0- The last day of summer
Pestañeó varias veces. La sal marina le causaba cierta quemazón en los ojos y una incómoda sensación de opresión se había apoderado de su pecho.
Por encima de su cabeza, la superficie del agua aparecía cubierta de múltiples y diminutos destellos, como si un enjambre de luciérnagas la estuviesen sobrevolando. Si no fuera porque sentía que estaba a punto de ahogarse, probablemente se habría detenido a disfrutar de la vista.
La ola pasó de largo y solo entonces sus enérgicas brazadas lograron llevarlo de nuevo a la superficie. Aspiró una profunda bocanada de aire, deleitándose en el alivio que le transmitía el oxígeno volviendo a llenar sus pulmones. El sol de Malibú le dio de lleno en la cara, cegándole la vista por un instante. No obstante, las voces de Liber y Rose gritando su nombre fueron capaces de penetrar en sus inundados oídos.
La menor de los Blanchard fue la primera en llegar hasta él, remando a toda velocidad sobre su tabla de surf. Scorpius y Rose la seguían de cerca, ambos también sobre sus respectivas tablas.
—¿Estás bien? —Liber le extendió una mano para ayudarlo a salir del agua.
Albus Potter sonrió agradecido y, en un ágil movimiento, subió a la tabla de su amiga, quedándose sentado tras ella.
—Solo ha sido una mala ola —respondió tras sacudir la cabeza para librarse de las gotas de agua que le seguían entrando en los ojos.
—¡Estás loco!, ¡podrías haberte matado! —le espetó Rose con el ceño fruncido y haciendo exagerados aspavientos con los brazos—. Te dije que no la cogieras, era demasiado para ti.
Scorpius se debatía entre suspirar por el alivio de ver a Albus a salvo, ahogarlo él mismo por haberse arriesgado tanto, o burlarse de la actitud de madre preocupada y desesperada de Rose. Había pocas cosas que le hicieran tanta gracia como ver a la castaña fuera de sus casillas.
—No es para tanto, Rose —se excusó Albus—. Liber también la cogió —añadió.
—Liber lleva surfeando desde los cuatro años, idiota —respondió la aludida alzando los ojos al cielo con exasperación.
—¿Y James qué? —agregó de nuevo Albus, esta vez clavando la mirada unos metros más adelante, donde su hermano mayor acababa de coger una ola con una destreza inusitada para alguien que tan solo llevaba tres días surfeando.
Los tres amigos intercambiaron una significativa mirada... ¡Cómo no!, la rivalidad entre los hermanos Potter volvía a ser la causa del problema.
—No tienes que demostrar nada, Al —dijo Liber girándose un poco para ponerle una mano en el hombro a su amigo—. James tiene talento para los deportes, pero tú también. No creo que tenga que recordarte quién atrapó la snitch en la final del curso pasado ¿verdad? —añadió guiñándole un ojo.
Albus sonrió divertido, no olvidaría ese partido en su vida.
—Siento haber perdido la tabla —respondió esbozando una breve mueca arrepentida.
—Ya puedes sentirlo, era una Lost, tío —dijo Scorpius en un tono teatralmente nostálgico. Apenas llevaban tres días en California, pero ya había desarrollado una pasión por el surf y las tablas que casi batallaba con su amor incondicional hacia el quidditch y las escobas.
—No pasa nada, mi padre comprará otra —contestó Liber con una sonrisa dulce.
—Mejor volvemos a la orilla antes de que a mi querido primo le dé por hacer otra locura —intervino Rose.
—Yo también te quiero, primita —contestó Albus con una mueca burlona.
La aludida le sacó la lengua divertida, y empezó a remar hacia la playa, seguida por sus amigos.
En cuanto posó los pies sobre la arena caliente, una sensación de calma le recorrió el cuerpo entero. Rose Weasley, como muchos en su familia, era atlética por naturaleza, había pocos deportes que se le resistiesen, sin embargo, tras cuatro días en Malibú había constatado que prefería los que se practicaban en tierra firme... No se acostumbraba a ver a sus amigos desaparecer bajo el agua.
—Buena ola, Al —James y Lorcan los alcanzaron justo en la orilla, ambos con las tablas de surf bajo el brazo, y sendas sonrisas burlonas.
