27. Papá no te abandonó

La vida de Liam era como un trabajo que desagradable que quería terminar lo antes posible. Es insoportable vivir de esa manera, como un objeto, obligado a dar a placer a penas su amo lo desee, ojala solo fuera el mero acto de violación, pero también hay besos, caricias y palabras dulces, abrazos y regalos, promesas de amor eterno seguidas con violentas penetraciones y fuertes golpizas. Con cada penetración el chico de ojos distintos se desprendía de si mismo, era como si pasará de ser parte a ser observador, uno más del público, como si su alma saliera de su cuerpo y flotará libre por la habitación, observando como su cuerpo era nuevamente tomado, una y otra, otra, otra vez. Se imaginaba que no estaba allí, él estaba en los tantos destinos turísticos de sus catálogos de viaje, pero no ahí, Liam nunca estaba ahí, al menos no mientras su padre lo violaba, el chico le entregaba su cuerpo y abandonaba su alma, le dejaba su carne al perro rabioso de su padre para que hiciera lo que sus instintos más salvajes quisieran, su mente se llevaba su alma lo más lejos posible. Desde el momento en que nació, desde el momento es que Edgar vio a ese recién nacido en la cunera su cuerpo jamás fue suyo. A lo mejor y ni siquiera su cuerpo conoció la virginidad, desde el principio hasta el final de sus días fue usado y abusado.

 Liam no entendía a su padre, no entendía por qué decía que lo amaba tanto si se la pasaba maltratandolo, desde su intento de huida las palizas se habían convertido en parte de su día a día, nunca lo golpeaba en el rostro, al menos no lo suficientemente fuerte como para dejar marca, pero en las zonas que la ropa fácilmente puede cubrir...ahí lo masacraba. Lo marcaba tan violentamente que a veces pensaba que le estaba arrancando la piel, si Liam pudiera elegir preferiría sufrir únicamente los maltratos, los actos de amor y las dulces palabras lo confundían, una parte de él sentía que realmente su padre lo amaba, la otra parte no solo no lo entendía, deseaba no saber nunca las motivaciones de sus actos, es más fácil asesinar a un oso que ha matado a cientos de cazadores sin averiguar que la razón por lo cual las mató fue por invadir su territorio y matar a sus crías, Liam no quería descubrir que los maltratos de su padre estaban justificados de alguna forma.
Cuando amas a una persona no la dañas, ¿verdad? Entonces ¿por qué Edgar se esforzaba tanto por hacerlo llorar? Ahora ni siquiera podía disociar, a penas su padre notaba que ya no estaba ahí lo traía de vuelta con un grito, golpe o descarga eléctrica. En las noches, cuando terminaba de ser forzado por su dueño Liam se arrastraba, cojeaba o como fuera necesario hasta llegar al cuartito donde estaba su bebé, bebé que aún seguía en coma, conectado a todos esos aparatos que, quizás, sólo prolongaba su agonía, el desahuciado padre estuvo tentado a desconectar la incubadora, dejarlo morir, Liam sabía que ese era el mayor acto de amor que podría profesar a su hijo: salvarlo de una vida en UML.

Pero era egoísta, demasiado egoísta como para quitarle la vida al niño, incluso si eso era lo más piadoso y humano que podría hacer, era preferible sufrir colectivamente en ese infierno que agonizar en soledad.
Heaven significa cielo, el cielo azul, el cielo gris o el cielo blanco, no importa que color sea, siempre es el cielo, Edgar escogió su nombre cuando el bebé tenía tres meses y vio que, al igual que su hermana mayor, había heredado la heterocromía de su padre, pero a diferencia de él su combinación era de lo más inusual: un ojo azul, otro gris; el niño tenía el cielo y las nubes en su mirada. Liam miraba a su bebé toda la noche, a veces tocando los cables, intentando reunir la fuerza necesaria para tirar de ellos y liberar a la criatura de su sufrimiento, pero el niño comenzaba a ganar peso, a recuperar su clásica gordura y Liam era incapaz de llevar a cabo tal acto de amor desesperado.

