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Uno, dos, tres...
Jimin cuenta con su mano los minutos que ha llevado en silencio en el salón. La nieve que cae en el exterior no le permite ver la hora del día por las nubes del cielo, por lo que la distracción de cualquier cosa para saberlo le permite ignorar la situación frente a él.
La expresión de Belma es difícil de descifrar, y a pesar de que lo ha estado invitando a la casa principal en los últimos tres días con la excusa de tomar algo, no ha podido comprender el ceño extraño y la tensión en los hombros de la mujer que de vez en cuando se presentan ante sus ojos.
Además de un saludo formal, para entrar a los salones del oeste a tomar ese algo, no hay más comunicación entre ese lapso hasta que se conducen en otra despedida formal y seca. Realmente no ha habido nuevas palabras entre ellos más que las de sus valores de respeto, y el castaño no sabía cómo sentirse ante la situación.
Por lo que tuvo que concentrarse en la vista blanca del jardín extenso a través de las ventanas frente a él para no dejarse ahogar por los pensamientos que le habían dado un terrible dolor agudo que se acentuaba en su pecho en las últimas noches. Sabiendo las nuevas noticias, era de esperar que esa irritación tendría que pasar a segundo plano.
Hace apenas un día Yoongi había llegado apresurado hacia él, interrumpiendo una de las conversaciones de su situación médica con Bangchan que había exigido para su tranquilidad en lo que parecida ser un embarazo riesgoso.
Yoongi era el bajá principal, muy cercano a Jungkook, tanto como Namjoon.
Por lo que las noticias de la situación en Kiev con las otras mafias eran de su mayor preocupación. En ese tipo de encuentros no había palabras de entendimiento y diplomacia, no cuando grandes grupos en la sombra que controla el mundo se reúne para temas serios e inquietudes pendientes.
El saber que la discusión había escalado hasta temas de guerra internacional le sobrepuso los nervios.
Llegando a recordar como sus bayanlar le contaron de las bombas nucleares dadas de Anek Hasmet a Truman y a su comité estadunidense que llevó a los sucesos trágicos de 1945 en Japón. Tal recuerdo sigue pesando en la historia de la Roja hasta días presentes.
Y Jimin tenía presente que el conocimiento de choques que escalaron a guerras o ataques por intereses de las mafias que se terminaron disfrazando en conflictos internacionales no podía ser ignorado.
Él sabía que el conflicto en la oscuridad podría subir a un tema internacional público donde las razones podrían ser alejadas de la verdadera realidad de los que en verdad tejían ese tipo de hostilidades.
Afortunadamente, su anuncio trajo una justificación para la disolución del harem. Y Yoongi le había dicho con expresión seria que Jungkook no lo había tomado bien, algo justificable, tomando en cuenta que la noticia llegó en medio de la mesa de discusión; sin embargo, la ventaja de la falta de argumentos para la objeción de líderes de los otros clanes no se podía negar. No podía tomarse como una falta de respeto, y la pena hacia los Nerit sólo sirvió como llave para otra razón de proteccionismo que se llevaría.
Los Cariporsi no dijeron nada, gustosos de mantener a Alexander aún dentro de lo que ellos creían una oportunidad, y se enorgullecieron mediocremente sin saber las verdaderas razones de la estancia de su omega por permiso de Jimin.
Desafortunadamente, la Unione Corse estaba lejos de eso y no compartía la misma jovialidad.
Por lo que el tema de peligro continental escaló hasta adherir la presencia de la Bratva y la Tríada de Asia.
<<Todo esto por dos bebés», Jimin medita en silencio mientras pone una mano sobre el pequeño bulto en su vientre; aceptar que no había sido una ganancia de peso por estrés se había vuelto más digerible en los últimos días. Al igual que la noticia en sí.
Pero la consternación interna y externa que había provocado aún estaba en aguas sensibles.
El castaño no había dejado de recibir regalos de miembros de la Roja y familias lamebotas a los Hasmet en los cinco continentes. Con todo el caos, la decisión de una rueda de prensa para el anuncio público de su embarazo como pareja de Jungkook Hasmet, en su papel de magnate importante en el mundo actual y no como líder de una organización criminal, aún seguía avivando su inseguridad.
