Capítulo 19.
—No es de mi boca que deberías escuchar esto, pero hay una reunión importante en un hotel reconocido, puede que vayas con nosotros— levanté la cabeza, golpeándola fuertemente contra la mesa, el sonido estrepitoso causó que Naruto hiciera una mueca, antes de reír—, pero buena estúpida, ¿se te olvida que estás debajo de la mesa? — retrocedí levemente, colocando una mano sobre la zona afectada.
—Maldita sea. . . tu no viste nada, idiota— el rubio asintió, como restándole importancia al asunto. Aunque yo estaba completamente segura de que se lo contaría a su amado, y luego tendría a la pareja de aves cantoras burlándose de mí, a mis espaldas —. ¿De qué se trata la reunión? Claro, si se puede saber— me senté nuevamente en la silla, creo que la misión de buscar la argolla que se me había caído, tendrá que esperar un poco más.
—Hasta donde tengo entendido, lo normal, drogas— claro, de todas formas no me sorprende.
—Bueno, si me toca ir y disfrutar de unos cuantos días en bikini bajo el sol ardiente, entonces no me quejo en lo absoluto— confesé, bebiendo un pequeño sorbo de mi café.
—Nos tomaremos varias piñas coladas, ya verás. Luego iremos a tu habitación para hacer una pelea de almohadas y tomarnos una botella de vino tras otra— enarqué una ceja, dejando la taza nuevamente sobre la mesa.
— ¿Y por qué no en tu habitación? ¿Por qué siempre soy yo la que tiene que sacrificarse y luego limpiar el desorden? — cuestioné, levemente molesta.
—Mi nido de amor con Sasuke es intocable. . . — ante la seriedad de mi mirada, al Uzumaki no le quedó de otra más que suspirar —. Bueno, es que Sasuke odia el desorden, y cuando está de mal humor me asusta un poco— ahogué una carcajada —, no te rías, perra, ¡es la verdad! — su codo chocó contra mi brazo, mientras yo seguía burlándome.
— ¿Tú? ¿Tienes miedo de Sasuke cuando está enojado? ¡Qué cosas! — exclamé, levantándome de la silla, con mi taza en mano —, de todas formas, si me toca ir con ustedes, creo que Itachi se encargará de avisar— y dicho esto, desaparecí del comedor.
Itachi no me contactó ese día, tampoco el siguiente. Ayude a Sasuke y Naruto con sus maletas, pero en ningún momento me llegó la invitación a mí. Ni siquiera sabía a ciencia cierta a cual hotel irían, pero yo era demasiado orgullosa como para ir a preguntar.
Muchas veces me agarré fuertemente la lengua, para no preguntarle a Shisui. Sabía que él me diría todo lo que necesitaba saber, pero, ¿entonces por qué no se acercaban él o el mismo Itachi para contarme? Para mí, eso significaba claramente que ellos preferían que ignorara por completo la información. No necesitaban que yo metiera mi nariz en sus asuntos, entonces yo no haría lo contrario.
—No lo entiendo, ya debería haberte dicho— murmuró Naruto, la noche anterior a su partida —, no quiero tener que tomarme las piñas coladas sin ti, estaré muy triste— acaricie su cabello, pues su cabeza se encontraba recostada en una de mis piernas, Sasuke dormitaba en la otra.
—Uy si, claro, estarás muy triste con Sasuke en un hotel, tomando piña colada en un lujoso jacuzzi— besé su frente —, tranquilo, estaré bien aquí. Me harán falta ustedes dos— acaricié con cariño el pecho de Sasuke, él sostuvo mi mano con cuidado, antes de acariciarla con su pulgar.
— ¿No podemos simplemente secuestrarte? — sonreí, negando.
A la mañana siguiente, estaba ayudando a los chicos a preparar su espacio en la camioneta, para el viaje, cuando Itachi y Shisui aparecieron, los dos serios.
