Especial


¡Es Halloween!

¿Dulce o . . . Uchiha

—Demonios desearía que mi traje me quedara la mitad de bien, de lo que te queda el tuyo, maldito— Naruto Uzumaki observaba el bien trabajado trasero de su novio, Sasuke.

El traje de cuero negro le quedaba de maravilla, como anillo al dedo. Y que dedo, por todos los demonios que salieran de sus tumbas esa noche especial, para hacer travesuras.

—No opino lo mismo, zorrito— el azabache relamió sus labios de forma lenta y provocadora. Si no se apuraban, llegarían tarde a la reunión que siempre hacían. Y la verdad es que a Naruto era lo que menos le apetecía.

No cuando en la habitación cercana, donde dormía su mejor amiga, estaba tan silenciosa, como si quisiera mantener el suspenso de su traje.

—Bueno, querido, ¿nos vamos ya a pasar una noche llena de pesadillas? — el rubio asintió, sus ojos azules brillando con toda la intensidad posible.

En otra habitación, Itachi Uchiha terminba de aplicarse su colonia. En la cama, Shisui lo miraba, aburrido.

—No entiendo el por qué tratas de disfrazarte de lo que ya eres, un millonario — el chico se fijó en el rostro de su primo, sonriendo de forma burlona —. ¿Planeas mantenerlo activado toda la noche? No creo que logres impresionarla demasiado— Itachi ladeó la cabeza.

— ¿Y crees que tu traje de Thor la sorprenderá? — cuestionó, desinteresado claramente en la respuesta de su familiar.

—No, pero mi martillo sí— y rió —. A diferencia de ti, que tratas de vestirte así para impresionarla— el cristal no emitió sonido alguno, mientras era delicadamente colocado en la mesa de madera. Itachi apreciaba demasiado ese perfume, como par desperdiciarlo en lanzarlo a su primo.

—Estás muy equivocado, si crees que hago eso. Planeo desvestirme para impresionarla, claro que tu no tendrás el mismo placer de observar sus ojos recorrer mi cuerpo— la expresión en el rostro de Shisui cambió de forma radical.

Itachi simplemente salió de la habitación.

* * *

Deslicé el labial de color rojo vino sobre mis labios, concluyendo así el maquillaje de una vez por todas. Había pasado toda la tarde tratando distintos tipos de looks, y el último había sido el definitivo.

Las botas de cuero complementaban perfectamente la capucha que traía puesta, bajo toda la tela negra que cubría perfectamente mi cuerpo, se encontraba una lencería de color blanco, tan fina que prácticamente me dejaba desnuda. Sentía el aire fresco recorrer mi mi piel al descubierto, provocándome de vez en cuando ciertos escalofríos placenteros.

Supongo que no se compararía a la forma en que temblaría bajo la intensa mirada que Itachi me daría, en cuanto descubriera mi pequeño juego.

Decidida, rebusqué entre mis cosas la pequeña caja de color rojo, que contenía en su interior mi perfume favorito pero que solo utilizaba en ocasiones especiales. Y esta era una de ellas. Quien sabe si entre las golosinas que me comería esta noche, estaría la apetecible paleta que llevaba tanto tiempo tentándome.

¿Dulce o Uchiha?

* * *

—Se está tardando demasiado, y el escenario no me está gustando nada, no con ella aquí— Sasuke mantenía la mirada seria en la chica que había estado rondando a Itachi desde que este había hecho su aparición. Naruto tenía razón, si cierta mujer no hacía su aparición, entonces la noche no saldría muy bien que digamos —. Tendré que hablar con el DJ, para que ponga una música que la inspire a ponerse esa tanga más rápido— el pelinegro no pudo evitar sonreír, mientras miraba al zorrito desaparecer entre las personas, y acercarse al encargado de la música.

Con mucha suerte pondrían alguna canción de perreo intenso, de ese que tanto le gustaba al trío locura, y por fin su amiga haría su aparición.

Vices. El pelinegro reconoció la canción de inmediato, y revolvió el whisky en su mano. Había escuchado la letra salir de los labios de la mejor amiga de su novio, y de él, en cierto modo, aunque no lo admitiera, una y mil veces.

Su presa se estaba tardando demasiado en aparecer, y el sake ya no era lo suficientemente atractivo para captar su atención, mucho menos la castaña que trataba de llamar su consideración una y otra vez, sin parar. La música había tomado un rumbo que le desagradaba, ¿Quién había puesto semejante pieza? Ya se encargaría de eso luego.

Estaba aburrido, por lo que extrajo un cigarrillo. La mujer a su lado se ofreció a encenderlo, y como no tenía muchas ganas de contradecirla, se lo permitió.

