6- Vóley & Waterpolo
—¡Esa chica no es humana! —Dominique señaló a la capitana del equipo de vóley, al tiempo que le robaba a Rose la botella de agua y se la vaciaba encima para refrescarse, provocando varios silbidos por parte de los chicos presentes en las gradas.
Rose, tirada en el césped de la pista, al igual que todas las demás estudiantes que acaban de hacer la prueba para el equipo, no pudo más que darle la razón a su prima. Esa Nealie Fletcher las había llevado hasta el límite; incluso la inagotable Dominique estaba exhausta.
—Yo llegué a pensar que la había mordido un vampiro. En mi vida la he visto cansada —dijo una divertida voz a sus espaldas.
Las dos Weasley se giraron, encontrándose con una de las estudiantes a las que se habían tenido que enfrentar durante la prueba. La sonrisa perfecta, el tono impecablemente moreno de la piel, y la dorada melena algo aclarada por el sol, no dejaban lugar a dudas de que se trataba de una chica de California.
»Soy Taylor Van Der Veek, subcapitana —se presentó—. Podéis estar orgullosas, habéis impresionado a Nea. Estáis dentro.
—¡Toma ya! —Rose chocó el puño con su prima y le guiñó un ojo. Había pocas cosas que la emocionasen tanto como una victoria deportiva.
—Ya les has dado la noticia —Nea Fletcher, la capitana, se acercó a ellas, acompañada de otra chica rubia vestida con el uniforme del equipo.
Taylor asintió:
—Yo ya les he dicho que están dentro, así que te toca a ti decírselo a las que se quedan fuera —señaló pasando un brazo por el hombro de su amiga.
Nealie alzó los ojos al cielo.
—Te odio —mintió, burlona, apartándose de ellas para acercarse a las chicas que todavía esperaban una resolución.
—¡No te hagas la dura Nea, sabes que me amas! —le gritó una divertida Taylor.
—Acabáis de presenciar uno de los muchos momentos de amor no correspondido entre Tay y Nea —intervino la otra chica del equipo, dirigiéndose a Rose y Dom.
—Esta enana es Susan Mendler. Está en décimo, pero da tanta caña como las demás—la presentó Taylor—. Y ahora mismo está celosa —añadió guiñándole un ojo a la rubia menor.
—No estoy celosa —La aludida frunció el ceño—. El único que se cela de tus arrebatos románticos hacia nosotras, es Edward.
—¿Quién es Edward? —preguntó Dominique, que pocas veces se quedaba callada ante la mención de un nombre masculino.
—El chico de Tay —contestó Susan, espontánea—. Forma parte del equipo de fútbol, y está jodidamente bueno.
Taylor no repuso nada. Las nuevas le caían bien, pero nunca estaba de más que supieran que Edward Hastings era suyo, pese a que en ese momento no estuvieran saliendo oficialmente.
—Dom tiene cierta debilidad por los tíos buenos, mantenla alejada de él —bromeó Rose.
Las dos rubias californianas rieron divertidas.
—Ni que tú fueras una santurrona, Rosie —Dominique le sacó la lengua a su prima, y volvió a mirar a sus nuevas compañeras de equipo—. No te preocupes, soy totalmente respetuosa con los chicos comprometidos —explicó, llevándose una mano al pecho.
—Eso tengo que reconocérselo —coincidió Rose, devolviéndole el gesto divertido a la rubia pecosa.
—Además, ya me he fijado en otro futbolista: Robert McClain, ¿lo conocéis? —volvió a intervenir Dom.
—Es mi mejor amigo —respondió enseguida Taylor Van Der Veek, orgullosa.
Tanto Edward como Robert eran sus chicos, sin embargo, su relación era muy diferente con los dos; mientras que con Edward todo era tensión sexual, tiras y afloja, drama, y coqueteo... Robb era como su hermano, nunca lo vería en términos románticos.
—Entonces, sabrás si está disponible —Los ojos de Dominique se iluminaron.
—Completamente libre —contestó Taylor.
—Dom, le dijiste a Roxie que no te meterías con McClain —le recordó Rose a su prima.
—¡Mierda! ¡es cierto! —La semiveela se dio una palmada en la frente, para luego volver a mirar a las californianas—. Olvidad todo lo que he dicho —resopló, sacándoles una carcajada a las chicas.
