Primavera 3
Chenle se sentía como un ave exótica y eso que a pesar que estaba al otro lado del mundo después que lo adoptaran en China para mudarse a Londres y estaba rodeado de personas con ojos rasgados como los suyos, era exótico. Su nueva familia tenia de China lo que lo tiene la comida china afuera de su patria, nada mas el nombre y la apariencia, nada mas. Era como una mascota traída del otro lado del mundo a un país donde no entendía nada y todos eran estirados con miles de reglas de etiquetas que rozaban lo ridículo lleno de colores tan pomposos y crema que parecía una eterna primavera. Lo que llamarían unos aristócratas o nobleza del siglo 21, así se sentía su familia, aunque claramente era unos burgueses que no se daban cuentan que sus raíces eran de oriente y no de occidente.
Fue educados por ellos como una mascota, con mano dura, como un perro de Pavlov humano, así creció el. Comía como se le indicaba y cuando se le indicaba, hablaba de igual manera, se le vistió de la misma forma estirada, recito, poso, fue delicado, débil, sumiso y sin voz alguna como se le requería; como tenían que ser los omegas según su padre, nada mas, nada menos. Un omega perfecto que fuera el futuro esposo de un alfa aristócrata dentro de uno de las familias que jugaban a ser nobles y se valían de la pomposa prensa inglesa. Personas que se burlaría el maestro de su antiguo orfanato de la forma tan vana y falsa de vivir, si a eso se le podía considerar vivir.
— Chenle, ¿Ves las flores del jardín? — Dijo su padre mientras paseaba de la mano con su joven hijo de apenas 7 años de edad para comprender muchas cosas y en especial el actuar tan frió y refinado de su padre
— Si padre, es el mas bello jardín que he visto — no había mentido en ninguna palabra, el jardín de la mansión era tan cuidado que se necesitaban 4 jardineros.
— Tu serás como esas flores, hermoso, delicado, un deleite solo a la vista. Pero tan frágil como ellas, después de todo eres un omega — Su padre se detuvo frente a las rosas y miro a su hijo tan calculador como siempre — Pero tu eres Zhang, si eres un omega serás el mejor de todos y se te guiara para te mantengas así sea en el invierno mas duro. Harás lo que yo te diga porque tu eres mi hijo y eres un Zhang, serás tan puro como una rosa blanca, sin una mancha que la haga imperfecta y te casaras con el alfa que te indique por el bien de la familia y lo amaras porque yo lo digo y así debe ser.
Chenle siempre acompaño a Jung Yoonoh, o Jaehyun como le indico que le llamara a todas las fiestas sociales y siempre debía estar un paso atrás luciendo agradable y siendo un adorno, un perfecto accesorio mas delicado que una taza de te. Ningún alfa era grande, sino tenia a un buen omega su lado, le dijo una vez su madre tratando de simpatizar con el, mientras le enseñaba a ser un perfecto señorito como ella aprendió.
Tal vez una vez creyó en las palabras de sus padres, creyó una vez amar Jaehyun también. Era atractivo desde joven como ningún alfa que hubiera visto antes, siempre veía a tantos omegas como omegas suspirando por su prometido, que una vez se sintió con suerte de casarse con el, incluso se sentía como una fantasía y una canción tonta sonando cada vez que lo abrazaba con ese cariño que solo le sabia dar el alfa a el, una eterna primavera llena de flores y canto de aves con el sentimiento mas dulce y sereno que le hacia bailar sin parar. Así que trato de ser el omega perfecto por el, si que lo intento. Incluso empezó a sentir el mismo desagrado que sentía su madre al medirlo, si bien Yoonoh era 5 años mayor que el y era unos 30 centímetros mas alto que el, parecería normal, pero el alfa siguió creciendo y Chenle nunca fue tan alto para desagrado de todos en su familia y algo que contagiaron en el. Ni mencionar sus mejillas regordetas y sus ojos de borrego degollado que lo hacían ver menor de lo que era.
