51. Coleccionista maestro

La obra fue todo un éxito. Mi promedio nunca había estado tan alto, y dado que la obra tocó temas humanos y tuvo referencias de toda clase, los profesores decidieron regalarnos algunos puntos extra en los exámenes siguientes.

Esperé unos días después para preguntarle si quería salir.

Está bien 7:12

¿A dónde? :O 7:13

Golpeé el aire con el puño cerrado. ¡Sí! ¡Había aceptado!

Me sentí como el propio marico limpiando los zapatos, alisando la chaqueta de semi cuero, me corté el cabello esa mañana y me rasuré con cuidado de no cortarme.

La esperé en la puerta de su edificio mirando el reloj cada cinco segundos, cuando vi la camioneta de su papá salir. Nos dio la cola hasta el centro comercial. Cuando nos despedimos, Roberto me dio la mano apretándola con más fuerza de la normal. Vamos, no necesitaba estímulos para estar más nervioso.

Veíamos las tiendas y comparamos los maniquíes con los profesores o personas del salón. Me encantaba hacerla reír. Pasó una mujer con la mitad de la cabeza rapada, y me sorprendió ver a Violeta aguantarse una carcajada.

― ¿No decías que la gente era libre de verse como quisieran?

― Yo también soy libre de burlarme.

Hablamos de cosas serias también. Tania se iba a cambiar de colegio. Camilo estaba en un retén de menores y cuando saldría tendría una orden de alejamiento hacia Tania y hacia mí. Me preocupaba que pensara en atacar a Violeta. Pero estaría ahí para impedírselo.

Siempre iba a estar ahí.

Por suerte, Luis había logrado verlo por ahí antes de que fuera enjuiciado propiamente, y parece que le dio una paliza.

― Ojalá se pudra.

― Yo también lo espero... Después de lo que te hizo.

― Vio, eso no importa.

― Importa...

― Lo que importa es que odiar a la misma gente nos une más -se rió. - ¿Cómo es que sabes que Luis golpeó a Camilo?

― Adivina quién me agregó al Facebook ayer.

― No lo aceptes.

Puso las manos en las caderas. Tenía unos pantalones morados y una camisa blanca de cuello ancho que le mostraba parcialmente los hombros. También tenía zarcillos largos. Ella nunca se ponía zarcillos así, y se veía muy bella.

― ¿Y por qué no? No puedes decirme qué hacer.

― Te voy a decir qué quiere. Luis quiere ver si tienes fotos en traje de baño, y tienes quince de ésas -Me iba a interrumpir, pero no la dejé-. Quiere saber si te interesa estar con él.

― Si está con Tania.

― ...y mandarte una fotogüevo.

― ¡Uber! ¡Asqueroso!

― Te hará pasar un mal rato. No lo agregues. Además...

― ¿Qué?

― No quiero que te diga lo que te digo yo. Porque no será verdad.

­― Pero... -se comenzó a poner roja.

― A menos que te diga que eres linda. Eso sí que es verdad.

La invité a sentarse conmigo en un pasillo ancho lleno de tiendas lujosas. Había una banca, un jardín pequeño alrededor con un arbusto pequeño lleno de flores.

Una pareja de ancianos miraba las corbatas exhibidas, y sonrieron al mirarnos.

― Qué bonito es el amor.

Iba a apretarle de la mano, pero esos viejos... Ninguna palabra me parecía lo suficientemente buena.

― ¿Uber? -apreté los labios un poco. - ¿Qué pasa?

― Qu-que... Eh... ¿Quieres chocolate?

Rió. Me pareció una risa burlona y algo cruel. Pero era imposible que me molestase.

Nos acercamos a una confitería donde hacían batidos y los adornaban con chocolates en forma de animales. Toda una mariquera, pues. Pero era algo lindo, tenía que admitirlo.

­― ¿Qué son estos?

― Explosión de bombón, se llama -dijo el cajero.

Ella se quedó mirando lo demás, y señaló varios.

― ¡Qué bonitos estos bombones!

― Bombón eres tú...

¿Había dicho eso en voz alta? Cristo. Golpeé la cabeza contra la pared, mientras Vio se burlaba.

― Quiero enterrar la cabeza y morirme aquí. Mátame.

― ¡No! Quiero mi chocolate primero.

― Sólo si después me matas.

Le compré tres. Y como recompensa, me dejó sostener su mano y caminar con ella así.

Le pedí que me diera el chocolate en la boca con la excusa de tener las manos ocupadas. Estaba desprevenida y lo hizo mecánicamente. Le sonreí cuando me di cuenta que eso le dio pena.

― ¡Uber!

― ¿Qué pasa? Cómete el tuyo... ¡Eh! Es rico.

Al probar el suyo, se le pasó. Realmente era bueno.

Pasamos por una terraza solitaria y llena de flores -¡naturales!-, Violeta se detuvo a tomar fotos. Y yo le tomé una foto a ella.

