Epílogo

El bosque era muy denso, la oscuridad de la noche lo hizo aún más aterrador. Analeigh conducía el automóvil con completa tranquilidad, parecía que nada de aquella situación le causaba alguna clase de repugnancia o sorpresa, Lord Keller estuvo tentado a preguntarle el porqué, pero desde que ella se contacto con Marianne y lo liberó del manicomio había aprendido que era mejor callar a hacerla provocar.

Pronto llegaron a Grimore, completamente visible en la bruma negra del bosque, parecía una instalación militar, incluso una instalación de hospital, nada parecido a la realidad del infierno que realmente era. Analeigh sacó a Edgar del baúl del auto y lo arrastró frente a ella usándolo de escudo humano, a veces la fuerza de la mujer era sorprendente, unos guardias de seguridad la vieron y rápidamente llevaron sus manos a las armas.

— ¿Quién eres tú?

— ¡Suelta al señor Edgar en este instante!

— ¡Te clavare una bala en la cabeza si no obedeces!

Gritaron los guardias al unísono, en posición de alerta. Leigh sonrió y dejó que la mujer en la portería saliera corriendo al interior de Grimore, Leigh espero unos segundos y sin un grado de delicadeza soltó el cuerpo inconsciente de Edgar al suelo, que cayó en un gran estruendo de huesos y carne rota. Un guardia sonrió entre dientes.

— Estúpida perra.

Gruño, dispuesto a dispararle a Leigh, pero el hombre no pudo levantar su arma cuando su mano yacía separada del resto de su cuerpo, el hombre gritó de dolor justo cuando su cabeza fue separada de su cuello y lanzada contra otro guardia, mismo que quedó aturdido con el golpe y pronto fue atravesado por una barra metálica. Ariam rápidamente sacó la punta del palo de Hockey y con suma velocidad cayó al suelo tomando una de las armas de los guardias muertos, y con una gran facilidad que hizo a Lord Keller sonreír le disparó en la cabeza a los otros dos que quedaban.

Ariam se puso de pie con una sonrisa que dejaba ver sus dientes rojizos, producto del estallido de sangre que acababa de suceder, Ariam apretó el palo de hockey contra su pecho, lamiéndose los labios.

— ¿Me extrañaron? — pregunto con una voz grave.

Lord Keller sonrió.

— Claro que sí, hermanita.

— Bienvenida a la fiesta — Analeigh deposito un beso en su mano y lo sopló hacia la chica, quien hizo el ademán de atraparlo y ponerlo en su mejilla —, hija querida.

Leigh caminó hasta el interior de Grimore, siendo seguida por sus hijos.

— Ahora lo único que falta es llevarnos a los que queden y hacerlos pagar.

Ambos adolescentes asintieron, colocándose una máscara de gas que previamente habían dejado ocultas tras un ladrillo suelto en una de las habitaciones. Leigh también lo hizo. En cada pasillo, cada habitación y cada centímetro de Grimore habían personas desmayadas en el suelo, desde mujeres que previamente habían estado dando a luz, hasta hombres que se desmayaron mientras eran violados.

Leigh agitó un poco sus brazos de emoción, sacando su teléfono y tecleando rápidamente un número.

— Vengan, ya está todo listo.

Ariam suspiró con ansiedad, apretando el palo de hockey en sus dedos, mordiéndose el labio y lamiendo las gotas de sangre que aún quedaban en su rostro.

— Excelente idea la de llenar los conductos de aire con somníferos, Liam — felicitó Ariam.

— Gracias, hermanita, pero al fin tengo un nombre — pronuncio con una sonrisa torcida mientras disparaba a la cabeza del personal médico de Grimore —, ahora soy Lord Keller.

— Un poco de paciencia, niños, ya vienen la Legión y todo acabará pronto.

Prometió Leigh.

