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El frío invierno envolvía Estambul con gelidez mientras el mes de diciembre avanzaba. La nieve caía en tormenta del cielo, cubriendo las calles y tejados con un manto blanco y frío, las mezquitas estaban cerradas a visitas más allá de los rezos y de ellas resonaba el primer llamado a la oración. El sonido melódico del muecín, entonando con devoción el adhan entre el viento del país. Era una mañana con ventisca algente, en la que el aire cortante penetraba hasta los huesos. A medida que los transeuntes avanzaban por las calles empedradas, sus pasos resonaban en medio del silencio, acentuando la quietud que envolvía la ciudad.

En el hospital central de la capital, los ruidos eran aún más escasos. Teniendo sus últimos cuatros pisos vacíos era difícil no escuchar con claridad el pitido constante del único monitor cardiaco prendido.

—Amir.

Namjoon susurra otra vez, era la quinta vez que llamaba al hombre parado frente a la cama sin obtener respuesta. Jungkook tenía los ojos perdidos, y su olor no explicaba mucho de su estado.

—Amir, tiene que comer algo. Van dos días —la voz de Namjoon era apagada, casi inexistente de vida. No habían sido días buenos para el clan, y con todo el ajetreo en Moscú por el derrocamiento de la Corse y la preocupación entorno a Hürrem dentro de la Roja, él era el que se encargaba de todo. Jungkook no podía en ese estado—. Por lo menos deje que lo escolten para que se limpie... usted... —Namjoon duda por un momento mientras mira hacia abajo—, usted todavía tiene la sangre de Hürrem en su ropa.

Jungkook hace una inclinación leve mientras aprieta la boca en un gesto extraño. Sus ojos permanecen en la palidez que tiñe la piel de Jimin, sintiendo un ardor doloroso cuando su mirada vuelve a bajar a la zona verdosa que cubre el cuello del omega.

La marca, parece haberse estado pudriendo.

Cuando los doctores permanecieron callados al preguntarles, Jungkook decidió no presionar más por el miedo que observó en ellos. La respuesta no le iba a gustar, ellos lo sabían, así que decidieron mantener su cabeza con su silencio.

—Jabir. —murmura Jungkook con una sequedad dolorosa en su garganta. Namjoon suspira con dolor mientras toca su frente.

—Ha sido cremado según sus órdenes, fue acompañado por el imán y otros hombres a la mezquita familiar en Kilyos. Su retrato está siendo trabajado también.

Jungkook respira profundamente, tratando de contener las emociones que amenazaban con desbordarse. La habitación del hospital permanece en un silencio sombrío, sólo interrumpido por el constante pitido del monitor y la respiración entrecortada de Jungkook.

—¿Hay noticias de Azra?

Namjoon voltea hacia el techo con una complicada expresión. Sus ojos evitan el cuerpo inerte de Jimin y sus manos tiemblan por un momento.

—No, desde la misión que le encomendé no hemos sabido nada de él..

Jungkook no responde por un largo momento.

—Sigan buscando —finaliza con voz dura y Namjoon se limita a asentir débilmente.

Después de un rato, Jungkook se acerca hasta la orilla del lado de la cama y alza la mano con lentitud. Sus manos tiemblan cuando toma el rostro de Jimin y se inclina con suavidad. El ardor de su pecho se incrementa mientras deposita sus labios en su frente fría, susurrando pequeñas palabras de súplica al cielo.

Sentía un rechazo intangible de parte del lobo de Jimin, por lo que se alejó rápidamente antes de que el pulso de Jimin se volviera a acelerar peligrosamente.

—Allah seni benim yanıma döndürecek. Affedilmen için sabredeceğim ve sebat edeceğim, böylece kalbimin senin içinde yanan kadar sıcak bir tutkuyla yandığını göreceksin. [Alá guiará nuestros caminos y permitirá que regreses a mi lado. Seré paciente y perseveraré para que me otorgue tu perdón, para que veas que mi corazón arde con una pasión tan desbordante como el tuyo].