Jimin cierra los ojos con pesar cuando el deseo de la presencia de Jungkook en estas situaciones se enciende nuevamente. El dolor le amarga los días, pero sabe que debe de darle tiempo.
Espera y aclama que Jungkook acepte su decisión, y que decida por su cuenta caminar a su lado en este poco iluminado camino.
—Jimin. —la voz de büyük valide le asusta, su espalda se alza y acomoda su postura para verla.
—Mis disculpas, anne. Mis ideas siguen ocupadas con la inauguración de la nueva sección de la galería de este fin —miente con un carraspeo áspero antes de tomar la taza frente a él y tomarla con una tranquilidad falsa.
La mujer le observa con expresión extraña.
—Debes dejar un poco más de trabajo libre, por lo menos hasta que los bebés entren en una etapa más estable —Belma alza su propia taza para hacer lo mismo que Jimin, con la diferencia de la sinceridad veraz en su postura.
—Razón por la que no he ido presencialmente al centro, aparte de mis días de cuidado a Jabir, mis consultas médicas en casa y mi camino aquí... no he tenido nada nuevo.
—Así debería seguir, por lo menos hasta la llegada de Jungkook o su mano, Namjoon. Podrías aplazar la inauguración —Belma responde con calma y Jimin no puede evitar encontrarse ligeramente confundido por la disponibilidad extraña que tiene la mujer con él.
—No lo haré, así como tan poco espero el acompañamiento de Jungkook en él, asumo que dejará Turquia incluso días después de arreglar la situación en Kiev —Jimin tuerce la boca—, si es que lo hace.
La alfa rie ligeramente.
—Cederán, todos lo hacen. Mengua tu preocupación sabiendo que no son más que partículas diminutas con nuestro poder —Belma deja su té con simpleza mientras pasa su atención hacia él—. Estoy segura de que Alá nos dará dos alfas para continuar con la seguridad de estabilidad de la dinastía.
Jimin casi frunce los labios ante esas palabras, pero se las arregla para evitar mostrar su descontento con una sonrisa afable.
—En realidad, anne, después del nacimiento, me gustaría llamar a una asamblea y establecer una nueva ley —su boca no tiembla y trata de mantener la rectitud en sus palabras.
Belma junta sus manos y se inclina en la mesa con interés.
—Una nueva ley, esa es una petición muy grande, ¿qué es lo que quiere exigir, hürrem?
Jimin toma un gran aliento antes de continuar.
—Mis hijos, legítimos por derecho y sin importar su segundo género, gobernarán después de Jungkook.
El omega observa con atención el lenguaje corporal de Belma, pero no hay nada que le muestre disgusto o aceptación. La nada en su actitud gélida le preocupa más que una negación rápida.
—Ningún omega ha sido amir, mucho menos dos —Belma responde inalterable—. Tuvieron puestos grandes, pero ni Kösem Sultán y Turhan Hatice pudieron cambiar la ley para que más omegas fueran regentes. Estás pidiendo el cambio de un estatuto de siglos.
—Las eras cambian, büyük valide —expresa Jimin—. Quien está en el poder ahora soy yo.
La alfa pasa la yema de sus dedos por la taza en una acción que Jimin no comprende del todo. Parecía estar meditando sus palabras con cuidado.
—Ningún omega ha gobernado —recalca la mujer.
—Eso cambiará —Jimin responde con la misma calma—. Si es que se presentan como tal, por supuesto.
El omega sabía que no había ficha dispar en esto; al ser gemelos, los dos nacerían con la misma clasificación de género. Por lo que debía garantizar su herencia antes de que se presentaran.
—Qué feroz se vuelve un lobo cuando de sus cachorros se trata —Belma canturrea mientras se vuelve a acomodar en su asiento—. Una vez mis nietos o nietas nazcan le haré saber tus deseos al Öğüt. Pero te advierto, incluso con el apoyo de Jungkook será difícil lo que pides. —la mujer parece no mentir con eso y Jimin no puede evitar que su agitación se deje ver—. Sin embargo, intentaré dar todo de mí para cumplir lo que pides.
