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—Si existe la posibilidad de que pueda quedar embarazado naturalmente, no hay muchas probabilidades de que el feto sobreviva. Seguiría creciendo, pero la placenta no lo haría con él —la expresión del doctor Kol era de completa pena—. Incluso... usted podría morir con él.

—El tratamiento In vitro no es una opción tampoco —señala el otro medico.

Jimin baja la cabeza, observando el patrón aburrido y blanco del piso del hospital, escuchando los débiles susurros de debate médico. No sabía cómo sentirse, creía que venir aquí le daría algún alivio calmante al escuchar aunque sea un posibilidad mínima. Al parecer, su cuerpo era todo lo contrario a lo que se supone que debería hacer según su naturaleza; no era un lecho de vida, de ninguna forma. Sólo provocaba muerte en su interior y alrededor.

—¿Hürrem?

Alza la cabeza. Todos los doctores del grupo, o científicos, no estaba muy seguro ya, se habían acercado hacia él. Estaban esperando alguna indicación.

—Lo pensaré —responde Jimin simple.

—Hürrem, sería mejor empezar cuanto antes... —empieza uno de los médicos.

—No —lo interrumpe el doctor Kol—, si hürrem aún no esta seguro de empezar con un proceso tan complicado no se hará. Todo debe estar a decisión de él.

Los ojos antes amables del médico se agudizan ligeramente. Jimin observa al resto del grupo hablando entre ellos, y aunque no dijeran nada, parecían juzgarlo silenciosamente.

Jimin sostiene su celular cerca, y llama al número de Taehyung.

Al cabo de unos minutos, vuelve a tener esa ropa ligera de alta calidad que aborrecía, pero que de alguna manera se sentía mejor que la bata delgada del hospital. Da una rápida inclinación cuando los doctores se despiden de él con una usual reverencia, después de eso, sigue el camino hacia el pasillo que da al elevador.

—Ah... qué pérdida de tiempo.

Jimin escucha atrás de él las palabras de desdén, ignora los susurros, y acelera sus pasos a las puertas de metal.

Ya no quería estar más ahí.

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El eco de los golpes incrementa exponencialmente junto con el dolor y ardor de sus nudillos. Sus extremidades empiezan a cansarse, y sus pies se resbalan al perder el equilibrio contra el pasto mojado. Sus pulmones se sienten en ácido dentro de él, no capaz de soportar más actividad para trabajar.

—Es suficiente, hürrem —la voz de Kenia susurra, preocupada, detrás de él. Jimin no responde, poniendo su atención en el costal frente a él—. Necesita descansar.

Jimin sigue sin hacer caso.

Elit hace una señal hacia Kenia y Edith, quienes avanzan y apartan el costal. Si seguía así podría lastimarse.

—No he terminado —exclama Jimin, ignorando el alivio de sus brazos al ser detenidos momentáneamente para descansar.

—Hürrem, de nada sirve que entrene si el cansancio impide que lo haga correctamente —asevera Elit poniéndose frente a él, haciéndole una seña a una de las criadas que espera al extremo del jardín con un vaso de agua. La omega lo toma y lo extiende hacia Jimin, pero este niega con la cabeza, rechazándolo—. Hürrem...

Jimin sabía que no estaba bien comportarse así, y menos con sus bayanlar, quienes siempre estaban dispuestas a apoyarlo y servir. Pero el hoyo negro en su corazón solo seguía aumentando con cada rosa azul que llegaba a su puerta, ninguna noticia del remitente.

¿Por qué no había ninguna noticia de Jungkook y los demás?

Jimin estaba perdiendo el último hilo de paciencia.

—Hürrem.

Berat sale hacia los jardines y camina hacia ellos, su porte era más tranquilo, más sereno también a comparación de hace unos días.

—¿Qué sucede, Berat? —pregunta el castaño, recomponiendo su respiración poco a poco.

—Es hora, hürrem.

El ambiente se torna ligeramente tenso, la realización del significado de esas palabras estaba haciendo estragos en el aire. Jimin suspira pesadamente, permitiéndose un momento antes del tornado que se avecina.

Después, obliga a su cuerpo a enderezarse y camina hacia el interior. Da una ligera mirada a los sirvientes, quienes corren de aquí hacía allá apurados, la mansión era un caos de organización. Los alfas de la eve se enfilan en los límites de cada rincón, asegurándose de mantener el lugar protegido.

