loco porque ni siquiera me importa si eres o no un mafioso.

Chanyeol extendió su mano para atrapar la pequeña del omega, acariciándole los nudillos.

—Me faltan un par de tornillos en la cabeza.

—Los mismos que a mí.

Baekhyun se carcajeó, y se dejó tocar por el alfa. El simple roce de sus dedos sobre su mano era relajante, tan bueno que le hacía olvidar el tormento de hace solo unas horas. Pero seguía teniendo miedo. Ese sentimiento estaba ahí, latiendo bajo su piel listo para saltar a la superficie. Esos hombres que quisieron tocarlo... aquellos a quienes él lastimó, era como si pudiera verlos por ahí. Sus ojos, sus voces y el aroma fétido de sus feromonas. Tal como si pudieran emerger de cualquier lugar para acabar su tarea.

Entonces recordaba que ellos no podían hacerle daño, que estaba con Chanyeol. No obstante, eso no lograba desaparecer el miedo. Quizás porque ese miedo no solo era a ser lastimado, sino a perder a alguien. A Chanyeol. Su miedo le recordaba que pudo no volver a verlo.

Una pregunta lo asaltó, atacando su cabeza de forma abrupta, y no pudo guardarla para él solo.

—... Yeol, ¿qué sentiste cuando desaparecí?

Chanyeol alzó la mirada, que antes estaba fija en los nudillos blancos del omega, llegando a acariciar ese rostro aniñado.

—Sentí que me volvía loco. Cuando Kris dijo que no estabas y que tu guardaespaldas estaba muerto, solo pude pensar que no te volvería a ver. Y pasaron horas antes de saber dónde estabas, horas en las que sentí que me moría. ¡Dios, cariño! Juro que iba a enloquecer.

Baekhyun sonrió.

—Yo sabía que me encontrarías —dijo él—. Tenía miedo, pero si alguien podía salvarme eras tú.

—Yo te puse en esa situación, para empezar.

—No fue culpa tuya. Supongo que así es como funciona la mafia, ¿no?

—Algo así, aunque prefiero que no te involucres. Ese no es un mundo para ti. Eres un muñequito demasiado delicado como para-

—¿Delicado? —Baekhyun liberó una suave risa arrogante de sus labios—. No es lo que dijo ese hombre.

Chanyeol gruñó.

—Para mí siempre serás mi pequeño y lindo muñequito delicado. Aunque, sí, fuiste muy valiente.

Chillando de dicha, Baekhyun saltó al regazo del alfa, acurrucándose contra ese cuerpo caliente.

—¿Tu celo otra vez?

—Estoy bien.

—Mentiroso —reprendió—. Sé que estás-

—Sí, lo estoy —admitió duramente—, pero tomo supresores, así que esto pasará.

—Me necesitas.

—... Sí, lo hago.

Joder, lo necesitaba tanto que dolía la simple cercanía. Podía olerlo, incluso tocar su cuerpo, pero no podía tomarlo. No podía y no lo haría por mucho que la fiebre quisiera nublar su juicio. No era correcto.

—¿Puedo ayudarte? Podría... chuparte.

Chanyeol se tragó un gemido. Dios. Sí, eso fuera excelente. Tener esa pequeña y apretada boca, empapando su miembro mientras lo guiaba a lo profundo.

No. Carajo. Esto parecía una sucia treta del destino o el diablo tentándolo. ¡Dios! Incluso podría ser una mala broma divina poniendo a prueba su decencia.

—Podría tocarte o podrías usar mis tetas —murmuró contra la línea del mentón, raspando la piel con sus dientes.

—¿Acaso piensas poner a prueba mis modales?

—¿Modales? ¿Es que acaso los mafiosos los tienen?

No hubo ese tono acusatorio en la voz del omega, solo el tinte juguetón y coqueto que hizo rabiar a Chanyeol.

—No quieres comprobarlo, Barbie. Así que será mejor que te comportes como el omega bien educado que eres.

—¿Lo soy?

—Pequeño tramposo.

Baekhyun silbó una risa antes de terminar sus toqueteos sobre Chanyeol. Era tan natural molestarle y al mismo tiempo cada una de sus palabras fue en serio. Demonios. Su omega, tal como dijo el doctor, se veía influenciado por las feromonas del celo atípico del alfa, considerando su alta compatibilidad. Lo que temía era entrar en celo de improvisto junto a él.

—Yeol, ¿puedo quedarme aquí un tiempo? —preguntó suavemente—. No quiero regresar a mi departamento solo.

—Ni siquiera tienes que preguntarme, cariño. Solo pídele a Kris que traiga un par de maletas tuyas, ¿sí?

—Ugh, eres tan lindo.

—No lo soy.

—Lo eres. Conmigo, lo eres. Solo que no te has dado cuenta.

La verdad era que Chanyeol sí lo había notado. ¿Cómo no hacerlo? Simplemente Baekhyun aparecía y todo alrededor desaparecía para él, todo se volvía mejor. Incluso si seguía siendo un ser humano huraño y furibundo para el resto de la población, si se trataba de Baekhyun todo era diferente.

Kyungsoo tenía razón.

—De hecho —carraspeó—, si vas a quedarte aquí en casa conmigo, tal vez te gustarían unas vacaciones.

—¿Vacaciones? Bueno acabé el semestre, pero debería tener todavía algo de trabajo, ¿no?

—Puedo arreglarlo.

—Bien. Claro que me gustaría ir contigo a donde sea que estés pensando.

—Grecia. Ven a conocer a mi familia. Tengo una reunión que he aplazado bastante y-

—¿T-tu familia? ¿Y ese hombre? El que mató a la chica.

—... Mi tío no estará ahí. No te llevaría si no supiera que es seguro.

—Pero... ¿Es una reunión familiar? Yo no-

—Cariño, no quiero dejarte aquí luego de lo que ocurrió. Me sentiría mejor si puedo vigilarte yo mismo.

—Solo conozco a tu padre —alegó—, y creo que no le agrado mucho.

—Pero mi madre te adorará.

Baekhyun se sintió inevitablemente como si fuese a conocer a sus suegros. No era así, pero los nervios simplemente revolotearon en su estómago. Quizás no eran mariposas sino polillas.

—Está bien. Solo si no seré una molestia.

Con una sonrisa en los labios, besó la coronilla de Baekhyun. La dicha en su pecho le llenó la cabeza de cursilerías, cosas de las que siempre se burló y que con sangre juró nunca decir.

Bien, se iría al infierno por jurar en vano. Sin embargo, pasó que sus pensamientos fueron más fuertes, más profundos y se negaron a esconderse en su pecho. Solo salieron.

—Amor, eres mi mundo; nunca serías una molestia.

Cuando Chanyeol se dio cuenta de que sus pensamientos saltaron en alto y que llegaron a oídos del omega, ya era tarde.

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