—Aún no conocéis a Marlene —dijo de repente Susan. Se dio la vuelta y miró hacia las gradas, donde la susodicha conversaba tranquilamente con un chico—. ¡Ey, Marls! ¡ven aquí! —gritó alzando los brazos para llamar la atención de su compañera.
La chica enseguida atendió a la llamada de Susan y se acercó a ellas.
—Perdón por no venir a presentarme antes, Mason me estaba haciendo unas preguntas sobre el equipo, para el artículo del periódico escolar —se excusó—. Soy Marlene Dawson —añadió con una sonrisa adorable.
—Ya tendrás tiempo de hablar con Mason después, Marls. Estáis todo el día pegados —rio Taylor.
La chica se sonrojó ligeramente al tiempo que se colocaba un mechón de cabello azabache tras la oreja.
—Genial, ya nos conocemos todas —intervino Nea volviendo con ellas—. Entonces nos vemos el lunes para el primer entrenamiento. Tenéis mucho potencial, pero todavía tenemos cosa que pulir —agregó dirigiéndose a las Weasley.
—Claro sargento —se burló Taylor—. Pero antes iremos a la fiesta de esta noche ¿verdad? —añadió, esperanzada.
—No insistas, Tay, sabes que eres la única de nosotras que va a ir —dijo Susan rodando los ojos—. A mí no me dejan ir, a Marls no le van esas fiestas, y Nea no traga a las animadoras.
—A mí tampoco me caen bien Zoey Queen y su grupito, pero una fiesta es una fiesta —contestó Taylor haciendo un puchero, aunque no insistió. Nealie no era de las que cambiaban de opinión, además casi seguro que ya tendría plan con Kayley Gorrovich y Charlotte Graham—. Vosotras sí iréis ¿a qué sí? —añadió mirando a las inglesas—. Estaría genial ver a alguien guay por ahí... aparte de Robb y Ed, claro.
—Nunca decimos que no a una fiesta —respondió Rose.
—Eso está hecho —confirmó Dominique, ansiosa—. ¿Dónde es?
—En la casa de la playa de Emma Matthews. He oído que estáis con Liber Blanchard, así que no os preocupéis, ella sabe dónde queda —contestó Taylor—. Antes de irse a Gran Bretaña solía andar con el grupo de Queen, o el de Hansen... No se perdían una fiesta.
—No seas cotilla, Tay —la reprendió Nea.
—¡Pero seguro que ya lo saben!, son sus amigas —se excusó la aludida.
Dominique y Rose intercambiaron otra mirada cómplice. Conocían a Liber desde los doce años, la querían con locura y la consideraban parte de su familia, sin embargo, en apenas un día en el ECA, ya se habían percatado de que había ciertos aspectos de la vida de su mejor amiga que no conocían tanto como habían creído hasta entonces.
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Scorpius Malfoy pasó de la toalla, y sacudió la cabeza, permitiendo que los rayos del sol de Malibú fueran los encargados de secar las gotas de agua que todavía resbalaban desde su cabello empapado hasta su torso desnudo.
«Nunca está de más lucirse un poco», pensó.
En un rápido vistazo ya había pillado a cuatro animadoras que lo miraban desfachadamente... tanto a él como a Albus. Entre estas, reconoció a dos de las chicas que Liber había presentado esa mañana. No dudó un instante antes de guiñarle un ojo a la morena (Cassidy, según recordaba) que, en cuanto se vio descubierta, apartó la vista de los dos británicos, y le susurró algo a la pelirroja que estaba a su lado.
Scorpius esbozó una mueca cargada de sorna.
—Lo del waterpolo ha sido buena idea —dijo en voz alta, arrancándole una sonrisa de medio lado a su mejor amigo.
—Todavía no sabemos si nos van a coger —señaló Albus. Tenía la toalla colgada del cuello y, al igual que todos los chicos que rodeaban la piscina, solo vestía el reglamentario bañador negro y rojo del ECA, por lo que su pecho, perfectamente torneado, ya había arrancado más de un suspiro entre las espectadoras de la prueba.
