10- Taylor & Lorcan
Tanto el interior como el exterior de la casa estaban abarrotados de adolescentes bailando al ritmo de la música, disfrutando de la barra libre, conversando a gritos entre ellos, o simplemente dejándose llevar por la algarabía general
Albus y Scorpius fueron directos hacia la barra instalada en la terraza, aunque tardaron en llegar más de lo esperado, pues en el breve recorrido tuvieron que detenerse a saludar a más de un estudiante. A esas alturas del día, la presencia de los familiares de Harry Potter en el ECA ya era primicia universal, todos querían conocerlos, saber cómo eran y, sobre todo, entender cómo era posible que la mayoría de ellos se hubieran hecho, en una tarde, con los puestos por los que otros muchos llevaban años peleando.
—¡Dos cervezas, por favor! —le pidió Albus a uno de los barman, alzando la voz para hacerse oír en medio de tanto adolescente sediento.
—Por un año prometedor —Scorpius alzó su vaso en cuanto lo tuvo entre sus manos, brindando con Albus.
—¡Aquí están mis chicos! —Jasper Hansen se materializó junto a ellos, seguido de Luke, Louis, Beverly, Cassidy, y Safary. Se le veía algo más animado de lo normal, lo cual no era raro una vez que reparabas en la cantidad de tequila que faltaba en su cubata.
—¡Caramba, Lou!, al parecer ya te han dejado entrar en One Direction —se burló Scorpius.
—¿A qué viene eso? ¿Tienes algo en contra de One Direction? —Safary frunció los labios y lo miró con desconfianza. Beverly y Cassidy se sumaron a la expresión fulminante.
—La acabas de liar, colega —rio Luke dando un pequeño sorbo a su cubata y disfrutando del espectáculo.
Scorpius tragó saliva. No era un chico que se apabullase fácilmente, pero había tenido una mala experiencia en Hogwarts con un grupo de chicas que lo habían hechizado, por motivos más que razonables (eso lo reconocía), y desde eso no podía evitar ponerse nervioso cuando veía a más de dos chicas uniéndose en contra suya.
—No, esto, yo...—Desvió el rostro y miró a su mejor amigo, implorando por ayuda—. ¿Al?
Albus sonrió en silencio, antes de mirar a la pelirroja.
—Es una manera de hablar, One Direction es una banda muy popular, y por lo poco que hemos oído, vosotros también lo sois por aquí —improvisó con su mejor expresión de chico bueno.
Los ojos de Safary se iluminaron al escuchar al menor de los Potter.
—Soy Safary Rushell —Alargó la mano libre del vaso, para estrechársela a Albus.
—Yo soy...
—Todo el mundo os conoce ya, excusáis seguir presentándoos —Lo frenó Beverly, hastiada.
—Genial, ya estaba empezando a cansarme de tanta atención —dijo Scorpius, sacándole una sonrisa a Cassidy.
—Claro, Scorp —ironizó Louis.
Malfoy le dedicó una sonrisa torcida y alzó el vaso hacia él, antes de llevárselo a los labios.
—¿Bastian no ha venido? —preguntó Albus. Todavía no conocían a mucha gente aparte de sus amigos y familia, y ese chico le había caído en gracia.
—Andará por aquí —Jasper se encogió de hombros.
—Chicos, Louis todavía no conoce al equipo de básquet, vamos a presentárselo antes de que estén demasiado borrachos —intervino Beverly como quien no quiere la cosa.
El rubio Weasley asintió conforme, por el momento no tenía nada mejor que hacer, y estos chicos se estaban esforzando por integrarlo, no sería de buena educación decir que no.
Beverly jaló a Jasper y Luke, cada uno por un brazo.
—Os dejamos en buenas manos —añadió mirando a Albus y Scorpius, y dedicándoles una sonrisa de complicidad a Safary y Cassidy.
Luke se dejó llevar, no sin antes mirar a la rubia con resignación.
—¿Qué tienes en mente, Beverly? —inquirió.
—Nada, Anderson —respondió ella, pretendiendo hacerse la ofendida—. Solo quiero que Louis se integre. No me paso la vida conspirando contra el mundo ¿sabes?
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—Esta te la dedico, Tay —Robert le guiñó un ojo a su mejor amiga. A continuación, apuntó hacia los vasos colocados en el extremo de la mesa de Edward, lanzó la pelota de pin-pong, y acertó de lleno en uno de estos.
Taylor aplaudió, al igual que los que los rodeaban, mientras Edward chasqueaba la lengua y se bebía de un trago toda la cerveza que había en el vaso.
