17- El Consejo

Facción muggle

Barbara Hansen (madre de Jasper y Mackena)

Alarick Graham (padre de Charlotte)

Reyna McClain (madre de Robert)

Xavier Vega (abuelo de Liber y Chris)

Facción mágica

Lesley Anderson (madre de Luke)

Mikolas Gorrovich (padre de Kayley)

Henry Queen (padre de Zoey)

Anthony Blanchard (padre de Liber y Chris)

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Tras escanear la palma de la mano de Anthony Blanchard, el lector de huellas digital activó la apertura de las puertas de acceso al décimo nivel de la sede de Blanchard's security.

―Buenos días, señor Blanchard ―Una elegante mujer vestida con traje de oficina le salió al paso en cuanto cruzó el umbral. Llevaba una agenda electrónica en una mano y su varita mágica en la otra.

―Buenos días, Emily ―contestó el auror abriendo la puerta de su despacho, y pasando al interior, seguido de su secretaria―. ¿Alguna noticia de Harry y Ronald desde Los Ángeles?

La mujer negó con la cabeza.

―Todavía nada en claro, señor, siguen investigando ―contestó.

―¿Y del segundo equipo?

―Ya se está coordinado con nuestra sede en LA. Teddy Lupin acaba de informar hace veinte minutos ―señaló la secretaria.

―Muy bien ―Anthony asintió al tiempo que se llevaba una mano al cuello para aflojar el nudo de la corbata―. Dile a Chris que venga a mi despacho, por favor, necesito hablar con él antes de la reunión del Consejo.

La mujer se mordió el labio inferior antes de contestar:

―Christopher ha ido a recibir al señor Vega.

Una expresión de sorpresa cruzó el rostro del experimentado auror.

―¿Mi suegro está aquí? ―Una leve nota de molestia tiñó la pregunta―. Se suponía que estaba de vacaciones en Grecia ―Con una breve mueca salió desde detrás de su mesa para ir en busca del padre de Hilarie.

―Iban hacia la sala de juntas, señor ―informó la secretaria.

―Cancela mis compromisos de esta mañana, Emily. Presiento que la reunión de hoy se va a alargar más de lo habitual ―pidió Anthony sin girarse hacia la mujer, que enseguida asintió resuelta, para luego volver a su mesa.

El señor Blanchard subió en ascensor hasta el piso veinte, a partir del cual las dependencias del edificio se destinaban a los asuntos del Consejo.

―¡Anthony! ―Xavier Vega le dedicó una mirada de arriba abajo en cuanto lo vio acceder al vestíbulo principal. A pesar de sus casi sesenta años, el padre de Hilarie se conservaba en perfecta forma: alto, de espalda ancha y siempre luciendo un impecable traje, desbordaba seguridad y poder. Al ver a su yerno, posó la taza de café que Chris le había ofrecido en una mesilla y se acercó a estrecharle la mano―. Creo que tienes muchas cosas que explicarme ―comentó a modo de saludo.

Chris dirigió una mirada de apoyo a su padre antes de despedirse de ambos hombres para regresar a su puesto de trabajo. Había sido testigo desde niño de la tirante relación que existía entre su progenitor y su abuelo. Para Xavier nunca nadie sería lo suficientemente bueno para su Hilarie, por muchos éxitos que lograra Anthony, él siempre encontraría alguna pega, algo que criticarle, o algo por lo que protestar.

―No esperaba verte por aquí, Xavier ―contestó el señor Blanchard.

―Cogí el primer vuelo al enterarme de lo sucedido ―contestó el aludido―. Espero que no te importe que haya decidido adelantar la reunión, los demás miembros del Consejo ya están dentro ―añadió irónico, señalando con la cabeza la puerta de la sala de juntas.

