32. Los ojos del miedo.

Edgar se sacudió inquieto en su asiento negando con la cabeza.

— No, no y no, ¡Ninguno de mis hijos será testigo! Ya tienen a Lauren, ¿qué más quieren? ¡No pienso entregar a Ally al servicio de nuestra comunidad! ¡Es una niña! — aunque para Edgar la edad nunca fue un impedimento. 

Los hombres se miraron entre sí, algo disgustados.

— Es lo correcto, Edgar, tú pequeña perra arruinó a los productos, a los que no destruyó los dejó inválidos y solo sirvieron para vender órganos. Necesitamos bebés, nuestro Grimore apenas si logra cubrir la cuota, lo justo es que la hija de tu hija arregle lo que su madre arruino, no queremos que Allyra sea testigo, que sea una productora que cumpla la cuota de su madre más un bono, podemos someterla a hormonas que aceleren su desarrollo y hagan que le llegue el periodo antes de tiempo, así su cuerpo será apto para producir los bebés que su madre nos negó — el hombre saco unos papeles y lo extendió a Edgar —. Serían 20 bebés en total, los siete que mato su madre, más los tres que nunca nacieron más otros diez que ella nos dará, podemos inducir múltiples embarazos, es algo arriesgado y aún no es 100% efectivo el tratamiento, pero, con la ayuda de los dioses podremos hacer que la niña produzca múltiples bebés en un solo embarazo, otros Grimore lo están haciendo, pero tendríamos que esperar un poco con ella, es más fácil empezar a provocarle embarazos múltiples a los 14 años, así habrá menos riesgo de muerte prenatal o deformidades.

— Creí que el uso de esa clase de tratamientos de fertilidad estaban prohibidos, los líderes siempre han dicho que la mejor manera es la natural.

— Así es, señor Al Bhatt, pero nadie tiene porque enterarse de lo que hacemos, muchos otros Grimore usan los tratamientos de fertilidad para aumentar la producción de sus granjas, ¿por que nosotros no? — Edgar negó.

 — No, Lauren cumplirá aquella cuota — se lo había prometido a Liam, si él despertaba traería a Ally de vuelta, si la dejaba ir a Grimore una vez era posible que jamás la volviera a ver y aunque pudiera traerla de regreso a su hogar Liam jamás lo perdonaría, Liam podía soportarlo todo, violaciones, torturas, amenazas de violencia y maltrato, pero no soportaría aquél mismo trato para sus hijos, hacerlo sería asesinar todas las posibilidades de convertir a Liam en su esposo.

— ¿Está seguro, señor Al Bhatt? Es igual a Ariam, ¿No?

— No, Ariam es más lista, incluso más fuerte, Lauren en cambio es más... inocente e ingenuo. No será ningún problema, jamás dañaría a uno de esos productos.

Lo comprobó una vez, Lauren jamás mataría un bebé, ni siquiera si era producto de una violación. Ignoraba a la criatura, pero en el fondo sabía que la quería, amaba a ese efecto colateral con toda su alma, no sería diferente con otros bebés.

— Bien, lo esperaremos, si no lo hace bien, tendremos que buscar un testigo y realmente pensamos que tus hijos más pequeños serían apropiados. Criarlos para que acepten ese sacrificio, quizás así sobrevivan más a las torturas.

Edgar asintió, aunque todos sabían que primero Edgar les daría un balazo antes de que ellos tomarán como testigos a sus hijos pequeños.

— Yo no lo creo, de todas formas se preocupan por nada.

— Entiende, Edgar — habló uno de los hombres —, la producción está bajando muchísimo, los productos de Grimore no son tan factibles como antes — Edgar arrugó las cejas.

— Yo les dije que no debíamos aceptar a los productos que alguna vez fueron de Grimore, que la devolución de dichos productos podía provocar semejantes problemas y decline en la calidad, pero ustedes no me escucharon — uno de los hombres se rascó la nuca avergonzado.

— Sí, lo sabemos, pero necesitamos más productos y por consecuencia más productores, por eso debíamos aceptarlo — el hombre suspiró cerrando su portafolio — si tan solo hubiéramos usado el rastreo genético para mandarlos a otros Grimore donde la probabilidad de incesto fuera más baja nada de esto habría pasado, suerte que ya estamos implementando dicha estrategia, al menos ya no habrán tantas pérdidas aunque el daño ya está hecho — Edgar asintió de acuerdo.

