🧧!! ' LXVIII

Los pasillos de la mansión Mavi emanaban un aura aterradora. Con columnas imponentes flanqueando cada lado, alcanzaban un techo adornado con detalles tan exquisitos que volvían doloroso mirar hacia arriba. Alexander, acostumbrado a una vida confinada, encontraba cierto consuelo en la intrincada arquitectura que lo rodeaba. Mientras avanzaba sobre el suelo de jade que pavimentaba los pasillos, se sumergía en las pinturas que adornaban las paredes. Siempre había anhelado visitar la Capella Palatina, pero las cadenas de su familia le habían negado esa libertad desde su nacimiento. La dulzura de la independencia no parecía haber llegado hasta las costas de su pequeño mar.

—Joven Cariporsi, por favor, acelere el paso.

Alys era la única persona que aún no lo Ilamaba "Hatun", al menos no en privado. Desde el castigo público de ese omega de cabellos rojos y la llegada de Hürrem a la región, las dinámicas habían cambiado. Todos se aferraban a la etiqueta y al comportamiento dictados por la Roja, instaurando un régimen de seguridad aterrador en su territorio, Incluso ahora, mientras caminaba con la cabeza baja, cinco alfas de la eve lo rodeaban, escoltándolo hacia las alas principales.

Hürrem lo había convocado, algo inusual debido a su nulo interés hacia él desde que había llegado hace casi tres meses.

—Alá, protégenos —Alys seguía murmurando a su lado, aferrando el velo con manos temblorosas. Alexander compartía su nerviosismo; apenas se le permitía ver a Hürrem en persona, todas las órdenes eran transmitidas por sus damas de compañía.

Después de unos escasos cinco minutos de caminata, las opulentas puertas de las alas principales se alzaron ante ellos. Alexander saltó de susto cuando las puertas se abrieron abruptamente, sin previo aviso. El interior se reveló con una gama colores ante sus ojos, con una sala llena de tapices y más pinturas. En el centro de ella, Jimin se encontraba sentado sobre un amplio sillón, rodeado por sus banyalary otros alfas.

Su mirada intensa se posó en Alexander mientras entraba junto a Alys, el silencio de la sala sólo era interrumpido por el eco lejano de los pasos de los guardias que custodiaban la entrada. Alys le dio un suave apretón en el brazo como gesto de ánimo antes de dar una reverencia hacia Jimin y dar un paso atrás, dejando a Alexander al frente como las normas indicaban.

Jimin sonríe enigmático cuando Alexander se arrodilla y baja la cabeza. Sus ojos oscuros evaluando a Alexander con interés.

—Alexander —dice su voz profunda y melodiosa—, he decidido que es hora de que hablemos en privado.

Las palabras de Jimin resonaron en la sala, cargadas de un significado que no estaba del todo claro para Alexander. Una mezcla de intriga y nerviosismo recorrió su cuerpo mientras asentía, indicando su disposición a hablar. Jimin se levanta con gracia del sillón y camina hacia a Alexander con tranquilidad.

A medida que avanzaba, la atención del omega es atrapada por el cambio en la figura de Jimin. Su estómago, ahora voluptuoso y evidenciando el avance del embarazo, se volvió una imagen imposible de pasar por alto. Alexander se queda momentáneamente sin palabras y sus ojos se posan en el vientre de Jimin antes de levantar la mirada, encontrando la de él una vez más. Jimin extiende su mano hacia él, instando a Alexander a ponerse de pie.

—Sé que te has preguntado muchas cosas desde que llegaste aquí —dice Jimin, con un tono cargado de sinceridad y cautela—. Has sido testigo de cambios y situaciones que quizás no comprendas del todo. Alexander hatun, ¿quieres caminar conmigo?

Alexander asiente mientras la inquietud danza en sus ojos. Con un gesto discreto, Jimin hace un movimiento con su mano y los alfas que los rodeaban se dispersan, permitiendo que él y Alexander tengan algo de privacidad. Juntos, con las tres bayanlar de Jimin y Alys siguiéndolos en silencio, caminan hacia una de las puertas que conducen a otra ala conectada a la sala principal.