Albus resopló y se mordió la lengua. Sabía que su hermano solo estaba bromeando, era lo que James siempre hacía, bromear. Pero él era demasiado orgulloso, necesitaba enfriarse un poco antes de ser capaz encajar las burlas de su hermano como simples guasas.
—Déjalo estar, James —pidió Liber con una expresión suplicante. Conocía de sobra el temperamento de Albus. Sabía que en ese momento no se iba a tomar nada bien las bromas del mayor de los Potter.
El aludido se encogió de hombros al tiempo que una sonrisa traviesa se dibujaba en sus labios. Liber no necesitó más señal para saber que hubiera sido mejor quedarse callada. Antes de que pudiera dar un solo paso, James ya la había cogido en brazos cual princesita y corría con ella de vuelta al agua.
Rose sonrió y negó con la cabeza. Clavó la tabla de surf en la arena, al lado de las de Scorpius y Lorcan, y se escurrió el pelo mientras echaba un vistazo alrededor para localizar al resto de su familia y amigos. Los únicos que seguían en las toallas eran Agatha y Louis, ambos tomando el sol y charlando tranquilamente (probablemente los únicos del grupo capaces de hacer eso); Fred, Lysander, Lily y Hugo jugaban un improvisado partido de fútbol, mientras Teddy y Victoire se daban el lote algo apartados de los demás. Le costó un poco más encontrar a Dominique y Roxanne, hasta que las vio a unos pocos metros, junto a uno de los socorristas, probablemente compitiendo entre ellas por ver quién era la primera en ligárselo.
—Venga, Weasley, que no tenemos todo el día —Scorpius la miró con una mueca burlona.
—No te he pedido que me esperes, Malfoy —Rose le dedicó una expresión altanera, pero dejó de escurrirse el pelo y echó a andar hasta la zona de la playa donde se encontraban Agatha y Louis.
El rubio se encogió de hombros y la siguió, acompañado de Lorcan y Albus.
—¿James nunca se cansa de hacer el tonto? —preguntó Agatha en cuanto sus amigos estuvieron junto a ella. Tenía la mirada clavada en el agua, de donde Liber trataba de salir inútilmente, ya que cada vez que conseguía librarse de James, este se apresuraba en alcanzarla y volver a tirarla al mar.
—Pobre Liber —coincidió Rose.
Agatha Malfoy frunció el ceño. Odiaba a James Potter, lo consideraba un auténtico payaso, ¿acaso no veía que Liber quería salir del agua? Estaba segura de que cualquier otra persona ya lo habría mandado a la mierda, pero Liber era demasiado buena como para hacerle eso a nadie.
—¡Potter! —gritó—. ¡Más te vale que la dejes en paz de una vez!
Desde el agua, James alzó el pulgar, asumiendo demasiado rápido la amenaza de la rubia. Agatha fue la primera sorprendida.
—No puede ser tan fácil —comentó Scorpius dejándose caer al lado de su hermana. James era rebelde por definición, eso de hacer lo que le decían a la primera de cambio no iba con su estilo.
—Y no lo va a ser —completó Lorcan con una sonrisa divertida que se ensanchó aún más cuando su empapado amigo y Liber llegaron hasta ellos, ambos riendo.
Una expresión pícara y amenazante se apoderó de las atractivas facciones de James en cuanto clavó la mirada en la mayor de los Malfoy.
—Ni se te ocurra acercarte a mí —dijo esta, adivinando sus intenciones.
—Vamos, Agatha —sonrió James—, solo quiero darte un abrazo —Dio un paso hacia ella.
La rubia entornó los ojos. No le gustaba el agua fría, y mucho menos viniendo del idiota de James Potter.
—Cómo me mojes, te juro que te transformo en pez, así ya no tendrás por qué salir del mar —lo amenazó.
James dio otro paso hacia ella, sin variar en ningún momento su expresión desbordante de seguridad. Probablemente una batalla campal entre la rubia y el moreno se habría iniciado de no ser por la oportuna intervención de Fred, invitándolos a jugar a fútbol con él Lysander, Lily y Hugo.
