9. Sangre
Sangre.
Muchísima sangre, había demasiada sangre en esa taza de inodoro.
Durante toda su vida Liam se había acostumbrado a sangrar y ver mucha sangre, pero nunca había visto sangrar a Ariam de tal manera.
Un aborto puede ser algo muy traumático y conociendo a Ariam ella debería estar aterrada. Los llantos de Heaven aumentaron cuando Liam empezó a golpear la puerta con la intención de romperla y poco a poco el pánico invadía a Allyra.
— ¿Qué...qué pasa? — pregunto Ally empezando también a llorar, su miedo aumento cuando Liam rompió una silla contra la puerta, pero la puerta no cedía — ¿Mamá esta bien? — por un momento fugaz Liam quiso dejar de golpear la puerta y correr para abrazar a su hija, pero el impulso de salvar a Ariam era más fuerte.
Era un bebé...un feto, Liam había visto cientos de fetos en libros de biología que le daba su padre, reconocería esa masa de carne en cualquier parte. Liam siguió golpeando la puerta, con más y más fuerza, hasta que...¡Crack!...Un agudo dolor se instalo en su muñeca, Liam apretó los dientes para no gritar de dolor, sabía que si lo hacía sus hijos se volverían locos y apretó la mano contra su pecho, cayendo en posición fetal contra el suelo, a juzgar por la forma en la que un hueso sobre salía de la piel la muñeca estaba rota.
— ¡ARIAM! ¡ABRE LA PUERTA! — volvió a gritar Liam, poniéndose de pie y tomando impulso e impactando su hombro contra la puerta.
Quizás fuera su debilidad o cortesía de no haber comido nada más que una manzana en una semana, pero Liam era incapaz de derribarla, la madera era dura, pero un chico normal de su edad debía ser capaz de romperla, pero Liam no, al contrario empezaba a sentirse mareado y débil.
— Liam, ¡DEJAME TRANQUILA! — grito Ariam desde su interior.
— ¡Abre la puerta! — intentando no desmayarse Liam tomó un florero y lo lanzó contra la puerta, pero solo le causo un rasguño a la puerta.
— ¡QUE ME DEJES EN PAZ!
— ¿¡Qué esta pasando!? — grito Ally presa del pánico.
Liam se estremeció al escuchar el sonido de la cadena ser jalada, ¿Acaso Ariam se estaba deshaciendo de la sangre y la masa de carne? Liam siguió golpeando la puerta, una, dos, tres y tantas veces hasta que por fin logró astillar la puerta, Liam retrocedió un poco y dio una patada certera que termino con romper la cerradura de la puerta, y con un ultimo golpe logró abrirla, encontró a Ariam en cuatro patas limpiando restos de sangre en el suelo, Liam la miró y corrió a mirar la taza, el carmesí de la sangre había desaparecido, el agua del inodoro estaba rosa, pero no había ninguna masa de carne flotando en ella. Liam se giro lentamente y vio a Ariam con la cabeza gacha, completamente inmóvil en el suelo. Sus pantalones azules estaban mojados de un liquido oscuro, sangre, supuso Liam. Con delicadeza Liam se sentó a su lado y la tomó de los hombros, haciendo que ella se recostará en su pecho.
— ¿Qué sucedió? — Ariam se quedo en silencio unos segundos, con cuidado rodeo la cintura de Liam con sus pegajosas y rojas manos, levanto la cabeza un poco permitiéndole ver a Liam sus ojos apagados perdidos en un punto desconocido y la palidez enfermiza de su rostro, todo rastro de color había sido drenado de su piel, estaba blanca, pegajosa, húmeda y, en general, hecha un desastre.
— Se supone que debes preguntarme si estoy bien — respondió ella en un tono de voz tan bajo y ronco que Liam casi no le pudo entender.
— ¿Estás bien? — Ariam levanto la cabeza, esta vez mirando a Liam a los ojos.
Su mirada no era de tristeza, tampoco de cansancio, era la clase de mirada de un niño que ha sido atrapado en una mentira pero sabe como manipular a sus padres para evitar el castigo.
— Lo siento — dijo Ariam con tono burlón y una pequeña sonrisa formada en la parte derecha de su boca.
— ¿Por qué?
— Porque no tenías que ver eso — el tono de voz era tan extraño, una mezcla de culpabilidad y diversión que Liam nunca supo responder.