Namjoon retrocede y camina hacia la salida en silencio. El olor agrio de Jungkook se estaba volviendo demasiado pesado incluso para que él pudiera soportarlo. Necesitaban privacidad.

Una vez afuera, su mano se entumece sobre la manija y sus ojos observan a los lados en el vacío pasillo. Un jadeo entrecortado sale de sus labios mientras se arrastra en el piso, sus músculos llegan al límite por lo que ha provocado el cansancio en él. Sus brazos tiemblan mientras entierra el rostro en sus palmas sucias y su respiración es lenta, pero aún así, su corazón parece correr con fuerza inmensurable en su pecho que duele.

—Hürrem, özür dilerim, çok özür dilerim... [Hürrem, lo lamento, lo lamento mucho] —las palabras se enredan en su lengua mientras intenta sofocar el dolor en su garganta. Puede sentir a lobo aferrarse a la razón entre la desesperación—. No pude protegerlos, perdóneme. Alá, perdóname.

La tormenta en el exterior se prolonga, sofocando el resto del día. Las calles vacías en Estambul y en las plazas de las mezquitas se vuelven noticia nacional, y el gélido frío parece extenderse de Edirne a Hakkâri, con el viento aullando por toda la capital.

La Roja parece hundirse entre noticias del mundo bajo y la pérdida de estabilidad amenaza entre las familias del clan. El corazón del antes Imperio Otomano parece hundirse en miedo por el venir del futuro, donde las sombras de la incertidumbre y el caos se alzan como gigantes amenazantes. Los cimientos de la antigua grandeza se resquebrajan, mientras los susurros de traición y desconfianza se propagan por los callejones oscuros de Estambul.

════ ∘◦❁◦∘ ════

El bullaje en la sala se extiende entre gritos y quejas de varios hombres y mujeres que arremeten entre ellos. Todos alfas, deduce Ali cuando empieza a notar el olor fuerte rodeándolo. Mantiene su cuerpo inmóvil y oculto en lo alto de las escaleras, con su respiración tensa y contenida. Desde allí, observa con cautela la escena que se desarrolla en la sala, con la mirada fija en la rendija que le permite ver sin ser visto. La tenue luz que se filtra por las ventanas apenas ilumina el lugar, dejando la mayoría de la sala en penumbra. Ali se aferra a cada detalle que puede percibir, utilizando su agudo sentido del olfato y su agudeza visual para captar cada gesto, cada mirada y cada palabra que se intercambia entre los alfas.

Las familias entre los Yilmaz, ávidas de aprovechar la supuesta y actual debilidad de La Roja, han estado buscando cualquier oportunidad para socavar la autoridad de Jungkook y reclamar el poder que creen merecer.

—İlerlemeliyiz, şimdi tam zamanı! [¡Debemos avanzar, es el momento perfecto!]

—Akıllı olmak zorundayız, kaynaklar tamamen doğru olamaz! [¡Tenemos que ser inteligentes, las fuentes no pueden ser completamente veraces!]

Mientras las voces se elevan y la tensión alcanza su punto álgido para escalar a otra discusión interminable, Ali observa a su padre alzarse de su lugar en un movimiento que hace callar a la sala entera. Sus manos se aferran a las rendijas mientras los nervios le hacen sudar entre las telas que cubren su cuerpo entero.

—Hürrem'in sakatlığı bir gerçektir, bu yüzden Jungkook kurdu zayıflatılmalıdır. [La discapacidad de su Hürrem es un hecho, por lo que el lobo de Jungkook debe estar debilitado] —su voz se extiende entre las paredes, ganando susurros de razón ante sus palabras. Ali aprieta los puños, sintiendo una mezcla de frustración y resentimiento por su posición relegada. Como omega, sus habilidades para mediar y calmar las tensiones serían invaluables en ese momento, pero las reglas del clan le impiden tener voz y voto en asuntos de poder. Por lo que se limita a ver cómo Klaus regresa a su asiento en un movimiento aburrido, provocando que los demás alfas se inclinen en sus asientos para poner atención a sus siguientes palabras.