Además de Belma Hasmet, también vendrían dos miembros más del Öğüt. Como si la mera existencia del harem no fuera una señal de advertencia, tenía que estar la presencia de una parte de la autoridad del clan. Con un futuro de opiniones divergentes ya nada era seguro.

Ingresando a sus habitaciones, para que después lo bañen y lo vistan con ropa ostentosa y cara, Jimin logra darse cuenta que nunca podría acostumbrarse a ese tipo de procedimiento cansado, el peso de las joyas alrededor de su cuerpo era más incómodo que las telas finas que siempre le hacían usar. Sus bayanlar le ayudan a perfumarse, sus manos cubiertas de aceites alrededor de la piel de Jimin hace que mantenga en su mente dónde está y qué es lo que viene.

Elit hace un gesto a otros sirvientes omegas que habían estado ayudado a las mujeres a prepararlo, se inclinan y muestran un adorno algo diferente a lo que había visto, muy parecido al que usó en su cabeza para el kis. Zafiros azules alrededor de puntas doradas se entrelazaban perfectamente en una red con pequeños diamantes, se veía simple, pero de sólo observar un poco, a Jimin ya le pesaba la cabeza enormemente.

—Hace mucho que los descendientes del sultanato no usan coronas o tiaras, o algo parecido. Pero sabemos que usted es merecedor para traer de nuevo tradiciones donde antes las leyendas gobernaban —explica la morena mientras toma el objeto lleno de joyas. Dando una reverencia larga antes de ponerla sobre los cabellos castaños de Jimin.

Jimin recuerda que una vez Namjoon le explicó la importancia de la vestimenta en ese tipo de mundo, un importante medio visual para reafirmar la posición. No entendía esa enseñanza antes, pero viendo todo ahora comprendía un poco más el porqué el brillo y la poca humildad en la ropa de Jungkook, quien llegó a ver usando seda kemha en algunas veces. Un adorno tan ostentoso como el que ahora tenía en la cabeza le parecía demasiado, pero como siempre, las exigencias en los omegas siempre serían mayores, y sus damas sólo intentaban ayudar.

El omega observa su reflejo llamativo en el espejo largo y dorado. Hace un gesto que sus bayanlar ya conocen para dejarlo solo, nunca le había gustado que lo vieran ponerse o quitarse el cubridor en su cuello, prefería mantener eso solo para él, y Jungkook.

Una vez que todos dejan la habitación, Jimin acomoda el accesorio en su cuello. La tonalidad seguía siendo un rosa pálido, y aún si fuera un poco más fuerte, no podría permitir que lo vieran los nuevos omegas. En un lugar donde su presencia ya era cuestionable y su unión estaba cubierta de rumores, no era óptimo dejar que aumentaran el prejuicio a él por no tener una marca roja.

Jabir, quien se había vuelto más territorial con él desde que Jungkook se fue, lo mira desde el otro lado de la habitación con sus ojos ámbares brillando hacia él.

—Mantente cerca, ¿sí? —Jimin susurra hacia el tigre, quien se levanta y camina lentamente hacia él. Jimin acomoda el collar de diamantes en Jabir y vuelve su vista de nuevo al espejo, suspira fuertemente y ajusta también el anillo en su dedo. Después se levanta, con Jabir siguiéndolo atrás de él, y da un toque en las puertas para indicar que está listo.

Sus bayanlar le sonríen algo tristes una vez afuera, y dan una reverencia, siendo seguidos por algunos alfas de la eve y otros sirvientes que se encontraban ahí.

Taehyung y Tristán estaban también, mientras que Yoongi y Azra custodiaban la entrada para la bienvenida de los visitantes, ellos estaban encargados de protegerlo a cualquier situación que se presentara.

Alzando su cabeza, Jimin empieza a caminar hacia el ala norte, donde debía recibir a los miembros del consejo y los omegas. Caminando por los largos pasillos y las grandes estructuras se da cuenta que los empleados hicieron un trabajo impecable para recibir a los nuevos visitantes, de los cuales Jimin estaba seguro que analizarían hasta el último ladrillo para refutar que "no mantenía la propiedad Hasmet como el omega de la casa debe mantenerla". Esperaba que se mantuvieran en línea por lo menos en ese día.

Pasan uno de los jardines y Jimin siente el sudor en sus manos aumentar. Cuando llegan a otras puertas blancas con patrones dorados que Jimin jamás había visto, Berat se adelanta por él; al ser encargado principal de la mansión de Jungkook, era su deber presentarlo también. Otra tradición arcaica a ojos del castaño.