— Entonces, al menos deberían hacer un registro sanguíneo para saber a qué producto no mezclar con otro, para evitar más productos defectuosos.

— Quizás lo hagamos, aunque ciertamente sería muy costoso, es más barato aunque menos factible usar el rastreo genético — concluyó otro de los hombres a la vez que un sonido metálico, como el de un elefante siendo torturado se hizo presente, el sonido de los engranajes oxidados metálicos hizo eco por todo Newfane, haciendo a uno de los hombres suspirar, ese era el sonido que indicaba la activación de la fábrica de carne, fábrica en donde llevaban a los productores defectuosos y allí les sacaban los órganos, y volvían su cuerpo en diversos productos cárnicos para la alta sociedad de UML —. ¿Ves? ¡La producción está bajando!

Edgar observó la montaña desde la ventana.

— Sí, eso noté, escuché el sonido de la fábrica Grimore muy seguido los últimos meses, ¿Cuántos van ya?

— Este año perdimos a diecisiete productoras, siete porque ya estaban demasiado viejas como para producir, cinco porque los productos eran defectuosos, de hecho no daban buenos productos desde hace mucho tiempo, perdimos tres más en un intento de fuga y dos se suicidaron.

Edgar asintió algo desanimado.

— ¿No hemos tenido pérdidas masculinas?

— Sí, cuatro, dos de ellos fueron acabados por el idiota de Kosllov, fue tan rudo que acabó por matarlos, uno se suicidó y el otro dejó de ser funcional debido a una fractura así que fue mandado a la fábrica. 

Edgar se propuso a acabar con la reunión, si seguían hablando iba a desanimarse más.

— Bien, creo que eso será todo por el día de hoy.

Los hombres se levantaron y extendieron sus manos a Edgar por última vez, para así despedirse. Pesé a todo su poder Edgar aún debía mantener la compostura ante tal situación, ya que aquellos hombres eran parte de una organización igual o más poderosa que a la que Edgar pertenecía, no daba ganancias en absoluto, pero aún así era poderosa y respetada.

— Por cierto — dijo uno de los hombres, deteniéndose en la puerta —, ese hijo suyo, el chico de cabello negro, es muy inteligente y audaz, nos gustaría verlo en el negocio pronto.

Edgar sonrió arrugando la cejas sorprendido, Liam no era alguien muy inteligente, al contrario, era demasiado ingenuo y ni siquiera sabía su edad real, era hermoso y dulce, estar con él era amarlo, pero no se podría considerar como alguien inteligente, mucho menos audaz, además no recordaba que esos hombres hubieran conocido a Liam, a lo mejor y participaron en la orgía que confinó a su pobre hijo al sueño eterno y él no lo recordaba.

— Que raro, Liam no solía hablar mucho con las demás personas, siempre fue muy tímido. 

— ¿Liam? ¿Así se llama el chico que vimos hace un rato?

Edgar se congeló. Su Liam, su único hijo estaba inconsciente luchando por su vida en la camilla del hospital que construyó para él, era imposible que lo hubieran visto, Edgar sacó su teléfono rápidamente y comprobó las cámaras de la habitación de Liam, él seguía ahí, tan bello como durmiente, si no era Liam eso significaba que...

— ¿Por casualidad era un chico de ojos azules?

— ¡Sí! ¡Ese mismo! — dijo el hombre sonriendo — ¿Verdad muchachos? Es un chico tan inteligente, astuto, ¡Tan solo hablamos un par de minutos y fue increíble! Ojalá pronto entre de lleno en el negocio — los hombres asintieron complacidos.

Los hombres se fueron y Edgar contuvo la respiración, sintiéndose abrumado, le había rogado a sus dioses que la situación de la noche anterior fuera una pesadilla, pero al parecer era cierto, el otro Liam estaba de vuelta.