— Demasiadas imperfecciones — Siempre diría su tía sobre el — ¿No había algo mejor en ese orfanato? — siempre preguntaba cansada y algo asqueada del omega menor de la familia. — Por eso le dije a mi hermano que adoptara, para que sus hijos no tuvieran tus imperfecciones.
— Chenle es un prodigio artístico, no había un niño mas inteligente o que tocara mas instrumentos o cantar tan hermosamente como el en el orfanato. Aparte que ya venia con modales — respondió su madre con orgullo, como el no podía decir mucho, era la omega de su padre después de todo. Una de las pocas que a veces lo trataba con cariño en aquel lugar. Después de todo ella era tan prisionera como el — Los Jung nunca se han quejado, la señora Jung siempre habla de lo encantador que es lele. Ni hablar del joven Yoonoh, parece encantado con nuestro niño.
— Deben estarlo, es el deber de este niño. Si tenemos suerte sus hijos saldrán con toda la cara de Yoonoh — comento la amargada solterona que tenia por tía.
Chenle se esforzaba para cumplir todas las expectativas de su familia, para agradarle a Yoonoh, según ellos era su muestra de gratitud a la familia por sacarlo del orfanato que nunca quiso salir y vivir en un casa lujosa pero tan vacía en sentimientos y expresividad que dolía. El más delicado, encantador, lindo omega, el orgullo de los Zhang; justo como indico su padre. No porque el era así, sino porque debía ser así. Nada más importaba que fuera el perfecto omega para el perfecto alfa.
— Te compre estas pinturas, parecías tan interesado en la clase de la señorita Van Hausen — comento Yoonoh con su sonrisa de príncipe encantador, parecía sacado de los libros que le leía su madre en las noches cuando era mas joven.
Chenle mentiría al decir si no tenia una debilidad por esa sonrisa o por lo detallista que era su prometido, siempre con flores, chocolates y regalos de lo mas lindos. Eso era lo que lo mantenía, el pensar que el futuro lo esperaba una familia mejor que la suya, una que formaría el alfa y el sin que nadie los moleste. Donde nadie tenga que ser perfecto y posiblemente no mas reglas estiradas sin sentido. Donde todo seria las 4 estaciones completas y no una eterna primavera falsa.
— No te veía tan feliz en tanto tiempo — siguió comentado el mayor robando mas de un suspiro del omega.
Yoonoh fue quien le abrió ese mundo. De pinceles, oleos, pintura acrílica, lienzos, tizas, arcilla, maza flexible y muchos colores a su vida estirada sin color. Siempre se lo agradecería tanto.
La madre de Chenle nunca mintió, los Zhang lo adoptaron exactamente por lo que era. Incluso el gobierno Chino casi se los impide, puesto que era una joya preciosa que solo había que pulir con práctica y pasión por las artes. Chenle era un prodigio de las artes, uno de esos que se ven pocos en esta vida, aunque los Zhang hacían un malgaste solo explotando su lado musical nada mas. Chenle encontraba tantos sentimientos haciendo una simple vasija o esculpiendo una pequeña estatua en la privacidad de su cuarto que su padre nunca entendería. Un nuevo sentimiento lleno su pecho y era casi igual por lo que sentía por Yoonoh pero más fuerte, que le llenaba de energía y le dejaba sin respiración aumentando los latidos de su pecho haciendo que se mantuviera despierto tantas noches donde era libre de hacer lo que quisiera. Era amor por el arte.
El lo sabía, el gobierno Chino tuvo razón. Los Zhang nunca debieron adoptarlo. No había nacido para ser el omega de alguien, había nacido para pintar, esculpir y tocar todos los instrumentos que se le pasaran por la mente si practicaba con ganas. Aquello le llenaba más que cualquier otra cosa en la vida.
Un día Chenle estaba haciendo una vasija de arcilla, algo tradicional y con decoraciones de conejos. Si, porque era para Yoonoh y a el le encantaban los conejos. Quería agradecerle que le allá introducido a ese mundo, que le dejara intentar algo que el quería con todo su corazón sin importar las reglas o si se ensuciaba. Le dio el amor por el arte y un deseo de ser algo más que el perfecto hijo de los Zhang, algo propio, algo suyo y que era algo que de verdad deseaba y no una obligación. Claro que Yoonoh vino de visita con toda su familia ese día y también su padre había llegado mas temprano ese día a la mansión con sus manos sucias de lo que el llamaba barro inmundo, aunque era arcilla.
