Capítulo extra: Cazando a los cazadores.
Su plan había sido tan infalible como fallido. En un principio el intentar matar a todos que le hubieran hecho daño se convirtió en su misión de vida, revelar a los monstruos y posteriormente destruirlos, a veces los monstruos debían ser creados.
Era un sacrificio razonable.
Edgar Al Bhatt era un monstruo, un violador nato, que se divertía arrancando la pureza de los más jóvenes, sus hijos adoptivos siempre sufrieron por su culpa, las hijas eran despreciadas y en ocasiones violadas, los hijos eran golpeados, insultados y en el caso de Liam también era violado. Edgar, un narcotraficante famoso, dueño de miles de propiedades y dinero, las armas son su pasión y no puede sentir amor.
La verdad Leigh pudo exterminar a Edgar en cuanto lo vio, solo que de una u otra forma necesitaba de los niños, pues ellos eran una parte importante del plan maestro de su vida, del plan maestro de la familia Fairchaild: Exterminar a la Falsa Reina Roja.
El hombre empezó a recuperar la consciencia, pronto empezó a gritar e intentar escapar, pero al estar atado a una silla sus intentos fueron en vano, su respiración era un desastre, no solo por estar tan aterrado sino también por la bolsa que cubría su cabeza. Después de un rato tratando de saber qué estaba pasando unas voces se escucharon en medio de la oscuridad.
Las voces predominantes eran de varones, pero él pudo identificar unas cuantas voces femeninas.
— Vaya, vaya, Veo que despertaste ¿Amigo? — un golpe en su espalda, aunque en cualquier otra circunstancia sería amistoso en aquella ocasión parecía más bien un golpe doloroso.
La cabeza del hombre fue descubierta y rápidamente la luz sintética invadió su campo de visión, cuando sus ojos lograron acostumbrarse a la luz vio lo que estaba a su alrededor: dos mujeres y tres hombres estaban frente a él, una de las chicas sonreía y la otra lo miraba con cierta diversión, pese a todo se sentía un aire pesado, casi como si ninguno de ellos realmente quisiera estar ahí, en especial un chico de ojos distintos que permanecía sentado en el regazo de la castaña, por otro lado los otros chicos, uno de ojos azules y el otro de ojos grisáceos lo miraban con asco, como si fuera una mancha de inmundicia en un mantel blanco.
La pelinegra se dispuso a quitarle la mordaza que mantenía atrapada su boca.
— ¿Dormiste bien? — preguntó uno de los chicos.
— ¿Quienes son ustedes? — un puñetazo fue la respuesta a la pregunta.
— ¡Nosotros hacemos las preguntas aquí!
— Osman — la castaña se mantuvo al lado de la pelinegra, era una mujer hermosa pero muy joven, claro que no tanto como la pelinegra que parecía oscilar entre los 17 u 18 años, aún así el chico la obedeció y se detuvo —, no lo maltrates todavía, recuerda que tenemos información que obtener.
Osman pareció querer lanzarse sobre Ariam y matarla a golpes, pero en respuesta Ariam sonrió, mirando fijamente a Liam, a sabiendas que Osman jamás la atacaría con Liam presente. Al igual que Edgar, Liam era la debilidad de Osman.
Los chicos idénticos caminaron alrededor del hombre, como un león persiguiendo a su presa, hasta que ambos se posicionaron detrás de él.
— ¿Quiénes son? ¿Qué quieren? — preguntó al borde de la desesperación.
La castaña estuvo a punto de responder, pero el sonido de unos tacones la interrumpieron, por lo que parecía ser una puerta surgió una bella mujer, de cabello castaño claro y con un vestido ajustado rojo, que aumentaba el volumen de su busto, sus labios eran rojo sangre y sus tacones eran negros, pero con unas manchas rojas que él hombre adivinó que eran sangre. Y al igual que el otro chico poseía dos ojos de distinto color.
— Por fin despertaste, Alán.
Alán se tensó al escuchar su nombre en la boca de esa mujer.
— Espero que mis chicos te hayan tratado bien — ella caminó por la habitación con gracia y elegancia, hasta finalmente detenerse en una mesa de madera y sentarse en ella, con sus largas piernas cruzadas — ¿Dormiste bien?
— ¿Quién eres y qué hago aquí? — ella bajó la cabeza como si esa situación le causará gracia.