Justo mientras daba la primera calada y las manos indiscretas de la chica se habían aventurado a tocar su torso, las puertas de la fiesta se abrieron de par en par.

Botas de cuero, labios rojos vino, y una. . . ¿Bata negra?

Casi se le cae la mandíbula cuando extendió sus brazos en dirección al rubio, y él pudo captar la desnudez y luego. . . ligeramente el color blanco.

Su respiración se aceleró. Lencería blanca, su favorita. Su deseo carnal se estremeció entre sus piernas.

—Por Dios Itachi, solo han sido pequeños toques— ignoró por completo el comentario de la chica, mientras trataba de calmarse. De un solo trago terminó su bebida. El sake quemó su garganta, pero ni eso logró que apartara sus ojos de la recién llegada.

O que olvidara lo que había visto. Incluso Sasuke, que se encontraba emparejado con Naruto, sin planes de separación, se había quedado totalmente anonadado al verla, y por pura suerte él había llegado a ver la pieza completa. Que envidia le tenía a su hermano menor.

Y solo en cuestión de segundos, el perro de su primo ya se había acercado, exigiendo un abrazo igual. Para el deleite de Itachi, la petición fue rechazada.

Se levantó, debía de apreciar esa belleza de cerca.

* * *

—Por los mil demonios y las puertas al inframundo, estás preciosa, aunque creo que me gustaría verte menos formal, un traje de una sola pieza resulta bastante aburrido— Shisui deslizó su brazo por mis hombros.

—Gracias al cielo que no me lo puse para ti— respondí, sin siquiera mirarlo a los ojos —. ¿Y dime, Dios del trueno en dónde dejaste el Mjölnir? — Naruto emitió un quejido.

— ¿Cómo le haces para que suene tan fácil pronunciarlo? He tenido hasta que ponerlo en el traductor, para ver cómo lo decía, y repetir millones de veces— no pude evitar reír, amaba a mi amigo, aunque me debía una, después de la broma del juguetito.

¿O tal vez le debía una a él? De todas formas, no importaba ya.

Hablando del juguete, ¿Dónde se encontraba Itachi?

— ¿Puedo saber dónde está el anfitrión de la fiesta? Hay algunas cosas acerca de la decoración que me gustaría discutir en persona con él— la parejita presente palideció, mientras Shisui giraba mi cabeza en dirección. . .

A Itachi y la chica que se deleitaba acariciando su pecho y piernas.

Dejé de respirar, y de repente todo parecía tres veces más pequeño. Me sentí ridícula en mi lencería. . . Pero al diablo eso, no dejaría que la escena me dañara por la noche, por mucha impresión que me hubiera causado.

—Creo que está ocupado, ¿Qué tal si lo discutes conmigo en un lugar un poco más. . . apartado? — y señaló la salida del lugar, con la cabeza.

—Lo siento, tengo una fiesta por delante y quiero disfrutarla. ¿Naru? ¿Sabes si en las bebidas incluyeron Bloody Mary? — no era de las que pagaban con la misma moneda, aunque si se me apetecía, podía hacerlo, y hacerle vivir el mismo infierno.

Pero. . . ¿Importaba? Nosotros ciertamente no éramos nada, y él estaba en todo su derecho de estar con quien quisiera, así como lo estaba yo, y creo que me lo merecía.

—Claro que hay, sígueme hasta la barra— asentí, deshaciéndome del agarre de cierto Uchiha, y marchándome con el rubio —. Estás encantadora, una diosa. Y esa lencería blanca le da el toque especial— sonreí, mientras daba una vuelta —, tus botas están de miedo, me encantas— le guiñé un ojo, besando su mejilla.

—Tu también estás bien, zorrito. Me parece que hay cierto cazador que te caerá atrás esta noche— el Uzumaki se ruborizó, al tiempo que giraba el rostro para ver de reojo a su pareja.

—Quiero morderle el culo, es que. . . ¡Dios! ¡El cuero le queda tan bien! — solté una pequeña carcajada, las personas a nuestro alrededor se giraron a vernos, a medida que pasábamos. ¿Y podía culparlos? Soy una obra de arte, y ellos han sido bendecidos con poder verme en esta fiesta, les aplaudo su buen gusto.

—A decir verdad, si que se ve bien, te envidio— el brazo derecho de Naruto rodeó mi cuello, depositando un sonoro beso en mi cuello.

—Si conservara mi heterosexualidad, te juro por todo lo que vive, existe y se mueve, que estaría contigo, y sé que seríamos muy felices— enarqué una ceja, tomando su mano.

—Eso no está bien, tu no puedes ser hetero ni volviendo a nacer— afirmé, completamente segura de ello.