— ¡Que desagradable! — Menciono la madre de su prometido viendo con disgusto sus manos y sus ropas sucias — ¿Por qué dejaron que Chenle hiciera el trabajo de los muertos de hambre?
Nunca olvidaría la cara de su padre cuando la señora Jung dijo eso, sintió tanto terror que nunca lo olvidaría. Si era algo que un Jung odiara, simplemente había que eliminarse, dijo su padre mientras su madre lo abrazaba mientras lloraba e imploraba a la vez que los sirvientes destruían y botaban todas sus pinturas, vasijas, lienzos, todo lo que había hecho en meses.
— Que sea la ultima vez que te vea cerca de eso — la voz de su padre era fría, casi perforaba en su cabeza, Un le provocaba pesadillas. — Tú solo eres un omega, el omega de los Jung, ni más ni menos. Hay muchos millones invertidos en esa unión de las empresas, no la dañaras con tus estupideces.
Las horas de estudio aumentaron, las reuniones sociales, las clases de cosas que no le interesaban y los murmuros de reciente suceso en su casa. Por supuesto tenia que mantener una sonrisa mientras todos los días le cerraban cada vez más las puertas hasta de la música con el tiempo.
Solo le quedaba Jaehyun, o eso pensó. Pues a Jaehyun siempre le gustaban los conejos.
Kim Dongyoung o Doyoung como tenían costumbre llamarlo todos, era un beta hijo de los empleados de la casa Jung. Siempre fue muy cercano a su prometido. A Chenle siempre le recordaba a un lindo conejito el beta y por eso tal vez era demasiado cercano a Jaehyun, pero nadie se daba cuenta de eso porque Doyoung era un Beta y de paso masculino; eso seria un gran escándalo nada mas pensarlo. Nadie se dio cuenta, aunque que eran demasiado obvios con su miradas, toques o el tiempo que pasaban a solas en su estudio de Jaehyun mientras estos se hacían mayores.
Debió sentirse sorprendido cuando los encontró en una situación nada pura, escondidos en el gran jardín de los Jung. En serio, debió; sin embargo las cosas eran tan obvias, aunque Chenle siempre negó verlas como su madre los obvios amoríos entre su padre y la señora Jung. De tal palo, tal astilla. En serio debió sentirse sorprendido y voltearse creyendo que lo que vio y las palabras que se profesaban no eran verdad, pero sintió solo un gran vacío y dolor.
17 años dedicándose a ser gustarle un alfa que ni siquiera le gustaban los omegas. Que patético se sintió, que derrotado y vacío se sintió, sin nada mas que un futuro igual que su triste madre esperando devuelta el amor de un alfa que no podía darle, sin voz y ni siquiera poder hacer lo que amaba. Roto como sus pinturas y vasijas, desechado a la basura como ellas. Porque las palabras de su padre se repetían en su mente una y otra vez.
Si no es de agrado de los Jung, debe eliminarse.
Cuando simplemente no podría darle hijos porque el alfa nunca lo tocaría o mas bien el nunca dejaría que Jaehyun lo tocara porque no lo amaba, probablemente seria desechado o tratado como escoria como su madre, se adoptaría a un niño perfecto y se repetiría el ciclo una y otra vez. Un niño sin voz, una obligación, ni más ni menos. Otra hermosa flor que seria obligada a mantenerse aunque quiera marchitarse y morir en el intenso calor del verano o el frió del invierno o que sus hojas fueran arrancadas por el fuerte vientos del otoño.
— Esto no es lo que parece — Trato de explicar Jaehyun acomodándose la ropa y Doyoung solo ocultaba su desnudez atrás del alfa. Chenle permanecía impávido frente a ellos, sin emoción alguna en ese momento. Muerto y destruido por dentro, guiado a un futuro sin amor y decepción.
