Capítulo 2:
La primera semana había pasado con éxito. No volví a hablar con el insoportable chico nuevo, volvía a estar con mis amigos y aún no habían empezado a mandar muchas cosas. Llegué el Lunes y como me había llevado Sam, llegué a tiempo.
- Alice, cada año estás más guapa - oí que decía una voz antes de que pudiera entrar al patio.
Me giré hacia esa voz y me topé con Jake.
- Hola, Jake - le saludé algo incómoda.
Al principio, cuando entró hacía tres años, había tratado de ser amable pero su comportamiento superficial había acabado con mi paciencia.
- Sé que lo dejaste con Ben a finales del curso pasado. Ahora ya no tienes excusa para rechazar una cita - dijo siguiéndome al interior del edificio.
La semana pasada había comenzado con su estrategia habitual de miradas provocadoras, saludos por los pasillos y algún que otro comentario.
- Sí que la tengo. No me interesa - le respondí acelerando el paso.
- Venga, guapa. Piénsatelo.
- Me lo pensaré si me dejas espacio - mentí.
- Me parece justo. Nos vemos luego - se despidió.
Respiré aliviada por su estupidez y fui a la clase. Algunas personas ya habían llegado y entre ellas estaba el chico nuevo que siempre era puntual. Me senté en mi sitio y esperé a mis amigos mientras leía un libro. Como no, la típica chica insoportable de clase comenzó a hablar con su estridente voz de modo que todos la escucharan pero fingiendo que no quería que la oyesen.
- No sé que verá Jake en esta rata de biblioteca - se burló Diane.
- Tal vez es porque yo sí sé leer - le respondí sin apartar la vista de mi libro.
Fingió no escuchar y continuó hablando con Tessa, su mejor amiga, para ignorar las risas.
- ¿Y has visto al nuevo? Sentándose en primera fila me huele a empollón y a lameculos. Harían buena pareja.
Levanté la vista hacia el nuevo que miraba su móvil sin inmutarse. Yo también la ignoré aunque hubo alguna que otra risa, entre ellas la de Jake que acaba de entrar en clase seguido de sus dos gorilas.
- Vendrá bien para encasquetarle todo el trabajo de grupo - añadió Jake.
- A día de hoy los grupos los seguimos haciendo nosotros y dudo que nadie se quiera poner contigo - dijo Noah.
Levanté la vista para ver a mi amigo con Helena del brazo.
- Porque tú lo digas - contestó como si tuviese cinco años.
Mis amigos se sentaron en su sitio y la situación se calmo. Jake y Diane conversaron sin hacer más comentarios inoportunos y el timbre no tardó en sonar.
Llegó por fin la hora de la comida y tras guardar mis cosas en el bolso me dirigí a la cafetería con mis amigos. A mitad de camino me di cuenta de que me había dejado el móvil y les pedí que me guardaran un sitio mientras volvía a por él. En clase no quedaba nadie a excepción de Alexander.
- ... segunda semana pero si no queda más remedio voy - le oí decir.
Me quedé escuchando a escondidas. Una parte de mí quería saber más acerca de él.
- Sí, sí. Me acuerdo. La operación es la semana que viene.
Parecía hablar de algún tema médico por teléfono.
- Estoy en casa en veinte minutos. ¿Vamos juntos desde ahí?
De nuevo silencio.
- Bien. Adiós.
Oí que recogía sus cosas y entré en clase sin mirarle intentando fingir inocencia. Cogí mi móvil y me detuve cundo oí mi nombre. Sorprendida le miré.
- Haz tu trabajo de delegada y avisa a lo profes de que no estaré en las claes de la tarde - dijo antes de salir por la puerta.
Sin saber como reaccionar le vi marchar y para cuando le seguí ya estaba bastante lejos. No tenía sentido gritarle nada y me arriesgaba a comentarios ofensivos por su parte. Suspiré y volví a la cafetería con mis amigos.
Como me había pedido, informé de su falta a los dos profesores de la tarde y les aseguré que traería un justificante en cuanto pudiese. Como no era muy abierto ni muy amable, no había podido pedirle su número y tampoco estaba en el grupo de clase por lo que no podría escribirle y recordarle lo del justificante. Con algo de suerte no haría falta y me evitaría respuestas cortantes por whatsapp. Realmente había algo en este chico que llamaba mi atención. No solo era su atractivo y el misterio que le envolvía, sino que a pesar de su actitud algo me hacía querer hablar con él. Y cuando respondía me quedaba siempre congelada. Había tenido que lidiar con muchos idiotas pero nunca me había quedado paralizada. No conseguí sacarme esas ideas de la cabeza y a la hora de la cena mi familia se dio cuenta. Era muy mala ocultando cosas y mintiendo.
- Cariño, ¿todo bien en clase? - preguntó mi madre.
- Sí, sí... - respondí vagamente.
- ¿Pero..? - preguntó mi hermano.
- Sammy, dale su tiempo - le dijo mi padre.
Sam bufó ante aquel apodo.
- Hay un chico nuevo - comencé a explicar.
La mirada de mis padres se iluminó. Especialmente la de mi madre.
- Dejad de mirarme así. No es eso - les regañé.
Mis palabras no tuvieron efecto así que tomé aire y seguí.
- Soy la delegada de clase así que el primer día fui a presentarme y decirle que si quería algo solo me lo pidiera. ¡Y el muy idiota se comportó como un capullo! - me quejé.
- ¿Se te olvidó ponerte mucho escote ese día, hermanita? - bromeó Sam.
- ¡Sam! - le regañó mamá.
- ¿Qué? Es la verdad. El otro día conocimos a unos de primero y cuando oyeron mi apellido me preguntaron si era el hermano de Alice. Los tres habían ido al insti y querían que les diera tu número. Imbéciles - explicó Sam.
- Mi caballero andante - respondí poniendo los ojos en blanco.
- Bueno, cielo, sigue contándonos lo del chico nuevo - me pidió mi madre.
- No hay mucho más que contar. Es solo que siempre es muy borde y me trata como si fuera tonta. Me tiene hasta las narices.
- Tu caballero andante puede ir a hacerle una visita - me ofreció Sam.
- No quiero empeorarlo, gracias - respondí sarcástica.
- No siempre todo el mundo va a responder a tu amabilidad con más amabilidad. Tal vez ese chico prefiere estar solo - me respondió mi madre.
- No te pongas a aplicarle terapia, por favor - le dije llevándome las manos a la cabeza.
Mi madre se rió y me consoló frotándome la espalda. Después de ayudarla a recoger la mesa, volví a mi cuarto y de camino me topé con Sam.
- Si quieres que averigüe alguna cosa de ese chico o que hable con él, solo pídelo.
- No, gracias. De momento voy a intentar que no me odie más - le respondí entrando en mi habitación.
- Como veas - dijo encogiéndose de hombros.
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