Aún así debía ser agradecido, Ariam estaba lejos, por fin era libre de toda la maldad que UML puede provocar, pobre chica, Liam era incapaz de imaginar todo lo que ella sufrió, solo por ser mujer, agradecía poder ser un hombre, si fuera mujer su padre lo obligaría a estar eternamente embarazado, una máquina de parir bebés atada a una existencia caótica. Eso era lo que Ariam llamaba como vida, algo que Liam jamás soportaría, pero ella sí, lo soporto todo como una guerrera, eso era lo peor, Ariam soportó múltiples violaciones, embarazos y partos no deseados, en cambio él ya quería morir después de una serie de palizas merecidas según su padre.
El líquido caliente y viscoso de su padre se deslizó entre las piernas de Liam, otra vez, el chico dejó escapar una fuerte respiración cuando su padre lo tiró del cabello a la vez que eyaculaba en su interior, el pesado cuerpo sudoroso del hombre aplastaba el pequeño cuerpo de Liam, quien de por si ya no podía respirar con normalidad producto del collar que apretaba con ferocidad su cuello, como si quisiera decapitarlo.
Edgar se deslizó al lado de Liam, dejando caer su espalda en el colchón, respirando agitado y con una sonrisa de oreja a oreja.

— ¡Uf! ¡Nunca me canso de ti! — Liam se enderezo, apretó los labios tratando de ignorar el dolor agobiante de sus caderas, a penas se puso de pie terminó cayendo al suelo producto del inmenso dolor que sentía en su cadera, Edgar se echo a reír al ver a su esclavo en el suelo, era una escena hasta tierna: Liam cubierto de la semilla de su padre, en el suelo, apretando su ropa contra su pecho y con pequeñas lágrimas chispeando sus ojos —. Duerme conmigo esta noche — Edgar se sentó en el borde de la cama y extendió sus brazos a Liam, con duda el chico los tomó y al instante fue jalado hacía la cama, con su padre recostándolo a su lado —, pensé que ya estabas acostumbrado a eso — Edgar recostó a Liam en su pecho y con uno de sus dedos comenzó a jugar con el cabello de su hijo —. Has sido un buen chico últimamente, creo que te ganaste un regalo — Edgar miraba al techo con una sonrisa boba en su cara, pensando en lo feliz que haría a su hijo con tal regalo.

A la mañana siguiente Liam se vistió con ropa abrigada tal y como Edgar le ordenó, su cadera le dolía a horrores y sus piernas temblaban, podía caminar, pero cada paso que daba era como caminar sobre cientos de filosos cuchillos. El adolorido muchacho envolvió su mano alrededor del barandal de madera de la escalera, a paso lento bajo cada escalón, notando a su padre frente a la puerta, con esa misma sonrisa sarcástica que Liam había aprendido a temer.

— Por fin, creí que ya no querías el regalo — y no lo quería, cualquiera en la posición de Liam sabría que los regalos de Edgar nunca eran nada bueno, puede que por el momento fueran algo bonito, agradable incluso, pero con el tiempo resultaba ser una pesadilla absoluta, simplemente Edgar era incapaz de dar algo bueno. Al llegar frente a su padre, Edgar lo tomó de los hombros y deposito un beso en su frente, estaba inusualmente cariñoso, en toda la mañana no se había referido a su hijo como "perra" o "puta", tampoco le había dando alguna bofetada o golpes como casi siempre lo hacía desde el día que regreso —. Te mereces esto — susurro Edgar tomando a Liam de la mano y sacándolo de la mansión, cojeando Liam le siguió el paso a Edgar, llegando frente a un auto negro, Edgar lo abrió revelando a Analeigh en su interior.

— ¿Está listo tu esposo sumiso  para el regalo? — los labios carmesí de Analeigh se curvaron en una sonrisa feroz, sus largas y esbeltas piernas se cruzaban con elegancia, la actitud de Analeigh le recordó a Liam la imagen de uno de sus catálogos de viaje, la de una araña que está a punto de atrapar a una presa en su telaraña, el chico miró a su padre confundido, ¿iba a forzarlo a casarse con él? La verdad, ya se había tardado en intentarlo, eso era lo que confundía a Liam, ¿por qué no lo hacía de una vez?

— Ojalá, pero aún falta un tiempo para que Liam cumpla 21, pero, digamos que este es el comienzo de su preparación para ser mi marido — Edgar empujo a Liam hacía el auto, haciendo que el chico perdiera el equilibrio y cayera sobre la blanca nieve —. Levántate, no tenemos todo el día — Liam obedeció y entró en el auto como pudo, Edgar se quedó de pie en la puerta del vehículo —, lleguen antes del atardecer, ¿entendido?

