6. Una historia de niños
Había una vez...
En un reino muy lejano, existían tres jóvenes monarcas, dos princesas y un pequeño príncipe. La princesa mayor vivía encerrada en una torre custodiada por un dragón muy feroz, la segunda princesa vivía en un reluciente palacio, siendo amada y adorada por todos en la nación y el pequeño príncipe vivía atrapado debajo del castillo, en un calabozo oscuro y frío. Un día la princesa mayor de alguna manera al dragón engaño y escapo, fue entonces cuando la segunda princesa fue encerrada en la torre, bajo custodia del cruel dragón la segunda princesa sufrió, hasta que la cordura perdió. El pequeño príncipe estaba asustado, porque sabía lo que en esa torre pasaba. Un día, cuando le llego el turno al pequeño príncipe de ir a la torre la primera princesa apareció, valientemente peleo contra el dragón y lo mato, cuando la primera princesa y el pequeño príncipe fueron en busca de la segunda princesa supieron que ya era demasiado tarde para ella, el dragón la había destruido totalmente, sin nada más que hacer la primera princesa coloco el cuerpo de la segunda princesa en un caballo, con la misma espada con la cual acabo con el dragón la primera princesa rompió el cuerpo de la segunda, para que esta manera una parte de la princesa amada por el pueblo quedará en cada región.
Ahora libres y sin temor la primera princesa, y el pequeño príncipe escaparon de la nación, para poder ser felices lejos del dragón.
Pero así no era la vida real, Ariam y Liam no podían simplemente matar al dragón, y escapar, porque en la vida real habían cientos de dragones, con muchos ojos que los observaban, sin siquiera dejarlos respirar si no era su voluntad.
Ariam abrazo a Liam por la espalda, jalando del cuerpo del chico claramente drogado hasta las habitaciones de los patrocinadores. Nadie dijo nada, nadie ni siquiera se acerco para ver si Liam estaba bien, en el fondo ya estaban acostumbradas, de forma inconsciente las chicas del colegio sabían lo que le iban a hacer a Liam y, de forma algo cruel, estaban agradecidas por no ser ellas las que debían ir a las habitaciones de los patrocinadores. Liam intento sujetarse de las paredes, pero le fue imposible, su falta de comida sumado con lo que sea que su hermana le haya puesto en la bebida lo había dejado muy débil.
La visión de Liam estaba borrosa, solo veía manchas amorfas y el rostro distorsionado de su hermana. Ariam entro en una habitación aparentemente vacía, con ayuda de una de sus largas piernas cerro la puerta sin soltar a Liam, la chica camino tranquilamente hasta una cama matrimonial ubicada en el centro de la habitación, dejo a Liam en medio de la misma y con cuidado le quito los zapatos, Ariam se enderezó, se quito sus botas, luego se quito los pantalones, la chaqueta del equipo de hockey, la camisa de manga larga negra — revelando que efectivamente no llevaba sostén — y todas sus prendas con excepción de sus bragas color azul claro, todo bajo la aterrorizada mirada de Liam al cual, a juzgar por el movimiento desesperado de sus ojos, había empezando a paralizarse de cuello para abajo, tal y como Ariam lo había esperado. La chica se sentó en cuclillas sobre su hermano, desabrochando el pantalón del mismo, comenzando a tocar debajo de la camisa del muchacho, sin dejar de agitar sus redondos pechos lactantes sobre el rostro de Liam.
— Dame tú corazón Liam, dame tú mente, dame tu cuerpo. Entregate a mí, se solo mío, quiero que tus besos sean solo para mí. Te quiero solo para mí, no te pienso compartir.
Lo último que vio Liam antes de quedarse paralizado fue a Ariam de desnudarse sobre él, pero eso no fue lo que le llamo la atención, sino el hombre en la esquina de la habitación, cuya mano se cerraba alrededor del cuello de Allyra. La puerta de la habitación se abrió de par en par y uno por uno los patrocinadores entraron al lugar, todos con batas negras que cubrían la desnudez de sus cuerpos, uno de ellos entro en la habitación con un macho cabrío atado a una soga en los cuernos, la patrocinadora con el macho cabrío se coloco justo al lado del patrocinador que sujetaba a la niña. Liam temió lo peor. Había escuchado de aquel ritual de fertilidad de su comunidad, pero jamás pensó que en su pequeño pueblo fueran a hacerlo, aquello solo podía significar que los niños estaban dejando de nacer...o si lo hacían nacían con defectos los cuales ameritaba su repulsión y posterior asesinato, el joven doncel supuso de que al ser ellos los procreadores del niño más joven en Newfane, el pequeño Heaven, ellos eran perfectos para el ritual. Una gota de leche se deslizo desde el seno de Ariam hasta el rostro de Liam, la chica limpio aquella blanquecina gota del rostro de su amado y miró a la multitud con rabia, luego volvió a observar a Liam, acariciando con sus dedos largos y delgados las mejillas humedecidas por las lagrimas del chico.