—Y es por eso que no estamos juntos, y es una pesadilla el tan solo pensar en dejar a Sasuke. Así que finjamos que te dí un anillo, pero ahora te pego los cuernos y estás bien con eso— volví a reír, negando varias veces con la cabeza.

— ¿No se supone que se los estarías pegando a Sasuke, en tal caso? — los ojos de mi querido mejor amigo, se abrieron de par en par.

— ¿Crees que a un Uchiha se le pega los cuernos? Chica, tus peores pesadillas, junto a eso, parecería un precioso sueño rejuvenecedor. Y el yo pegarle los cuernos a Sasuke es impensable así que tu aquí eres la extra— llevé una mano a mi pecho, haciéndome pasar por ofendida.

En realidad, todo lo contrario. Amaba la relación que esos dos tenían, jamás me cansaré de repetirlo.

Ya estando en el bar, me pedí mi bebida, y una vez me la entregaron, junto a Naruto nos mezclamos entre las personas y comenzamos a bailar al ritmo agitado de la música. Fue cuestión de segundos que Sasuke se nos uniera.

— ¡Estás muy uapo! — exclamé, causando que el pelinegro sonriera, las luces de distintos colores reflejándose en su rostro.

—Creo que le faltó la g a tu "guapo" y la e de "es mío, perra" — quise reír, pero unos brazos se deslizaron por mis caderas, aprisionándome contra un fuerte pecho. El aroma de su colonia costosa inundó mis fosas nasales, mareando todos mis sentidos, que hasta hace un segundo, estaban alerta.

Dios mío.

—Buenas noches— sus palmas abiertas me estremecieron nuevamente, y más aún, en cuanto me dí cuenta de que lo hacían para acariciar mi piel desnuda.

Pero Itachi se había ido a disfrutar su noche con alguien más, y por mucho que me gustara nuestro pequeño juego, yo solo jugaba con una persona, y quería que eso fuera recíproco, así que, con todo el pesar de mi alma, de escapé de esas manos, que tanto ansiaban disfrutar de mí. No le daría ese placer.

—Buenas noches, ¿no sabes que se toca la puerta antes de tratar de entrar? — cuestioné, mientras hacía gesto de limpiarme en dónde me tocó —, es de muy mal gusto que entren a tu casa personas que no son recibidas— remarqué mi última oración, dejando claras mis palabras, para aquel que pudiera leer entre líneas.

N. O. M. E. T. O. Q. U. E. S.

Y estoy segura de que él lo había entendido bien, dado el desconcierto en su rostro.

—No pensé que estuvieras buscando nueva compañía esta noche— agregó, después de unos interminables segundos.

—No lo sé, ¿la buscas tú? — Naruto se atragantó con mi bloody mary, y se giró para verme, con la boca abierta. Podía leer el mensaje claro en sus ojos "te has atrevido"

Pues sí, me he atrevido.

—Me gusta disfrutar de la compañía, siempre que sea agradable y- — rápidamente le corté.

—Y que tenga manos resbalosas, que pena que ni con mis cremas más caras las mías sean así. Si me disculpas, tengo una fiesta que disfrutar, y una lencería que presumir a los magnates presentes. Tal vez me ofrezcan un juego en el cual si valga la pena involucrarse— su mandíbula se endureció, y simplemente me giré.

¿Sólo tú puedes jugar, Itachi Uchiha? pues estás muy equivocado.

Para cuando el reloj marcó mucho más la media noche, yo estaba demasiado borracha como para contar los dedos de mis manos, o de mis pies. Para ser sincera, creo que todo el mundo lo estaba. La fiesta estaba en su punto, y la música estaba a tope.

Estaba balbuceando cosas sin sentido, mientras me retiraba las botas, sorpresivamente encontrando un chocolate en su envoltura. Lo había guardado después de enterarme que tenía alcohol, creo que hora sería un momento perfecto para comerlo.

—Creo que hay algunas cosas por discutir— yo conocía esa voz.

Y no me gustaba el tono que estaba utilizando.

Ni siquiera me giré para verlo, siendo honesta, no sé si podía. Estaba a ley de un paso de irme de boca contra el suelo, mi equilibrio estaba más pobre que el de una hoja que era llevada por el viento.

Pero de todas formas me las arregle para tirarme al suelo de un sentón, y retirar el calzado por completo. Revisé una, dos veces, pero no había otro chocolate, pero si la tarjeta de un empresario muy simpático, con el cual había compartido un trago o dos. Pero de todas formas no creo que le llamaría.

Me levanté con cierto esfuerzo, y caminé en dirección a mi habitación. Los ojos comenzaban a pesarme un poco, al igual que todo el cuerpo, supongo que comenzaba a estar fuera de forma, o me había convertido en el tipo de borracha, que lo que hace es quedarse completamente dormida, hasta el día siguiente.