—Aun así, voy ganando —señaló con un gesto burlón, cuando terminó—. Te queda mucho para llegar a ganarme un día al beer pong, Robb.
Robert sonrió.
—¿Ya estás borracho, Ed? Si siempre gano yo —Ladeó la cabeza.
Taylor los agarró a los dos.
—Vale, machotes, basta de testosterona, hay más gente esperando para jugar, y me aburro —Los apartó de la mesa de ping pong con una facilidad admirable, teniendo en cuenta que arrastraba a dos moles de metro ochenta.
—¿Qué quieres hacer? —preguntó Edward pasándole un brazo por los hombros.
—Quiero beber algo que no sea cerveza; sabéis que odio la cerveza —respondió la rubia, deslizándose por la casa hacia la barra de la terraza.
—¿Chupitos de piruleta? —Más que una pregunta era una afirmación, Robert sabía de sobra cual era el chupito favorito de su mejor amiga. Él y Edward se veían obligados a tomarlos siempre que iban a una fiesta, solían protestar porque era una bebida de chica, pero Tay siempre salía ganando. La tenían demasiado consentida.
—Estás hecho todo un pelota —se mofó Edward, aunque al mismo tiempo se estaba acercando a la barra y pidiendo lo que su mejor amiga quería.
—Los dos me amáis, no podéis evitarlo —Taylor se encogió de hombros divertida. Alzó el vaso del chupito en cuanto lo tuvo, para brindar con sus chicos, sin embargo alguien chocó contra su espalda, provocando que parte del líquido se derramara en su precioso vestido playero.
—¡Oh!, no sabes cuánto lo siento —Zoey Queen se llevó una mano al pecho, dramatizando el tono sarcástico que había empleado para disculparse.
—¡¿De qué coño vas, Queen?! —Taylor la fulminó con la mirada, sin importarle que la capitana de las animadoras fuese acompañada de Emma, Ryan y Peter.
—Ha sido un accidente —mintió descaradamente Zoey, encogiéndose de hombros—. Una pena, la verdad, ese vestido era precioso —Una sonrisa ladeada asomó a sus labios.
—Joder, Queen, ¿no puedes relajarte al menos una vez? —Edward tensó la mandíbula, al igual que Robert.
—Es bastante penoso que tengas que estropearle el vestido a nuestra Tay, para poder destacar tú —Robert arqueó una ceja.
La animadora lo miró con altivez, al tiempo que llevaba una mano atrás, posándola sobre el pecho de Ryan para detenerlo. No necesitaba mirarlo para saber que le faltaba poco para ir contra McClain, lo conocía demasiado bien. Que alguien se metiera con ella o con Emma sería suficiente provocación para que la impulsividad de Ryan saliera a flote, sobre todo, viniendo de Robert, que ya de por sí no le agradaba.
—¡Hey! —James Potter, sus amigos, y las chicas aparecieron junto a ellos—. ¿Qué hay que hacer aquí para conseguir un trago?
La oportuna presencia de los ingleses disuadió la tensión. Tanto en el grupo de Zoey como en el de Taylor se apresuraron a recibirlos como era debido. Tenían a los nuevos en sus respectivos equipos, un enfrentamiento no beneficiaba a nadie.
—¡Habéis venido! —Edward y Robert sonrieron a los recién llegados, al igual que Peter y Ryan.
—Claro, no nos lo íbamos a perder —Lorcan chocó el puño con Edward.
Zoey ignoró a los chicos, y se dirigió directamente a Liber y Agatha, seguida de Emma.
—Venid con nosotras, tenemos que daros los uniformes —Esbozó una sonrisa. Enganchó a las chicas del brazo, como si fueran sus mejores amigas de toda la vida, y las alejó del grupo.
Ryan y Peter saludaron a los ingleses y también se marcharon, alegando que debían buscar a Derek.
—Llegamos nosotros, y ellos se largan —James se apoyó sobre la barra—. No lo entiendo, juro que hoy me he duchado —añadió divertido, pero con los ojos clavados en las cuatro chicas que se perdían entre la multitud.
—Créeme, es mejor así —Robert palmeó el hombro del chico Potter.
—¡Eso son chupitos de piruleta! —Roxanne miró emocionada lo poco que quedaba en el vaso de Taylor.
—Los amo, pero no en mi vestido —La rubia señaló la mancha.
—¡Eso se soluciona enseguida! —Roxanne sacó su varita—. Mi hermano es el tío más desastre del mundo...
—¡Ey! —rio Fred.
