Desequilibrio
Las noches eran frías, fingir sonrisas se había vuelto mi especialidad, mentir era mi segunda lengua, mirar sin transmitir nada... era otra historia.
La miel que desprendía aquella hermosa flor se había perdido por una extraña mezcla pegajosa, dándole paso a aquella flor venenosa que se consumió todo a su paso. Matando a aquella abeja embelesada.
Ese era el desequilibrio, dolor, tristeza y decepción, ya la ira no formaba parte de ello, sólo quedaban las nubes que oscurecían esas cuatro paredes con recuerdo y una vaga luz que entraba por la ventana, la esperanza de los días nuevos.
Días que seguían siendo grises por tu pérdida, amor mío.
Por esa venda caída de mis ojos y ese como si nada de tu parte, canalizando toda mi energía en no poder odiarte sino extrañarte.
Eras todo para mí.
¿Qué no era todo para ti?
¿Dónde quedó el futuro prometido?
Supongo que erramos, tú al prometer y yo al creérmelo.
Oh, cariño.
En verdad fuiste esa preciosa flor peligrosa en mi vida, absorbiste mi vida, con una mirada, me dejaste en la tormenta y lo asumí pensando que era mi culpa, cuando no era así, pero ahí seguía, manteniendo una incoherencia singular que me dejaba en la nada.
Esas cenizas que dejaste, las quise barrer con todas mis fuerzas, pero las lágrimas las mojaron y se quedaron.
Lo he dicho siempre, fue la misma mentira que desequilibró todo.
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