Jimin piensa que sus sentidos no le alcanzan para lo que escucha. Sabía que lo inesperado se vuelve más peligroso cuando viene con una anticipación errónea. Y la suya era pensar en la negación de la madre de Jungkook.
Por lo que la sinceridad cubre sus expresiones y Belma parece darse cuenta de eso.
Su inseguridad.
—Disminuye tu intranquilidad, no les hará bien a los bebés —la alfa le regaña de repente—. Y como queremos evitar eso y no quiero poner más preocupación en tus hombros, seré franca.
El castaño alza una ceja.
—Yo no planeé tu asesinato, ni el ocultamiento de tu embarazo. Sé que no lo dices, pero el aumento de tu seguridad incluso en mi presencia es claro para mí —Belma dirige sus ojos hacia las cuatro figuras alejadas a metros de ellos—. Jungkook no titubea cuando se trata de tu protección, ni siquiera si se trata de su madre.
—Anne... —el tono de voz de Jimin empieza a ser sarcástico.
—Puedo ser dura, cruel e infame —le interrumpe Belma con voz dura—. Pero nunca le haría daño a mi familia. Y desee o no, la presencia de los hijos de Jungkook en tu vientre marca tu unión a ella con acero.
Jimin siente la boca seca, la sinceridad en los ojos de la alfa y la brecha de debilidad que expresa en ella le asusta con sinceridad.
—Her şey için üzgünüm. [Lo lamento, por todo] —susurra Belma.
El omega aprieta la palma y se tensa. La realización del amor de una madre por sus hijos le llega al lado más sensible de su lobo. Sabía que una brecha se estaba exponiendo ante él, una que posiblemente Hoseok y Jungkook no habían visto de su madre.
Y el saber eso sólo hace que quiera ceder y bajar la guardia.
Ellos se toleraban bien antes de esto, la infertilidad y el harem. Y Jimin sabía que el peso de la responsabilidad puede nublar tu empatía y desenmascarar tu crueldad guardada. Belma no era una mala madre, ni tampoco sería una horrenda abuela.
—Usted también será la madre de estos niños, y no quiero que ellos crezcan sin la presencia de ninguno. Ese tipo de amor que expresan sus ojos son los que me hubiera gustado ver de pequeño —Jimin alza los labios ligeramente—. No haré que sean desprovistos de cualquier persona que quiera darles su cariño.
Belma le devuelve la sonrisa, los pliegues de su piel se mueven con dificultad para hacerlo y sus mejillas se tensan, seguramente por la poca frecuencia en que hace tal expresión.
Después de eso, la mujer hace una señal con la mano para llamar a una de los criados al lado de la mesa.
Jimin observa atento el intercambio y abre los ojos cuando Belma empuja una caja de jade hacia él, cuando abre la misma para mostrar dos aretes largos de oro y rubís se siente pasmado.
—He escuchado que has llenado el palacete con regalos diversos por el regalo que Alá nos ha dado. Es un poco tarde pero es de buena fé —el dorado se reluce ante la luz de la habitación, pero ese brillo no llega a ser comparable como el brillo de las piedras rojas reliquia debía tener una importancia sobre y diamantes pequeños alrededor de ellas. Tal las demás joyas de la familia Hasmet, tantos detalles no podían pasar desapercibidos—. Anek se lo regaló a Eylem cuando dejaron Japón y Eylem se volvió al Islam. Fue el primer regalo de pertenencia a los Hasmet que tuvo en una muestra de afecto.
Jimin nota la forma de la joya con más claridad.
Un tulipán.
Flor que desde el sultanato de Ahmet III empezó a adornar la belleza de Estambul. Su nombre lale en letras árabes tenía un adorado parecido a la escritura de Allah, y la época del Lâle Devri llegó con esta flor que ilustraba nobleza y privilegio.