— Entonces... ¿Qué es? — Se atrevió a preguntar, a tener una voz en ese momento. Claro que cuando el alfa solo se sonrojo y no encontraba las palabras, se enojo y se lleno de miedo. — Entonces debo pensar que Doyoung estaba desnudo en el Jardín y tu tropezaste con tus pantalones abajo en medio de sus piernas — escupió con furia, vio la cara de los chicos estaban tan avergonzados con el menor. — Solo vístanse y siéntanse feliz que fui yo quien los encontró y no sus padres.
— Lo siento — Se atrevió a mencionar Doyoung con pena, pero no solo por el mismo. Sino también por el omega.
— No, yo lo siento por ustedes — guardo sus sentimientos como su madre siempre hizo y se fue ese día de la mansión Jung. No había más nada que decir.
Su vida era una burla que le hizo mantener una sonrisa cuando llego a su casa, una sonrisa del chiste que era. Debía vivir encadenado a una vida que no quería con un alfa que no lo quería, por el cual gasto cada segundo para ser perfecto para el. En su cabeza pensaba que tal vez Jaehyun planeaba seguir su amorío con Doyoung incluso después de casarse con el y le vería la cara, seria lo que siempre dijo su padre, un lazo entre dos familias mas fuerte que ninguna otra porque los unía el dinero y no el amor. Su padre siempre lo dijo, el dinero era mas fuerte que cualquier otra cosa y con el podrías lograr hasta doblegar al hombre mas fuerte si consigues su precio. Seria un mero adorno para los Jung, sin voz y opinión, siguiendo órdenes.
Se quedo sin aire en ese momento, estaba teniendo un ataque de pánico solo en su cuarto. No quería esa vida, no podía tener esa vida, no podía seguir siendo lo que todos querían de el y sin opinar nada, ¿A dónde le estaba llevando eso? Tenía tanta rabia y miedo acumulado que se paro del piso de su cuarto y limpio sus lágrimas con rabia. Fue directo a la oficina de su padre, con la intención de contarle todo lo que había visto ese día, sabia que seria perfecto para su padre, seguro extorsionaría a los Jung por el sucio secreto de la dudosa sexualidad de su perfecto hijo y lo casaría con otro alfa para obtener mas dinero.
Pero se detuvo antes de tocar la gran puerta de madera y retrocedió lentamente pensando en Doyoung y Jaehyun. Tanto como ellos como el vivían en la misma prisión que el, con aquellas ridículas reglas que lo volvían locos y nunca dejaría que ellos fueran felices. En su corazón tal vez todavía le guardaba algo de cariño al alfa, no podía mandar su reputación al retrete solo por que le rompió el corazón.
Se encerró en su habitación, no contesto a las llamadas de Jaehyun o lo dejo entrar a su habitación sin importar la insistencia de sus padres. A penas se mantenía a base de agua y pan que una de las sirvientas por lastima que su padre se negaba darle comida hasta que hablara con su prometido. Chenle miraba puntos fijos en su habitación, pensado, analizando cada posible escape de su situación. De su jaula de oro.
Solo era un chico y no pensaba mucho en las consecuencias, para alguien que no conocía el mundo, nada podría ser peor que su situación en ese momento. Aunque lo medito bastante se dio cuenta que no llegaría lejos solo, no era tan inteligente para unas cosas, pero si asquerosamente rico y algo que bien le enseñó su padre es que podría hacer cualquier cosa en la vida si tenia la cantidad correcta de ceros en su cuenta. Así que esa tarde recibió a Jaehyun con una sonrisa y tomaron el te, el menor actuó como si no hubiera pasado nada; volviendo a la eterna primavera donde pertenecían, incluso ignoraba cuando el mayor trataba de darle un explicación y cambiaba el tema. Comió y tranquilizo a sus padres y su prometido, todo volvía a su cause, aunque esa noche mientras tomaba una taza de te, decidió llamar a alguien que tenia las mismas razones que el para lograr ese plan.