— Lo siento — susurro Ariam llorando y quitándole los pantalones a Liam, comenzando a estimularlo —. No quise que fuera así, pero es por nuestra hija.
" — Hazlo, Ariam, solo hazlo — como pudo Liam alzó su mano y acaricio la mejilla de su hermana mayor, el chico intento sonreír —. No es tu culpa, hazlo, lo entiendo, es por nuestra hija — y mientras Ariam empezaba a moverse sobre Liam él le susurro: — soy tuyo, Ariam, totalmente tuyo."
Eso quería escuchar Ariam, quería que Liam lo entendiera, pero sabía que el muchacho no lo haría, para él siempre había opciones.
— Ariam, por favor... — "Detente" pensó que diría él, pero para la sorpresa de la muchacha solo cerró los ojos y dijo — hazlo rápido, solo hazlo rápido, por favor.
Completamente desnuda Ariam se sentó sobre la intimidad de Liam, la sensación viscosa no era nada placentera, Ariam sentía como si estuviera sobre un cubo de gelatina frío, pero poco a poco las paredes vaginales de la joven se cerraron y apretaron la intimidad de Liam, provocándole placer a la chica. Ariam apretó los labios empezando a saltar sobre su pequeño hermano, Liam sollozaba en voz baja con los ojos cerrados, incapaz de moverse o hacer algo en su defensa, al ver que la chica empezaba a disfrutarlo los patrocinadores se acercaron con el animal muy de cerca, justo al lado de la cama matrimonial en el que se ejecutaba tan repugnante ante. La femina comenzó a jadear y se movió de forma rítmica sobre el pobre muchacho, casi llegando al climax, la chica echo la cabeza hacía atrás, en un gemido que hizo eco por la habitación y la patrocinadora con el macho cabrío le corto el cuello al animal, dejando que la sangre escurriera por los cuerpos de ambos chicos, cada gota de aquel rojo y viscoso liquido fue recogida en vasijas de barro.
— Que los dioses sean con ustedes.
— Que la paz del universo recaiga en sus vidas.
— Que la Nebulosa Ancestral sea su destino final.
Los patrocinadores felicitaron a ambos chicos y se llevaron a Allyra consigo, Ariam comenzó a llorar mientras sacaba a Liam de su interior y en una esquina de la cama se hacía ovillo, llorando con más fuerza.
— Lo siento, Liam, lo siento — las costillas de Ariam se retraían y temblaban debajo de la piel, la delgada chica no dejaba de temblar, clavándose sus largas uñas en sus muslos —. Lo lamento, lo lamento tanto.
Pero Liam ya había sucumbido a los brazos de Morfeo.
Liam despertó con el sonido de las voces sobre su cabeza, la blanca luz de la ventana lo cegó por unos segundos, pero poco a poco volvió a recuperar la vista. Se sentía entumecido y adolorido, como si hubiera corrido una maratón toda la noche, su cuerpo le dolía de manera espantosa. Los recuerdos de la noche anterior hicieron que Liam se sentara de un salto sobre la cama, aquello fue un error ya que las ganas de vomitar casi explotan en su garganta y el muchacho se sintió fatal, no por el mareo repentino y demás, sino porque sus ganas de vomitar no eran por el asco de lo que había pasado, tampoco tenía ganas de llorar. Ya estaba tan acostumbrado a esas cosas que le parecía normal, incluso rutinario. Lo único que quería Liam era correr hacía su hija y asegurarse de que estuviera bien. El joven observo la habitación y se dio cuenta de que todo había sido limpiado: no había sangre o una gota de liquido corporal, una sabana blanca y fina cubría su desnudez, tampoco había rastros de Ariam por ningún lado. Con mucho dolor Liam salió de la cama y se coloco la misma vestimenta del día anterior, misma que estaba doblada en una mesita al lado de la cama, con unos chocolates sobre las prendas recién lavadas y perfumadas. <<Así que he sido tan buen chico que me gané un chocolate entero>> pensó Liam, tirando los chocolates por la ventana y poniéndose su ropa recién lavada, y perfumada.
Al abrir la puerta Liam vio a su madre y padre, con Marianne agitando un paquete de lencería en el rostro de Edgar, el cual permanecía cruzado de brazos enojado. El flequillo de Marianne se movía de forma repentina, casi graciosa, pero el rostro enrojecido de la pequeña mujer reflejaba que no era un momento remotamente divertido.
— ¡Pero no es justo! — se quejó Edgar — ¡En tú cumpleaños yo no me compro calzoncillos y te los desfiló! ¡En cambio tú siempre en mi cumpleaños te compras lencería!