—Te estoy hablando— continué ignorando al señorito, hasta que llegué a mi habitación y me recibió un calor abominable y asfixiante.

—Maldita sea, qué calor hace— gruñí, mientras me quitaba la tela negra que cubría mi cuerpo pegajoso, dado a todo lo que sudé mientras bailaba. Debería considerar darme un baño, antes de acostarme.

—No estoy para juegos, necesito que. . . — ah, me había olvidado del pequeño gran detalle llamado Itachi Uchiha. Pensé que se rendiría en cuanto le cerrara la puerta de la habitación en la cara.

— ¿Hmmm? ¿Qué necesitas? — me giré, para poder ver su cara. Bien podía estar casi desnuda, pero este hombre me hizo sentir que estaba viendo hasta mis miedos más profundos —. Habla o vete, no estoy de humor— creo entender que eso dije, más quién sabe lo que salió en realidad de mi boca.

—Mira, este. . . Ejem, lo que creas que exista entre la chica y yo, solo es cosa de tu imaginación— hice una mueca, antes de tratar de quitarme el sujetador.

—Que me importa tu vida, haces lo que tú quieras con ella, y yo no me voy a quejar, hermano— concluí.

Y luego una mano me agarró de la barbilla, arrancándome un gemido por la sorpresa, y me topé con unos ojos. . . ¿rojos?

—No me interesa tener a nadie más. Tú eres mi presa— su otra mano delineó mi cuerpo, y pude jurar que estallaría —, no sabes las ganas que tengo de hacerte cosas que no se pueden decir en voz alta, y tú vienes a tentarme con la lencería blanca y tus celos— su pulgar se abrió paso entre mis labios, para adentrarse y tocar mi lengua —. Pero estás borracha, y no me parece divertido que juguemos así. Pero ten por seguro que te castigaré por lo de esta noche, y no te gustará como quedarás, para entonces. Haré que grites hasta que no puedas hablar más, y ni se te ocurra pensar que caminarás, o saldrás de mi habitación. He tenido el tiempo suficiente para pensar en cómo, cuándo y dónde te quiero— extrajo su dedo de mi boca, adentrándose a la suya, saboreando mi saliva.

¿No podría saborearme la otra humedad, de casualidad?

—Quiero que te duermas sin sostén, puedes dejarte la tanga, es lo de menos— abrí la boca para protestar, pero su expresión seria, me dijo que lo mejor era seguir sus órdenes. Así que me metí en el baño, ni siquiera creo estar segura de que me retiré bien el maquillaje, o si me duché.

Lo único que sé, es que estaba en brazos de Itachi, semidesnuda, siendo cargada a su habitación. La cual estaba tan helada como siempre.

El suave colchón recibió mi espalda, y suspiré a gusto, dándole la espalda al aire acondicionado que amenazaba con congelarme el pecho denudo.

—Eres una chica muy mala, ¿lo sabías? — su voz ronca encendió una llama en mí, pero ya estaba muy cansada, y mis párpados comenzaba a cerrarse —. No te he dado la orden de que durmieras— sus fríos dedos invadieron la única tela que me cubría, y me estremecí, cuando acariciaron mi punto débil.

—Itachi— jadeé.

— ¿Qué dijiste? — el cinismo en su voz me colmaba la paciencia, pero sus dedos se estaban moviendo con tanta lentitud, como si me estuviera probando.

—No me toques— deslicé mi mano sobre la suya, tratando de apartarlo. Pero no tenía fuerzas.

—Tu cuerpo me está gritando todo lo contrario, estás deliciosamente húmeda— cerré los ojos y gemí, una, dos, tres veces —. Gime mi nombre, a menos que quieras que te siga tocando— era tan sencillo como pronunciar ese condenado nombre, pero se encontraba atrapado en mi garganta, sin la mayor intención de salir.

Y yo ya estaba cerca, muy cerca. Mi respiración comenzaba a entrecortarse, y mi corazón a acelerarse. Los labios del pelinegro molestaron uno de mis dotes superiores, amenazando con besarlo, jugar con él. Pero a fin de cuentas, solo estaba jugado.

Apreté las sábanas, en cuanto creí que mi liberación estaba por llegar, para que luego el maldito Uchiha parara todo lo que estaba haciendo.

Abrí los ojos molesta, él soltaba su cabello, mientras miraba los dedos que habían estado escondidos entre mis piernas.

—Que te quede claro que soy tu dueño, y nadie más puede hacerte sentir tanto placer como yo. No vuelvas a tratar de ignorarme— sonrió de lado, sus ojos tan rojos como la sangre —. Buenas noches, y feliz Halloween, cosita.



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