Jimin frunce su nariz, su lobo estaba molesto por el olor de omegas desconocidos en lo que consideraba su propiedad, omegas con objetivos hacia su alfa. Y que al parecer no han sido penosos en soltar sus feromonas por todo el lugar, aún cuando no ha entrado a donde estaban ellos, Jimin podía identificar la desvergüenza en todos.

—Diikkat, hürrem Yoongi burada!

Jimin avanza hasta la baranda de plata del balcón interior. Sabía que verlos desde arriba era una falta grande de respeto, podía escuchar los susurros molestos e indignados, pero era mejor aseverar su posición aún con acciones de ese estilo. Belma Hasmet estaba al frente de dos alfas, con chispas de desprecio en sus ojos, Jimin les había dado una razón más para corroer de enojo sus viejos huesos.

Y atrás, justo en las espaldas de los alfas, envueltos en ropa de alta gama y brillantes accesorios de todo tipo de colores se encontraban los cuatro problemas.

Dos de los omegas; uno de los mellizos de la 'Ndrangheta, Andrea Cariporsi, y el omega de la Corse, Bruno Beran, eran los que más feromonas invasoras exhalaban. El otro de los mellizos, Alexander, mantenía la cabeza baja como los demás debían hacer.

Y aunque Emilia Nerit, la omega de cabellos negros, familiar de algún miembro del Öğüt, no estaba tratando de suprimir la presencia de Jimin con su olor, sus expresiones eran igual al desagrado marcado en los rostros de los otros tres alfas viejos.

Jimin no responde al reto infantil de feromonas o al de miradas, demasiado ridículos para él para siquiera intentar hacerlos. En cambio, alza una mano sobre la baranda, recargándola, y dejando que el brillo verde de su anillo resalte.

════ ∘◦❁◦∘ ════

Alexander siempre pensó que murió cuando tenía cinco años; exactamente en el momento en que clanes enemigos a la 'Ndrangheta lo tomaron y secuestraron por cinco días. El rescate fue rápido, considerando la reservada ubicación de la cabaña al sur de Campania. Y a pesar de eso, del alivio en el rostro de sus padres y su melliza, todo se disipó en el instante en que ninguna palabra o sonido pudo salir de su boca.

De repente, todos en la familia quisieron que nunca hubiera regresado. Y es que su primer error fue nacer omega, uno que a diferencia de su hermana, cuya belleza era hipnotizante y fantástica a ojos de todos, jamás pudo lograr alguna de las exigencias por parte de su familia. El siempre sería la llama poca cálida, la sombra de lo que el fracaso era, y el pequeño niño mudo.

Alexander había muerto, así como su voz lo hizo en esa lúgubre casa de madera.

Y era por eso que no le importaba estar ahí, en ese palacio dorado y brillante, donde las estructuras se alzaban con esplendor y elegancia.

"Es tu oportunidad para enmendar tus errores", había dicho su madre. Quien junto a su hermana había corrido alegre de una esquina de su casa a otra al recibir la carta de la Mafia Roja, la más acaudalada y poderosa entre todas las de Oriente y Occidente.

El nombre del alfa gama, Jungkook Hasmet, es muy bien conocido en su mundo. Y el título de hürrem siempre había sido muy deseado por muchos omegas y betas de su clase, pues era la única forma de escalar sin ser alfa y tener el mundo a sus pies.

Cuando se dio a conocer que el puesto estaba ocupado, el juego avaricioso quedó en pausa. Los rumores se confirmaron en el kis dansi de las mafias, cuando la identidad del omega que logró tener el interés de Jungkook Hasmet fue revelada ante la sociedad hegemónica. Esa fue la primera vez que Alexander vio a Jimin Claire. Se sintió completamente deslumbrado por la seguridad que mostraba en cada porte y cada paso que daba el castaño, una confianza que sólo mostraban alfas.

"¿Así se siente estar en la cima?", se preguntó. Los únicos que podían aspirar a tener esa posición como omegas eran los de clase gama; sin embargo, este nuevo hürrem no lo era, ni siquiera se sabía si venía de una familia acomodada o si tenía alguna influencia en su sociedad. Había aparecido como un árbol en la tierra, o un huracán imprevisto, de la nada, Nadie pudo preguntarle, estaba prohibido acercársele en el kis, a menos que fueras pareja de otro líder de clan no podías ni atreverte a respirar cerca de él.