Marianne se cruzo de brazos, golpeando su pequeño pie contra el suelo de madera y levantando una ceja.
— ¿Y vas a llorar por eso? — Marianne finalmente tomo aire y recupero su color natural, luego le lanzo la lencería a la cara de su marido — ¡Déjame tranquila! ¡Y no me vuelvas a hablar en tu puta vida!
Edgar se quedo pasmado ante el comportamiento de su esposa, Liam usualmente estaría aterrado por la imprudencia de su madre al tratar con su padre, pero ahora solo quería ir tras Allyra.
— ¿Viste como me trato? — Liam permaneció en silencio esperando a que su padre se fuera —. Nunca te cases, hijo, es el peor pecado que un hombre puede cometer — Edgar bastante enojado se quito el cinturón de cuero de su pantalón y dando grandes pisotones fue tras su esposa.
Liam intento irse antes de escuchar los gritos de Marianne y el sonido de la correa de cuero golpeando la piel de su madre, pero fue muy tarde. Generalmente Edgar atribuía el mal comportamiento de su esposa a la diferencia de edad, a los ojos de todos Marianne solo era una joven madre completamente enamorada de su esposo de 42, pero para Edgar Marianne no era más que una excusa de lo que él quería que fuera una esposa, su esposa.
Liam empezaba a ponerse nervioso al no ver a su hija en ninguna parte, buscaba en cada habitación de las colegialas, pero por más que revisaba cada cama, armario o baño no era capaz de encontrar a la niña. La imagen del macho cabrío siendo degollado lo hizo romper a llorar en medio de un pasillo, ¿Le habrían hecho eso a su pequeña? El joven había hecho lo humanamente posible por proteger a su niña y a su hijo, ellos eran su único motivo por vivir y eso su amo lo sabía, por esa razón se los dio: sin sus hijos Liam se habría sumido en una gran depresión y su vida culminaría prematuramente en un suicidio; y para ese chico de 16 años su hija de 6 y su hijo de un par de meses eran el universo entero.
— Vamos, Liam, ella esta bien, ella tiene que estar bien — el muchacho se enderezó y limpio sus lagrimas — ¡Tu amo jamás permitiría que la lastimen!
Pero por más que buscaba no la encontraba. Liam llego al comedor del colegio y antes de abrirlo rogó a cualquier deidad benigna que lo escuchara que allí estuviera su hija, el joven abrió la puerta y se tensó al no ver a su hija, observo mesa por mesa, rostro por rostro, pero solo veía a los sonrientes jovencitas uniformadas comiendo y charlando amigablemente, pero no había rastros de su hija. Justo cuando la desesperación lo estaba consumiendo la vio: sentada en el fondo del salón, en la mesa de las niñas de kinder, comiendo cubos de gomitas y pintando algo en una hoja de papel.
— ¡Ally! — sin importarle las miradas confundidas de las estudiantes Liam corrió por el gran comedor hasta la mesa de la esquina.
Al verlo la niña salto de la mesa y también corrió hacía él. Liam apretó el pequeño cuerpo de la pequeña contra el suyo y sollozo. La tenía, tenía a su hija sana y salva con él, no le importaba si masacraban su cuerpo o si lo torturaban psicológicamente, con tal de que Ally y Heaven estuvieran bien nada más importaba.
— Perdoname, no pude detenerlos — si Liam no estuviera tan concentrado en abrazar a su hija se habría sorprendido por sus maduras palabras. Esas simples palabras le hicieron saber a joven y desdichado padre que su pequeña hija estaba muy consciente de lo que pasaba a su alrededor, lamentablemente la niña lo sabía, lo sabía todo. Liam no pudo protegerla de la verdad ocultaba Newfane.
— No, perdoname tú a mí, no debiste ver ni escuchar eso.
Liam se separo de Ally y al hacerlo se encontró con un par de pequeños ojos de distinto color: era la marca de su similitud genética, era la marca de su parentesco; el ojo izquierdo marrón, el ojo derecho azul; de la misma forma en la que Heaven poseía un ojo gris y el otro azul, Allyra gozaba de la misma marca familiar. A veces Liam olvidaba que Ally era una niña, la madurez de su hablar y la sabiduría en su mirada podía llegar a ser muy aterradora, pero para Liam era encantadora. La niña estiró sus pequeños dedos y limpio las lagrimas del rostro de su padre, un padre el cual fácilmente podía pasar por su hermano mayor, un padre que en muchos aspectos seguía siendo un niño al igual que ella.
— Estamos comiendo gomitas y jugando a Stop, ¿Quieres jugar? — pregunto la pequeña, ladeando la cabeza y observando con un singular atención la lagrima que le había quitado de la mejilla a su padre.