— Como digas, querido amigo —  Analeigh se estiró como un ente felino y sus dientes blancos cual agujas brillaron bajo la luz del sol —. Jamás conocí a un amo tan cariñoso, debes estar orgulloso de tener a un amo como Edgar, ¿verdad, Liam? — la mirada de Analeigh era feroz, sus largas y negras uñas se levantaron frente al rostro del chico, por un momento pensó que le arrancaría un ojo, pero ella solo clavo la punta de su dedo índice en la nariz del chico, haciéndole un leve rasguño en la punta de la nariz —. Un amo como Edgar no se encuentra todos los días — Edgar se colocó al lado de Analeigh, su mano buscó y encontró la mano de la fémina, depositando un beso de absoluta devoción en ella, Liam estaba seguro de que Analeigh era la persona a la que su padre realmente amaba, tanto respeto demostraba por ella, ¿qué más podría ser eso que amor?

Liam bajó la mirada y respiró hondo, sabía que su padre lo miraba, esperando, solo esperando una respuesta: una respuesta equivocada o que se prestara a malinterpretaciones y él resultaría mal, muy mal. Volvió a alzar los ojos por un momento, notando lo parecidos que eran Edgar y su madre o quien Liam pensaba que era su madre, la misma mirada de locura, parecían ser personas normales, incluso buenas, pero esa mirada delataba sus verdaderas naturalezas. Y para vencer a un loco se necesita otro loco.

— Lo estoy, mi padre es un amo cariñoso y benigno, el mejor amo que he conocido — el único amo que había conocido —, gracias a él he encontrado la felicidad — Edgar se separó de Analeigh, yendo al lado de su juguete predilecto, lo tomó de las manos y depósito un beso en cada una de ellas, era como si lo hiciera por si Liam sentía alguna clase de celos o similar, para que él supiera que siempre sería el número 1. 

— Espero que mi regalo te haga muy feliz, si eres un buen hijo, te daré más regalos así — Edgar cerró la puerta, dejando a Liam confundido y temeroso por lo que estaba pasando.

— Disculpa, yo...— Analeigh le hizo un gesto de silencio, sacando su cigarrillo electrónico.

— Los esclavos no deben hablar sin permiso — los vidrios blindados reflejaban los rostros de dos guardias que los acompañaban, el chico se encogió en su asiento, temiendo lo peor.

El vehículo condujo por el blanquecino paisaje de árboles desnudos, ramas marchitas y montañas de nieve. Liam presentía lo que estaba por pasar y sintió que era lo mejor, si sus sospechas eran ciertas sería llevado a alguna clinica donde le arrebatarían los brazos y las piernas, había visto esclavos en esa situación, ¿por qué no se lo harían a él? Después de todo había cometido una increíble estupidez al pensar que podía salir vivo de allí, la mera idea de pensar que podría salir de UML era una epifanía incumpible. 
El auto se adentro al interior de lo que parecía ser un camino que daba hacía una pequeña finca, los ojos de distintos color de Liam se enfocaron en la gran casa al final del camino, supuso que allí estarían los cirujanos que iban a despojarlo de sus extremidades, sin poder ocultar su nerviosismo acaricio sus piernas con sus manos, ya nunca más podría caminar, mucho menos correr, nunca más podría abrazar a su bebé, cargar a su hija o abrazar a sus hermanas. Rogaba que, por lo menos, usaran anestesia y no solo que lo durmieran, sabía que a muchos esclavos sólo los dormían para que sintieran todo y sufrieran incapaz de demostrar su dolor.

— Hemos llegado — anunció Analeigh, ofreciéndole su mano a Liam para bajar del auto —. Tranquilizate, niño, si Edgar quisiera hacerte algo malo, no me hubiera enviado a mí en su lugar, él nunca se perdería la oportunidad de maltratarte.

No había nada que hacer, si le iban cortar las extremidades y convertirlo en una muñeca así sería, no importaba cuanto luchará o rogara, al final del día él solo era un esclavo, un simple y reemplazable esclavo, ni siquiera valía lo mismo que una vaca, su valor era insignificante, no había oportunidad alguna de escapar, por eso tomo la mano que le ofrecía aquella mujer que esperaba fuera su madre, tal vez ella sería lo suficientemente piadosa y lo mataría. Al entrar a la casa Liam notó que más que un centro de cirugías y amputaciones parecía una casa hogareña normal, con muebles, libros, un televisor y todo lo que una casa común y corriente puede tener, Liam no esperaba ver extremidades tiradas por el piso, las paredes manchadas de sangre o algo por el estilo, solo que la casa no era lo que imaginaba, sería incluso agradable si no estuviera muerto de miedo. Unos pasos pesados se escucharon desde el segundo piso, Liam apretó la mano de Analeigh aterrado, pero ella lo soltó sin pensarlo, negándose a brindarle el consuelo que tan desesperadamente necesitaba.