— ¿Por qué no miras a tú alrededor y lo descubres tú mismo? — Alán obedeció y al instante se arrepintió: cientos de cuchillos, armas, ganchos, clavos, garfios, látigos, motosierras y un sin fin de artículos de torturas estaban esparcidos por la habitación, pero lo que más llamó su atención fueron las manchas rojizas de dudosa procedencia en dichos artefactos —. Veo que ya lo sabes — respondió ella con diversión bajándose de la mesa y caminando hasta él, deteniéndose y agachándose un poco, dándole una mejor vista a sus prominente busto —, pero esto no debe terminar como crees que lo hará — sin pensarlo dos veces Alán la escupió, cayendo su saliva en uno de sus pechos en vez de en su rostro, ella le sonrió y lo abofeteó, la bofetada fue tan fuerte que Alán apostó que su mandíbula estaba rota.
Pero un nuevo golpe en su rostro lo hizo sentir casi la agonía que tantos años atrás había experimentado en el psiquiátrico
— ¡Ah! ¡Que aburrido! — Madame Keller se limpió la saliva de su busto y rápidamente se fue, regresando con una pequeña en brazos — Allyra, querida, ¿Qué piensas de este señor?
La niña miraba al hombre enojada y haciendo una morisqueta dice:
— ¡Señor malo! ¡Señor malo!
Pero Alán no prestaba atención a las palabras de la niña, aquella criatura era la viva imagen de Sonja, de ser así, los ojos de Alán miraron a su alrededor, empezando a notar el parecido entre cada uno de los chicos con los cazadores.
— Así es cariño — Madame Keller tomo a la niña y la alzó con cuidado, apresándola en sus brazos, como si tuviera miedo de que se la llevarán —. Bien — Madame Keller se meció levemente con la niña en brazos y le dio un beso en la mejilla — tiene permiso para divertirse, hagan lo que deseen con él, solo — Madame Keller sonrió — asegúrense de que pague por todos sus pecados. ¡Y que revelé la ubicación de esa perra y su familia! — Madame Keller tomó a la niña y ambas salieron de la habitación.
— Bien, bien, ¿Qué juguete deberíamos usar en tí? — Osman se colocó unos guantes negros, bastante ansioso por derramar sangre.
— ¡Yo sé! — la pelinegra tomo unas cadenas con garfios al final.
— Lala...— hablo Osman de forma severa hacía la chica, pero Ariam, como siempre, le llevaba la contraria.
— Déjala, Osman — la castaña tomó un cuchillo y apuntó a Alán, que ya sentía el sabor metálico de la sangre en su boca —. Mí hermanita tiene talento, no hay que desperdiciarlo.
Osman frunció el ceño, parecía odiar a ambas chicas, pero de solo mirar a Liam se calmaba.
— ¿Vas a participar en nuestro juego, Ariam? — Ariam sonrió, sus dedos sin uñas atraparon el rostro de Alán, ella apretó las puntas de sus dedos en las mejillas del tipo, inspeccionando su piel.
— ¿Por qué no habría de participar? — Ariam se acercó y tomó la barbilla de Alán forzándolo a mirarla —, tiene una piel perfecta, será una linda parte de la chaqueta que estoy haciendo.
— ¿Chaqueta? — pregunto Alán alterado, notando los retazos de cuero seco colgando en diversos ganchos del techo, cuero que no parecía ser de ningún animal conocido, por el contrario, parecía ser casi...— ¡No! ¡Por favor, no me arranquen la piel!
— Descuida — Ariam se sentó sobre sus piernas, usando un cuchillo caliente para comenzar a quitarle la piel de la cara —, no sentirás mucho, esta tan caliente que no dolerá, es más, a lo mejor y te desmayas antes de que comience a doler.
— Por favor, no lo hagas, ¡Yo no hice nada! ¡Soy inocente! — suplico Alán.
— Exacto — susurró Lord Keller, sentado a pocos metros de él, justo al lado de Liam quien miraba todo con curiosidad y en completo silencio, todavía confinado a una silla de ruedas —, no hiciste nada.
