Capítulo 18.



Mordí mi labio inferior, sin saber muy bien cómo proceder en esta situación. Los juguetes sexuales no me molestaban, ¿pero que Itachi estuviera viendo ese como si fuera la llave al paraíso? Lamentablemente lo que pasaba por esa cabeza terminaría siendo un martirio para mi. 

—Que maravilla, puedo conectarlo a mi celular— la caja giraba en sus manos, a medida que el iba leyendo las instrucciones, y yo estaba estática, mi pobre película viéndome la cara de estúpida. 

—Ha sido obra de Naruto, no creas que lo usaré— terminé por decir, cuando me di cuenta de que llevaba ya demasiado tiempo callada, tratando de asimilar toda esta situación.

— ¿Ah no? — asentí.

—Ni en tus más lindos sueños— volví la vista a mi portátil, a tiempo para ver al príncipe encontrarse con la Cenicienta, sonreí. 

Unos minutos más tarde, Itachi dejó el pequeño artefacto frente a mí. Enarqué una ceja confundida, ¿Qué acaso no había entendido que no usaría el santo vibrador? 

—No usaré ninguna maldita cosa, Uchiha— gruñí.

—Es una pena, pero yo no te he preguntado. Ponte el vibrador— remarcó con fuerza las últimas palabras, claramente no era una petición, sino una orden —, y procura que no deba repetirlo. De ser así, yo mismo te lo pondré y, créeme, no tengo problema con ello— tragué duro. 

—No quiero ponerme nada, y debes respetar mi decisión— intenté permanece lo más seria y firme posible, pero seamos honestos, ¿funciona eso contra Itachi Uchiha? ¡un hombre que en chasquido obtiene todo lo que desea! ¡Y pobre de aquel que lo desobedeciera! 

—Tienes dos opciones, o vas al baño y te lo pones, o yo mismo te arranco la ropa, Ambos sabemos que la segunda por muy tentativa que suene, no te conviene, ya que el vibrador no será lo único que te introduciré— llevé una mano a mi boca, ante aquella declaración —, así que de pie, y al baño— y en contra de mi voluntad, tuve que obedecer. 

Tomé el pequeño objeto y me adentré en mi baño, procurando cerrar con seguro antes de proceder a seguir sus órdenes. 

— ¿Y cómo estarás tan seguro de que me lo estoy poniendo? — cuestioné, mientras acomodaba el pequeño juguete en mi interior, y observaba la vergüenza en mi rostro, reflejada en el espejo. 

El gemido que se me escapó, fue la perfecta y clara respuesta a mi propia pregunta. Que todos los santos me ampararan. 

—Bueno, ahí tienes mi forma de saber si estás cumpliendo mis órdenes—  mis piernas temblaron levemente, aun cuando me encontraba apoyada del lavabo —,  sal de ahí, que quiero verte—  me armé de valor, con la frente en alto y la espalda recta, abrí la puerta y salí —. Oh linda, esos juegos no te sirven conmigo— deslizó su pulgar por la pantalla de su móvil y yo maldije, sintiendo las intensas vibraciones en mi interior. 

Itachi rió.

—Eres un desgraciado— murmuré 

—Me voy a divertir mucho con esto— dijo, mientras señalaba mi cama, la película todavía reproduciéndose, sin que nadie la viera —. Vamos, tu dulce filme nos espera— al ver que tardaba en moverme, la burla manchó su semblante serio —, oh disculpa ¿es demasiada vibración para ti? Mi error— y en lugar de bajarla, las aumentó. Tuve que arrodillarme, mientras gemía —, así está mejor— caminó hasta donde yo me encontraba y me levantó, prácticamente guiándome a la cama. 

Esa fue mi perdición. 

El suave toque de las sábanas contra mi piel, el nuevo juguete haciendo su trabajo, y el aire acondicionado, acompañando a dulzura de las donas con el vino, simplemente pudo conmigo. 

Me olvidé de la película, mientras apretaba con fuerza la cobija y cerraba los ojos, conteniendo lo mejor posible los suspiros y gemidos que amenazaban con inundar todo mi cuarto. 

—Me estás quitando mi diversión— el azabache estaba notoriamente molesto, se había recostado a mi lado, con su celular en las manos. Desde mi placer pude abrir levemente los ojos, y ver que se encontraba un poco más arriba del nivel medio, ¿Qué tanto podría vibrar una cosa tan pequeña? 

—Itachi, por favor déjame— murmuré.

— ¿Qué te bese? Todavía no— apreté las piernas, comenzando a sentir la humedad, y la urgencia de satisfacerme yo misma. 

— ¡Itachi! — rogué.

—Bien, quizá solo uno— y sus labios se encontraron con los míos. 

Su mano delineó el contorno de mi cuerpo, hasta llegar a mis caderas, en las cuales hizo un poco de presión. 