Cuando cruzan la entrada, una escena completamente diferente se despliega ante ellos. Un jardín interior cuidadosamente diseñado, lleno de una variedad de flores y plantas exóticas, se extiende en frente de ellos. La fragancia dulce y envolvente llena el aire mientras los colores vibrantes de las flores contrastan con los tonos suaves de la arquitectura circundante. Jimin guía a Alexander a través de los senderos de piedra y el sonido de las hojas al crujir apacigua ligeramente la ansiedad que de repente siente. Mientras avanzan, Jimin empieza a hablar.

—Debido a la seguridad de mi embarazo, Taehyung ha sido mi conexión con los asuntos que han acontecido desde mi partida de la capital —sus palabras estaban cargadas de una seriedad que antes solo había rozado la superficie—. Y a pesar de diversas noticias entorno al clan, sigo teniendo una preocupación sobresaliente entre todas ellas.

Alexander muerde su labio y aparta la mirada, sus ojos caen una vez más en el vientre de Jimin, distrayéndolo accidentalmente de su nerviosismo momentáneo. Jimin capta su atención dividida y ofrece una ligera sonrisa comprensiva.

—Sé que estás preocupado por Azra y su desaparición.

Alexander alza la cabeza con cautela, su expresión revelando la mezcla de emociones que luchan en su interior. El peso de la incertidumbre se hace evidente en sus ojos, haciendo que Jimin lo note rápidamente. Alexander siente la necesidad de cubrir su cuello y el miedo le llena con cada segundo que pasa. Había estado seguro de cubrir las feromonas de Azra sobre él, pero la incertidumbre de tener la posibilidad de que Jimin lo haya notado le entumece de pies a cabeza.

—Sé que te sientes abrumado, Alexander. Pero quiero que sepas que estás seguro aquí —Jimin rompe el silencio con una sonrisa apaciguadora, entendiendo y apaciguando el terror que estaba empezando a mostrar el otro omega—. La Roja es una familia, y protegemos a los nuestros con todo lo que tenemos.

Alexander se detiene en seco, haciendo que Jimin gire hacia él para observarlo. Su expresión es tranquila y no muestra enojo en sus ojos, provocando que Alexander de un paso hacia atrás.

—No tienes por qué temerme —dice Jimin en voz baja—. Estás aquí porque confío en ti y sé que te has ganado el cariño de alguien importante para mí. Esa persona quiere protegerte, y yo sólo quiero ayudarlo.

Las palabras de Jimin son suaves y cargadas de significado, y Alexander las absorbe con atención mientras lucha por contener sus emociones. La revelación de que alguien tan importante esté al tanto de sus sentimientos abre una ventana de tranquilidad en sus entrañas. Pero a pesar del alivio que siente al saber que no enfrentará represalias, la preocupación persiste en su mente.

—Alexander, sé que sabes dónde está Azra.

Alys exhala un jadeo en sorpresa detrás de ellos, pero es rápidamente callada con un gesto de Edith que la reprende de inmediato. La declaración de Jimin cobra vida en el aire entre ellos, pesando como una piedra en el estómago de Alexander. Los ojos de Jimin no muestran enojo ni acusación, sino más bien una mezcla de curiosidad y comprensión, como si supiera que Alexander tenía razones para mantener silencio.

Estaban construyendo su futuro, buscando un lugar seguro que podrían llamar hogar. Azra era quien estaba corriendo en el fuego en ese plan, pero Jimin pudo ver con claridad que Alexander no soltaría su mano en el proceso.

—Cuando llegue el momento, ofreceré mi ayuda. Y por tu parte sólo pediré una sola cosa —Jimin toma las manos de Alexander entre las suyas con suavidad, un gesto casi reverente y tembloroso—. Cuídalo... con todo lo que ustedes puedan, no dejen irse en ningún momento.

Las palabras resuenan en el aire, llenas de una urgencia que hace querer llorar a Alexander. El apretón suave pero firme de sus manos en las de Alexander es un recordatorio de la responsabilidad que Jimin ha confiado a Alexander en medio de la incertidumbre. Ese apoyo tan inesperado hace que el omega asienta con determinación, y la seriedad de la situación se refleja en su mirada de la misma forma en que sostiene las palabras de Jimin en su corazón.

Las manos de Jimin le sueltan con una última sonrisa hacia él, y con una invitación silenciosa le insta para continuar caminando por el jardín. A medida que avanzan, las flores parecen danzar con la brisa suave. Alexander cierra los ojos con tranquilidad, y su mano busca con confianza la marca oculta que palpita en su cuello.

Pronto.