El tulipán era un símbolo importante de Turquía y el mensaje de pertenencia estaba siendo entregado con sinceridad ante él. Una bienvenida atrasada pero no desagradecida.
Jimin toma los aretes con delicadeza. Definitivamente era un regalo que se distinguía de los demás.
Belma le observa con detenimiento todo el tiempo mientras los admira.
—Jungkook puede ser fiero cuando la incomprensión de sus sentimientos le llega de imprevisto —las palabras de la alfa le traen al presente en una sacudida—. Pero mi hijo te ama, y eso es algo que aunque no quisiera en el pasado no puedo negar.
El omega baja la cabeza, la máscara de dureza se resbala ligeramente de él. El dolor seguía ahí después de todo.
—Él no los quiere.
Belma tararea pensativa.
—Lo hace, los ama con fervor. Pero los alfas suelen tener un apego más importante con su pareja hasta que nace el bebé. Incluso para mi fue difícil estar cómoda con mi propio embarazo —la alfa vuelve a llenar su propia taza y la de Jimin con parsimonia—, por supuesto, todo cambió cuando lo sostuve en mis brazos. Pero ese sentimiento de cariño inmenso llega antes en los omegas.
Jimin frunce su ceño.
—¿Fue lo mismo con Hoseok?
Belma vuelve a sonreír.
—Yo no di a luz a Hoseok.
El omega se siente congelado de repente, su rostro no lo oculta y la mujer ríe por eso.
—Yo... —su voz se apaga lentamente, y la melancolía se filtra en ella—, también me enamoré de una persona fuera de mi compromiso. Y sin darme cuenta le estaba haciendo lo mismo a mi hijo, es una suerte que jamás me haya escuchado y fuera terco como siempre.
Jimin sonríe en acuerdo. Jungkook podía hartar a cualquier alto monje con su absurda pertinacia.
—Creí que no había tenido nadie más aparte del padre de Jungkook —Jimin se sincera.
—Aparte de la existencia de Jungkook, no hay día en que no me arrepienta de ceder en el absurdo compromiso con Kadir Hasmet —la mujer gruñe con odio, el cambio en sus emociones fue rápido—. Jungkook fue el primero en anular esa absurda regla de unión entre los Yilmaz y los Hasmet, si hubiera actuado como él yo no habría sido unida a ese hombre y mi dulce Nader tampoco.
Jimin sentía que estaban tocando un hilo sensible y un dolor insuperable. Pero la figura que tenía de büyük valide se estaba rompiendo lo suficiente para seguir con su curiosidad.
Saber más de la infancia de Jungkook también era algo a lo que no se podía negar.
—¿Nader, su omega, era parte del harem del padre de Jungkook? —trata de que su pregunta no sea suelta con exigencia, romper este avance sería una pena después de todo.
—Y la madre de Hoseok —declara Belma.
Jimin empieza a comprender en silencio. El recuerdo de un amor perdido.
—Sé qué hay alfas que se sienten atraídos unos a otros, matrimonios como los dos bajás de Jungkook no son una sorpresa para mí. Pero no era mi caso, estar rodeada de tantos omegas y no fijarme en uno era casi imposible —Jimin se sobresalta cuando Belma se vuelve a inclinar en la mesa, esta vez con ese aire oscuro de siempre—. ¿Sabes cuál es la ley de fratricidio, verdad?
Jimin relame sus labios. Por supuesto que sabía de tal atrocidad.
—"Por el bien del Estado, aquel de mis hijos al que Alá le ofrezca el sultanado deberá, según la norma, enviar a sus hermanos a la muerte".
—Una práctica creada por Mehmed II que después evolucionó a los Kafes, jaulas de oro que sólo sirvieron para volver locos a cualquiera ahí. Anek deploró esta ley una vez estableció la creación del clan, pero su bisnieto Rashid recreó esta práctica, por lo que mandó a asesinar a siete hermanos y encerrar a tres, que al final terminaron suicidándose —Jimin empezó a entender las palabras de Belma poco a poco, el horroг de la comprensión le hizo querer vomitar—. A partir de ahí, el resurgimiento de esta regla fue tácita, Cuando Jungkook ascendió con la negación de cumplirla las familias de los hatuns actuaron y sus hermanos y hermanas se guiaron por la ceguera del poder.
