Capítulo Único
Disclaimer: los personajes de esta historia pertenecen a Masashi Kishimoto. Obra inspirada a fin de entretener y sin fines lucrativos.
"....." pensamientos
-.....- diálogos
●●●● cambio de escena
— Parece que ya maduraste Karin —
Esas fueron las palabras de Suigetsu luego de explicarle el porqué de conservar el cordón umbilical de la pequeña Sarada. Un recuerdo extraño, que podía prestarse a malentendidos, pero que para ella tenía un significado especial. Y no precisamente por Sasuke, sino por algo más complejo que hasta ahora se atrevía a plantearse a sí misma.
"Madurar" pensó una vez sola en el laboratorio, observando las memorias de aquel viaje donde Sakura había dado a luz lejos de su hogar.
¿Sería esa la palabra adecuada para describir el curso de sus acciones? ¿Madurar?. En realidad no lo tenía muy claro, pero sí estaba segura de una cosa, había sido la primera decisión no condicionada de toda su vida.
De pequeña, bajo el yugo de los Shinobi de Kusagakure quienes desgastaron a su querida madre hasta la muerte, había tenido que tomar su lugar, quedando lo suficientemente vulnerable para que utilizaran su cuerpo como desearan. Aún tenía el vívido recuerdo de dientes y lenguas, de cientos de hombres y mujeres, paseándose por su cuerpo. Como chupaban desesperados por sanar, como mordían hasta dejar marcas difíciles de quitar, como poco a poco se llevaban una parte de ella. Y no conformes con eso, la obligaron a participar de los exámenes Chūnin, donde lo conoció a él, su salvador.
Un joven apuesto, que se había topado con ella de casualidad, no dudó en rescatarla del pelinegro y regalarle una deslumbrante y seductora sonrisa. Gesto al que se aferraba en sus días más oscuros, cuando las sombras del pasado la visitaban y la soledad le arropaba. Pero no fue aquello lo que la hizo encapricharse con él, su chakra era la única razón, el cuál sólo podría describir con una palabra: adictivo. Era cálido, puro y sincero; cualidades a las que su niña interior se aferró por mucho tiempo.
Conoció su nombre más tarde cuando apareció su segundo perpetrador, Uchiha Sasuke, o así lo había llamado Orochimaru. Un hombre con gustos y pasatiempos extraños, acompañado de su fiel lambiscon. Habían sido su esperanza a una vida mejor, y en cierto sentido pudo conseguirla, pero no tuvo libertad de decisión. Fue utilizada para los fines de quien la había rescatado, ignorando por completo su voluntad.
Lo mismo se repetiría años después, cuando la objeto de su obsesión había aparecido nuevamente frente a ella, esta vez instándole a unirse a él para estar a su lado. Una excusa para volver a utilizarla como herramienta, a la que había accedido con tal de estar cerca, con tal de poder saciar su necesidad de él. Hasta que se volvió demente por completo, terminado por traicionarla y pisotear su vida como si no tuviera valor alguno. Devolviendo en ella sentimientos de inseguridad, miedo y desilusión. Mismas que esperaba sanar con una de sus sonrisas, esa que le dio de niños, la cual nunca llegó.
Había sido salvada entonces, una vez más, por Shinobis de la hoja. Quienes a pesar de ser gentiles, también controlaron sus movimientos y quisieron sacar de ella algún tipo de ventaja. Y no era para menos, después de todo acompañaba a un desertor que se había tornado peligroso. Así que cooperó con ellos, todo con tal de poder hacer algo por él, para traer de vuelta al viejo Sasuke sin arriesgar su supervivencia.
Luego de eso pudo reunirse con miembros del equipo Taka, por petición del mismo Sasuke, tomando participación en la guerra, donde fue obligada a salvar a la Quinta Hokage de la muerte. Más tarde, había vuelto junto a su autodenominado maestro, con el que se había quedado de forma definitiva, estar con él era mucho mejor que quedarse en Konoha. Pero al pasar los años su camino volvió a cruzarse con el del vengador, quien la instó a seguirle en un largo viaje, con tal de cumplir con una misión. Así que accedió sin tener más opción, ya que Orochimaru había dado el visto bueno, lo que no esperó fue verla a ella días después.
Con un corte más adulto, más alta y con una gran tripa. Aquella mujer, que por órdenes de su Sensei había salvado su vida tiempo atrás. Era sorprendente el hecho de que apareciera de la nada en medio de una misión, pero lo más impactante era su estado. Con un embarazo avanzado, dejar la seguridad de su aldea para ir tras Sasuke.
Dejando de lado la impresión de él siendo padre, ella no pudo evitar juzgar la situación, y preguntarse internamente si hubiera hecho lo mismo por él.
"No, en definitiva no" había pensado tan pronto la duda la asaltó. A pesar de su notable gusto por el pelinegro, no se atrevería a arriesgar todo de esa manera, más cuando días después las cosas se complicaron con el inminente parto.
Todo el curso de su vida había sido controlado, hasta ese justo momento, cuando decidió por cuenta propia ayudar a traer una vida. La hija que el hombre que amaba había tenido con otra mujer. Y a pesar de que parecía absurdo, para ella había sido uno de los momentos más reveladores en su vida. Tenía poder de decisión, podía trazar su propio camino; dejar todo atrás y evolucionar en sí misma, lejos de su pasado, lejos de su dolor y lejos de su obsesión.
No necesitaba odiar a esa mujer, a pesar de que tenía lo que ella una vez había anhelado. Tampoco necesitaba odiar a la pequeña, quien no era culpable de las acciones de sus padres y mucho menos de su situación. No debía odiarlo a él, quien; a pesar de haber permanecido a su lado, había traicionado su confianza y lealtad. Después de todo, se conformaba con verlo feliz.
Ahora podía estar unida a él mediante otro vínculo, uno menos dañino para su pobre corazón. Un vínculo de hermandad, uno lejos de las heridas que él le pudiera provocar. Un vínculo de camaradería incluso con la pelirosa, a la que había ayudado. Y un lazo especial con la pequeña Sarada, nombre que para ella habían escogido, a quien regaló parte de su sello personal y pudo ayudar a encontrar el camino hacia la verdad. Quizá eso le serviría para encontrar paz y calmar su crisis.
"¿Eso era madurar?" se preguntó ahora, en la soledad de la gran habitación. La verdad es que no estaba segura, pero lo cierto era que había notado un cambio en sí misma, algo que no sabía que podría pasar en una situación como esa.
Tomando aquel recuerdo, y mientras lo guardaba en el cajón, sonrió en paz. Al final las palabras de aquel estúpido no estaban del todo equivocadas. Con el tiempo había crecido, había cambiado, había madurado... y no podía estar más feliz.
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Me he sentido un poco impersonal estos días, ido de todo en verdad. Pero en el camino se me ocurrió esta idea. Un one-shot para uno de mis amores, otra más a la que Kishi le jugó sucio pero con buen trasfondo.
Independientemente de esto, en Boruto Karin ha crecido, y ver ese tipo de madurez en el arco de la familia Uchiha (Naruto Gaiden), me sorprendió y me dejó muy buen sabor de boca.
Así que aquí está, un poco de amor para una de mis pelirrojas 💜
Que lo disfruten.
Hasta entonces (✿◠‿◠)
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