════ ∘◦❁◦∘ ════

Los aretes de rubí caen de las manos temblorosas de Edith con un agudo tintineo por terceras vez, provocando que Elit la reprenda, por quinta vez. Sus manos, generalmente tan hábiles en sus quehaceres, muestran una inusual falta de destreza al prepararlo para su visita diaria al mausoleo Hasmet de Kilyos. Los nervios parecen haber contagiado sus feromonas, volviendo cada movimiento un poco torpe y cada suspiro más profundo de lo normal. Kenia sostiene el delicado broche de su capa con manos que apenas se atreven a rozarlo y a pesar de su habitual destreza en lidiar con accesorios tan delicados, es muy claro que cada gesto de hoy denota preocupación. Elit, por su parte, no deja que ninguna distracción interfiera con sus tareas, y se mantiene tranquila de pies a cabeza, no hay nada que la delate, pero Jimin es capaz de ver el entrecejo en su bello rostro retorcerse cada tanto.

—La crianza de gemelos puede ser algo extenuante, ¿está seguro de reducir el número de nodrizas, Hürrem?

Ah, un cambio de tema lejos de su preocupación principal.

—Me gustaría poder criar a mis hijos por mí mismo. La enseñanza de reglas y etiqueta llegarán para ellos cuando sea el momento —Jimin responde con simpleza, sintiendo un alivio temporal al cambiar el foco de la conversación hacia algo más liviano—. ¡Oh! Ese día en mi presentación como Hürrem en el baile de invierno tuve la oportunidad de conocer a Aleska y Hania, podrían ser una fuente interesante de información. Son las únicas gemelas entre los Hasmet hasta ahora.

Elit, generalmente inexpresiva y compuesta, parece inusualmente nerviosa cuando las palabras salen de su boca. Su mirada parpadea por un instante antes de que pueda ocultar su sorpresa, y su olor cambia a un dulzor que Jimin jamás había visto exhalar de ella. Kenia y Edith, detectando la reacción de Elit, intercambian miradas antes de soltar risitas discretas entre ellas. Es un breve momento de alivio y ligereza en medio de la ansiedad que han cargado estos meses.

—¿Qué sucede? —Jimin se encuentra confundido de repente, parecía estar perdiendo el hilo de algo divertido. Su normalmente sosegada bayanlar parece haber sido tomada por sorpresa ante la breve mención de estas alfas—. ¿Las conoces, Elit?

La mujer se recompone rápidamente, su expresión volviendo a la compostura habitual mientras asiente.

Ẓ̌Si, Hürrem. He tenido la oportunidad de interactuar con Aleska y Hania en algunas ocasiones —su respuesta es cuidadosa y sus ojos evitan el contacto directo con los de Jimin—. Son alfas muy... interesantes.

Kenia y Edith intercambian miradas significativas antes de dejar escapar risitas más audibles esta vez. Elit frunce el ceño hacia ellas, claramente avergonzada y molesta. Jimin se siente ajeno a todo el asunto.

—¿Es que no sabe, Hürrem? —la voz de Kenia suena más cantarina de lo normal, casi juguetona—. Aleska y Hania tienen un gran interés en nuestra querida Elit. Son insistentes en encontrar momentos para charlar con ella.

Edith añade con una risa ahogada:

—¡Han intentado cortejarla por dos años e incluso han mencionado en reiteradas veces que no les importaría que Elit este con las dos a la vez!

—¡Desvergonzadas! —Elit exclama sin poder controlarse más, interrumpiéndolas con una voz molesta y un rostro ruborizado—. ¿Cómo pueden molestar a Hürrem con estos chismes?

Jimin no puede evitar reírse ante la reacción de Elit y la espontaneidad de la conversación. Mientras el ambiente se llena de risas e inesperadas quejas de Elit, el peso de las preocupaciones parece disiparse momentáneamente. Jimin olvida el ardor en su pecho, y la tristeza oculta en su lobo se disipa por un breve momento.

—No tenía idea de este pequeño secreto, Elit. Deberías haberme contado antes —comenta Jimin entre una carcajada cálida, la primera en estos meses.

Elit suaviza su expresión al ver el rostro alegre de Jimin y, aunque todavía está un poco sonrojada, parece más relajada por el cambio de humor en el omega.

—Mis disculpas, Hürrem. Pensé que era un asunto sin importancia.

