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La mano de Jungkook se traslada hacia su espalda, sus ojos se mantienen sobre los de Jimin con un brillo ligero de amatividad. Jimin queda mudo ante cualquier sonido que pueda salir de su boca mientras el alfa hace caricias suaves en forma de círculos que provocan un estremecimiento involuntario en Jimin, causando que la ligera sonrisa de Jungkook se ensanche un poco más.
Sus dedos juegan con las ropas ligeras y suaves de Jimin, la tela parece casi inexistente con el toque severo del alfa.
—Te ves bien usando esto, oğlan. —Susurra Jungkook inclinándose hacia el oído de Jimin, quien retrocede ligeramente por el cosquilleo del aliento caliente del alfa.
Jimin de repente se dio cuenta que no sabía contestar a un coqueteo directo. Años de inexperiencia e indiferencia estaban trayendo consecuencias negativas de las que arrepentirse.
Cuando pensaba en una respuesta rápida sin verse más cenutrio y apenado de lo que ya se veía, la mano fría de Jungkook traspasa su ropa con un movimiento parsimonioso.
—Pero ciertamente disfruto más verte sin ella.
Jimin respinga cuando Jungkook lo encierra en un beso demandante e inesperado, no hay picoteos o vergüenza alguna en el acto por parte de Jungkook. Jimin se ve inmovilizado y trata de seguir el ritmo de los labios del otro hombre, pero la experiencia de Jungkook se hace difícil de superar. La lengua del alfa hace cosquilleos en la suya, los toques de la mano debajo de su ropa hace lo mismo con sus nervios. Jungkook pone una mano sobre su nuca y profundiza el beso aún más, el aire desaparece de los pulmones de Jimin cuando siente el latido del pecho de Jungkook sobre el suyo. La tela delgada y los pantalones a la medida de Jungkook le hace consciente de la parte que se encuentra debajo del cinturón negro del alfa.
Jimin no sabía qué tipo de relación tendrían una vez que Jungkook se fuera a América, no habían establecido nada después de todos sus encuentros. Pero de alguna manera el último celo en el que estuvieron juntos había dado un indicio de parteaguas en su relación.
Jimin ya había admitido desde hace mucho que había extrañado al alfa, cada día parecía haber recibido una estaca de hambre por él y su presencia, que ahora, al verlo y sentirlo, no podía más que diluirse con el aire caliente a su alrededor.
Estaba abierto a posibilidades, más aún cuando tenía más claros sus sentimientos. No era necesario cuestionar al alfa sobre los suyos, no cuando las acciones de Jungkook hacia él no eran nada indiferentes. Si estaba equivocado con algo, por lo menos tendría eso.
Y era por eso que estaba ahí, dejándose ver tan vulnerable como nunca nadie lo había visto; permitiéndose ser libre entre las suaves caricias y los besos excitantes de Jungkook, que parecían querer consumirlo aún más.
No pudo sentirse más que fastidiado cuando la punzada del recuerdo de la foto de Jungkook y Ali Yilmaz volvió a restablecerse en el fondo de su mente, su cuerpo se tensó ligeramente y sus labios retrocedieron en automático.
Jungkook lo observa con ligera confusión. Sus ojos se apagan en vacilación.
—¿Te he incomodado? —Pregunta con un matiz preocupado. Jimin niega rápidamente con la cabeza, su respiración aún se estaba acostumbrando a la aproximación de su rostro contra la del alfa.
—No, no, es sólo que... —Su voz se apaga cuando se da cuenta que no sabe cómo explicar la inseguridad de su lobo. No quería llamar ese tipo de emociones con la palabra celos, pero realmente no sabía cómo plantear la situación.
Jungkook se acomoda ligeramente sobre él.
—Hay algo que no me has dicho —Jungkook no pregunta, es una acusación segura de su parte. Jimin tuerce la boca, y después de unos segundos largos asiente en afirmación. Jungkook vuelve a un rostro serio y neutral—. ¿Qué pasa?