— Vamos, no tenemos todo el día — Analeigh se adentro a la casa.

Liam la siguió con los dos hombres que los acompañaban caminando detrás de él. Jonathan bajó las escaleras con su traje militar, suspiro de forma pesada y camino hacía Liam.

— Te juró que no la he tocado, Liam, no la toque y jamás lo haré — dijo el joven, colocándose al lado de Analeigh y adentrándose más en la casa.

Confundido Liam siguió a Analeigh, llegando a la puerta que daba al patio trasero, a través de los vidrios congelados Liam pudo discernir la silueta pequeña de lo que parecía ser una mujer, pero entre más la miraba la silueta resultaba ser mucho más pequeña de lo que sería una mujer, entonces la dueña de esa silueta se puso de pie, Liam se cubrió la boca impactado, era ella, sin duda alguna era ella.

— No vayas, mirala desde aquí — ordenó Analeigh, pero sus palabras cayeron en oídos sordos.

Con una valentía que ni el mismo sabía que poseía apartó a Analeigh y abrió la puerta, corriendo por el jardín hacía ella. Los guardias intentaron detenerlo, pero Analeigh les hizo un gesto para que se quedaran quietos. Cojeando atravesó el patio hasta llegar a ella, Liam la envolvió en sus brazos e inhalo el aroma de su cabello rubio, el pequeño cuerpo entre sus brazos se congeló, pero al darse cuenta de quién la tocaba correspondió al abrazo.

— ¡Mi bebé! ¡Mi bebé! ¡Te extrañe tanto, mi bebé! — Liam le beso toda la cara y la toco, la toco por todas partes, por sus brazos, sus mejillas, sus piernas y su cabello, aún sin creer que la tenía frente a él —. Hola mi hijita linda, mi Allyra preciosa — la niña enterró su rostro en el cuello de su padre, apretando con todas sus fuerzas sus manitas para no soltarlo.

— ¡Papá! ¿Dónde estabas? ¡Espere a que me buscaras y nunca llegaste! — Ally comenzó a llorar, soltándose del abrazo de su padre y caminando unos pasos lejos de él, aún estaba fresca la angustia que sintió la pequeña mientras era llevada en un camión hasta una casa, una casa en donde nadie le hablaba o le explicaba nada, solo le quitaron la ropa, la bañaron con agua fría y le pusieron un extraño traje blanco junto con un ramo.

— Lo sé, bebé, lo sé y lo lamento — Liam apretó con más fuerza a su hija, esta vez no dejaría que se la quitarán, no esa vez, pero al hacerlo la niña volvió a soltarse de su abrazo, volviendo a poner distancia entre ambos, eso lo destrozó, ¿desde cuando a Ally no le gustaban sus abrazos? Esperaba que la razón no fuera la que estaba pensando —. Perdóname, Ally, perdoname, fui un padre terrible.

— Ni digas eso — Ally se acerco un poco, pero mantuvo la distancia entre ella y su padre —, eres un buen papá solo que algo cobarde.

— Sí, tienes razón hija, soy muy cobarde — Liam trato de mantener la sonrisa, pero el miedo lo consumía, ¿qué le habían hecho a su hijita? Ally nunca escapaba a los brazos, menos a los suyos, algo estaba mal, la pequeña miró de pies a cabeza al adolescente arrodillado frente a ella, sus ojos tan similares a los suyos parecían indiferente al padre que tenía enfrente, como si no lo conociera.

— ¿Te dolió?

— ¿Qué cosa, bebé? — Ally señaló el cuello de Liam.

— Cuando te pusieron el collar de esclavo. Vi cómo le ponían uno a un niño como yo, tenía espinas y le maltrataba el cuello — ante tal comentario Liam supo que tantos años de proteger a su hija de las verdades del mundo en el que vivía no sirvieron de nada, ahora Ally conocía la verdad que Liam tanto le quiso ocultar.