Cuando Liam pensaba en Ariam siempre terminaba pensando en sus ojos, dicen que los ojos son la ventana del alma, pero la ventana del alma de Ariam estaba tan sellada que Liam era incapaz de comprender siquiera una mirada. A veces Liam se imaginaba siendo el trabajador de una morgue, con el cuerpo delgado y flácido de Ariam en una mesa de aluminio gris, con un montón de herramientas con las cuales poder despedazarla. Ariam tenía un rostro por decirlo poco peculiar, su cabeza era pequeña a comparación con su cuerpo, su cuello era largo, haciendo ver su rostro aún más pequeño, las cejas pobladas y de un color marrón profundo, una pequeña capa de pecas en la nariz, quizás eran solo 4 o 7, pero eran muy pocas, casi traslucidas, sus labios eran de la forma de un corazón invertido, en la parte de arriba eran escasos y delgados, pero en la parte de abajo eran gruesos y carnosos, Ariam poseía un extraño agujero en medio de los labios, nunca estaban cerrados por completo, era como si le hiciera falta una parte del labio, aquello siempre la hacía lucir sorprendida e ingenua. Pero sin duda alguna lo más singular de Ariam eran sus ojos. Sus ojos eran apagados, dándole una apariencia de somnolienta, aburrida, distraída o drogada y el azul de sus ojos, aunque vagos según Edgar, para Liam eran hermosos, muy hermosos. Liam se imaginaba en la morgue arrancándole los ojos a Ariam y colocándolos a contra luz, analizándolos, buscando respuestas a aquellas preguntas que ambos se hacían pero no se atrevían a decir: "¿En qué piensas?" "¿Por que nos hicieron esto?" "¿Por qué?" "¿Eres feliz?". También se imaginaba abriéndole la cabeza y desenrollando su cerebro, cada tramo de materia gris y estirarlo en una mesa, analizando centímetro por centímetro, intentando comprenderla.
— ¿Qué fue lo que paso? — Ariam ladeo la cabeza, aún con esa expresión tenuemente burlona.
— ¿Qué crees que paso?
— Tuviste un aborto.
Ariam separo su cabeza del pecho de Liam. Confusión, solo así se podía describir lo que Liam veía. Ariam se separo por completo de Liam y coloco una mano en el pecho de él, incrementando el espacio entre ambos.
— ¿De qué hablas? — cansado de que Ariam jugara con su mente Liam la tomó de los hombros y la sacudió con fuerza.
— ¡TUVISTE UN ABORTO! ¡Vi la sangre! ¿Qué sucedió? ¿Dónde esta el feto? — al instante Liam se arrepintió de haberle hablado de esa forma, Liam nunca se enojaba, jamás, por eso Ariam se veía tan asustada y sorprendida. Liam contuvo las lagrimas, no quería asustarla, no quería provocarle más dolor, sólo quería saber qué pasó, la idea de haber perdido a un tercer hijo le resultaba devastadora y sin saber que más hacer Liam solo la abrazó y le acaricio la cabeza — ¡Lo siento! ¡Perdoname, por favor! ¡No quise hablarte así! Solo...estoy confundido, vi la sangre y esa masa de carne flotando en el retrete, ¿Qué sucede, Ariam? Dímelo por favor.
Los ojos de Ariam inspeccionaron cada centímetro del rostro de Liam, ella levanto su mano y la coloco en la mejilla de Liam, aún tenía sangre, el olor metálico era muy fuerte.
— Es normal — la tranquilidad en su voz hizo a Liam llorar, las lagrimas cayeron en el rostro de Ariam, pero ella pareció no notarlo —. Sucede cada mes, a algunas mujeres les llega muy fuerte y...
— No me mientas, por favor — pidió Liam, sujetando la mano de Ariam en su mejilla.
Ariam nuevamente se aparto de Liam, cruzándose de brazos.
— Liam, ¿Acaso has tenido tú la menstruación?
— No, ¡Pero cualquiera sabría que ese nivel de sangrado no es normal! ¿Y qué hay de la masa de carne que vi?
— Es un coágulo menstrual.
Liam le dio la espalda a Ariam, todavía llorando, de rodillas y manchado de sangre en el suelo.
— Debes creer que nací ayer como para pensar que me voy a tragar esa mentira.
— No es mentira, Liam, lo prometo.
— ¿Era mío?
— ¿Liam me estas escuchando?
— ¡Te pregunte si el bebé era mío, Ariam! — la muchacha levanto la barbilla y frunció el ceño, estaba molesta.
— Llevo dando a luz desde que tenía 13 años, he parido a más niños de los que podría amar, literalmente tengo destrozada la vagina, ¿Enserio crees que no podría sangrar tanto? — Ariam se puso de pie tambaleando, Liam intento ayudarla, pero ella se apartó, rechazando su ayuda —. Tengo un mioma uterino del tamaño de una pelota de ping pong, que aprieta mi útero y me provoca que me desangre por la vagina — Ariam se dio la vuelta y siguió limpiando la sangre —. Bienvenido al mundo de una mujer violada.
Liam se quedo en silencio y quieto, no sabía que esperaba, quizás que Ariam empezará a reír y le dijera que era solo una broma o algo similar, pero no obtuvo nada de eso. Confundido Liam salió del baño, calmo a Heaven y lo volvió a dormir, tranquilizo a Ally y le dijo que se fuera a su habitación, la niña obedeció y se retiro a su habitación más tranquila.
Liam camino despacio, con su muñeca hinchada y roja apretada contra su brazo, ¿Enserio había sido tan cruel con Ariam? Si había algo en lo que Liam se caracterizaba era en ser tranquilo y sensible, incapaz de dañar a alguien, ¿Había malinterpretado la situación? Lógicamente Liam no padecía de los problemas derivados de las personas que nacían con vagina, pero ese nivel de sangrado en la opinión de Liam no era normal. Liam detuvo su caminar al ver a su padre dirigirse hacía él, parecía molesto.