Una vez que recuperó el control de sus extremidades congeladas, Edgar se lanzó hacia la puerta donde aquellos compañeros laborales habían salido segundos antes. El ascensor no había llegado a su destino, pero Edgar tuvo el tiempo suficiente para pensar en qué parte de la casa estaría su hijo menos querido, el menos querido y el más peligroso. Su primer instinto fue ir a revisar las cámaras de seguridad, pero recordó que al igual que Ariam, la primogénita, conocían la clave de activación y desactivación de las cámaras de seguridad, por ello lo más probable era que no pudiera ver nada, aún así echo un vistazo, efectivamente, todas las cámaras se desactivaron en un punto específico del día, con excepción de la cámara en el hospital de la mansión, donde seguía Liam, pero cuando volvieron a activarse, pudo ver la figura de uno de un joven, al principio su corazón se estremeció de alegría al pensar que su hijito por fin había despertado pues llevaba aquella ropa de colores que a su hijo tanto le gustaba, pero al fijarse mejor notó que no era así; Liam había sufrido un accidente cuando era niño, accidente que lo forzó a estar tres años es silla de ruedas, ya que su cadera se había hecho trizas, por eso una cicatriz le había quedado en la cintura, dándole un aspecto de avispa a aquella zona de su cuerpo, teniendo una cintura extremadamente pequeña a comparación con la de los hombres de su edad y aquel chico tenía una cintura normal, fuerte, sí, pero nada curvilínea como la de Liam. Eso puso en duda la identidad del intruso, los ojos de Edgar se enfocaron en la cámara del hospital, notando que efectivamente su Liam seguía ahí. Pero cuando parecía estar a punto de salir, el otro Liam decidió regresar. "Todavía está en algún lugar de esta casa", pensó Edgar frenéticamente. La idea le dio fuerza, pero no una verdadera claridad de propósito. Solo sabía que necesitaba confirmar que la presencia de su hijo y que no era más que un simple resultado de su mente sobrecargada y su conciencia culpable. Claro que la sola idea de que el otro hubiera escapado del psiquiátrico le aterraba, él...era demasiado peligroso. Pronto la frenética investigación de Edgar llegó a su punto álgido. Su hijo no estaba en la mansión, de seguro habría salido sin ser visto, ni siquiera los guardias de seguridad le dieron alguna noticia al respecto. Edgar podía sentir su corazón latir salvajemente, aparentemente golpeándose contra la parte posterior de su caja torácica. Se detuvo sólo cuando se dio cuenta de la posibilidad de que todo fuera una venganza por parte de alguno de sus hijos, tal vez el otro Liam simplemente vino por voluntad propia, a reclamar lo que era "suyo", aquello que dormía plácidamente ajeno al infierno que se desencadenaba en la mansión.

— ¡No te lo vas a llevar, bastardo infeliz! — rugió Edgar sacando su teléfono llamando al personal de seguridad — ¡Vayan de inmediato al hospital de la mansión y vigilen la habitación de Liam! ¡Nadie! ¡Ni siquiera el doctor Horowitz tiene derecho de estar ahí! Nadie debe acercarse a mi hijo o a Heaven, nadie más que yo — ordeno Edgar, guardando el aparato y corriendo intrigado en la busqueda de su pequeño.

El sonido de su teléfono detuvo la maquinaria cerebral que estaba ideando un castigo para sus hijos, "Mí amor 2" se veía en la pantalla del teléfono, eso solo lo hizo pensar en Marianne: hasta el momento Edgar no sé había detenido a pensar qué sintió ella ante la noticia de tal traición, ¿Qué sentiría él si fuera al revés la situación? Obviamente Marianne no lo engañaría, pero...si ella fuera la reina del tráfico de armas, si ella fuera una gran señora de UML, si ella fuera la despiadada que tanto daño le había hecho a 6 niños inocentes...sin duda alguna también habría optado por la muerte como la mejor solución, <<¡Aún así Marianne es una perra egoísta!>> el frenesí de Edgar era completamente notorio; <<¡Se fue sin siquiera pensar en lo que le haría a Liam! ¿Qué clase de madre egoísta hace eso? ¿Y si lo enviaba a un manicomio? ¿Y si lo tomaba como mío? ¡Vaya amor! ¿No, Marianne?>>. A pesar de esa pequeña seguridad, Edgar se encontró arrojando miradas furtivas sobre ambos hombros y acelerando su ritmo cada vez que revelaban una falta total de razones para hacerlo. Nunca había sido un hombre supersticioso, cualquier temor a los monstruos había desaparecido hace mucho tiempo debido a los horrores que despiertan entre los hombres a la luz del día; pérdida de un cargamento, masacre a sus hombres o a su familia, perdida de dinero, etc. Y, sin embargo, allí estaba; temiendo a la indudable llegada del otro quien de seguro acabaría con su vida. Edgar siempre pensó que Ariam era la hija más parecida a él que tenía, pero el otro, aunque parecido, era más letal incluso que la propia Ariam.