Efectivamente pronto helicópteros, autos de policía, ambulancias, tanques, grúas y un sinfín de caballería militar llegaron al pueblo. Siguiendo las órdenes de Leigh, lo primero que hicieron fue cercar el pueblo, colocaron tanques militares alrededor de Newfane, mientras varias grúas levantaban muros de alambre y metal alrededor del pueblo. Las ambulancias llegaron directamente a Grimore y se llevaron a las mujeres, hombres y bebés que allí estaban secuestrados, a los otros los empacaron en jaulas, en varias camionetas, incluyendo Edgar que empezaba a recuperar la conciencia. Leigh, Ariam y Lord Keller bajaron en un auto de regreso al pueblo, no querían perderse del espectáculo principal.  Pronto los habitantes del pueblo empezaron a notar lo que estaba pasando, algunos salían de sus casas preguntando que estaban haciendo y como respuesta obtuvieron una bala en la cabeza, grupos de soldados con el emblema del imperio de Varela entraron por la única apertura en la improvisada pero bien hecha jaula: los soldados empezaron a entrar a la fuerza en las casas Newfane, siempre iban de a tres; uno tomaba a los niños menores de 21 años y los arrastraba fuera del lugar, los otros dos tomaban a la fuerza a los "padres" de las criaturas y los llevaban entre golpes e insultos hasta el centro del pueblo, mismo donde un gran estadio de hockey se ubicaba, pero, a diferencia de los estadios normales este tenía una cerca eléctrica con una sola entrada segura y salida.

Después de todo, ese estadio estaba hecho no para jugar, no, estaba hecho para las ejecuciones masivas de los herejes de la secta Un Mundo Libre, ejecución que se llevaba a cabo una vez al año, pero ahora serían los mismos miembros de la secta los que serían ejecutados. Las personas gritaban y rogaban clemencia, misma que por décadas le negaron a tantos inocentes solo por seguir ciegamente una ordenanza cruel de un hombre que había muerto hacía ya varios siglos. Ariam observó como una "madre" se aferraba a su hija, que era llevada por un soldado, pero pronto la mujer fue pateada en el rostro hasta que su mandíbula se dobló con una fuerza alarmante, enterrándose contra su cráneo, esa mujer, al igual que muchos otros quedaron muertos en el suelo cuyos cuerpos eran aplastados por la multitud aterrada. Todos en Newfane eran culpables y debían pagar por sus crímenes, los niños, en cambio son inocentes, ¿No? Por eso los niños de 21 años y menores eran llevados por los soldados a las afueras de Newfane, donde les revelarían la verdad tras su "comunidad perfecta".

Para ese entonces, más de una tercera parte del pueblo estaban muertas en las calles de Newfane, aplastadas por las estampidas humanas de quienes intentaban escapar, las que no, fueron llevadas hasta el estadio, allí las lanzaron en su interior como viles animales, no, los animales merecen más respeto que esas horribles criaturas hechas de fanatismo. La mayoría lloraba o suplicaba clemencia, otros yacía de rodillas rezando a sus dioses para que los salvaran. Leigh tomo de la mano izquierda a Ariam y con la derecha a Lord Keller, ambos al instante notaron lo ásperas que eran, cortesía de años matando a esos monstruos de Un Mundo Libre. Ambos chicos se sorprendieron de la delicadeza con la que ella los trataba, jamás en sus vidas fueron tomados de la mano así y pese a los gritos, los sollozos y los cadáveres en el suelo se sintieron tranquilos, y por primera vez en sus vidas: a salvo, ya no tenían porque temer.

Los mismos soldados vestidos de rojo se colocaron alrededor de todo el estadio, con diversas armas (pistolas, cuchillos, machetes, hachas, etc.) en sus manos, un grupo de camarógrafos también llegó al lugar y rápidamente instaló una serie de cámaras para grabar lo que estaba por pasar. 

— ¿Es para que las víctimas lo vean? — Leigh se sorprendió al notar que el Liam dulce había vuelto, quiso preguntar por el otro, pero no quiso arruinar el momento, supuso que estaría haciendo justicia por su propia mano junto a los soldados.

Leigh acarició la mejilla de Liam y le dio un beso en la frente, y por primera vez en sus existencia Liam no sintió temor de recibir un beso.

— Así es, pensamos que querrían ver cómo el ejército de Varela les hace justicia, pero como están camino al hospital no podrán hacerlo, por eso lo grabamos para que vean cómo las personas que tanto daño les hicieron son ajusticiados, ¿te sientes mejor? El doctor Horowitz dijo que era normal si sentías mareo o desorientación, después de todo estuviste recibiendo somníferos muy fuertes — la mujer hizo un gesto de agradecimiento hacía el anciano que había llevado al chico hasta su lado, a una distancia prudente, para evitar que algún miembro de UML lo reconociera y así pudiera seguir infiltrado en la secta.