—... y mi abuela, Molly Weasley —continuó la morena ignorando a su mellizo—. A la fuerza tenía que saber los mejores hechizos quitamanchas del mundo —Agitó la varita, y enseguida la prenda de Taylor quedó tan impoluta como antes de la aparición de Zoey Queen.
—¡Vaya! —exclamó la rubia sonriendo—. ¡Muchas gracias!
—Consígueme un chupito, y estamos en paz —Roxanne le guiñó un ojo—. ¡Por uno no pasa nada! —alegó, ante la mirada reprobatoria de Lysander.
—Tú y yo nos vamos a llevar muy bien —Taylor le sonrió a la chica.
—¡Mira qué bien! Tay se ha ganado una amiga, por fin podremos tener noches de chicos, Robb —Se mofó Edward, pasando los brazos por el cuello de Taylor.
Rose, Dominique, y los chicos rompieron a reír.
—¡Merlín!, James, estos son peores que vosotros —La semiveela señaló a Ed y Robb.
—Nos lo tomaremos como un cumplido —Robert alzó su chupito en señal de brindis, y lo vació de un trago.
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Sobre las cuatro de la mañana, ya todo el mundo se había acercado en algún momento a saludar y conocer a los nuevos, quienes no habían tardado en convencerse de la absoluta superioridad de las fiestas californianas sobre las inglesas (por mucho que eso afectase al orgullo juerguista de James).
El mayor de los Potter y Lorcan no eran conscientes de en qué momento se habían separado de los demás y habían terminado en la playa, junto a la multitud que rodeaba la hoguera y bailaba al ritmo de Hey Brother. Aunque probablemente la importante cantidad de alcohol que ambos habían ingerido contribuyese a esa momentánea pérdida de orientación.
Tanto Lorcan como James bailaban sobre una de las tarimas de madera situadas en la arena, al lado de la cabina del DJ. A su alrededor se habían juntado decenas de chicas que saltaban como locas, silbando y animando a los dos británicos.
Lorcan movía las caderas al más puro estilo Channing Tatum, al tiempo que se sacaba la camiseta por la cabeza, causando varios gritos emocionados entre las californianas. Lanzó la prenda por los aires, con la mala suerte de que esta cayó unos metros más lejos, sobre el vaso de Zoey Queen, manchando el mono blanco que la animadora vestía.
Incluso desde la distancia, el chico Scamander pudo percibir la mirada fulminante de la animadora.
Bajó de la tarima, dejando a James todo el protagonismo, y se encaminó hacia donde la chica seguía asesinándolo con los ojos.
—¿Tienes la menor idea de cuánto me ha costado conseguir esta prenda? Es de la colección del año que viene de Carolina Herrera —Le espetó ella, en cuanto el chico estuvo a su altura—. Ninguna disculpa va a compensarlo.
—En realidad solo venía a por mi camiseta —Sonrió Lorcan.
La rubia enarcó una ceja.
—¿No vas a disculparte? —inquirió en un tono demasiado autoritario como para tratarse de una pregunta.
—No puedo —Lorcan se encogió de hombros.
—¿Cómo que no puedes? —Zoey frunció el ceño. Ese chaval o intentaba vacilarla, o era tonto. Si se trataba de lo primero, iba bueno. Nadie vacilaba a Zoey Queen.
El británico se sentó sobre sus talones para colocarse a la altura de la chica, que seguía sentada en la arena.
—Tú manchaste aposta el vestido de la amiga de Robert, y ahora, por accidente, mi camiseta te ha manchado a ti —explicó en el mismo tono que usaría si estuviese hablando con un niño de tres años—. Eso, preciosa, se llama karma. Y no puedo disculparme porque entonces iría en contra del karma —Posó una mano sobre el hombro desnudo de la chica, acercándose a ella—. Así que, ya que está todo en paz, voy a coger mi camiseta, y voy a volver con aquellas chicas que atosigan a mi amigo. James no puede lidiar él solo con todas a la vez —Se inclinó sobre Zoey hasta que sus mejillas se rozaron, pero entonces alargó el brazo y agarró la camiseta que seguía tirada justo detrás de donde ella estaba sentada.
Se volvió a poner en pie y se echó la camiseta al hombro, sin dejar de sonreírle a la chica en ningún momento.
»Un placer —Le guiñó un ojo y se dio la vuelta.
Zoey pestañeó varias veces. Nunca nadie se había atrevido a hablarle así, como si fuera una cría... ¿Quién se creía ese chaval?