—¿Dónde te has dejado el optimismo Potter, Al? —Scorpius le dio un puñetazo en el brazo—. Louis ya se ha ganado al capitán, y estoy seguro de que como no nos cojan, esas animadoras montarán una manifestación. ¿Has visto cómo te mira la pelirroja?
Albus echó un vistazo a las gradas.
—Está bastante bien —reconoció, divertido—. ¿Por qué no habrá animadoras en Hogwarts?
Scorpius se encogió de hombros.
—Quién sabe, igual cuando volvamos, Liber y las chicas se animan a formar un equipo —sonrió—. ¿Te imaginas a Rose bailando en medio del campo de quidditch?
El menor de los Potter lo miró burlón
—Y luego dices que no te mola mi prima.
Scorpius bufó y le lanzó la toalla mojada a su amigo, que la esquivó en medio de una carcajada. Era automático, bastaba con mencionar a Rose, y el menor de los Malfoy enseguida actuaba como un crío de cinco años. Aunque había que reconocer que Rose no se quedaba atrás. Albus, Liber, y Agatha habían gastado buena parte de su estadía en Hogwarts mediando entre ambos.
Desde el banco de los locales, Jasper Hansen apartó la vista de los alborotadores ingleses para mirar un segundo a Nick, que, por petición suya, hablaba con Beverly a unos pocos pasos de distancia.
—¿Todavía te lo estás pensando? —le preguntó Luke Anderson, al tiempo que se pasaba una camiseta por la cabeza.
—Louis está dentro, es bueno —contestó Jasper—. Pero esos dos no me agradan —Miró de nuevo a Albus y Scorpius.
—También son buenos —Luke enarcó una ceja—. No te gustan porque esta mañana has visto que son muy cercanos a Liber.
El capitán de waterpolo se limitó a encogerse de hombros. Era cierto, para qué negarlo.
—Ya he hablado con Beverly —Nicholas se dejó caer en el banco, al lado de Jasper—. Está hecha una furia —añadió, ufano, viendo como la rubia se alejaba de la piscina, seguida de Cassidy, Safary y Kendall.
—Eso quiere decir que Liber ha recuperado su puesto en las animadoras —concluyó Luke, divertido.
Nick asintió:
—Y también una de sus amigas inglesas, Agatha Malfoy —añadió.
—Sabía que lo conseguiría, siempre fue de las mejores —Jasper se puso en pie, sin disimular el orgullo que sentía por su antigua mejor amiga.
—Y eso jode enormemente a Beverly —dijo Luke—. ¿Qué vas a hacer ahora? —Miró a su mejor amigo, que parecía mucho más contento que un minuto atrás.
Nicholas se adelantó:
—Si lo que quieres es volver a ganar puntos con la chica Blanchard, no deberías dejar fuera del equipo a sus mejores amigos.
—Nick tiene razón —intervino Luke—. Vas a tener que esforzarte la leche para que Lib deje de verte como un gilipollas. Si dejas entrar a Potter y Malfoy, igual hasta piensa que has madurado —agregó divertido.
Jasper frunció el ceño y se cruzó de brazos.
—Liber no me ve como un gilipollas —repuso, antes de dejar escapar un suspiro apenas perceptible—. Pero tenéis razón. Están dentro —aceptó.
Se llevó el silbato que le colgaba del cuello a los labios. Sopló con fuerza, captando la atención de todos los chicos que alborotaban alrededor de la piscina.
»¡Weasley, Potter y Malfoy aquí! Los demás podéis marcharos —ordenó—. ¿Dónde coño se ha metido Holden? —añadió.
—Con Violet, para no variar —se mofó Luke, señalando al restante miembro del equipo que, todavía en bañador, charlaba junto al césped con una chica bajita y de llamativa melena rubia—. ¿Soy el único que piensa que lo suyo es muy raro?
—¿El qué?, ¿qué viva solo, con su mejor amiga, y que no se la haya follado todavía? —Jasper esbozó una sonrisa torcida.
—No todos se follan a sus mejores amigas, Hansen —dijo Nick.
Un brillo gélido cruzó los ojos azules del capitán.