El aire escapó de los pulmones de Alán al ver esos ojos de distinto color, le parecían tan familiar, tan llenos de dolor y tan conocidos, como si Evan estuviera frente a él, la mirada asustada de Alán viajó por toda la habitación ¿acaso sería posible que esos chicos fueran los hijos de los Schillings? Alán, Jackson y Christine eran amigos de Sonja, Dorian, Yolka, Velemir y Evan, la madre y padres biológicos de los chicos Al Bhatt, los asesinos del padre de Edgar.
— Ustedes sabían que meterse con Un Mundo Libre era peligroso y aún así lo hicieron, dime, ¿enserio creíste que la secta no tomaría represalias ante la muerte de un hombre tan importante como lo era Horace Al Bhatt? — cuestiono el chico llamado Osman, anteriormente conocido como Primore.
— Es curioso, si no fuera por sus estúpidos aires de justicieros Edgar nunca nos hubiera capturado, podríamos tener una vida normal, una vida feliz — Ariam se inclinó sobre Alán, escupiendo rabia y saliva sobre el rostro del hombre cual perro rabioso —, al menos si iban a tener esa vida, ese estilo de vida dedicado a cazar a miembros de UML deberían haber sido considerados y no tener hijos, pero no, son solo un montón de egoístas que no pensaron más que en saciar su sed de venganza.
— ¿Se dan cuenta que si no hubieran asesinado al padre de Edgar podríamos haber sido felices? — Lala hizo un mohín —, no es justo, ellos fueron los que mataron a Horace, nosotros no, ¿por qué nosotros debíamos pagar por su muerte? ¡Ninguno debió ser robado por Edgar! ¡Ninguno debió sufrir así! — Lala ladeo la cabeza, mirando a Alán divertida —. Dime algo, ¿al menos saben que esos bastardos que están criando no son sus hijos biológicos?
— ¡Claro que lo saben! — dijo Alán llorando — ¡Se enteraron hace unos años y han hecho de todo para recuperarlos! ¡La reina roja los quiere de vuelta! Al igual que sus padres, ¡Su madre y sus padres los extrañan mucho! ¡Llevan intentando rastrearlos por años! ¡Quieren salvarlos! — admitió, recordando las noches en vela que pasaron sus amigos intentando encontrar a sus hijos de sangre.
— Lastima, porque nos tuvimos que salvar nosotros mismos — susurro Ariam, apretando los puños, estaba muy molesta —. Esa maldita, ¿enserió creyó que no habrían consecuencias? ¡¿Qué clase de madre amorosa se le ocurre hacer algo así?! Primero en vez de enfrentar sus traumas se casa a los 18 con un montón de locos, decide que ahora dedicará su vida a cazar a los miembros de la secta y encima tiene hijos con todos esos hombres, ¿Y tardó años para darse cuenta de que esos chicos no eran sus hijos? ¿Es una broma? ¡Ella debería pagar con su vida por la vida que se nos fue negada a nosotros! — la chica temblaba de rabia, incapaz de soportar tanto dolor.
Sonja Schilling se escapó de la secta cuando fue enviada a hacer un atentado suicida contra la zarina Allegra Fairchaild, madre adoptiva de Analeigh y en vez de disfrutar de su libertad decidió casarse con cuatro hombres desertores de Un Mundo Libre y dedicarse a cazar a sus miembros, matandolos de todas las formas posibles. Liam, Osman, Ariam, Lauren y Lord Keller la detestaban, no solo tuvo la oportunidad de una vida feliz, una vida sencilla, una vida blanca libre de la sangre derramada y la desperdicio, ahora se enteraban que ella nunca sospecho que sus verdaderos hijos eran violados y torturados mientras ella amaba a un montón de impostores. Si iban a iniciar una nueva vida tal y como lo habían prometido a Marianne primero debían resolver algunos asuntos del pasado, sobre todo aquél que involucraba justicia contra tan crueles progenitores que los forzaron a nacer y los abandonaron en medio de un mundo caótico y de dolor: necesitaban asesinar a la falsa reina roja y a sus malditos reyes de sombras; tenían que acabar con sus padres de sangre, que ellos sufrieran lo mismo que ellos tuvieron que vivir.
— Es lo justo — susurro Ariam —, nada de esto hubiera pasado si tan solo la perra hubiera ido a terapia y sanará sus traumas, pero no, la puta quiso jugar a la salvadora sin medir las consecuencias.