Porque sí, incluso en ese tipo de mundo había niveles, y supremacias arriba unos de otros. Era por eso también que su familia esperaba grandes resultados de su estadía ahí. Andrea, su hermana, estaba mucho más decidida y motivada que él. Y al compararse con los otros dos omegas; Bruno y Emilia, a quienes ya conocían por eventos y reuniones sociales importantes, también parecía el más desinteresado. Él había muerto a los cinco años, quería permanecer así, un fantasma mudo a la sombra de su hermana.

—No me gusta —susurra Andrea a su lado. Inclina la cabeza, para hacerle saber que está escuchando—. La forma en que nos mira desde arriba, como si fuéramos menos que él.

Alexander alza la cabeza hacia el omega castaño que los observaba neutro. Y así como en esa noche en el kis, la admiración le inundó de punta a punta. Andrea había dicho que estaba feliz de que el omega gama de la familia Yilmaz; Ali, no estuviera entre los candidatos, pero viendo su rostro ahora, parecía ligeramente preocupada.

Bruno, quien había estado comportándose altaneramente desde que llegaron, rie ligeramente a su lado.

—Tampoco quieras ser la reina apenas llegues a un lugar, Andrea. No estamos en Italia.

—Tampoco estamos en Francia —asevera Emilia. La omega de ojos verdes era a la que menos conocían, su padre era miembro del Öğüt, pero apenas mostraba su rostro en las reuniones a las que asistían en contadas veces al año—. Deberían suprimir sus feromonas también...

—Compórtense —susurra el padre de Emilia frente a ellos, Khan Nerit. Todos bajan su cabeza en obediencia.

Alexander irguió su espalda al igual que los otros. Sus sirvientes, uno permitido para cada uno de ellos, acomodan sus ropas apresuradamente y furtivamente cuando Jimin empieza a bajar las escaleras hacia ellos.

El omega de ojos grises se acerca a ellos, todos los empleados alrededor dan una reverencia larga, Alexander les copia, pero se da cuenta de que es el único que lo hace de manera correcta a diferencia de todos los demás.

Belma Hasmet es la única que no lo hace en lo absoluto, su título no se lo permite.

—Hürrem —murmura Bekir Helam, otro de los miembros del Öğüt que les acompañaba.

Jimin no responde al llamado, su rostro permanece en el grupo de omegas. Andrea se mueve incómoda a su lado, reteniendo por fin sus feromonas de reto, Bruno no tardó en seguirla y hacer lo mismo.

Belma hace un gesto hacia los dos alfas que la acompañan. Khan Nerit asiente y da un paso en frente.

—El consejo unánimemente ha decidió, y por las circunstancias que le acontecen, el llamado a la ley número cincuenta y cinco de la dinastia Hasmet. Debido a la incapacidad del actual hürrem para procrear, se ha vuelto como máxima preocupación la necesidad pronta de herederos que puedan continuar con el linaje hasta ahora inquebrantable del imperio. Como está establecido, el hürrem debe manejar el harem y criar a los hijos de efendi como los suyos. Si existe una negación por parte de este, se despojará del título inmediatamente, transfiriéndole a una nueva propiedad alejada, por lo que se buscará a un nuevo mate para la cabeza familiar. —Recita el alfa mecánicamente. Jimin dirige su mirada por fin hacia ellos, atento a las palabras.

—Jimin Claire, ¿está de acuerdo con esta decisión? —el alfa de nombre Bekir eleva una de sus pobladas cejas hacia el castaño, quien siente a sus bayanlar tensarse atrás de él junto con Tristán y Yoongi por la grosería directa hacia él al hablarle tan directa y ariscamente.

El rostro de Jimin se muestra impasible, sus labios forman una línea molesta. No quería estar ahí, definitivamente no lo hacía. Pero no podía hacer nada. No ahora, ni nunca.

De repente, las voces en exterior de la mansión aumentaron exponencialmente. Todos vuelven su atención donde el revuelo parece surgir. Una densidad de dominio, gélida y fuerte se hace presente. Ese tipo de peso en el aire sólo podía ser provocado por personas de un sólo tipo, los gama.

Jimin observa a Azra entrar apresuradamente por una de las puertas de ahí. Su expresión era complicada pero por alguna razón él la pudo interpretar de mejor manera, más aún cuando el distinguido olor a sándalo y lluvia inundó sus fosas nasales de golpe.

—Amir... ¡el amir está aquí!

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