— Oh, no, no me dolió, solo fue un pinchazo, nada más.

Ally dio un paso al frente, Liam pensó que querría abrazarlo o algo, pero no hizo ningún movimiento para asustar a su pequeña.

— ¿Estuviste buscándome? — recibir un disparo habría dolido menos.

— ¡Claro que te estuve buscando, linda! Sí, claro que sí, hija, intente todo por tenerte de vuelta, mamá también intento buscarte.

— Mentira, el abuelo Edgar dijo que ustedes ya no me querían — Liam miró a su alrededor, la angustia lo consumía, tenía a su hija frente a él, pero la niña ya no confiaba en sus palabras, el chico no tenía la certeza de lo que su hija había visto u oído pero sabía que ella nunca más confiaría en él.

— Eso no es verdad, linda, sabes que no — Liam se limpio las lagrimas, intento mantener la calma, pero su corazón latía cual locomotora desenfrenada —. Mamá y papá te aman con todo su corazón.

— ¿Por qué no me buscaron mejor? ¡Me habrían encontrado si realmente lo querían! — la niña no estaba enfadada, estaba sorprendida, para ella Ariam y Liam eran casi como reyes, intocables, fuertes, inteligentes, capaces de todo y saber sus ídolos no eran tan invencibles como imaginaba la dejaba destrozada — ¿Acaso ya no me quieren? 

— Princesa, esta bien que estés molesta conmigo, lo entiendo, te falle, no solo como padre sino como protector, entiendo que te juré que nada malo te pasaría, también comprendo que falle, pero...

— Te espere mucho, pensaba que en cualquier momento tú y mamá vendrían a salvarme.

— Lo sé, lo siento tanto, Ally, lo lamento, lamento no haber estado ahí para protegerte, yo sí quería estar ahí para tí, yo si quería cumplir mi promesa — la niña se cruzó de brazos, mirando a su destrozado padre llorar, pero inútilmente disimulándolo con una sonrisa.

— El abuelo dijo que si Heaven muere será por tu culpa — Edgar le lavo por completo la cabeza a su hija, lo peor de todo es que al menos en eso Edgar tenía razón y el agobiado padre lo sabía.

— El abuelo Edgar tiene razón — Ally abrió los ojos sorprendida, no esperaba esa respuesta, definitivamente sus ídolos no eran como lo esperaba. Liam se mordió los labios mirando angustiado a la niña, quería abrazarla, pero él no merecía tan lindos abrazos —, todo esto es mi culpa, fui un egoísta y desalmado, quería irme, lejos, muy lejos y jamás volver, quería llevarte a ti, a tu hermano, madre y tía, quería que todos nos fuéramos lejos y pudiéramos ser felices — Ally se acercó a Liam y limpio una de sus lágrimas.

— Está bien, papá, siempre quise ser hija única — Liam se carcajeo levemente, eso era algo que todos sabían, Ally sería más que feliz si fuera unigénita. 

— No digas eso, Ally, Heaven te ama, te ama mucho y quiere ver a su hermana mayor, quiere crecer para jugar contigo — los ojos de Ally se posaron sobre el estómago de Liam, el chico miro su vientre, sin comprender la razón de la mirada sombría de la niña.

— El abuelo dice que tendrás otro bebé, uno con la espantapájaros naranja — de todo corazón el muchacho esperaba que Lorie no resultará embarazada, otra carga más que soportar, otro hijo más que cuidar, más años por vivir y el significado del nacimiento de la criatura era inmensamente peor: significaba que Liam era un violador, como su padre.

— Aún no lo sé, ojalá que no, no quiero otro bebé, contigo y Heaven soy muy feliz.

— ¿Vas a tener a otro bebé para reemplazarme?

— ¿Qué? ¡No, no, claro que no! ¡Nadie nunca puede reemplazarte, hija!

— El abuelo dice que sí, que antes de mí hubo otra niña y yo soy su reemplazo, ¿también me vas a reemplazar, papá? — Liam tomó las manos de la niña y las beso desesperado.

— No, Ally, no, eres mi bebé, mi segundo bebé, algún día te explicare las cosas bien, yo jamás podría reemplazarte, nunca — la niña asintió algo más tranquila, pero aún estaba desconfiada, no quería encariñarse con un adolescente que fácilmente podría reemplazarla.