—No pensé verte aquí— murmuró el primo de los hermanos Uchiha, mientras se acercaba a mí —, ¿no quieres ayudarme también? — le dí la espalda sin pensarlo dos veces, terminando de acomodar la manta para la pareja.
—Eso es todo chicos, nos vemos en un par de días— Naruto se acercó a mí, dándome una media luna mientras me abrazaba.
—Te llamaré todas las noches— prometió, mis ojos picaron un poco, mientras él me apretaba contra su cuerpo.
—Los extrañaré, a ambos— mis ojos dieron con los de Sasuke, el cual se inclinó para besar mi frente.
—Estaremos de vuelta cuando menos te lo esperes, hasta pronto— asentí, abrazando levemente a Sasuke, antes de alejarme.
Caminé en dirección a la puerta de entrada del lugar, cruzando hombro contra hombro, con el mayor de los hermanos Uchiha.
—Volveremos en menos de un mes, tranquila— sonreí burlona, y seguí caminando. Sus palabras me resbalaron.
Ni siquiera me giré para verlos cuando entré, ya me había despedido de las personas que eran más importantes para mí.
Tras su partida, el lugar quedó sumido en una especie de abandono. Naruto y Sasuke me hacían mucha falta, quién sabe qué estaríamos haciendo en este momento.
Comí y cené sola en mi habitación, a las diez de la noche recibí una solicitud de videollamada por parte de Naruto. Estaba metido en un jacuzzi junto a Sasuke.
—Llegamos hace unas horas ya, pero me quedé dormido y luego tuve algunos problemas de conexión con el internet, estos hombres aquí trabajan muy lento— Sasuke se giró, para ver a la pantalla, una copa de vino en su mano—, desearía que estuvieras aquí— sonreí melancólica.
—Yo también, pero no puedo hacer nada— me recosté, manteniendo mi cabeza apoyada sobre mi brazo flexionado.
—Búscate una película, vamos a verla entre los tres— Naruto siempre buscando una forma para levantarme los ánimos, cuando me encontraba deprimida.
—Creo que ha salido una nueva que les gustará, busca en la página que te envié por nuestro grupo— dijo Sasuke, mientras se acercaba más a Naruto. Asentí en respuesta.
Iba a buscar la página por nuestro grupo de WhatsApp, cuando la figura de Itachi cruzó por el fondo, alguien iba a su lado, pero no pude distinguir bien. Mi corazón se encogió, inmediatamente fruncí el ceño.
¿Por qué me ponía así? Itachi puede estar con quien quiera, creo que ya estaba clara con eso. El hombre es el sucesor a una de las mafias más grandes y peligrosas, no es sorprendente que tenga su propio harem de mujeres queriendo lamerle todo el cuerpo.
Abrí la página en el ordenador, busqué la película y dejé que se reprodujera. Podía escuchar la risa de Naruto en algunas escenas, pero yo estaba tan sumida en mis pensamientos, que ni siquiera les estaba prestando atención.
Una hora y diez minutos después, llegué a la conclusión de que no me molestaba que Itachi tuviera sus acompañantes, lo que me molestaba era pensar que yo formaba parte de ellas. Que en lugar de ser la principal, era otra más.
Y yo no podía ser la otra de nadie.
Me despedí de los chicos y abracé la almohada, todavía en algún lugar de mi mente, pensando en ese estúpido Uchiha. Cuando por fin me di cuenta de la venda que cubría mis ojos, y me permití escuchar a todas las emociones que giraban en un torbellino desenfrenado, en aquella zona de mi corazón que había cerrado hasta para mí misma, entendí todo, la claridad de la respuesta me golpeó con tanta fuerza, que ahogué un gemido por la sorpresa.
Comenzaba a tener sentimientos por Itachi, no solo atracción física, no, ahora me entendía que, poco a poco, él había comenzado a infiltrarse en mi corazón.
Y eso me aterraba.
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