— No, princesa, ve y diviértete — Liam se enderezo y notó como Ally se cruzaba de brazos como si esperará algo — ¿Qué pasa, princesa?
— Nada, solo que esperaba un "No, princesa, mejor ven y dejamos a esas mocosas jugando solas" ¡Son terribles! ¡Y se inventan palabras que ni siquiera existen! Además, según ellas paralelepípedo no es una palabra real, pero orintopinogongolo, si lo es, ¡Me van a salir canas verdes con estas niñas! — Ally se dio la vuelta y claramente enojada volvió a su mesa — ¡A ver! ¿Con que letra estamos?
— Un animal que empiece por "O" — respondió otra niña.
— Ornitorrinco y la que diga que no es una palabra real, nos damos machete.
Ally era idéntica a Ariam en cuestión de personalidad, dos pequeñas cascarrabias, en términos físicos Ally era más parecida a él, pero hasta ese día para Liam era un misterio la razón por la cual su hija era rubia, cuando el cabello de su hermana era negro y él castaño oscuro.
Liam quería ver a Ally feliz, que fuera una niña normal por un par de horas, por eso el joven adolescente se deleitaba con cada mirada de Ally y cada golpe en la mesa que daba para demostrar su punto, como ponía los ojos en blanco y se cruzaba de brazos cuando no estaban de acuerdo con ella.
El joven respiró profundamente, saboreando cada centímetro de aire que llegaba a su garganta y pasaba hasta sus pulmones, aliviado y feliz de que su hija estuviera sana, y salva Liam se dio la vuelta para irse, aún ignorando las miradas de las estudiantes curiosas, estaba demasiado sumido en sus pensamientos, pensaba en qué debía hacer para proteger a Allyra y a Heaven, no iba a permitir que ellos sufrieran lo mismo que él, sus hijos eran intocables. El muchacho acababa de salir del comedor cuando sus ojos de distintos colores se fijaron en Ariam cuyo caminar era similar al de un alma en pena, su espectral figura estaba más demacrada que de costumbre, su mera presencia casi espectral hacía a Liam temblar, el chico casi había olvidado esa sensación, pero lo ocurrido la noche anterior se lo recordó, aún así necesitaba hablar con ella, sin importar sus sentimientos, sus hijos eran lo primero.
— Ariam — la muchacha detuvo su caminar, pero en ningún momento se giró para mirarlo —. Necesitamos hablar.
— No hay nada de que hablar Liam, te hice daño, soy una maldita, lo siento, eso es todo — Ariam intento alejarse, pero Liam la detuvo, tomándola de la mano, está vez la mano de la joven estaba cálida.
— Ariam, por favor, necesito que hablemos.
— ¿Sobre qué? ¿Sobre como te viole? ¿O sobre como no te pude proteger?
— Sé que no tenías opción.
— Deja de ser tan bueno y dime que soy una maldita a la cara, anda, lo merezco.
— Nunca pensaría que eres una maldita.
— Pues deberías — dijo Ariam zafándose del agarre de Liam.
Ariam se fue, Liam pensó en seguirla, pero estaba tan agotado mentalmente que decidió no hacerlo. En vez de eso siguió concentrado en sus pensamientos, en formas de proteger a sus motivos de vida, hasta que cierta zanahoria se acercó casi corriendo hacia él.
— ¿Podemos hablar? — Lorie jadeaba, con el cabello naranja alborotado y apretando un libro contra su pecho.
— Lorie, hola, ¿Estás bien? — a juzgar por su apariencia claramente la respuesta era un rotundo NO.
— No, no lo estoy. Esa loca está ocultando algo.
— ¿Quién? ¿Ariam? — Lorie asintió — ¿Qué cosa?
— Mirá — Lorie le extendió un álbum a Liam, en una de las páginas había una fotografía grupal, con una niña de trece años que Liam reconoció al instante, era Ariam de niña —. Ella estudió aquí, ella sabe algo.
Ni siquiera Liam sabía a ciencia cierta todo lo que pasaba, lo único que sabía era que su situación era la punta del iceberg, pero el miedo en el rostro de Lorie era desgarrador, algo malo estaba pasando en Newfane: los abusos, los colegios, las desapariciones, los niños sin padres enviados a otras ciudades; Liam no sabía si quería descubrir la verdad, pero sí sabía que haría de todo por proteger a sus hijos.
— ¿Y qué propones? — toda esa situación era genuinamente aterradora.
Liam ya conocía esa sensación, ver como tu mundo se desborona y revela una horrible realidad, pero por alguna razón le causo satisfacción ver a alguien en su misma situación, ser espectador podía resultar divertido.
— Ir entre las montañas y ver si Ariam dice la verdad — respondió Lorie, decidida.
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