— ¿Cuando te empezará a crecer el vientre? — Liam sonrió.

— Así no funciona, princesa, es que...— pero ambos guardias se colocaron a los lados de Liam, con una postura amenazante.

— Es hora de irnos — dijo uno de los guardias.

— ¿Qué? — los hombres tomaron a Liam de los hombros — ¡No! ¡Por favor, no! ¡Un minuto más! ¡Solo un minuto! — Liam se logró liberar por un segundo y gateo hasta llegar a su hija—. Ven, hijita, ven aquí — para su alivio la niña corrió hacía él y aceptó su abrazo —, te amo, Allyra, te amo y siempre te amaré, te prometo que haré cualquier cosa para sacarte de aquí, te lo prometo. Nunca dejaré de luchar para que seas libre.

— ¿Papá? — la voz de la niña era un susurro, la pequeña hacía esfuerzo para no llorar, si esa era la última vez que veía a su papá quería que él supiera que ella era fuerte.

— ¿Sí, hija? — Liam lleno de besos las mejillas de la niña, quería sentir su calidez y su eterno aroma de bebé por última vez, no, esa no podía ser su última vez con su hija, Liam no se rendiría tan fácil, tendría a su hija de vuelta, aunque le costara la vida misma.

— ¿Te volveré a ver alguna vez? — Liam asintió.

— Sí, te juro que lo intentare.

— Es hora de irnos — repitieron los hombres, esta vez sus manos se clavaron en los brazos de Liam, impidiéndole moverse y arrastrándolo hacía el auto.

— ¡No! ¡No! ¡MÍ BEBÉ, NO, MÍ HIJA! — Liam grito desesperado cuando la niña comenzó a correr detrás de él, su pobre e indefensa bebé, lejos de su protección, indefensa, total y absolutamente indefensa — ¡Ally! ¡Tranquila, hija! ¡Tranquila! ¡Volveré por ti! — Analeigh fue la primera en entrar en el vehículo, luego Liam fue lanzado en su interior, cerrando las ventanas y la puerta con seguro, impidiéndole correr en busca de su niña. Liam golpeaba las ventanas desesperado, con la niña saliendo de la casa, llorando alterada —  ¡Lo prometo! ¡Volvere por ti! — gritaba Liam golpeando las ventanas blindadas. El motor del auto dio un rugido y comenzó a moverse, dejando cada vez más atrás a la pequeña niña — ¡Por favor, señora Keller! — Liam se arrodillo frente a Analeigh —, permítame ver a mi hija, ¡Por favor! ¡Solo unos minutos más!

— Acelere — ordeno la mujer al chofer.

— ¡POR FAVOR! — Analeigh apartó el rostro, ignorando a Liam, el chico salto hacía la ventana, mirando la pequeña figura de su hija corriendo con los brazos abiertos detrás del auto — ¡Mi niña! ¡Ally!

— ¡Papá! ¡Por favor, papá, no me dejes! ¡Prometo que me porto bien! — Liam golpeó la ventana impotente cuando Ally cayó sobre la fría carretera, la niña se levanto e intento seguir corriendo detrás del vehículo, sin importarle haberse lastimado las piernitas, Ally seguía estirando sus brazos, esperando a ser recibida por los brazos de su papá — ¡Papá! ¡Papá! ¡No me dejes, papá! ¡No me dejes! — gritaba Ally corriendo detrás del auto, pero Jonathan la tomó en brazos, metiéndola de vuelta a la casa.

Liam se dejó caer en el interior del vehículo, sollozando y gritando, su hija, su dulce e inocente hija a merced de la voluntad de UML. Liam temblaba de la impotencia, ella no debía sufrir así, Ally no, ella no debía ser violada, golpeada, su pequeño cuerpo no debía ser sometido a cualquier tipo de sufrimiento. El joven recordaba ser violado en grupo cuando tenía seis años, por hombres y mujeres que lo dejaban medio muerto en el suelo, recordaba ser colgado del techo por extraños aparatos, como una exhibición que todos podían tocar y dañar, las descargas de adrenalina que usaban para mantenerlo consciente durante las orgías, lo golpes, los dedos quebrados, las caderas rotas, las mordidas, las horas siendo forzado a ver pornografía y eventualmente imitar los movimientos con cuánto adulto se le ordenara. Un niño normal aprendía a leer y a escribir, Liam aprendió a como hacer un buen oral, a abrirse lo suficiente como para que su cuerpo soportara a dos penes a la vez y a como ocultar sus moratones bajo la ropa  ¿Por qué? ¿Por qué le daban algo que amar y luego se lo arrebataban? El chico miró a su alrededor sin creer lo que veía, su hija sería una esclava igual que él, sus ojos cayeron sobre una fotografía que Analeigh le extendía, era de Jonathan en un traje de bodas y a su lado Ally, vestida como novia.