Estaba a un metro y medio de llegar a la planta baja de la casa y a penas le faltaban unos escalones cuando escuchó el grito. Era agudo, femenino, aterrorizado y resonó en el área de la oficina directamente detrás de él. <<¿Marianne gritó así justo antes de apretar el gatillo?>>  pensó Edgar salvajemente. Se detuvo en seco, giró bruscamente y no vio nada. Luego, como en respuesta a su pregunta silenciosa, llegó el disparo. Edgar sacó el teléfono celular de su bolsillo, llamando frenéticamente a su personal de seguridad por segunda vez. Abrió el teléfono cerca de su oído, pero el silencio permaneció en el aparato y las pisadas no cesaron, bajaban por el pasillo desde el sonido del disparo hacia las escaleras, sonando muy cerca. Edgar dejó caer el teléfono y prácticamente se lanzó a la primera planta. Corriendo directamente hacía el garaje, yendo hacía uno de sus muchos autos, alejándose de la mansión donde atendía sus negocios.

Las carreteras fuera de la mansión de mercancía estaban iluminadas únicamente por luces de la calle y el destello ocasional de los faros de un automovilista que pasaba. El sol se había desvanecido por debajo del horizonte hace horas, estaba ya dispuesto a fingir preocuparse por sus hijos restantes o las complicaciones clásicas de su trabajo.
A su llegada frenética, Edgar sabía que algo andaba mal antes de irrumpir por la puerta principal. No había apagado las luces desde que Liam se quedo dormido, siempre estaban encendidas para que a penas su hijo recobrará la conciencia Edgar corriera a recuperarlo, siempre debían estar encendidas, sobre todo porque así se mantenía activo el monitor al lado de su cama, monitor que reproducía sin interrupciones la cámara en el hospital de la mansión, las luces nunca estaban apagadas y sin embargo se encontró buscando la luz en la oscuridad de su pasillo. Cuando su tanteo ciego finalmente rozó el interruptor de la luz, hubo una desagradable sorpresa al no ver ni un rastro de vida en su casa. El instinto le dijo que se diera la vuelta y huyera de la casa, pero el sonido sordo del teléfono lo hizo detenerse.

A pesar del temblor ansioso de su mano, el dedo de Edgar golpeó el botón reproducir con precisión infalible, un movimiento con el que se había familiarizado durante las últimas dos semanas. Las personas con las que no había hablado ni pensado desde prácticamente antes de tomar a Marianne aparentemente no lo habían olvidado, y habían pasado el intervalo entre la muerte de su esposa y ahora llamando para ofrecer sus condolencias. Su preocupación solo sirvió para agravar sus sentimientos de culpa con cada mensaje: ¿qué había hecho para merecer tan leales amigos? Anticipó completamente otra instancia del mismo consuelo, cuando una de las últimas voces que hubiera esperado emanaba de la máquina.

— ¿Edgar...? — La voz, que por lo general era seductora, llegó, teñida con un inconfundible borde de precaución —. Es Analeigh, Marianne te dejo algo antes de partir, no sé si lo quieras recibir — de repente la voz de Analeigh volvió a su clásico tono pretencioso —. Me quede con el resto, espero que no te moleste, Marianne estaba...— Analeigh hizo una pausa y Edgar pudo escuchar como se le hacía agua la boca — deliciosa — la estrepitosa risa de Analeigh hizo eco por toda la mansión y el mensaje terminó.

Edgar busco velozmente a Analeigh, pero lo único que encontró fue algo similar a un feto encima de la almohada del lado derecho de la cama matrimonial, lado el cual estaba reservado para Liam.

Edgar observó con horror aquella gelatina viscosa, roja y rosada.

Y allí se dio cuenta.

Era el mismo feto con el que Marianne había muerto en su interior.

Con temor y enojo Edgar llamó a la funeraria que aún tenía el cuerpo de Marianne, confirmando sus sospechas de que el cadáver de su esposa había sido robado y posiblemente devorado por Analeigh. Curiosamente Edgar no se enojó, al contrario, se sintió muchísimo más tranquilo y algo en su interior le dijo que aquello era algo que había estado buscando: alguien igual a él; Edgar podría excusar sus pecados bajo las reglas de UML, al igual que Analeigh posiblemente excusaba su canibalismo.

Ninguno le criticaba nada al otro.

Serían el matrimonio perfecto, Edgar estaba más que seguro de querer casarse con Leigh.

Después de todo ambos eran monstruos.

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