—Nunca subestimes la importancia de la conexión entre nosotros, Elit. Tus preocupaciones son las mías, y tus alegrías también —responde Jimin con sinceridad, colocando una mano cariñosa en el hombro de Elit.

Las risas y el buen humor persisten por un buen tiempo, hasta que se desvanecen en breves susurros compartidos entre las tres mujeres. Jimin relaja su cuerpo y espera a que hablen.

—Hürrem, ¿puede permitir a esta sierva decir algo? —Edith, con las manos todavía temblorosas, finalmente logra ajustar los aretes de en las orejas de Jimin. Sus dedos se mueven con más cuidado de lo habitual, consiente del tema que debe de abordar después de la tranquilidad que han tenido. El omega observa su reflejo en el espejo, dándole una ligera sonrisa a la mujer a través de este.

—Devam et. [Adelante].

Edith muerde su labio, dudosa y titubeante. Después de un rato, da una reverencia hacia Jimin y se arrodilla nerviosa.

—Sé que no estamos en el poder de pedirle algo a Hürrem, pero... —Edith se traba por un instante, con una inseguridad que le frena hasta que inhala con fuerza—. Estoy segura que Azra estará con más peso si se entera que se ha involucrado. No es necesario arriesgarse así.

—Qué audaz, no muestres ese rostro lloroso ante Hürrem —Elit toma el brazo de Edith para levantarla, pero ella se aparta y pone su cabeza sobre los pies desnudos de Jimin.

—Se lo ruego, Hürrem. Usted y los pequeños amos son la punta de nuestra razón de existencia y vida. ¡No se arriesgue!

Jimin gira e intenta levantarla, pero Kenia toma su mano y sigue a Edith al suelo.

—Yo también, Hürrem. ¡Está criada también le ruega no arriesgarse!

A medida que las palabras de ellas fluyen con urgencia y emoción, Jimin se siente aún más intranquilo ante el peso de sus decisiones. Mirando los ojos preocupados de Edith, el rostro angustiado de Elit y la voz temblorosa de Kenia, se siente afortunado de tener a estas mujeres a su lado. Cada una de ellas ha sido sincera hacia él, siempre atentas y dispuestas con cualquiera de sus preocupaciones. Volver a ponerlas en un dilema doloroso le hace querer fluctuar con la acción que ha tomado.

Jimin se arrodilla entre ellas, rodeando con cuidado los hombros de Edith y Kenia con sus brazos.

—Mis sinceras disculpas, este Hürrem les ha puesto en muchos momentos difíciles —dice con voz suave, su mirada recorriendo los rostros de cada una de ellas—. Les agradezco su preocupación y su lealtad. Azra es libre para tomar sus propias decisiones, y yo confío en que él sabrá lo que es mejor para él. Pero les aseguro que lo que hago, lo hago con un corazón que busca proteger y construir un futuro seguro para su felicidad.

—Hürrem.

Elit llega hasta su altura, encorvándose con vergüenza hacia él.

—No soy tan desvergonzada para inmiscuirme en cualquiera de sus asuntos. Pero... si la Corse y la Gran Mesa se ven involucradas, realmente es imposible para mí no estar ansiosa por su seguridad —el rostro de Elit se inunda en angustia—. Le ruego, no deje que se interponga en su bienestar.

Kenia asiente con fervor y sus ojos brillan con determinación.

—Estamos con usted en cada paso del camino, Hürrem. Siempre lo hemos estado y siempre lo estaremos. Pero no podemos evitar sentir esta inquietud.

Edith, que había permanecido callada durante este intercambio, finalmente alza la vista hacia Jimin. Sus ojos están llenos de lágrimas contenidas, en una mezcla de cariño y ansiedad.

—Hürrem, mi señor, por favor, sea precavido.

Jimin voltea hacia su mano, donde brilla el anillo esmeralda que se aferra a su dedo. La joya resplandece con un verde profundo que siempre le ha absorto mientras captura la luz de la habitación, destilando un aire de antiguo poder. A medida que sus dedos acarician la gema, Jimin sonríe con melancolía.

—Se los he prometido, dejen que vengan, uno por uno. Me encargaré de todos.

════ ∘◦❁◦∘ ════

Con el sol comenzando a ceder ante el horizonte, Jimin se dirige con calma al mausoleo antes de que Kilyos se funda en la oscuridad de la noche. El camino serpentea a través de un exuberante jardín lleno de flores de colores vibrantes y árboles viejos que le recuerdan dar una orden para que los poden y sus ramas no cedan antes de que obstaculicen el camino.