— ¿Se casó con ella? — Liam sintió la sangre hervir en sus venas, ella era una niña, ni siquiera se le habían caído los dientes de leche.

— Edgar le entregó a Allyra como esposa a Jonathan, pero no te preocupes, más allá del beso que confirma la unión nada inapropiado paso entre ellos — la mujer suspiró hondo, mirando con desprecio al muchacho frente a ella —. Ay...Liam...te dije que la podías mirar desde afuera, te dije que no fueras por ella

— Lo siento, señorita Analeigh, sólo quería ver a mi hija, que supiera que su papá no la abandonó y sigue luchando para verla — respondió el destrozado muchacho, causando una oleada de simpatía a su alrededor, pero no de Analeigh.

— Señorita Keller, debería decirle la verdad — dijo uno de los hombres y Analeigh levantó la mano en señal de silencio.

— A cada tiempo su arte, a cada arte su libertad — la feroz mujer revisó algo en su celular, Liam miró al guardia que intercedió a su favor intentando entender a qué se refería.

— ¿Qué verdad? — Analeigh levantó la vista de su teléfono, con esa expresión traviesa que tanto la caracterizaba.

— Nada importante, aún no estás dispuesto a morir por tu hija e hijo, así que aún no te diré nada — Liam apretó los bordes de su asiento, mirando con determinación a la mujer que tenía frente a él, a la aliada y enemiga de su padre, y su posible madre.

— Estoy dispuesto a morir de ser necesario, solo quiero y necesito salvar a mis hijos — Analeigh sonrió.

— Perfecto, entonces necesito que Edgar te mate — Liam se congelo en su lugar, no pensó que Analeigh hablaba tan explícitamente. 

— ¿Qué? ¿Pero porque?

— Liam... necesito que Edgar te deje medio muerto en el suelo, con fracturas, contusiones, moretones o — la mujer hizo una pausa, ladeando la cabeza pensativa — directamente muerto — los ojos distintos de la mujer se encontraron con los del adolescente, en una mirada traviesa, casi divertida —. Recuerdas cuando él te torturó por primera vez, desde entonces se ha controlado demasiado, recuerdas como él mismo se azotó las manos por haberte lastimado, ¿Verdad? Edgar es un hombre fuerte, ni yo puedo dañarlo, no de la gravedad en la que lo necesito, la única forma en la que ustedes, tú, tus hermanas y tus hijos sean libres, y tengan tiempo de escapar es que Edgar esté herido de gravedad, por eso necesito que te torture, que te viole, que te trate la peor forma posible Liam y en dado caso que te mate — Analeigh se cruzó de piernas con seriedad, pero sin abandonar esa mirada divertida, para ella todo era un juego —. Sí Edgar te mata él mismo se quitará la vida y tu familia será libre del monstruo que tanto los atormenta. Liam, necesito que hagas este sacrificio por tu familia, provocalo, has que te dé la paliza más violenta de todas y que te viole tan fuerte como para que te rompa otra vez la cadera, y que tus huesos rotos perforen tus órganos, que mueras desangrado, empalado y desgarrado por el miembro de tu padre. Necesito que te haga el mayor daño posible, ¿Entiendes, Liam?

Lo que Analeigh le decía era razonable, Edgar era muy fuerte e inteligente, tenía sentido que solo el mismo Edgar fuera capaz de acabar consigo, hasta el momento Liam nunca se había dedicado a pensar de forma activa la manera de vencer a su padre, pero incluso si lo hubiera hecho jamás habría llegado por sí mismo a dicha conclusión: él era la debilidad de su padre.

— Entiendo — respondió pensativo, siempre supo que jamás llegaría a vivir hasta los 25, solo que...no pensó que su vida fuera tan prematura. Una sonrisa se formo en sus labios, por fin iba a morir y dejar de sufrir, ¿lo mejor? Sus hijos estarían sanos y salvos con su sacrificio. 

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