Jimin baja su cabeza, la camisa blanca de Jungkook parece ser una distracción satisfactoria para sus pensamientos inquietos.
—Hace unos días recibí un sobre sin remitente. Era una foto.
Jungkook lo observa con duda, y después de un momento hace un sonido para que continúe.
—¿Qué tenía en él?
El castaño alza la cabeza, enfrentándose a la mirada severa de Jungkook.
—Era una foto tuya y de Ali Yilmaz, frente a un hotel.
El rostro de Jungkook cae ligeramente, sus cejas se fruncen y su expresión vuelve completamente a la normalidad gélida de siempre.
—¿Puedo verla?
—La rompí —Responde Jimin firme, tal vez sonando demasiado irritado. Jungkook truena los dientes y pasa una mano sobre su frente en un signo de exasperación. Después de lo que parece ser un sonido molesto, responde.
—No es falsa, Ali y yo nos encontramos brevemente —murmura el alfa, haciendo que el estómago de Jimin se apriete momentáneamente—. Pero él fue a verme, llegó a mi hotel, no fue una reunión planeada. Duró menos de cinco minutos antes de que se retirara, estoy seguro que el ángulo de esa foto tampoco mostró a mis hombres presentes ahí.
Jimin abre los ojos en realización, debía suponerlo con la burla del omega gama en ese día que se lo encontró frente al hospital. Jungkook lo veía con veracidad en sus iris, además, Jimin sabía que el alfa era demasiado directo y sincero para cualquier situación. Si hubiera estado con alguien más, y se lo pusiera en cara, el alfa lo admitiría sin mentiras de por medio.
Jimin entierra sus uñas en su palma, ahora se sentía completamente avergonzado. Hablaron de confianza en el kis y con los sucesos recientes parecía tener todo menos eso.
—Entiendo, te creo. No sé por qué pensé demasiado en eso.
Jungkook busca su mirada y toma su mano, sus topacios examinan con cuidado la sangre en sus manos, Jimin no se había dado cuenta de la fuerza que ejerció sobre él.
Jadea en sorpresa cuando Jungkook chupa con su lengua la herida minúscula, sus ojos permanecen con avives sobre los grises de Jimin, causando otro estremecimiento en su omega.
—Puedo ser muchas cosas, oğlan, pero siempre soy firme en mi palabra. —Jungkook extiende el brazo de Jimin hacia él, manteniendo un camino húmedo sobre la piel interna de este. Jimin muerde la parte interna de su mejilla para no soltar un sonido del que definitivamente se obligaría a no hacer—. Aunque debo de admitir que la abstinencia de semanas después a cuando te marque fueron difíciles de abordar para mi lobo, pero no dudaré en cobrarte cada uno de esos días.
Jimin grita cuando Jungkook da una ligera mordida en su piel, haciendo que retraiga su brazo molesto. La expresión casi burlesca de Jungkook vuelve a aparecer.
—¿Desde cuándo te volviste tan desvergonzado? ¿No es algo que prohíbe el Corán?
Jimin no había aprendido todo lo que establece o prohibe, las enseñanzas de sus bayanlar habían sido muy breves conforme a ese tema, no les gustaba la idea de imponer una religión sobre Jimin, así que no eran tan explícitas en ello. Aún así, quería intentar poner en línea a Jungkook.
—Nunca he sido un hombre religioso, ni siquiera hago ayuno en Ramadán. No hay ninguna limitación que aplique conmigo —responde Jungkook simple.
Bueno, eso era cierto, Jimin había visto a Jungkook beber y fumar en exceso, el asesinato posiblemente estaba también dentro de uno de sus rangos en contra del Islam. Si lo pensaba bien, el respeto a los animales y la prohibición de su sufrimiento era lo único que seguía Jungkook.
Nuevamente se sentía algo mediocre frente a sus palabras. Pero no tenía tiempo para pensar correctamente cuando el rostro del alfa volvía a estar cerca del suyo. Jungkook pasa una mano sobre su cabello, un movimiento que apenas se siente contra los adornos sobre la cabeza de Jimin. El peso de la corona que le habían dado se liberó, el alfa debió haberla retirado.