― ¡Qué bonitas!

Le tendí una libreta pequeña.

― ¿Qué es?

­― La lista.

― ¡En serio la-la hiciste!

― ¡Claro! ¿Pensabas que no?

― ¿La puedo leer ahora?

― No sé... Como tú quieras. Sí.

Dejé que la leyera en silencio. Se tapaba la boca, el rostro. Se limpió el ojo en una ocasión. Con cada reacción sentía cómo el corazón me latía con agresividad.

Después de que leyera sobre los poemas que me hacían pensar en ella, sobre el camino de lunares que quería recorrer y todo eso... Sentí que era muy fácil decirle que la quería.

― "No estés lejos de mí un sólo día, porque cómo, porque, no sé decírtelo, es largo el día" -leyó con timidez, y sonrió. -Neruda...

No me esperaba que leyera nada en voz alta. La tomé de la mano y ella me miró.

― Nunca te había visto así.

― ¿Cómo?

― Estás rojo.

No sé si lo estaba, pero sentí las mejillas calientes de repente.

― Cuando te llevé tu bolso tenías uno de él.

― ¿Un qué? Ah, mi libro de Neruda. ¡Qué acosador eres!

Me acerqué. Tal vez demasiado.

― Bueno, quería conocerte.

― Uber, dame... Espacio...

― Ha pasado mucho tiempo. No he ido rápido.

― Pero...

La tomé suavemente de los hombros. Tomé aire, y la miré a los ojos.

― Necesito saber. No quiero seguir haciendo esto si... Si no te hace sentir realmente nada bueno.

― Dios, Uber. Hazlo ya.

― ¿Eh?

― ¿Por qué quieres que te lo diga tan directo como lo haces tú?

― Porque no sé si... Es que eres un tesoro que no sé si puedo...

― Eso es una metáfora horrible. No soy un objeto, Uber...

― Lo siento es que...

― Eres algo estúpido.

Me besó en la mejilla y derribó todas mis defensas. Se veía igual de nerviosa que yo.

Solté sus hombros, busqué su mano, y nos acercamos centímetro a centímetro. El olor de su cabello comenzó a envolverme, la miré a los ojos, parecían un mar de miel. Sentí que me iba a sumergir en él.

Ella cerró los ojos. Apreté los míos.

El beso fue corto, torpe...

Busqué su barbilla con mis dedos. Descubrí que la mano me temblaba, y la volví a besar.

Cuando me di cuenta que ella me estaba besando a mí. Su mano había subido a mi hombro. Se había soltado de mi mano para acariciarme el pelo... y me rozó en la costra de la nuca.

― ¡Ah! ¡Au!

― ¡Lo siento!

Nos miramos, y la rodeé con los brazos. Me miró sorprendida.

― ¿Qué? ¿Quieres que te pida permiso, o algo?

Me pellizcó la mejilla.

― ¡Au!

― ¿No puedes ser más delicado?

― ¿No soy lo suficientemente delicado?

― Está bien... nunca habías sido tan delicado.

Le acaricié el cabello, mirándola embelesado. Rocé el zarcillo con el dedo.

― Te amo.

― ¿Me vas a decir bombón también?

― Violeta... Dímelo.

― Me... Me gustas.

La besé de nuevo, sosteniéndola con suavidad.

― Te... Quiero.

― No. Dímelo, Vio.

La apreté contra mí. Pude sentir su cintura, sus hombros pequeños. Cerró los ojos, pensando que la besaría de nuevo. Me quedé rozando su mejilla con mi nariz. El olor de sus cabellos me atontaba. Era tan suave.

― Dilo.

― Te amo también.

― ¿No se dice "también te amo"?

― ¿Ahora me vas a enseñar gramática cuando todos los años raspas castellano?

― ¡Ey! ¡No todos los años!

― Bueno. Te amo. -Me abrazó con fuerza. El corazón no podía latirme con más fuerza. Sentía que iba a estallar de felicidad- ¡Te amo mucho!

― ¿Por qué "mucho"? -me reí

― ¿Y si te callas y me dejas en paz?

Nos reímos, y la besé de nuevo.

Luego nos echaron de la terraza porque nos estábamos besando demasiado, y corrimos hacia otra terraza, para volvernos a besar.

Sentí que no había manera de que algo me lastimaría de nuevo, que Vio era todo lo que necesitaba para ser fuerte.

~

Editado el 8 de julio de 2018

¡En, que después del epílogo hay una sorpresa! Sígueme para tener un vistazo a una lista de curiosidades de personajes de esta historia.

Recuerda que si leíste esta historia en su versión anterior (antes de julio de 2018) y por algún motivo quisieras tener esa versión, puedes contactarme por mensaje privado y llegar a algún acuerdo. ¡Gracias por leer hasta aquí! ¡En serio, muchas gracias!

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