Hermanos matándose entre ellos sin segundos pensamientos fue causa del suicidio de omegas por el dolor de la pérdida de sus hijos.
—¿Cómo es que Hoseok sobrevivió sobre los demás? —Jimin sentía que su voz era áspera, mostrando el asco que sentía por los relatos que ya ha escuchado.
—Lo tomé como mío cuando Nader murió por su propia mano a la pérdida de su primogénito. Fingí tenerlo y proclamarlo como mi sangre. Mi posición alta en la familia y el amor de Jungkook por su hermano ha logrado protegerlo, pero la presión del Öğüt le obligó a renunciar a su apellido y herencia familiar. Él fue el único hermano de Jungkook que sobrevivió a tal innecesaria guerra.
Las palabras de la mujer tenían una justificación innegable. Hoseok apenas y había sido una presencia borrosa para Jimin, con tres encuentros de respeto y una reliquia como felicitación de su embarazo no ha podido llegar a conocer al hombre lo suficiente.
—¿Lo saben?
—Lo hacen, y estoy agradecida con Alá por permitir que eso no disminuyera su cariño entre ellos, no podría haber soportado ninguna pérdida si la corrupción de esa ley los hubiera podrido —Belma le da una mirada afilada, una empatía silenciosa le saluda de repente—. Espero que tú, hürrem, logres lo mismo.
════ ∘◦❁◦∘ ════
Jungkook sostiene el teléfono en su oreja con agarre fuerte, su expresión es áspera e impaciente mientras observa su otro brazo ser cocido por un beta anciano con rostro feo.
—Quiero respuestas, Bangchan, no más malditos problemas con los que quemarme la cabeza —gruñe con un veneno marcado entre su lengua.
Bangchan responde con un sonido irritado al otro lado de la línea.
—Él no cambiará de opinión, Jungkook. He sido más sincero de lo que puedo ser, él sabe que la transformación puede debilitar o fortalecer su cuerpo dependiendo su reacción. Él ha decidido arriesgarse a ese tres por ciento.
Jungkook lanza el teléfono a la mesa con exasperación, sus dedos truenan mientras pone la voz de su amigo en altavoz.
—Debí olerlo, anticiparlo por lo menos hubiera sido más fácil —la decepción entre las sílabas de sus palabras se deja ver con claridad. La pena que siente por la separación ha llegado a carcomer su razón y sentidos incluso en la situación que le pisa.
—Con el cambio constante en sus feromonas era casi imposible que lo notaras, debiste sentir una alteración ligera en su aroma, pero incluso un alfa promedio no hubiera dado cuenta del cambio —su amigo vuelve a su voz monótona, el sonido que Jungkook percibe de fondo le dice que su amigo debe estar devuelta en los laboratorios—. Dándote cuenta o no, tu omega te necesita, Jungkook.
—Uzakta! [¡Apártate!] —brama cuando el toque suave del hombre en su herida le harta hasta la médula. Quitando los materiales de sus manos con violencia le hace un gesto para que se mueva. Decide curarse él mismo—. Ese es el caso, Bangchan. Yo también lo necesito, ¿cómo puedo soportar verlo sabiendo que en cualquier momento podré perderlo?
Bangchan suspira con cansancio.
—¿Cuándo volverás a Turquía? —el cambio cauto de tema del otro alfa no pasa desapercibido por Jungkook, pero decide no objetar.
—Acabo de llegar, bastaron siete muertes y reducción de apoyo armamentista en sus conflictos para que volvieran a rendirse. La justificación, sin mi consentimiento, del anuncio de Jimin redujo las complicaciones grandes que pudiéramos tener de la eliminación del harem —responde el alfa con simpleza mientras corta el hilo de su herida con un movimiento rápido—. Estaré encerrado unos cuantos días en el departamento en el que estoy.
Bangchan hace un bufido enojado y Jungkook entiende su molestia de inmediato.