El mausoleo en sí es una maravilla arquitectónica; con cúpulas y minaretes que se elevan hacia el cielo, los relieves ornamentales y los detalles intrincados en las paredes cuentan una tradición visible entre la arquitectura de las propiedades Hasmet y su legado en la región. A medida que se acercan, los rayos dorados del atardecer bañan el exterior en una luz cálida y dorada, haciéndola resplandecer con una belleza imponente.

Desde su posición en la costa alta, el mausoleo ofrece una vista panorámica del océano extendiéndose hasta donde alcanza la vista. Las olas rompen con suavidad contra las rocas que bordean la costa, llenando el aire con el suave rugido del mar. La combinación del mausoleo y la vastedad del mar crea una atmósfera serena y trascendente, que parece no querer compartir nada de su dicha con Jimin.

Elit, Kenia y Edith permanecen atrás de él, junto con la docena de alfas que le siguen en silencio. Jimin se detiene ante las puertas, observando los intrincados grabados con ninguna expresión o palabra que dar. A pesar de haber venido aquí numerosas veces, aún siente cierta reticencia a cruzar ese umbral. No es el primer día que lo enfrenta, pero cada visita le lleva de vuelta a recuerdos que preferiría no revivir y a emociones que, aunque difusas, aún pulsan bajo la superficie.

Elit, Kenia y Edith le observan en silencio, anticipando su siguiente movimiento para estar atentas ante cualquier desequilibrio que el omega muestre.

Jimin sonríe y cepilla sus dedos sobre la puerta, una acción que se ha vuelto casi ritual en sus visitas ahí. Desde que salió de la mansión, sabía en su corazón que hoy tampoco sería el día y con un suspiro suave, decide alejarse de la puerta sin decir una palabra.

Al girarse, sus ojos se encuentran con la presencia que ya había notado desde hace un buen rato siguiéndolos, y por la forma en que su cuerpo se erizó de emoción, sabía que la figura enfrente de él no era una ilusión como tantas veces lo había sido en estos días.

—Amir.

La voz de Jimin sale con un susurro que no ha perdido su frialdad en mucho tiempo. La distancia entre ellos es relativamente corta, pero el abismo sigue presente entre ellos. Jimin no sabía cómo enfrentar esta situación al principio, el lidiar con la presencia de algún recuerdo perdido en medio de la confusión y las cicatrices que han dejado los recientes eventos. Después de varios días, se dejó sentir el dolor hasta que se volvió soportable.

Jungkook, con su mirada penetrante y su semblante sereno, se mantiene en silencio mientras le observa discretamente de pies a cabeza, como cada semana que venía, para asegurarse en silencio que su estado se encontraba bien.

Bangchan había estado regañando a Jimin desde que lo volvió a tratar, y en cada visita que Jimin le permitía, siempre le acusaba de no cuidar el equilibrio hormonal de su cuerpo. Jimin no refutó ante sus quejas, sabiendo perfectamente que había sido culpa suya el deterioro de su salud al negarse a ver a Jungkook las primeras semanas de su "separación", más aún cuándo se encontraba en una etapa crítica de gestación donde la exposición ante las feromonas del padre era fundamental. En la última semana del primer mes en Kilyos casi vuelve al hospital de nuevo, por lo que tuvo que dejar su orgullo de lado y aceptar la compartición prolongada de feromonas con Jungkook. Debido a la ausencia de estas en los primeros días de su recuperación, Jungkook había tenido que volar hasta cuatro veces por semana para estabilizar los pequeños "calores" de Jimin que había traído el estado de su enlace y embarazo. Jimin no le permitía quedarse, y estaba satisfecho con que Jungkook no insistiera en hacerlo. El cambio total de Jimin como gama había permitido ciertas libertades en los tratamientos que Bangchan les había ordenado cumplir hasta lograr un equilibrio en los cambios de su cuerpo, por lo que sabía que no debía dejarse llevar por sus sentimientos en plenitud.

—Es hora de volver, pronto hará más frío —es todo lo que dice Jungkook después de un extenso silencio. Jimin asiente, ignorando la suavidad con la que el alfa le habla, para volverse girar hacia el mausoleo.

—Volveremos mañana, Jabir —murmura en voz baja—. Gracias por esperar.

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