Anthony respondió con un educado gesto de mano, invitando a su suegro a entrar primero. Alrededor de la mesa principal, sentados en elegantes sillones de cuero, se encontraban los restantes miembros del Consejo de Emerald. Xavier Vega tomó asiento entre los representantes de la facción muggle, Reyna McClain, Alarick Graham, y la actual líder de esta, Barbara Hansen, mientras que Anthony se situó entre Lesley Anderson, la única bruja de la facción mágica, y su buen amigo Henry Queen. El último miembro, Mikolas Gorrovich se encontraba algo más apartado junto a su hijo, Oskar, quien se había tomado un año sabático en la facultad de Salem para hacer de asistente de su padre.

Killiam Marshall, la mano derecha de Anthony, hizo acto de presencia en la sala, y cerró la puerta tras de sí, indicándole a los demás que podían dar comienzo a la reunión. A pesar de no ser un miembro del Consejo honorario, como jefe de seguridad de Emerald, y segundo al mando en Blanchard's security, el auror Marshall tenía el derecho y deber de acudir a las reuniones de los dirigentes de la Comunidad.

―Esto se te está yendo de las manos, Blanchard ―Xavier fue el primero en hablar―. Me marcho un par de meses y todo se desmorona. Cuando te quedaste a cargo de la seguridad de nuestra Comunidad prometiste otros resultados. La muerte de tu piloto solo es la gota que colma el vaso.

Anthony quiso contestar, pero Henry le posó una mano en el hombro, pidiéndole permiso para adelantarse. El señor Blanchard asintió y su amigo apoyó los codos sobre la mesa, para mirar directamente a Xavier.

Blanchard'se securtity ha ejercido una excelente labor garantizando la seguridad de nuestra Comunidad, Vega ―señaló el mago―. Gracias al trabajo de todos, y en especial de su yerno, hemos gozado de veinticinco años de tranquilidad. No creo que haya nadie mejor que Anthony Blanchard para seguir velando por nuestros intereses.

―Estoy de acuerdo ―intervino Reyna McClain―. El ataque que mi marido sufrió hace poco podría haber sido realmente grave de no ser por la eficiente intervención del agente Marshall ―La mujer dirigió una rápida mirada de agradecimiento al auror, que respondió con un asentimiento.

―Gracias, Henry, Reyna ―Anthony miró a los dos miembros valorando sus palabras de apoyo. Se puso en pie y caminó hasta la cabecera de la mesa para obtener una mejor perspectiva de todos los presentes―. Agradezco vuestra confianza, pero no pretendo negar lo evidente. Los ataques, aunque escasos de momento, están amenazando a nuestra comunidad, y eso es algo que no podemos permitir ―Se metió las manos en los bolsillos con tranquilidad―. Como ya sabéis, estamos tomando todas las medidas necesarias para encontrar a los culpables, y contamos con la ayuda de los mejores aurores del mundo...

Una risa cínica interrumpió el discurso.

―¿Tienes algo que aportar, Mikolas? ―Barbara Hansen se giró hacia el mago para clavarle una mirada fulminante.

El aludido le devolvió una sonrisa divertida antes de pasarse una mano por el rubio y engominado cabello y echarse hacia delante en su sillón:

―Lo siento, querida Barbara, no pretendía interrumpir tan elocuentes palabras ―Colocó los codos sobre la mesa y juntó los dedos de las manos entre sí. Su pose, su mirada desafiante, su calculador tono de voz... todo en Mikolas Gorrovich desprendía un claro mensaje: poder y elitismo. No en vano era miembro de una de las familias más puristas de toda Europa―. Es solo, que me ha parecido gracioso el último chiste ―añadió con sarcasmo.

Lesley Anderson arqueó una ceja.

―Harry Potter y Ronald Weasley son, indiscutiblemente, de los mejores en su campo, Gorrovivh ―señaló la impresionante bruja―. No creo que sea necesario recordarte lo que lograron siendo tan solo unos adolescentes. Somos afortunados de contar con su ayuda, y deberías estar agradecido con Anthony por haber conseguido su apoyo.

―Niños con suerte ―se limitó a responder Mikolas, agitando una mano de modo condescendiente.