—Jimin....
—No es por razones de orgullo, Bangchan —asevera seco—. Empecé mi rut esta mañana, la agresividad de mis feromonas por sucesos recientes se ha incrementado, apenas si estoy teniendo un control de mi cuerpo para no asesinar a las personas en la habitación en que estoy —Jungkook nota la tensión inmediata en el hombre frente a él, su expresión tan diferente a la tranquila de sus hombres alrededor de la sala denota su miedo por la amenaza indirecta que el alfa ha dado. Cuando el olor agrio viniendo de él se vuelve insoportable le hace una señal a sus hombres para que lo saquen—. No hay nada que le pueda aportar en este momento a Jimin.
—De hecho, si ese es el caso... —el tono de convencimiento del otro alfa hace que Jungkook se encuentre más irritado, por lo que no lo deja terminar y corta de inmediato antes de que empiece a insultarlo.
Su cabeza arde y por el sudor que empieza a sentir por todo su cuerpo sabe que la calentura no tardará en llegar.
Sus colmillos le empiezan a hacer cosquillas, y se siente frustrado cuando sabe que su lobo le exige la presencia de su mate.
Mientras intenta poner su cabeza en marcha la sangre de su cuerpo le empieza a hervir entero.
—Amir —era la voz de Namjoon, Jungkook tan acostumbrado a este tipo de situaciones en el pasado apenas y voltea. Sabía que ya no hay ninguno de sus hombres alrededor más que el moreno. Después de todo era el que mejor podía soportar ese tipo de exposición peligrosa a sus feromonas.
Jungkook razona con esto en silencio mientras su cuerpo se calma. Si hubiera sido como en días pasados, Namjoon ya habría traído de la mano uno o dos omegas dispuestos a pasar esos días con él.
Dependiendo de la situación, a veces eran más.
No obstante, las cosas cambiaron y eso era ya imposible.
Desafortunadamente y para su desgracia, la única persona con la que quería estar estaba lejos de su alcance.
—Amir, su estado empeorará —Namjoon vuelve a hablar después de largo silencio—. Nunca ha pasado un celo solo y eso será mortal para usted.
El gama bufa con burla. Jamás en sus treinta y tres años de existencia había tenido un periodo de abstinencia. Incluso en su primer celo en la adolescencia habían llevado omegas para que los eligiera con gusto. Y tampoco es como si hubiera tenido pocas opciones después de eso.
—Los supresores harán todo más fácil —murmura mientras limpia la sangre de su rostro en su manga rota.
—Bangchan me ha llamado justo después de que le colgara. Está preocupado, dice que sus necesidades como gama son diferentes a las de un alfa promedio, es mejor ir a un hospital y sedarlo hasta que pase.
—¿Cómo un maldito perro? —gruñe burlesco. Namjoon alza los ojos y aprieta los labios.
Jungkook ignora el gesto, sabía que desde días pasados su sağ el había estado enojado con él. Ese tipo de expresiones no eran propias de él a menos que se trata de Jimin.
—Beni Yalnız Bırak, Namjoon. [Déjame solo, Namjoon] —advierte. Pensar en cualquier tipo de relación amistosa o no que involucrara a Jimin con otra persona le hacía irritarse aún más en este momento. Especialmente si Namjoon estaba dentro de la ecuación—. Me las arreglaré yo mismo.
—Hürrem podrá sentirlo a través del vínculo, la preocupación en su estado podría afectarle a él. Permita que le diga por lo menos de usted —Namjoon responde con sequedad. Estaba siendo necio y la insistencia en contra de órdenes no era parte de actitudes anteriores donde su obediencia era leal.
—No lo harás —asevera Jungkook con la paciencia en su limite.
—Si pregunta...
—No.
Namjoon aprieta las manos con fuerza, la costra de sangre en ellas se siente rara al cierre de ellas, pero decide ignorar la sensación para objetar su inconformidad.