Antes de que Jungkook se inclinara hacia los labios de Jimin, se detuvo abruptamente, sus músculos se tensaron y retrocedió sin una respuesta. Jimin quería preguntar por qué había tenido de nuevo una expresión seria en su rostro, pero el toque ligero en la puerta y el olor a mar debajo de ella lo alertó.
—Amir, hürrem, lamento molestarlos pero hay un asunto importante que requiere la atención de amir en la compañía.
Era la voz de Namjoon, calmada y con el toque feliz de siempre. Jimin quiso responder pero Jungkook puso una mano sobre sus labios, callándolo. La acción desubicó a Jimin.
—Anlıyorum, birazdan gideceğim. [Entiendo, iré en un momento] —Responde el alfa con ese sencillo frío tono de siempre. Es como si hubieran roto la burbuja que los rodeaba y Jungkook se mostrara como el hombre frío de siempre.
Jimin le hace una seña para que lo libere, pero Jungkook lo ignora y se agacha.
—Será mejor que descanses, una vez que todos sepan que estás despierto querrán venir preocupados a verte. Vuelve a dormir —Susurra en su oído, volviendo a causar cosquillas en Jimin.
Estaba cansado, mucho, el peso del día era bastante fuerte sobre él. La rehabilitación que trajo Jungkook consigo se esfumaría una vez que saliera de la mansión. El castaño odiaba eso, pero después de un periodo prolongado de separación era normal ese tipo de consecuencias.
Después de un momento de duda, toma el brazo de Jungkook cuando este se levanta.
—¿Tardarás? —No puede evitar preguntar.
—No, será rápido. No te preocupes, vendré después a... cuidarte —Jungkook hizo entonar cada vocal de la última palabra. Jimin chasquea la lengua con molestia fingida y voltea la mirada. El alfa pone una mano sobre su cabeza—. Jabir estará contigo todo el tiempo, habrá dos hombres más de los que había afuera de tu puerta cada noche.
Jungkook mueve el rostro de Yoongi hacia un lado, específicamente a la zona de vegetación dentro de sus alas. Ahí, acostado con indiferencia y lamiendo sus patas con parsimonia, la presencia de Jabir llega en balde de agua para Jimin.
—¿Estuvo ahí todo el tiempo? —exclama Jimin pasmado.
—No quiso irse de aquí, ni siquiera me obedeció a mí. Lo has domado envidiablemente —el gama vuelve a redirigir sus ojos hacia él—. ¿Debería ponerme celoso?
Jimin palmea su mano irritado.
—Deja de delirar y apresúrate —El rojo vuelve a teñir sus mejillas. Jungkook no dice nada por unos segundos. Después, se inclina hacia él dubitativo y da un ligero beso en la sien de un atónito Jimin.
—Volveré pronto —Dice Jungkook por último antes de caminar hacia la puerta e irse.
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Jungkoo sale en silencio de las alas de Jimin, sus movimientos se detienen brevemente cuando observa a Namjoon recargado en una de las columnas. Cuando el otro alfa lo ve se inclina en una reverencia corta.
Jungkook lo observa por un momento y le hace una señal para que lo siga. Namjoon empieza a caminar a su lado; sien embargo, el turco se percata que el otro hombre ve insistentemente hacia atrás, hacia las puertas de Jimin.
—Está dormido, será mejor dejarlo descansar toda la noche y no molestarlo —Habla Jungkook con la vista enfrente. Namjoon se tensa ante sus palabras y se toca el cuello incómodo.
—Sí, lo sé, amir, es sólo que todos estamos muy preocupados por él —murmura Namjoon en un tono inquieto. Jungkook siente un ligero cambio de feromonas alrededor, además de la auténtica preocupación también hay el vestigio del olor de un sentimiento que sólo el percata. Sus facciones se endurecen inmediatamente.
—Tal vez la preocupación de tu parte roza otros límites, Namjoon.
