Capítulo 1:

- ¡Alice! ¡Date prisa o me voy sin ti! - oí que me gritaba mi hermano.
- ¡Voy! - respondí mientras terminaba de retocarme el rimel.
Cogí el bolso y metí el portátil a toda prisa antes de bajar las escaleras corriendo.
- Cielo, ¿no vas a desayunar el primer día? - me preguntó mi madre asomando por la puerta de la cocina.
- Si quiero llegar bien necesito que me lleve Sam.
- Si me vas a hacer llegar tarde no vuelvo a llevarte - se quejó desde la entrada.
- Toma un par de barritas - me dijo mi madre.
Las cogí a toda prisa y seguí a mi hermano hasta el coche aparcado fuera. Empezaba el tercer año de carrera y ya podía elegir entre horario de mañana o de tarde y como había elegido de mañana había días que le pillaba de paso dejarme en el insti. Yo empezaba el último curso antes de la universidad por lo que era un año bastante importante. Me subí al coche de Sam y en menos de 15 minutos estaba en la puerta del insti. ¡Si hubiera ido en bus habría tardado media hora como mínimo!
- Gracias - canturreé mientras me bajaba.
Miré la hora en el móvil. Aun quedaban 20 minutos para el inicio de las clases. Busqué el contacto de mi mejor amiga y la llamé.
- Alice, ¿estás ya? - me preguntó.
- Sí. Entrando por la puerta. ¿Vosotros?
- Mirando los tableros con las listas. Estamos en la misma clase, como siempre - me informó.
- Genial. Estoy ahí en un minuto - respondí justo antes de colgar.
Atravesé el patio y entré al edificio. En la enorme recepción había varios tableros con las listas de clase de cada curso. Vi a Helena en cuestión de segundos y cuando nuestras miradas se cruzaron corrimos hacia la otra hasta terminar en un estrepitoso abrazo.
- Pero si os visteis hace una semana - se quejó Noah.
- No te pongas celoso anda - dije dándole un abrazo también.
- No entiendo por qué armáis tanto alboroto.
- Estuvisteis tres semanas en Lesburg. ¡Eso es mucho tiempo! - le reclamé.
Noah se revolvió el flequillo rubio que le calló sobre los ojos del color de la miel. Como pareja contrastaba mucho con Helena que tenía la piel morena, el pelo castaño oscuro y los ojos café. Helena y yo nos conocíamos desde que entramos a la vez con 10 años. Noah ya llevaba un par de años por lo que tardamos más en conocerle ya que tenía otros amigos. Eramos inseparables y hasta nuestros padres se habían hecho amigos a lo largo de los años. El año pasado, después de lo que me pareció una eternidad, habían decidido ser sinceros y admitir que se gustaban por lo que habían comenzado con la que sería la relación más empalagosa que jamás presenciaría.
- ¿Qué tal el concierto? Vi los vídeos que mandasteis pero quiero detalles - les pregunté.
A finales de verano habían ido tres semanas a una ciudad cercana para asistir al concierto de Chesire Cat. Habían aprovechado para hacer muchos planes y entre ellos una noche era el concierto.
- Increíble. Fue asomobroso - me contestó Helena emocionada.
- No estuvo mal - añadió Noah entre dientes.
Helena le dio un codazo molesta. Chesire Cat era un cantante anónimo que había comenzado en el mundo de la música hacía dos años pero que había ganado su fama al sacar su primer álbum, 'Wonderland', hacía un año. Comenzó en Youtube llevando una sudadera con capucha que le ocultaba el rostro y a los pocos meses ya estaba en la mejor productora del país. Había querido mantener su identidad en secreto por lo que mantuvo como nombre Chesire Cat, el gato de Alicia en el país de las maravillas, y se ocultó tras una máscara negra con forma de gato que le tapaba la mitad del rostro. Aquello posiblemente le había dado un toque misterioso que atraía a montones de chicas. A pesar de no desvelar su identidad, compartía fotos y vídeos diariamente en redes sociales y se había vuelto realmente popular. De los tres, Helena era la que estaba realmente obsesionada. A mí me gustaba su música y seguía su trabajo pero poco más, y Noah... Bueno. Noah había admitido que su música no estaba "del todo mal" en varias ocasiones pero aún así no terminaba de apreciar al cantante. Claramente la razón era la misma por la que el 70% de fans que le escuchaban eran chicas. A pesar de no desvelar su rostro no tenía problemas a la hora posar sin camiseta para revistas o para sus perfiles y había que decir que estaba realmente bien. Su estilo, a veces algo extravagante e increiblemente variado, también daba de que hablar.