— ¡Ella no lo sabía! ¡Nadie lo sabía! ¡De haberlo sabido jamás hubiera permitido que dañarán a sus hijos! — gritó Alán en un intento de salvarse, el odio en las miradas de los muchachos lo aterraba y le hicieron saber que nada los haría cambiar de opinión: querían venganza, tendrían venganza.
— ¡Es suficiente! Menos charla y más juego. ¡Keller, Osman! Lauren dará el golpe de gracia hoy, ustedes hagan todo lo que ella diga — ordeno Ariam.
La sonrisa de Lauren se ensanchó.
— ¡Perfecto! Casi nunca me dejan jugar con libertad — Lauren hizo un puchero antes de dejar caer las pesadas cadenas en el entrepierna de Alán, haciéndolo gritar de dolor —, perdona si soy demasiado entusiasta, es que nunca puedo jugar como quiero.
La sangre manchaba cada centímetro de la habitación, Alán se arqueaba de dolor y sus heridas soltaban gorgoteos de sangre: todos sus dedos habían sido quebrados y posteriormente arrancados, su piel había sido quemada con ácido, un clavo atravesaba su globo ocular derecho, unas cadenas permanecían incrustadas en sus tobillos que colgaban de un débil tendón, su pecho había sido marcado por múltiples azotes y sus pulmones fueron perforados. Lauren se había entusiasmado, pero no demasiado, cuando empezaron a cortarle los dedos Alán había cantado como un ave, revelando todo lo que necesitaban, pero obviamente no lo dejarían vivir.
Madame Keller bajó de nuevo a la habitación, pero está vez sin la niña, ella aplaudió lentamente al ver el resultado, se notaba orgullosa.
— ¡Mí querida Ariam! Cada vez eres más fuerte, estás mejorando mucho — Ariam abrazo a Madame Keller como si fueran amigas de toda la vida, no, como si fueran madre e hija, Alán quiso ver a la culpable de su inevitable muerte pero para ese punto veía todo de rojo y las fuerzas le faltaban —. Me encantaría que te quedarás, pero Heaven acaba de despertar y necesita a su madre.
Ariam asintió y salió de la habitación.
— Bien, muchas gracias por tus aportes en nuestro juego, has sido de mucha ayuda.
Alán intentó maldecirla pero su garganta le dolía de tanto gritar.
— Por lo que sé, tú y Sonja son muy cercanos, ¿No? Amigos — Alán sintió algo filoso en su garganta y con la poca conciencia que le quedaba pudo ver a uno de los chicos idénticos poner un hacha en su cuello —. Creó que deberíamos enviarlo un pequeño regalo, ¿No te parece? Una decoración que le recuerde la inmundicia de su existencia, la banalidad de lo mortal.
Osman alzó el hacha esperando las órdenes de Madame Keller para decapitarlo, a lo que ella accedió pero Alán juntando sus últimas fuerzas hizo su última pregunta:
— ¿Cuál es tú nombre? — la sangre salpicó con cada sílaba y ella sonrió, ante la agonía del hombre.
— Algunos me conocen como el ángel de la muerte, como su mayor pesadilla, pero para otros como su salvadora, para otros muchos soy Madame Keller, pero para tí — Alán abrió su ojo lo más que pudo al reconocer aquél bello rostro — soy Analeigh Fairchaild.
— La-lamento no haber hecho nada para salvarlos — dijo la voz ronca de Alán, sabiendo que él junto a los otros era culpable de que Edgar los hubiera robado cuando aún eran unos bebés, él junto con los demás eran los culpables de que aquellos niños terminaran así, corrompidos por UML —, son...son buenos niños...
— Te equivocas — murmuró Osman —, no somos buenos.
Osman levantó el hacha y de un solo golpe la cabeza de Alán rodó.
La cabeza de Alán rodó hasta los tacones de Analeigh, ella sin dudarlo se agacho, la tomo entre sus delicadas manos y la extendió a Liam, quien con una débil sonrisa la recibió, sabiendo lo que debía hacer.
— Liam, dulzura, empaca esa cabecita en un bello paquete de regalo, los Schillings estarán muy complacidos ante este presente. Así sabrán que sus hijos queridos pronto irán a visitarlos — Analeigh sonrió, sintiendo entusiasmo por lo que iba a pasar — y por fin exterminarlos, tal y como debe ser.
FIN.
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