— Liam, ven a mi oficina, necesitamos hablar.
Liam trago saliva asustado y siguió en silencio a Edgar hasta un salón apartado, en el ultimo piso del colegio, al llegar Edgar espero a que Liam entrará para cerrar con seguro la puerta. Liam se quedo en medio de la gran oficina con la mirada clavada en sus manos, Edgar se sentó frente a él.
— Quítate el suéter — ordenó.
— ¡No, padre, no por favor! — suplicó Liam empezando a temblar, Edgar se puso de pie, estaba enojado, su padre estaba enojado.
— Quítate el suéter — repitió con más firmeza.
— Papá...— dijo Liam en un hilo asustadizo de voz —, por favor, papá, no...
— Ya basta, Liam — Edgar se cruzó de brazos expectante a que Liam lo obedeciera.
— No, padre, por favor...— volvió a suplicar Liam pero Edgar levantó la mano en señal de silencio.
— Solo házlo.
— Pero papá...
— ¡Maldita sea, Liam!
Liam se aferro a los bordes de su suéter, en un muy débil intento de mantenerlo todavía puesto.
— Padre, no, no quiero...
— Dije que te quites el suéter, ¡AHORA!
— Padre, te lo ruego, no me hagas...
— ¡Es una orden! — sin paciencia, Edgar se abalanzo sobre el delgado cuerpo de su hijo, estampo el rostro del niño contra su escritorio de madera, con una sola mano logró sujetar las muñecas del chico contra su espalda y con la otra mano le subió el suéter revelando la piel desnuda de la espalda de Liam.
Liam estaba apenado y sonrojado pero sobre todo adolorido por la forma tan brusca en la que su padre le sujetaba la lastimada muñeca, pero el chico no emitió ni un sonido de dolor, ya había aprendido a callar y no provocar. Avergonzado Liam cerró los ojos, no quería que su padre lo viera así, Liam sintió las manos de su padre sobre su piel. Un sollozo hizo que Liam levantará la cabeza justo cuando su padre libero sus muñecas, Liam se dio la vuelta y se encontró con Edgar sumergido en un mar de lagrimas, confundido el joven le tocó el hombro a su padre, tratando de descubrir que le pasaba, a penas sus dedos tocaron la tela de la camisa blanca de Edgar, el hombre lo jaló hacía sus brazos, envolviendo el débil cuerpo del muchacho en sus fuertes y grandes brazos.
— ¡Lo siento! ¡Lo siento tanto, hijo! ¡No dejaré que los patrocinadores vuelvan a tocarte! ¡Nadie más volverá a tocarte, lo prometo!
Sin dejar responder a Liam, Edgar tomó al chico con cuidado entre sus brazos y lo guío fuera de la oficina, y del colegio, prácticamente haciendo a Liam correr por los largos pasillos, al llegar frente al colegio estaba la maestra Nicolette con un auto negro esperándolos.
— Que disfrute su paseo, señor Al Bhatt — dijo la mujer con voz suave y gentil, haciendo una leve reverencia, Edgar imito la misma reverencia sin soltar a Liam.
— Muchísimas gracias, señora Lovec — respondió Edgar con el mismo tono suave y gentil.
Edgar empujó a Liam dentro del auto negro e iniciaron un viaje a un destino que Liam desconocía, fueron 20 minutos de silencio total, con Liam tratando de entender qué estaba por pasar. De repente el auto se detuvo, Edgar miró a su chofer y le indicó que bajará la ventanilla polarizada del auto. Con cuidado el padre se inclino sobre su hijo y le dio un beso en la frente con delicadeza, aunque para Liam fue un beso de ventosa que le sorbio el cerebro.
— Te mereces esto, cielo — susurro Edgar tomando el mentón de Liam y haciéndolo mirar hacía afuera de la ventana.
Eran los patrocinadores.
Siete hombres y cuatro mujeres de rodillas, atados de brazos y piernas, con la boca cubierta por un sucio trapo blanco. La sangre descendía por sus cabezas, ellos temblaban, llenos de moretones y heridas abiertas, sus carísimas ropas estaban hechas harapos, sus ojos estaban inyectados en sangre. Los patrocinadores estaban rodeados por hombres uniformados con armas en cada mano. Edgar le dio unas palmaditas en el muslo a Liam y sonrió. Su padre iba a matar a las personas que tan cruelmente lo habían abusado.
— Te mereces esto — repitió.
Y mientras se alejaban en el mismo auto negro Liam escucho el sonido de varios disparos. El chico miró a su padre y le sonrío, recostando su cabeza en el hombro de su progenitor. Por primera vez se sentía seguro a su lado.
O al menos así Liam deseó sentirse, pero no pudo, simplemente no pudo.
Bạn đang đọc truyện trên: AzTruyen.Top