—Sin embargo, los bebés y el omega siguen vivos, por lo que el instinto de Jungkook no está completamente quebrado.

Ali retrae su respiración, tapando un jadeo de alivio que quiere salir de sus labios. El frío suelo bajo sus pies desnudos le recuerda la importancia de mantenerse en silencio y no dar señales de su presencia.

—La ventaja de los ya muertos Nerit y la destrucción de la Corse han dado una oportunidad para que nos levantemos.

Ali retuerce la boca, su pulso aumentando ante la vista de la emoción que los alfas estaban empezando a mostrar por esa declaración. Su alivio ha durado poco ahora que esas palabras fueron puestas en la mesa, y la preocupación lo envuelve por largos segundos. Apenas es capaz de escuchar con claridad, la ansiedad y el olor del lugar le parecían nauseabundos. Los alfas podían ser tan despreciables y crueles.

—Ali.

El omega da un salto y un grito ligero de su boca es callado por una mano rasposa. El cuerpo se le entumece entre toda la ropa, y el temblor en sus extremidades se detiene cuando nota el negro obsidiano de su hermano.

Stik había estado afuera en el último año, по lo había visto después de la última reunión diplomática entre los Yilmaz y los Hasmet, donde se supo la unión de Jungkook con el ese entonces desconocido Hürrem.

—Kardeş. [Hermano] —Ali le saluda en un murmuro aliviado. El omega empieza a reconocer el rostro de su hermano con lentitud, pasando sus manos por los ojos de su hermano en un gesto familiar de infancia, sabía que sus manos estaban frías pero Stik no se inmuta, parece más atento a su propia y pobre figura.

—Ne zamandan beri? [¿Desde cuándo?] —pregunta mientras sus manos tocan las telas gruesas y azules. Ali baja la mirada y niega con la cabeza, la burkha se había vuelto tan presente en su piel, que a veces se le olvidaba el hecho que desde que se presentó como omega jamás había decidido usar el velo. Todo ha cambiado.

Stik pregunta de nuevo con la mirada, pero Ali sigue negando en silencio sin darle respuesta. Los susurros lejanos de la reunión debajo de ellos le trae al presente, donde su verdadera preocupación recae.

—Jungkook ve la Roja. [Jungkook y la Roja] —Ali toma las manos de su hermano con una presión fuerte. Stik se acerca atento mientras da una ligera mirada hacia abajo—. ¿Qué pasará con ellos?

Stik aprieta la mandíbula, escupiendo a un lado en el piso en una señal de desprecio a los nombres que ha nombrado.

—Reddedilmenin intikamı sonunda alınacak kardeşim. [Tu rechazo por fin será vengado, hermano] —responde el alfa con una media sonrisa, de esa que Ali conocía muy bien desde hace años. No era una buena sonrisa, siempre cargaba sangre con ella.

—Konuş, babam sana bir şey söyledi mi? [Habla, ¿te ha dicho algo papá?]

—Lo que todos ya saben, Ali. Nuestra fuente adentro solo lo ha confirmado, la Roja está sin estabilidad, su fuerza recae en Jungkook —Stik vuelve a hacer otra expresión de desagrado, Ali piensa que su hermano volverá a escupir al piso pero continúa con un ácido impregnado en sus palabras—, es un alfa después de todo, incluso un monstruo como él se interesa en sus cachorros. Es una lástima por ellos morir por los pecados de...

El sonido del golpe resuena en la habitación antes de que Stik pueda terminar, la fuerza del impacto en su mejilla lo hizo tambalear y retroceder aturdido por lo que ha sentido donde ahora se siente caliente. Ali mira su mano, dándose cuenta de la pérdida de control de su ira, provocando que su puño fuera impactado contra el rostro de Stik. El alfa se lleva la mano al rostro, sintiendo el dolor y la sorpresa del golpe. Pero en lugar de responder con violencia, se endereza lentamente y mira a su hermano con una mezcla de asombro y preocupación en sus ojos. Sabe que Ali no es una persona violenta por naturaleza, y que este acto desesperado es la manifestación de algo, era extraño. Ya no había pasado esto, se aseguró de eso antes de irse de Estambul.