— Estará bien, el chico es más fuerte lo que parece — respondió el doctor Horowitz, Analeigh miró con pesar al chico confinado a una silla de ruedas, el doctor Horowitz le mintió sobre el estado de Liam a Edgar para así provocar que él mismo se dañara tal y como lo tenían planeado, el anciano doctor estuvo administrándole somníferos para causar la ilusión de muerte cerebral, pero incluso sin las exageraciones el estado de Liam era grave.

— ¿Volverá a hablar? — pregunto Analeigh, Liam miró al doctor Horowitz esperanzado, el anciano hombre asintio.

— Con un poco de terapia, es posible que tarde un tiempo, sus cuerdas vocales están muy dañadas, pero es posible que recupere el habla.

— ¿Es la tercera o cuarta vez que su padre le rompe la cadera? — Liam suspiro tranquilo, con una sonrisa melancólica adornando sus labios, intercalando su mirada de disntintos colores entre el doctor y Analeigh, deseando hablar, pero siendo incapaz de hacerlo, el chico acarició el collar ortopédico en su cuello, tenía miedo de perder el habla, los muñecos como él no necesitan hablar y Liam ya estaba cansado de ser un muñeco sexual.

— Eso ya no tiene importancia — habló el anciano —, lo que importa es que ya no podrá romperla, nunca más.

— Es más fuerte de lo pensé — susurro Analeigh, encantada con dicho jovencito.

Leigh dio un paso al frente soltando de las manos a Ariam, subiendo a un escenario que de vez en cuando se usaba para los servicios dominicales de la secta, pero que ahora se usaría para dictar una sentencia, Leigh tomó el megáfono que uno de los soldados le ofreció y con gran orgullo anuncio:

— Ustedes saben que han hecho y por el poder que el gobierno de Varela me ha otorgado, yo, Analeigh Fairchild Romanov los declaro a muerte por equivalente.

Muerte por equivalente.

Una de las sentencias más crueles: la persona que cometió el crimen será sometida a sentir un dolor equivalente al que le provocó a la víctima; generalmente aplicada al crimen de asesinato y violación sexual o de algún derecho básico de la víctima.

Leigh apretó con fuerza el megáfono, su ejército levantó al unísono la arma que llevaban, a la espera de la señal.

— Y que los justos sean vengados — pronunció Leigh, liberando a la jauría letal de soldados que con armas en mano entraron a masacrar a los monstruos que tanto daño habían causado.

Era como el infierno, los gritos eran espantosos, la desesperación de tales personas era tanta que alguno se lazaban a las cercas, intentando escalarlas y escapar de allí, olvidando por completo que eran electrificadas. Las extremidades al igual que las viseras volaban por el cielo, las balas golpeaban a diestra y siniestra, las cabezas eran separadas de sus cuellos y los estómagos eran rotos por las filosas hojas metálicas. Era un espectáculo horroroso pero sumamente gratificante cuando se sabía lo que esas personas habían hecho, de hecho Ariam estaba al borde del orgasmo de tan placentera escena.

Un grupo de quince personas de la secta se aglomeraron contra un punto de la jaula, chamuscando algunos cuerpos. Pero el peso de los otros provocó que la cerca cediera, dando como resultado un espacio para que pudieran escapar, cosa que los pocos que aún quedaban con vida aprovecharon para correr sin saber que otros muchos soldados estaban a las afueras listos para disparar. Ariam observó con rabia como el líder religioso del pueblo, el mismo que la violó, empujaba a las otras personas para así poder escapar.

— Ve por el, hermosa — Analeigh le dio permiso a Ariam de actuar sin dejar de observar la escena —, su carne ha de ser fantástica. 

La mueca de odio se transformó en una sonrisa, no de sadismo o locura, sino una de alegria y paz. Ariam corrió por los escalones directamente hacia el pasillo subterráneo que daba a la salida del estadio, el cura estaba a punto de llegar allí cuando Ariam se lanzó encima de él, pese hacer relativamente joven, Ariam escuchó y sintió los huesos del hombre romperse.

— Confiesame, padre, porque he pecado — susurro Ariam contra el oído del hombre. El cura se congeló.

— ¡Ten misericordia, niña! ¡Todo lo que hice fue por ordenanzas de nuestros dioses!

Ariam sonrió con lágrimas en sus ojos.