— Ayúdame y yo te ayudo — menciono Chenle con la tranquilidad del mundo mientras veía por la ventana de su habitación la noche y el eterno jardín de la mansión Zhang — Lo tendrás todo para ti, si yo desaparezco.
— ¿Qué rayos estas planeando, Chenle? — pregunto preocupado Doyoung por el teléfono.
— Si me voy me buscara. Los señores Jung y mi padre levantaran hasta la ultima piedra para que yo aparezca, hay mucho dinero invertido. Si cancelo el compromiso mi padre se negara y si Yoonoh lo cancela, no se que me pasara a mi — confeso seguro, estaba tan seguro de esas cosas — Pero si yo aparezco muerto, si todos creen que yo estoy muerto — lo dijo tranquilo viendo por su ventana y escucho un ruido de sorpresa de Doyoung — Puede que ustedes puedan vivir en secreto así, Doyoung. Pero yo no, yo no puedo seguir viviendo así, siendo un accesorio de un alfa que no es para mi, yo soy más que solo el omega de Jung Jaehyun y eres mas que su amante.
Tardaron meses planeando aquello en secreto el omega y el beta, uno por amor propio, otro por amor a otro. Jaehyun nunca lo supo, nunca lo sospecho, solo se la pasaba pidiendo perdón todos los días, buscando ganarse el perdón del omega; mientras que Chenle cambiaba de tema, parecía más feliz, más cariñoso de todo lo normal con todos los que lo rodeaban, las aves cantaban mas fuerte y las flores estaban mas bellas que nunca. Así cuando llego el día fue aun más doloroso.
— ¿Estas seguro de esto? — pregunto de nuevo Doyoung antes de lo que iba hacer, ya todo estaba en su lugar. Solo seria un pequeño engaño.
— Más seguro que nunca — sonrió Chenle con una felicidad que nunca había visto Doyoung en su cara, el chico se estaba preparando para vivir — No te preocupes por mí, estaremos en contacto. Dile a mi madre que de toda la familia, ella era la única perfecta para mi— Dijo Chenle para tomar la moto de Jaehyun.
A sus 17 años había planeado su muerte con su mejor amigo a las espaldas de su familia y su prometido, no fue fácil ni barato. Tuvo que vender muchas de sus joyas en secreto con ayuda del beta.
Era solo fingir que en un arrebato por una discusión agarro la moto de su prometido que le enseño a conducir meses antes cerca de la misión bajo supervisión y luego chocaría en un lugar de la carretera y le habían pagado a un doctor para que fingiera y confirmara su muerte. Usarían un cuerpo sin identificar y lo cremarian de inmediato en vez del suyo. Doyoung haría todos los tramites y estaría al pendiente que todo salga de acuerdo al plan y también convenciera a los padres de Yoonoh para que lo enviaran a Corea para que superara su muerte y solo tuviera al beta junto a el.
— Cuídate donde estés, te enviare dinero si necesitas — Comento Doyoung abrazando a su pequeño amigo que se aferro a la moto con una sonrisa
— Cuídalo y ámalo como yo no pude hacerlo — le pidió por ultimo viendo como el alfa aparecía por la gran puerta de la mansión de los Jung y arranco sin mirar atrás, incluso cuando el mayor gritaba su nombre mientras bajaba las grades escaleras de la entrada se fue sin decir adiós y sin un casco, aumentado la velocidad.
Tal vez debió pensar mejor las cosas, las consecuencias y como se sentirán los demás con su muerte. Pero quería tanto ser libre y estar alejado de todo el desastre y las reglas que le seguían que no lo pensó mucho. Se arrepentía un poco por lastimar a los demás, pero era un precio que tenia que pagar por su tan anhelada liberta lejos de su jaula de oro, después de todo era Chenle, un artista, ni mas ni menos.
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Aquí esta el nuevo capitulo y solo quería contar la historia de Chenle, lo se, fue muy introductoria y tal vez muy aburrida. Lo siento. Pero tenia que contarse para que se entendiera un poco todo. Agradezco los que dejan votos y los que dejan comentarios, eso me anima mucho a seguir escribiendo.
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