En un susurro apenas audible, Ali se disculpa con su hermano, su voz cargada de remordimiento por haber perdido el control de esa manera. Su angustia y empatía han actuado, sobrepasando sus acciones. Su hermano tendría preguntas, nunca había alzado una mano contra él, ni siquiera en sus episodios maniáticos.

—Y-Yo... realmente quiero que los bebés de Jungkook puedan nacer —el omega solloza en un hilo tambaleante de voz. Stik baja la mirada, el impuso de quitar la tela para observar el rostro de Ali le cosquillea desde hace un buen rato. Afortunadamente, Ali no retrocede cuando pone una mano sobre la esquina de la prenda sobre su cabeza, y tampoco se inmuta mientras el alfa lo desenvuelve con una lentitud cuidadosa. El alfa observa con atención mientras retira con cuidado la tela que cubre el rostro de Ali. A medida que la burkha se desenrolla, su mano tiembla cuando se revelan las heridas y contusiones que han desfigurado su cara. Los golpes y cicatrices evidencian el sufrimiento que ha soportado, borrando la inmensa belleza que una vez destacaba en él como un Omega Gama. Stik siente que su corazón se detiene por un momento al ver el estado en el que se encuentra su hermano. No puede entender cómo alguien ha sido capaz de acercarse tanto para infligir tal daño. ¿Algún ataque del que no se enteró? O ¿Un amante que se descontroló?

La mirada de Stik se desvía hacia el cuello de Ali, donde nota una cicatriz particular. Una línea tenue y blanquecina atraviesa las glándulas de su cuello, que parece estar completamente destrozado. El alfa alza la mirada y sus dientes tiemblan mientras ve la falta de vida en los ojos violetas de su hermano. Su voz se tambalea entre su lengua mientras intenta decir algo.

La realización le ha dejado mudo, haciéndolo vulnerable ante la persona que siempre ha protegido.

Ocho meses, sólo se fue ocho meses.

—Ali, ¿qué te ha hecho? —la voz de Stik se quiebra con angustia, buscando con desesperación respuestas inmediatas en esos ojos violetas llenos de dolor. No puede comprender cómo su hermano ha sido sometido a tal sufrimiento, cómo ha llegado a ese estado desgarrador. El silencio se extiende en la habitación, solo interrumpido por el sollozo entrecortado de Ali. Stik se acerca lentamente y envuelve a su hermano en un abrazo protector, apenas siendo capaz de ahogar un grito que se silencia en su pecho.

Las voces se funden desde abajo, y la celebración continúa en el clan por los futuros planes hacia la próxima destrucción que avecinan hacia La Roja. El corazón en los dos clanes yacen rotos en su interior, y los días de tranquilidad para Turquía parecen deshacerse mientras la fuerza del invierno avanza entre el mundo bajo.

Tal vez los susurros de la caída del una vez imperio vuelven a escucharse de nuevo por los mares del continente, y Alá se apiade de ellos.

════ ∘◦❁◦∘ ════

Jimin despertó al quinto día.

Esperando ajetreo y confusión a su alrededor por la extensa habitación y la grande pero muy diferente cama, el envío de personal médico, todos omegas, no se hizo esperar. Sin embargo, la sorpresa del despertar de Hürrem recayó en su tranquilidad y imperturbable expresión mientras le revisaban de arriba y abajo para descartar cualquier próximo riesgo.

Sus ojos eran opacos y muertos, asustando a todos a su alrededor.

—Mis bebés —susurra con dificultad, con una voz vacía. El director del hospital, señor Shang como le llamaban, se acerca con lentitud hacia Jimin. Era el único alfa en la habitación, por lo que tiene cuidado en sus movimientos para no provocar algún episodio maniático en el hombre, nunca se sabe el estado de un omega después de un susto de aborto. Pero su presencia era necesaria para este caso especial, así que se arriesgaría.