—Jungkook —dice bajo. El llamado pocas veces usado hace que el otro alfa voltee de inmediato, tutearlo de esa manera era una de los varios derechos como su mano que muy contadas veces Namjoon hacía valer—. Sabe que siempre cumplo cualquier orden que se me dé, la duda para hacerlo jamás ha estado presente —el moreno se detiene y hace una pausa larga—. Pero me he prometido a hürrem. Si ustedes dos me dan órdenes contrarias... ya debería saber a quién responderé.
Jungkook endurece su expresión. La saliva en su boca aumenta mientras sus colmillos arden por completo.
Namjoon tuerce una vez más cuando los ojos que le miran se oscurecen por completo.
════ ∘◦❁◦∘ ════
Jimin camina con paso duro mientras pasa por los pasillos largos para llegar a su habitación. El enojo en su interior hace que apenas pueda responder a las reverencias que le hacen mientras pasa con rapidez fúrica entre todos los trabajadores y criados.
Puede sentir los pasos constantes de sus bayanlar tras él, tratando de seguir su ritmo veloz.
"Lo sentimos, hürrem. Pero amir ha sido severo en su orden".
Jimin azota la puerta con fuerza cuando llega a sus alas y entra. Las mujeres detrás de él se apresuran para servirle y tranquilizarlo.
—Nasıl cüret edersin? [¿Cómo se atreve?] —gruñe molesto—. Dışarı çıkmamı yasaklayan kim? [¿Quién es para prohibirme salir?]
La irritación le carcome mientras avienta su abrigo contra el suelo. Kenia se apresura a tomarlo y ponerlo en su lugar mientras Edith empieza a quitar las joyas sobre él.
—Sakin, sakin, hürrem. [Calma, calma, hürrem] —la tranquilidad y paciencia de Elit empieza a actuar sobre él de inmediato—. Amir sólo se preocupa por su protección, en estado de embarazo los alfas suelen ser más rigurosos en la protección de sus parejas.
—Iba a ir a la galería, Elit. No a lanzarme sobre el puente de Bósforo —responde Jimin con sarcasmo—. He llegado a mi límite.
Después de su visita a la casa principal tenía planes de verificar los arreglos de la inauguración próxima que con tanta amabilidad Mariam había hecho por él. Su paso, por supuesto, fue intercedido.
—El estrés no es bueno en su estado —Kenia habla esta vez con un rostro cubierto de preocupación. La culpa llega a Jimin de inmediato cuando recuerda el cuidado severo que todos habían tenido a con él desde su anuncio.
Pero el regreso de las limitaciones pasadas le sobreponían las emociones.
No quería volver a ser un pájaro encerrado en la jaula de oro que se encontraba en la esquina de una elegante casa. Ya habían superado esa etapa.
—El enojo del padre tampoco les hará bien a los dos pequeños amos.
Todos giran a la voz nueva en la habitación. Las omegas se ponen en guardia pero cambian su postura de inmediato.
Jimin sonríe y camina rápidamente a la persona en la esquina de la puerta.
—¡Namjoon! —le abraza con emoción en su agarre una vez lo alcanza. El hombre ríe y le responde de la misma manera, Jimin se separa sin borrar la sonrisa en su rostro—. ¿Cuándo será el día en que tenga que dejar de saludarte de esta manera cuando desapareces sin decirme nada?
—Ya ha acabado, por el momento, esa penuria que he puesto sobre usted —el alfa contesta con afabilidad. Jimin se pasma y borra la sonrisa cuando ve con más atención la cara de Namjoon.
—¿Por qué estás lastimado?
El alfa tenía heridas abiertas en su cuello y labios, eran leves pero no menos graves para no asustar a Jimin.
—Llamen a un médico, rápido —Jimin se gira y se dirige a sus bayanlar. Namjoon se separa de inmediato.
—Eso no será necesario, hürrem. He venido por asuntos más urgentes.
Jimin frunce la boca y trata de acercarse nuevamente, pero Namjoon le para con suavidad. Los verdes expresivos del hombre hace que Jimin pueda interpretarlos con facilidad.
Otra y más grande preocupación le llena de repente.
—Amir lo necesita, hürrem.
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