— Sus dioses, no los míos.

Pronunció Ariam quitándole la oreja al hombre de un mordisco, pero no lo dejo descansar cuando su filoso palo de hockey se clavó en las piernas del cura, quitándole una y rompiendo otra, Ariam usó su propio peso para separar la pierna restante y con sus botas militares desgarró el pecho del hombre, rompiendo sus costillas con la fuerza de sus pisadas. Finalmente con un último movimiento clavo la cabeza del hombre contra el palo de hockey.

Al finalizar la noche, todos las personas mayores de 21 años de Newfane estaban muertas.

Todas con excepción de Edgar que había escapado de alguna manera. 

— No se preocupen, lo encontraremos y lo haremos pagar por todo.

Prometió Leigh, conduciendo una camioneta, con Ariam, Lauren (ya consciente), Liam, Allyra y Heaven en la parte trasera del vehículo. Leigh respiro hondo y dijo: 

— Marianne dejo esto para ustedes — dijo, extendiendo a Liam un papel, una carta, Ariam y Lauren se acercaron para ver su contenido, Ally también, pero se arrepintió pues no quería despertar a Heaven.

Liam le entregó la carta a Ariam, ansioso por saber qué decía, si tan solo supiera leer y pudiera hablar él mismo lo descubriría, pero por ahora dependía de los demás para descubrir el mensaje tras aquellos extraños símbolos inentendibles para él.

<<Mis niños.

Mis pequeños Ariam, Lauren, Liam, Allyra y Heaven.

Sé que no van a entender por qué hicimos las cosas que hicimos. Todo nació con la esperanza de un mundo mejor, al menos así empezó. Ustedes son todo para mí, ustedes me salvaron de morir cuando Edgar me tomó como su esposa a los quince años. Y me voy de este mundo por lo que les he hecho, no por lo que ustedes son. No quiero que se enojen por lo que ustedes son. Porque lo que son es algo hermoso.

Mis niños, esta ciudad ha hecho cosas horribles. Y todos los que vivimos aquí somos culpables. Lean esta carta y salga de este lugar.

Necesito contarles todo esto. Necesito empezar por el principio:

En algún momento del camino, hace ya casi un siglo, un joven llamado Joel Villanelle Zaragoza empezó a revelar la existencia de dos dioses espaciales: el hacedor y el excelso, sus palabras llenaron de esperanza a cientos de personas, quienes fielmente le siguieron a él y a sus ordenanzas, lo veían como un enviado por esos dioses, el mundo estaba en un momento muy vulnerable, la contaminación ambiental produjo un sin fin de enfermedades y las personas morían con mayor facilidad, la infertilidad se convirtió en la nueva normalidad y la humanidad estaba en crisis debido a la gran baja de natalidad humana, era una epoca dificil, Joel fue una luz en medio de la oscuridad, pero pronto sus palabras empezaron a tornarse más oscuras, con ello sus enseñanzas. Había un país, Varela, que empezó a obtener mucho poder, su predecesor, un hombre llamado Freedom Mackay ya había logrado tener a varias figuras de autoridad bajo su culto, por ello fue a buscar la simpatía de esa mujer. Su nombre era Felicia Fairchild, su época en la monarquía fue la mejor, pues sus mandatos y tratos económicos hizo que su país se volviera bastante conocido, y lo salvó de la pobreza extrema. Joel, para ese entonces ya había muerto, pero su séquito seguían impartiendo sus enseñanzas, es así como fueron en un intento de adoctrinarla a su voluntad, era joven, por ende vulnerable, pero lejos de impresionarse o recibir el llamado de los dioses Felicia se enojó y asqueo, expulsó a los miembros de la secta. Eso provocó que el nuevo líder, Freedom, arremetiera contra todas las mujeres, tratandolas de impuras y denigrarlas en un acto de venganza contra la zarina. Ya corrían rumores sobre los actos aberrantes de la secta y después del atentado al vaticano, cualquier religión que dañara de alguna u otra forma a las personas era vista como objetivo militar y su deber era destruirla, con todo y seguidores. Fue así que se envenenaron las fuentes hídricas de los pueblos y ciudades de Un Mundo Libre, era la mayor parte de la población de Un Mundo Libre se volvió incapaz de tener hijos. La mayoría de la gente culpó al en ese entonces, Sumo Señorío, por permitir que el mineral de hierro se filtre en nuestro nivel freático utilizando las zonas mineras como conducto.