—Se encuentran bien, Hürrem. Llegó a tiempo, y tuvo una transfusión de sangre de su alfa, su condición gama fue de gran ayuda —el señor Shang da una mirada al enfermero al lado de la cama, quien asiente con un ligero movimiento para hacerle saber que el omega se encuentra estable—. El señor Hasmet ha estado esperando, tal vez quiera verlo y...

—Ya que han dicho lo que de verdad me preocupaba, pueden retirarse. Me gustaría sólo médicos omegas a partir de ahora, y aparte de alfas de la eve, no quiero a nadie cerca.

—¡Hürrem! —nunca antes había presenciado un caso en el que un omega se negara directamente a ver a su alfa. Además de ser considerado un acto de desobediencia, resultaba absolutamente inusual.

—He hablado, señor Shang —Jimin tenía palabras duras, pero su tono y expresión eran vacías sin alguna emoción negativa. El director se preocupó aún más por este hecho, y su mirada fugaz hacia el vendaje en el cuello de Jimin no pasó desapercibida. Habían cubierto la herida para que no fuera visible, ni para el portador ni para los ojos ajenos, con el fin de evitar rumores. Al notar la hostilidad y la seguridad en las palabras del omega, el director suspiró pesadamente, reconociendo que los rumores serían inevitables tarde o temprano.

—Como ordene, Hürrem.

Jimin cierra los ojos y se cubre hasta la cabeza mientras escucha los pasos desvanecerse. Apenas había logrado incorporarse y mover algún músculo, se sentía mareado y enfermo, casi muerto. Pero más allá de eso se sentía en paz, casi como si el aire volviera a él poco a poco mientras rodeaba su vientre protectoramente. Estaban ahí, los seguía sintiendo y eso le hacía sentir vivo.

—Alá, gracias.

Después de decir eso, lloró desesperadamente.

La marca en su cuello ya no se sentía más. La conexión entre ellos, el lazo que los unía, parecía haberse desvanecido. El lobo interior de Jimin, que solía arder con la fuerza y la calidez del amor compartido, ahora parecía estar apagado y en silencio.

La sensación de pérdida y soledad envolvió a Jimin como una pesada manta, haciendo que su razón se sintiera podrida. Con cada lágrima que caía, con cada sollozo que escapaba de su pecho, se sentía débil.

—Allah'ım, senden çok şey istediğimi biliyorum, ama lütfen... bana güç ver... bebeklerim... [Alá, sé que te he pedido mucho, pero por favor... dame fuerzas.. mis bebés...]  —su voz se corta en cada sílaba de suplicaba, Jimin jamás se ha sentido tan perdió como ahora y no sabe como actuar ante la presión en su pecho—. Lütfen... [Por favor].

════ ∘◦❁◦∘ ════

Jungkook se mantiene en silencio tras la puerta de la habitación del hospital, vigilante y sin hacer ningún ruido. Desde su posición, podía escuchar claramente los sollozos de Jimin resonando en la habitación, sus lamentos llenando el espacio con una mezcla de tristeza y desesperanza. Su mano se alza ante la ansiedad que siente en cada jadeo que escucha, quiere entrar y envolver a Jimin, tomarlo en su regazo y perfumarlo para calmarlo. Pero se detiene antes de girar el pomo, el olor de Jimin le decía que no era bienvenido.

Exhala con pesadez, pasando con irritación la mano por su cabello que no ha peinado en días. Sus ojos se posan por última vez en la puerta, y su otra mano tiembla sobre el ramo de rosas que ha cambiado cada día. Se siente estúpido, inmerecido de dar este vano regalo.

Con pasos silenciosos, Jungkook se aleja de la puerta, retirándose en la oscuridad que lo rodeaba en un mar de estrés y caos. La habitación quedó sumida en el silencio, con el eco de los sollozos de Jimin desvaneciéndose.

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