—¡Eh, tú! —Se puso en pie con toda la elegancia del mundo.
Lorcan se detuvo y se giró hacia ella, al tiempo que se metía las manos en los bolsillos, denotando tranquilidad.
—Me llamo Looorcan, no "tú" —volvió a vacilarla.
Ella lo alcanzó.
—Claro, lo que tú digas, Lorcan —contestó, haciendo un gesto de mano para restarle importancia y recalcando el acento en el nombre del chico.
—¡Muy bien! Ves como aprendes rápido —Él le palmeó el hombro, tal y como haría con un niño pequeño.
Zoey lo apartó con delicadeza. Desde luego, no iba a perder el estilo ni la compostura por un niñato de lo más infantil.
—Entiendo que eres nuevo, y que todavía no sabes cómo funcionan las cosas aquí —dijo en un tono perfectamente neutral—. Así que, como hoy me siento generosa, te voy a regalar un consejo: mantente en tu lugar si quieres sobrevivir a la vida social en Emerald.
—¿Eso es una amenaza? —Lorcan esbozó una sonrisa torcida.
—Las amenazas son para aficionados. Es un hecho —contestó ella, retándolo con la mirada.
—Lástima, porque las amenazas me ponen mucho, igual que las chicas agresivas —Dio un paso hacia ella.
—Tendrás que buscarte a otra, ni sueñes con acercarte a mí —respondió Zoey con arrogancia. Se cruzó de brazos y no se movió un ápice. No iba a ser ella la que reculase.
—Eres demasiado creída. En ningún momento me he referido a ti —Lorcan dio otro paso, quedando a escasos milímetros de la animadora, quien seguía dedicándole una mirada gélida—. Las barbies manipuladoras no son mi tipo —La nariz del chico ya casi tocaba la de ella.
En ese momento, unos brazos femeninos se enredaron alrededor del cuello de la capitana.
—¡Zy! —Emma dejó escapar una risilla tonta—. Tienes que venir a probar la manguera de ron —añadió moviéndose hacia un lado, y apoyándose en el hombro de su mejor amiga para no perder el equilibrio. Miró un momento a Lorcan—. Te estaban buscando dentro de la casa, es mejor que vayas.
El chico arqueó las cejas.
—Oye ¿estás bien? —Alzó la cabeza y miró a Zoey—. ¿Está bien?, ¿no habrá bebido un poco de más?
—Estoy genial, y te oigo —Emma alzó el pulgar, sonriendo. Tras esto, apoyó la cabeza sobre el hombro de Zoey y cerró los ojos.
Ryan llegó junto a ellos, con un vaso de agua en la mano.
—Os estaba buscando.
—¡Ry-Ry! —Emma abrió los ojos de repente y lo saludó efusivamente.
—Cariño, ¿cuánto has bebido? —El rubio le tendió el vaso a su mejor amiga y la cogió por la cintura, liberando a Zoey de la carga.
—Tres cubatas, y seis chupitos. Aún tengo aguante para mucho más —contestó ella, abrazándolo.
Lorcan comprobó que la chica quedaba en buenas manos, y se alejó de ellos.
—Claro que sí, Emma —le respondió Zoey mirando por el rabillo del ojo como el otro chico se iba—. Anda, vamos a mojarte la cara.
Echaron a andar con Ryan precediéndolas a las dos. Zoey enganchó a Emma por un brazo, pero, en cuanto el chico se adelantó un poco, notó como su amiga se enderezaba y caminaba a la perfección, sin tambalearse ni un poco.
—¿Tú no estabas borracha? —le susurró Zoey.
—Sí, claro —ironizó ella—. Todavía son las cuatro de la mañana, ni que tuviera catorce años, Zy —Le dedicó una elocuente mirada.
La capitana esbozó una sonrisa torcida.
—Te has hecho la borracha —acertó.
—Si Ryan llega a darse cuenta de cómo te pegabas a ese Scamander, enloquecería de celos —Asintió Emma—. Fue lo primero que se me ocurrió para que se fijara en mí, y no en vosotros.
—Gracias, Em —Zoey le sonrió.
—Escucha, Zy —Emma la detuvo un momento, al tiempo que su semblante adoptaba un gesto serio—. No lo he hecho solo por ti, Ryan también es mi mejor amigo, así que, por favor, si te vas a retozar con otros, que no sea en donde él pueda pillarte. No quiero verlo sufrir.
—Ya lo sé —Zoey puso los ojos en blanco—. Puedes estar tranquila, en la vida me enrollaría con ese Lorcan Scamander.
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