- No se quitó la sudadera en ningún momento. No puedes quejarte - le reprochó Helena.
- La llevaba desabrochada. ¡Sin camiseta! ¿Te imaginas que vengo mañana con una sudadera desabrochada sin camiseta? - respondió indignado.
- Tengo que apoyar su lógica - respondí.
- ¡Nooo! No me abandones - lloriqueó.
- Pero estoy a favor de que lo hiciera - añadí.
Helena gritó victoriosa mientras se lanzaba a mi cuello. Debido al peso inesperado me balanceé hacia atrás y choqué contra alguien.
- Perdón - me disculpé dándome la vuelta.
Un chico realmente alto me miró algo molesto y continuó su camino hacia el tablero.
- ¿Causando buena impresión al nuevo? - se mofó Noah.
- Idiota - le regañé dándole una colleja.
- Es verdad. Alexander Evans. Es raro que entre alguien nuevo en el último año.
- ¡Alice! - oí que me llamaba alguien.
Me giré y me encontré con Amelia, una compañera de clase.
- ¿Qué tal el verano?
- Genial. ¿Tú que tal?
- Muy bien. Helena, ¿fuiste al concierto de Chesire Cat?
- ¡Sí! Fue genial.
Como locas empezaron a hablar de lo maravillosa que era su música y... sus abdominales. Noah y yo nos miramos y suspiramos al mismo tiempo.
- Hasta yo tengo un límite - me quejé.
- Al menos no estoy solo - dijo rodeándome con su brazo.
- Hasta que empiecen a hablar de Killing Demons soy toda tuya - bromeé.
Mi banda de música favorita era un grupo clasificado como punk rock que llevaba haciendo música unos siete años. Eran realmente increíbles y el cantante principal no estaba nada mal.
- Al menos podría hablar de Rose - meditó Noah.
La bajista del grupo era la única componente femenina y causaba sensación entre los chicos como Chesire Cat lo hacía entre las chicas.
- ¿Habéis visto el número del aula? No quiero tener que sentarme delante - pregunté mirando la hora.
- Es verdad, empezamos en menos de diez minutos. ¡Helena! ¡Deja de babear por ese tío y vamos a clase!
- Tú eres el único tío por el que babeo, cariño - respondió dándole un beso en los labios.
En vista de que se alargaba les interrumpí con una tos forzada. Nos dirigimos a la clase donde el nuevo esperaba ya sentado en primera fila. Al parecer era un estudiante aplicado. Me fije más detenidamente en su aspecto. Primero analicé su ropa. Nada fuera de lo normal, un estilo de vaqueros y camiseta bastante típico. Llevaba una camisa vaquera también y unas deportivas algo desgastadas. Procedí entonces a analizar su físico. Como había comprobado era bastante alto y por la ropa no sabría decir su constitución exacta. No se le veía especialmente fuerte pero tampoco muy delgado. Tenía una mandíbula marcada y el rostro serio con la mirada plateada oculta tras unos mechones de pelo que caían sobre sus ojos. Tenía el cabello negro y lo llevaba despeinado aunque sin perder atractivo. Como evaluación general se podría decir que era bastante mono.
- Cogedme sitio - les pedí a mis amigos.
Asintieron y me siguieron con la mirada. Me acerqué a él.
- Hola. Soy Alice - me presenté con una sonrisa.
Levantó su vista del móvil y clavó sus ojos en los míos. El color gris era realmente intenso y me sentí algo intimidada. No respondió y volvió al móvil.