El moreno detiene sus pasos inmediatamente y Jungkook se gira a verlo. Los iris del gama muestran la misma indiferencia de siempre, pero Namjoon conoce demasiado bien a su amir para saber que estaba enojado con algo.
—Amir...
—A partir de ahora, incluso si lo hayas hecho por instinto natural de consolación, no quiero que vuelvas a perfumar con tus feromonas a Jimin nunca más.
Namjoon muerde su lengua, el sabor de la sangre inunda rápidamente su boca. Traslada sus manos detrás de su espalda y las presiona en forma de puños.
Jungkook ve un ligero brillo en los orbes de su hombre, irritándolo aún más por la veracidad de sus suposiciones. Su lobo gruñe debajo de su piel, pero retrae el sonido antes de que se presente.
—Entiendo, amir.
Es lo único que dice Namjoon después de unos segundos largos en silencio. Porque así era la realidad, él era leal, él tenía que ser siempre así y cumplir sin la mínima vacilación a su clan. Namjoon era un soldado fiel, de anhelos profundos, pero un soldado. Y eso jamás cambiaría.
Jungkook lo observa por un momento antes de girar sobre sí y continuar su camino por el pasillo de mármol.
—La próxima vez no habrá un aviso.
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Alexander tiembla.
Sus manos se retraen asustadas sobre su pecho y su frente llena de sudor empieza a arruinar su maquillaje. Muerde sus labios fuertemente para aprisionar su respiración irregular que hacía eco en las grandes paredes a su alrededor.
Cada que escuchaba un paso o la voz de uno de los sirvientes, sus piernas temblaban agresivamente.
Se había escondido detrás de una de las tantas columnas de ahí. Ese lugar era horrorosamente enorme, ni siquiera en Italia su familia tenía propiedades así de grandes y extensas.
Se maldijo por no haber dado una negativa cuando los arrojaron fuera de las alas donde se supone que deberían estar él y los otros omegas. La indiferencia no extraña de su hermana sólo había causado una presión mayor en su pecho de la que tenía ahora.
No quería espiar, había caminado un poco y tenía pensado volver después de un tiempo para inventar algo que satisficiera a los otros. Pero sólo unos pasos de su parte fueron suficientes para encerrarlo en una desesperación por no encontrar el camino de regreso.
Ahora sería expulsado, o peor, castigado. Una vez que se pisa el territorio de la Roja o de otra mafia se tenía que respetar las costumbres y reglas ahí. Sabía que su familia no le daría importancia a lo que sucediera con él, y era por eso mismo que había querido tomar el papel pasivo e imperceptible en su estadía ahí.
Las fuertes voces del pasillo a la vuelta lo alertaron, desde el ángulo que estaba definitivamente lo verían. No eran sirvientes comunes, tenían olores fuertes, debían ser alfas, los hombres que custodiaban ahí.
De punta a punta en los continentes era bien sabido la destreza de los hombres de Jungkook Hasmet para asesinar y torturar. Sus manos no temblaban nunca ante ninguna orden, siempre eran rectos y firmes a lo que establecía su amir.
Mientras las voces se acercaban más, sus ojos empezaron a arder por la contención de sus lágrimas. No tomaría mucho tiempo para que los alfas notaran su olor. Todo se tornó en una situación sin salida cuando sus pies cedieron por el miedo.
En la oscuridad del atardecer, una mano salió rápidamente hacia él. Su mudez no le permitió reaccionar con palabras asustadas cuando fue arrastrado hacia esa figura.
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Ramadán: Es el nombre árabe del noveno mes del calendario islámico. Se considera uno de los meses islámicos más sagrados. También es uno de los cinco pilares del Islam. Estos son cinco principios que los musulmanes creen que son actos obligatorios ordenados por Dios.
Los musulmanes creen que algunos de los primeros versículos del libro sagrado islámico, el Corán, fueron revelados al profeta Mahoma durante el mes de Ramadán. Se pone especial énfasis en recitar el Corán en este momento. El ayuno se considera un acto de adoración.
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