Los labios de Itachi eran pura gloria, y el maldito besaba tan bien, que por un momento pensé que me derretiría ahí mismo, fundiéndome con él. Mi mente estaba en las nubes, y estaba plenamente consciente de que mi cuerpo comenzaba a reaccionar ante cada estímulo y roce. Prácticamente rogaba por la atención de este hombre. 

—El vino sabe mil veces mejor, si viene de esa boquita tuya— murmuró. Con tan solo unos milímetros entre nosotros, impidiendo que nos entreguemos nuevamente al placer carnal. 

Lo vi tocar unas últimas veces su teléfono inteligente, antes de que se deshiciera de él y apagara las luces. Yo prácticamente temblaba por el placer, y a este punto me era imposible contener todos aquellos sonidos que demostraban lo bien que me la estaba pasando. 

Una vez el ambiente hubiera cambiado a uno más erótico, Itachi me sostuvo entre sus fuertes brazos, su pecho contra el mío, y una de mis piernas en su cadera, sus labios estaban perdidos en algún lugar de mi cuello.

  —Huele muy bien, ¿no lo crees? — tiré de su cabello en respuesta, y el rió. En mi habitación se podía percibir claramente un solo aroma, el que desprendía cierta zona íntima —, tengo muchas ganas de comerte, pero todavía no es el momento— dejé de escucharlo, al sentir que simplemente encontraba mi liberación. 

Chillé, apretando su brazo derecho con fuerza. Tenía la boca seca y estaba jadeando, sudada, aún cuando hacía frio. Todavía respiraba con irregularidad, cuando me giré a verlo, nuevamente tenía los ojos de color rojo, y resaltaban en medio de la oscuridad. 

—Detenlo. . . por favor— pedí. 

—Shhh, solo abandónate al placer— su boca rozó mi oreja, y me narró todas las cosas obscenas que me haría una vez que fuera totalmente suya. Extrajo de mi interior el vibrador como si lo molestara, y adentró sus dedos. 

Y en medio de la noche Itachi me llevó al paraíso varias veces con tan solo sus dedos y besos ardientes, que me hacían vibrar más que un pequeño juguete sexual. 

A la mañana siguiente, cuando desperté, todavía estábamos abrazados. No quería que ese momento terminara, y caché a mi compañero fingir estar dormido, debido a lo mismo. 

Pero en algún momento debíamos de levantarnos. Y casi le rogué que se quedara, cuando le vi atravesar la puerta, después de un tierno beso de buenos días, y un guiño para conmemorar la caliente noche. 

En el desayuno Naruto estaba radiante, Sasuke por igual. Y tengo la ligera sospecha de que yo no estaba lejos de estar igual que ellos. No cuando los ojos de Naruto brillaron al verme. 

—Bueno, ahora debes contarme todo lo que aconteció— murmuró mi rubio, mientras me sentaba a su lado. Sasuke se inclinó en nuestra dirección, y yo no pude evitar reír. 

—Lo primero que tengo que decirte, es que eres un hijo de puta— empecé. 

—No ofendas a Kushina— contraatacó Sasuke, dejándome con la boca abierta —, la madre de Naruto me cae bien, no puedo evitarlo— argumentó. 

—Déjalo, solo quiere ganar más puntos con la suegra— el Uzumaki estaba empeñado en escuchar todo lo que había pasado anoche, y yo me sentía particularmente generosa. 

—Bueno, suerte con tu suegra Sasuke. . . Y por mucho que quiera ahorcarte, Naruto, debo darte las gracias. . . Nunca un par de dedos me habían causado tanto placer— la pareja compartió una mirada de confusión, antes de volver a centrar su atención en mí. 

—Me estás diciendo, ¡¿Qué no hubo coito?! — asentí, la desilusión de Naruto fue brutal —. Nunca me había sentido tan decepcionado de Itachi, como en este momento— llevó una mano a su mejilla y observó el techo. 

—Si te consuela saberlo, mi hermano con sus amantes suele ser rápido. Tiene la vista fija en una chica, la lleva a su cama, y termina el acto lo más rápido que pueda, a veces ni siquiera consigue su propia liberación. Si se está tomando tanto trabajo y molestia contigo, es debido a que le llamas verdaderamente la atención, desea probarte y tentarte todo lo que pueda— la sangre me subió a las mejillas, y realicé un movimiento con la mano, restándole importancia al asunto. 

Pero ya había asimilado demasiado bien esas palabras, por lo menos para mi propio bien. 

—Bueno, háblenme de ustedes. ¿Consiguieron liberar un poco los niños? — el Uchiha rió de forma grave, mientras que Naruto me guiñó un ojo, con una sonrisa pícara. 

—Créeme que si hubieras estado en mi lugar, no me sorprendería que anunciaras estar embarazada en cuestión de días— alcé las cejas, mientras le daba un sorbo a mi jugo de uva. 

—Estás potente Sasuke— ronroneé. 

— ¿Cuándo no lo he estado? — Naruto prácticamente se atragantó con los fideos instantáneos. 

—Diablos mi amor— su pequeño apodo me otorgó quinientos años más de vida. Estos dos eran una ternura.


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