- Tu debes de ser Alexander. Si necesitas cualquier cosa solo tienes que decírmelo - añadí.
De nuevo me miró y esta vez parecía molesto.
- ¿Eres la hermanita de la caridad de la clase o que?
Me quedé petrificada en mi sitio. Su voz era realmente grave y con su tono despectivo había conseguido estremecerme y ponerme en alerta. Tardé en reaccionar pero obligué a mi boca a decir lo que pasaba por mi cabeza.
- No. Soy la delegada. ¿Y tú de que vas? Solo estaba siendo amable - contesté molesta.
Me miró impasible.
- ¿Acaso me ves necesitado de tu amabilidad?
De nuevo me quedé sin palabras. ¿Pero de donde había salido este tío? Incapaz de responder, perdí su atención que regresó al dichoso móvil. Me quedé congelada unos segundos hasta que fui capaz de reaccionar y dirigirme a la mesa que había detrás de mis amigos.
- ¿Pero qué mosca le ha picado? Que borde - me dijo Helena.
- No le hagas ni caso. Tú has cumplido con tu deber como delegada - me animó Noah.
Suspiré molesta pero dejé el tema de lado en cuanto entró el profesor. Dio la típica charla de inicio de curso en la que nos pedía que nos centráramos, nos recordaba la importancia de lo exámenes finales y de los exámenes de acceso a la universidad, recordaba que yo era la delegada por si necesitaban algo y nos explicaba como pensaba repartir la asignatura de Historia. Cuando terminó aún sobraba media hora de clase por lo que nos dejó charlar tranquilamente bajo su vigilancia. Me incliné hacia delante y escuché las historias del viaje a Lesburg que Helena me contaba emocionada.
- Señorita Barnes, me gustaría hablar contigo un momento - me llamó el profesor.
Me puse en pie y me dirigí a su mesa. Un escalofrío me recorrió la columna vertebral cuando vi al chico nuevo al lado del profe.
- Alice, este es Alexander. Sé que no hace falta pedírtelo pero ayúdale en todo lo que puedas - me pidió.
- Claro - respondí con una sonrisa.
- Siéntate con él y explícale un poco como funciona todo por aquí. Puedes aprovechar los diez minutos que quedan.
Con toda la fuerza de la que fui capaz asentí y seguí a Alexander hasta su sitio. Apreté los puños con fuerza intentando mentalizarme de la horrible experiencia que estaba a punto de vivir. Me senté a su lado y le miré.
- Tal vez deberías empezar a hablar - me dijo en un susurro.
- ¿Es que te interesa lo que tenga que decir?
- No.
Arqueé una ceja molesta. Era realmente directo.
- Vas a llamar su atención si no empiezas a hablar pronto - dijo señalando con la cabeza al profesor.
Suspiré y sin mirarle comencé a contarle cosas importantes que tal vez debería saber. Me detuvo cuando llegué a la parte de la asistencia obligatoria.
- ¿Tengo que entregar un justificante cada vez que falte? - preguntó molesto.
- ¿Planeas faltar mucho?
- No es de tu incumbencia.
- En realidad sí. Lo diré de otra forma. Si faltas poco con que tus padres firmen un justificante basta. Si vas a faltar con frecuencia es mejor que vengan a hablar con el director para informar de la situación y de esa manera no te contabilizaran las faltas. Hubo un chico hace un par de años que tenía un problema médico y se ausentaba con frec...
- Lo he pillado - me interrumpió.
Suspiré molesta.
- ¿Tanto te costaría ser amable?
- Sí.
- No vas a conseguir muchos amigos con esa actitud.
Se rió ante mi comentario lo que consiguió ponerme aún más nerviosa.
- No vengo aquí a hacer amigos.
- Solo era una recomendación. En muchas clases los profesores nos piden que trabajemos por parejas o en grupos.
- Genial - contestó mordaz.
Traté de explicarle algunas cosas más y en cuanto el timbre anunció el cambio de clase y el profesor se fue, volví a mi sitio sin decir nada más.
- Vaya suerte la tuya - me dijo Helena.
- Y que lo digas - bufé.

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