Dominique y Roxanne también se unieron a ellos, al parecer su pequeña competición por el socorrista había terminado en empate, ambas habían conseguido su whatsapp. Entre todos, hasta lograron que Victoire y Teddy dejasen de darse el lote y se apuntasen al partido.
Jugaron chicas contra chicos, con Lorcan en el equipo de las damas (por ser el único voluntario) para equilibrar el número. Mientras se sucedían los goles, las caídas, las peleas en la arena, y la ajustada victoria por parte de las chicas, también la última tarde de vacaciones fue esfumándose, por lo que se vieron obligados a recoger sus cosas y repartirse en los cuatro coches en los que habían llegado, para regresar a la mansión Blanchard.
—Esto es el paraíso —dijo Agatha desde el asiento trasero del Audi descapotable de Liber, mientras el paisaje californiano se iba desdibujando a medida que avanzaban por la carretera— Sol, playa...
—Un montón de tíos buenos con los que ligar —intervino Dominique girándose un momento para guiñarle un ojo a la primogénita de los Malfoy.
Liber sonrió, pero mantuvo la atención en la carretera. Tan solo hacía una semana que había cumplido los dieciséis, por lo que no llevaba suficiente tiempo con el permiso de conducir como para sentirse completamente segura al volante.
—Por no hablar de la impresionante mansión en la que nuestra querida Liber nos ha acogido —añadió Rose.
—No es tan impresionante...—comentó la joven Blanchard en tono humilde.
—¿Bromeas?, tu piscina es tan grande como el Lago Negro —dijo Dominique.
Las cuatro soltaron una carcajada.
—Vale, tenéis razón —admitió Liberty cuando al fin pudo dejar de reír—, pero es que aquí todas las casas son así —explicó—. Ya os acostumbraréis.
—Hogwarts es increíble, pero si yo me hubiera criado en un sitio como este, no creo que quisiese irme por nada del mundo —dijo Rose echándose hacia adelante para apoyarse contra el asiento de Dom.
—Yo no quería —Liber suspiró—, fue decisión de mis padres —No pudo evitar que su voz sonara algo apenada. A pesar de su insistencia, Anthony y Hilarie nunca habían llegado a darle una explicación satisfactoria acerca de su traslado a Hogwarts tras haber cursado ya su primer año de secundaria en el ECA.
—Tus padres me gustan cada vez más —comentó Dominique—. O sea, tu padre ya me gustaba antes, ¡es que tendría que estar ciega para que no me gustase un bombón como ese! Ni te imaginas lo que le haría si estuviese soltero y lo pillase...
—¡Dom! —Las mejillas de Liber se habían teñido de rojo—. De verdad que no quiero saber lo que le harías a mi padre —dijo tratando de contener la risa.
—Lo que Dom intentaba decir —intervino Agatha tras lanzarle una mirada cortante pero divertida a la explosiva veela—, es que, si no te hubieran mandado a Hogwarts, no te habríamos conocido.
—Exacto, eso quería decir —Dominique asintió con la cabeza.
—Somos quiénes somos gracias a que siempre hemos estado juntas —comentó Rose en uno de sus esporádicos momentos filosóficos.
—Si no fuera por vosotras tres, yo ni siquiera me habría presentado a los TIMOs —dijo la medio veela.
—Y Agatha no habría superado la ruptura con...
—Por favor, ni digas su nombre —Una mueca entre suplicante y exasperada por parte de la rubia fue más que suficiente para que Rose no continuara la frase.
—Y yo no tendría a las mejores amigas del mundo —dijo Liberty.
—No somos amigas Liber —la corrigió Rose—. Somos hermanas —sonrió.
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Hola a todos ^_^
Aquí el primer capítulo de esta historia. Sé que es muy introductorio, pero no os fiéis, enseguida vendrán los enredos, el drama y, por supuesto, el misterio.
Ojalá os guste, he puesto muchas ganas e ilusión en esta historia, quería hacer algo diferente a lo que se suele ver de la tercera generación :) Si os gustan las novelas juveniles y la magia, estoy segura de que os engancharéis. Me encantaría que dejaséis vuestra opinión y voto si os ha interesado, de verdad que ayuda ^_^
Besos y mil gracias por leer :)
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