―Por supuesto que Mikolas no está agradecido ―masculló Alarick Graham sin poder contener un gesto de cabreo―. Para él solo son otro obstáculo que eliminar, ¿no es así? O es que acaso soy el único que ve lo que está pasando ―protestó dirigiendo una mirada a todos los presentes―. Mi mujer, el marido de Reyna, los Collingwood, y la novia de Christopher Blanchard... Esos son los ataques de los que tenemos constancia hasta ahora y, ¿qué tienen en común?

―Todos están relacionados con miembros del Consejo ―respondió Henry observando a su compañero con curiosidad―. ¿A dónde pretendes llegar, Alarick?

―No con todos los miembros del Consejo ―respondió el hombre―. Solo con los no mágicos, o con los que tenéis familia muggle. Tú, Barbara, Lesley, cualquiera podría ser el siguiente ―sentenció fríamente―. Solo hay una persona aquí que podría obtener beneficios de todo esto.

Xavier Vega abrió mucho los ojos, realmente interesado con lo que oía.

―Gorrovich es el único purista aquí. ¿Estás insinuando...?

―Yo no insinúo ―Alarick lo cortó en seco―. Me limito a señalar los hechos.

Oskar Gorrovich se levantó de su asiento antes de que su padre pudiese detenerlo:

―¿Quién te crees que eres para amenazar a mi familia, muggle? ―gritó el joven―. Más te vale retirar lo que has dicho, o...

―Caballeros, por favor ―Anthony llevó las manos al frente pidiendo orden. Pese a que su tono era sosegado, su mirada imponía respeto.

Mikolas exhaló con hastío y tiró de su hijo hasta volver a sentarlo, susurrándole un rápido «Te estás poniendo en ridículo, inepto»

Anthony asintió en dirección al mago rubio y volvió a mirarlos a todos antes de tomar la palabra:

»Entiendo tus reticencias, Alarick. Mi familia también ha sido amenazada, y es natural que estemos nerviosos, pero lo último que nos conviene es atacarnos entre nosotros. Ahora debemos permanecer más unidos que nunca.

―Además, ya habíamos considerado tus sospechas ―intervino un muy correcto Killiam Marshall―. Gorrovich accedió a ser interrogado hace una semana, y cuenta con perfectas coartadas para todos los atentados.

Todos los presentes se giraron hacia el aludido, que les devolvió una sonrisa de superioridad.

―Ya veis, compañeros, no tengo nada que ocultar ―dijo, mirándose las uñas, como si un minuto antes no hubiese sido acusado de atentar contra los presentes.

―¿Y qué pasa con el piloto asesinado? ―Xavier Vega volvió a hacerse con la atención de sus compañeros, poniendo sobre la mesa la razón que había motivado esa reunión urgente: La noche pasada habían encontrado el cuerpo del fallecido en un descampado de Los Ángeles―. Insisto en que esto se está saliendo de control.

―Potter, Weasley, Lupin y sus equipos ya están en la capital investigándolo ―contestó Anthony―. Yo mismo me uniré a ellos esta tarde. Pero estamos de acuerdo en que hay que tomar medidas. Hemos duplicado toda la seguridad, hay hechizos protectores, cámaras y el doble de aurores en toda la Comunidad. Hasta que sepamos quién está tras los ataques, estamos en estado de alerta ―concluyó.

Con estas palabras se dio por finalizada la reunión. Los asistentes fueron dejando la sala para volver al laberinto de oficinas y despachos que constituía el enorme edificio.

―Vamos a poder con esto, Thony ―Killiam Marshall alcanzó el paso de su jefe―. Nos hemos enfrentado a cosas peores.

El aludido asintió:

―Tengo que pedirte un favor.

―Lo que sea.

―Sabes que estaré fuera un par de días, al igual que Hilarie. Necesito que mantengas un ojo en mi familia. Son muchos adolescentes para que Chris los maneje solo.

―¿Me estás pidiendo que haga de canguro? ―Killiam esbozó una sonrisa divertida―. Es broma, ¿no?, Blanchard.

―Te lo pido como amigo, no como jefe ―Anthony le devolvió la expresión.

Tras un segundo de duda, Killiam exhaló un suspiro.

―De acuerdo, los vigilaré.

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