Este es el mismo nivel freático que todavía proporciona el agua en las diversas ciudades en la actualidad. Nunca pudieron arreglarlo del todo y el mineral es tóxico y la exposición causa infertilidad. Un Mundo Libre sufrió, y todavía sufre, enormemente sus efectos.

Y los Señores, resolvieron el problema que nadie podía resolver. Fue una solución fea y asquerosa, pero la mayoría de las personas se alegraron de mirar hacia otro lado cuando pudieron volver a formar una familia. Verán, se llevaron a niñas, en su mayoría mujeres de otros lugares, y las embarazaron y nos dieron sus bebés.

Pronto todas las ciudades se dividieron en dos. Las ciudades libres, eran santuarios donde podían expresar su religión, eran la secta en su máximo esplendor, oprimían a las personas, hombres y mujeres por igual. Y las que empezaban con "New" imitaron esta modalidad y  comenzó a "vender" algunos de los bebés para obtener ganancias a parejas ricas. Algunas esposas tambien hacian esto. Y los líderes de las ciudades "New" tuvieron que ofrecer el triple del precio para las niñas. Una vez más pusimos la otra mejilla cuando los recursos de la secta aumentaron y las ciudades se llenaron repentinamente de dinero debido a lo bien que pagaban los traficantes. Luego aseguraron que aquello lo hacían en nombre de los dioses. Entonces no dijimos nada y los que lo hicieron fueron llevados a la montaña.

Porque ahí es donde lo hacen. Hay un lugar en la montaña donde se llevan a las mujeres, niños, vagabundos, fugitivos y, si sus padres lo eligen, a veces incluso venden a las niñas y niños de las ciudades. Arreglan la venta de las niños y se encuentran con ellas en un árbol a medio camino entre nuestra ciudad y su infierno de bebés.

Los Señores selectos son los que embarazan a las niñas o violan a los niños para obtener su semilla y seguir con la producción, en algunos pueblos llevan su nombre con la inicial del señor que los produjo. Un ejemplo de esto es mi tío, William, cuya hija Wanda, fue violada por él y todos los nombres de sus hijos empiezan por W, fue mi tío el que me vendió a su padre.  Cuando ya son demasiado viejas para producir o directamente sus hijos nacen con alguna anomalía y esto es continuo son desmembradas y sus órganos robados para el tráfico de órganos, luego sus cuerpos son rotos por una fábrica de carne. Lo mismo aplica para los hombres.

Les digo esto, porque no, ustedes no son esos niños. 

Como sabrán Edgar es estéril, su padre, el antiguo Sumo Señorío de la ciudad solía molestarlo por eso, no fue una sorpresa que Edgar estuviera feliz cuando fue asesinado, de hecho estaba tan feliz que busco al asesino y durante años robó a los hijos que el asesino tuvo, cambiandolos por niños de Grimore con alguna similitud física con la esposa. No los robo a todos, pero si a cuatro, en total eran seis niños, pero Edgar solo pudo robar a tres. Ariam, tu eres la primera, luego sigues tu Lauren y por último Liam

Se preguntaran el porque me fui. Bien, supongo que tienen a una hermosa mujer a su lado, ¿No? Su nombre es Leigh y es la hija primogénita de la Zarina Allegra Fairchild, nieta de la Zarina Felicia y creadora de la secta de asesinos la Legión, cuyo propósito es acabar con Un mundo libre y hacerlos pagar por sus crímenes. Bueno, ella los cuidara, se suponía que yo daría a luz a su hijo pero...¿Recuerdan la última pelea que tuvimos Edgar y yo? Sí, esa, en la que me empujo por las escaleras, bien, perdí al bebé y no podría seguir viviendo sabiendo todo lo que sé, por eso tomé esta decisión.

Los amo muchisimo. Ustedes me salvaron. Lamento tener que dejarlos pero como dije, no puedo vivir sabiendo todo lo que sé, pero ustedes son inocentes, por eso les pido que vivan, amen, odien y sean ustedes, mis niños, vivan, vivan y sean libres, vivan, por favor, vivan.

Los ama por siempre y para siempre.

Mamá"

Los tres observaron la carta, sintiéndose destruidos, pero iban a cumplir la última voluntad de Marianne, de su madre: van a vivir.

FIN.

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