Capítulo 4
Ikaku estaba esperando a Madara en la entrada del complejo del Clan Uchiha. Cuando vio al líder del Clan acercarse con una cara de pocos amigos, corrió el riesgo de acercarse. -- Madara-sama --,lo llamó con un gesto respetuoso, sosteniendo algunos papeles en la mano.
Madara lo miró casi de firma aburrida. Si recordaba correctamente, este hombre había sido lo más cercano que había tenido después de la muerte de su hermano menor. Ikaku fue su mano derecha en el transcurso de si liderazgo en el Clan Uchiha.
-- Tengo algunas adquisiciones que necesitan su aprobación --, le informó con voz serena mientras le ofrecía de forma educada los papeles a su líder.
-- Trata con eso y firma con mi nombre donde lo necesite --,le respondió Madara raspando lo cortante y caminó al lado de Ikaku.
El anterior mencionado se giró sobre sus talones y alcanzó a su líder con el ceño fruncido. -- ¿Esta seguro, Madara-Sama? --,algo estaba mal con su líder, pero tarde o temprano descubriría que pasaba con él.
-- Tienes buen juicio, ¿no? --, el Uchiha estoico insistió, mirándolo con ligera irritación. -- No me molestes por el resto del día --, le ordenó, dándose la vuelta y marchándose de ahí.
Mientras Madara caminaba hacia su hogar (que no se sentía así) sintió las miradas de todos los miembros de su Clan clavadas en su espalda.
Y aún cuando estaba adentro de su casa, sintió las miradas críticas sobre él, y lo sofocó.
Él pensó que alguna vez llamó esto hogar, sin embargo, ahora se sentía en una cárcel de madera. No se le ocurrió tratar de salvar su relación con su Clan o incluso ocultar su comportamiento repentino y solitario que los haría recelar de él.
Todo lo que quería era estar solo. Se retiró a su habitación, el único lugar en donde se sentía cómodo y no presionando o ansioso. Se quedó en la puerta, viendo el desorden de las mantas y algunas ropas que había tirado en su apuro por salir.
Una planta en maceta se había caído de si ventana, no se rompió, pero la tierra se regó por todo el suelo. Hizo una mueca y cerró la puerta detrás de él. Se quedó estático, sin saber que hacer, pensando en la expresión preocupada de Hashirama.
¿Por qué se preocupaba por él? No eran familia.
Pasó junto a los objetos que estaban en el suelo y se sentó en el colchón. Cruzó los brazos mientras observaba a un pájaro aterrizar en las ramas de un árbol que estaba cerca de la ventana.
Dejó que su mirara se desviara hacia las nubes. «¿Por qué no pude ser enviado antes de que Izuna muriera?»
Una mueca de amargura apareció en su rostro. -- Claro...no lo merezco, soy un monstruo.
Se puse de pie y se recargó contra una pared. El are era silencioso e inmóvil, pero sabía que más allá de las cuatro paredes que lo rodeaban actualmente, afuera había un mundo con el que tendría que lidiar.
"Podemos tomar una copa como viejos amigos de la guerra", la voz de Hashirama resonó en su mente.
-- Ojalá me hubieras asesinado en el Valle --, murmuró con amargura. Ojala hubiera terminado allí.
Finalmente se sentó en el suelo con la espalda en la pared y su cabeza entre sus piernas. Se acurrucó.
Ikaku hizo caso a su orden. No volvió a molestarlo en el resto del día.
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|[EDITADO 14 DE MAYO 2021]
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