—Aposté por ti cuando llegaste aquí, te dejé entrar en el grupo, y gracias a mí eres de los más solicitados del Emerald. Ya ves que puedo ser muy generoso con mis amigos, Gallaher, así que no cruces la línea si quieres que te siga considerando como tal —Jasper pronunció el breve discurso sin modificar un ápice su expresión.
Nicholas alzó las manos al frente en señal de paz. No le interesaba enemistarse con el capitán del equipo de Waterpolo.
—Voy a buscar a Holden —se limitó a decir.
Scorpius, Albus y Louis se cruzaron con el chico cuando se acercaron a Jasper y Luke
—¿Entonces, estamos en el equipo? —preguntó Louis metiéndose las manos en los bolsillos del pantalón del chándal.
Jasper asintió y le pasó un brazo por el hombro al rubio.
—Podéis consideraros afortunados, cualquiera mataría por estar en mi equipo —dijo, sin el más mínimo rastro de ironía—. Por cierto, os quiero a los tres en la fiesta de esta noche.
—Todavía no les has dicho los horarios de entrenamientos y ya les estás dando órdenes —intervino un irónico Sebastian Holden, que acababa de unirse a los chicos, junto con Nick.
Albus y Scorpius se giraron hacia el recién llegado. Sabían que pertenecía al equipo de waterpolo porque lo habían visto con Jasper, Luke, y Nicholas durante la prueba, no obstante, en cuanto esta había terminado, el chico se había pirado. A diferencia del resto de jugadores, Holden no parecía partidario de adorar a Jasper y a los otros dos como a sus dioses. Estaba claro que entre ese tal Sebastian, y los tres mosqueteros de turno, no había buen rollo.
—Me alegra que te dignes a honrarnos con tu presencia, Holden —comentó Jasper, sarcástico.
—Encárgate de explicarle todo a Potter y Malfoy —le pidió Luke.
—Os vemos esta noche en la casa de Beverly —terminó Jasper mirando a los dos ingleses—. Louis, vente con nosotros, te enseñaremos los vestuarios.
El rubio se dejó llevar por Jasper, Luke y Nick, más que nada porque el capitán todavía no lo había soltado, mientras que Albus y Scorpius se quedaron con Sebastian, que sonrió divertido ante las expresiones anonadas de los nuevos.
—Tranquilos, no creo que sea personal, Jasper tiende a escoger a sus favoritos en función del corte de pelo —comentó—. Podéis llamarme Bastian, o Bast, lo que sea menos Sebastian —añadió.
Albus estrechó la mano del chico, a la vez que Scorpius se encogía de hombros
—Louis tiene un buen corte de pelo, hay que reconocerlo —aceptó el menor de los Malfoy.
Los tres soltaron una carcajada. No necesitaron muchas más palabras para percatarse de que se llevarían bien; para Bastian supuso un alivio que en el equipo entrase alguien que no se dedicase a adular a Jasper como si le fuera la vida en ello... Amaba el waterpolo, pero la mayor parte de los jugadores eran unos completos idiotas.
Fueron interrumpidos por la llegada de la chica que había estado hablando con Sebastian minutos antes.
—Hola —Sonrió—. Sois los británicos ¿verdad?, familiares de Harry Potter y los héroes de la guerra en Europa ¡Todo el instituto está deseando saber de vosotros! ¿Me concederíais una entrevista para el periódico escolar?
—Violet, dales un respiro —Bastian revolvió los rizos rubios de su amiga—. Perdonadla, no suele ser tan efusiva, pero cuando se trata del periódico, o de un cotilleo, no hay quien la pare —añadió socarrón.
—Puedo hablar por mí misma —Violet, riendo, apartó la mano del chico de su cabeza—. Y me estás dejando quedar como una chismosa, Bast —añadió, empujando ligeramente a su amigo, que se encogió de hombros.
—Es que eres una chismosa Hampton —contestó él, en tono jocoso.
—No te preocupes preciosa —Scorpius pasó un brazo alrededor de los hombros de la chica—. Yo te concedo las entrevistas que haga falta, y si es necesario que pasemos tiempo a solas, haré un hueco en mi agenda.
La rubia no pudo evitar sonrojarse, ante el acercamiento de semejante bombón.
—Puedes empezar por escribir un titular avisando a las chicas californianas de que se cuiden de Scorp —añadió Albus guiñándole un ojo.
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