25. ¿Por qué?
Liam contuvo la respiración y dejó que su padre sacara su miembro de sus pantalones, colocó sus manos a cada lado de la cintura de Lorie y Edgar intento masturbarlo un poco para que su miembro se pusiera duro y fuera más fácil cumplir tan nefasta labor, pero Liam solo miraba a Lorie suplicar sin parar. Edgar lo tomó con fuerza de la cintura y lo empujó hacía adelante, y cuando ya estaba a punto de entrar en el interior de la desdichada muchacha se detuvo, apretando sus manos alrededor de los barandales de la camilla, evitando entrar en el interior de la chica.
— No puedo...— sollozó Liam.
El chico se cubrió el rostro avergonzado incapaz de procesar lo que estaba a punto de hacer, ahora él era el monstruo, él sería el Edgar que Lorie tanto temía. Ojalá hubiera muerto antes, así no habría vivido lo suficiente como para convertirse en un violador. Era mil veces mejor morir como víctima que vivir lo suficiente para convertirse en victimario.
— No puedo... — Edgar hizo girar al muchacho y lo envolvió en sus brazos, Liam no supo si lo estaba consolando o era su usual posesividad la que estaba actuando.
— Ya me imagino a Heaven, siempre fue un bebé consentido, ¿recuerdas cuando recién llego a casa? Te la pasabas con él en tus brazos, no dormías por vigilarlo y lo alimentabas incluso antes de que llorará, pobre niño, debe estar confundido, su padre, amoroso y protector lo abandonó para dejarlo morir solo en un armario, pobre pequeño — Edgar apoyo a Liam contra su pecho y le acarició el cabello —. Morir de hambre, solo, encerrado en un armario, que muerte tan horrible, más para un pequeño indefenso, ¿no crees, Liam?
— Por favor, padre...
— Eres un chico muy hipócrita, Liam, cuando estuviste con Ariam ni una suplicá, ¿pero con esta ramera naranja sí? ¿Tanto te desagrada? — Edgar se apartó del muchacho e inspeccionó a la joven atada en la cama —. Aunque no te puedo juzgar del todo, esta muy plana la desdichada y exageradamente delgada, ¿segura que no eres anorexica, niña? — preguntó Edgar con toda la seriedad posible —, disculpa, casi olvido que la dieta estricta que llevan era para que así sus cuerpos se acostumbrarán a la falta de comida. En caso de guerra los Grimore se quedaran sin provisiones, pero ustedes seguiran cumpliendo su labor con su nación.
— Señor Al Bhatt. Déjeme ir, tenga piedad de mí — pidió Lorie.
— Déjame pensarlo...um...no — Edgar regresó su mirada al rostro horrorizado de su hijo —. No tuve piedad con mis propios hijos, ¿por qué la tendría contigo? Eres un recurso muy valioso como para dejarlo ir — el hombre se sentó en el borde de la camilla, inspeccionando a su alrededor —. Estamos perdiendo tiempo valioso aquí, Liam, si te hace sentir mejor finge que es Ariam al momento de penetrarla, con ella todo era más fácil, ¿no?
Era más fácil porque Liam no tenía que hacer nada. Cuando estaba con Ariam era él quien estaba atado a la camilla y amordazado, era él quien estaba debajo y solo contaba los segundos para que todo terminara, Ariam lo hacía todo por él: desde colocarlo en su interior hasta moverse para que el liquido preseminal llegara a ella. Liam nunca había estado en esa posición, siempre fue el violado, nunca el violador, aunque jamás consideró a Ariam como una de sus abusadoras, ella también era víctima, Liam lo sabía, lo sabía por la forma en la que ella lo tocaba y le susurraba disculpas mientras saltaba sobre él, también lo sabía por las incesantes disculpas que ella le ofrecía después del acto, de rodillas, llorando, besando sus manos jurando y perjurando que ella no quería que sucediera de esa forma, pero la señal más clara que Ariam era otra víctima como él era que después de cada abuso, cuando estaba sola y pensaba que nadie la observaba Ariam se mordía, se arrancaba trozos enteros de los brazos, piernas u hombros. Un castigo. Se causaba daño por el daño que se había causado. Liam tuvo que suplicarle de rodillas para que no lo volviera a hacer, ella prometió que no lo haría de nuevo, pero de vez en cuando Liam todavía veía marcas de mordidas en la piel de su hermana. Con Ariam era fácil saberlo, ella no quería hacerlo y se notaba que el hecho la repugnaba, con ella Liam podía saberlo. Ese era el problema, no había forma en la que Lorie lo supiera, para ella Liam era uno más, un miembro más de la depravación de UML, un monstruo más.
— ¡Entiende, padre! ¡No puedo hacerlo! — Liam extendió sus manos y acarició las pálidas mejillas de Lorie —, no puedo, no soy un monstruo...— "No soy un monstruo como tú" pensó el asustado y asqueado joven.
— Está bien, hijo, está bien — Edgar retrocedió con las manos en alto, en un gesto de estar rendido, el corazón de Liam se llenó de esperanza, ¿enserió su padre lo aceptaría así de fácil? Lastimosamente Liam no conocía bien a su padre, todavía aguardaba en su corazón la esperanza de que no fuera tan malvado, que en su enorme cuerpo existiera tan solo un gramo un gramo de amor y humanidad —. Serás tú el que escoja la lápida de Heaven, entonces, como pasó con la primera Allyra, quizás tengas otro Heaven. Un Heaven segundo.
Liam apretó los dientes, clavó sus uñas en las palmas de sus manos, dejo las lágrimas fluir, se acercó a la camilla y entró. Solo entro. Lorie contuvo la respiración y dejó de moverse en el momento en que Liam entró en su interior. Casi al instante el muchacho fue penetrado por su propio padre, que no dejaba de reír y gemir de ser participé en tal horroroso acto.
— Participar en la creación de mi nieto, ¿quién lo diría? ¡Me fascina! Tantas veces que pude haberlo hecho, ¿por qué no lo pensé antes? ¡A Ariam le encantaría esto!
En ningún momento Lorie dejo de mirarlo a los ojos, "¿Por qué?" se leía en aquellos orbes verdes a la vez que era penetrada por aquél a quien consideraba su alma amiga. Una cosa es ser violado y otra totalmente distinta era violar, pero era aún más horrible ser violado mientras estás violando. Liam entraba y salía del interior de Lorie a la vez que su padre entraba, y salía de su propio interior, Edgar gemía en el cuello de Liam mientras que debajo de él Lorie lloraba en silencio. Su único consuelo en tan horrible situación fue pensar en cómo se quitaría la vida, porque Liam no pensaba vivir después de aquello.
Liam arrullo a su bebé hasta que por fin se quedó dormido, con cuidado lo deposito en el interior de una incubadora y su corazón se rompió al ver a su pequeño conectado entre tantos cables que con mucha dificultad lo mantenían con vida. Heaven siempre fue un bebé gordito y cachetón, un niño sano a toda regla, de mejillas rojas y cabello rubio platino, piel rosada y unos rollitos en cada brazo, y pierna, pero ahora Liam no reconocía lo que veía: sus ojos estaban hundidos y sin brillo, su piel era de un tono grisáceo casi transparente al punto en que veía sus venitas debajo de piel, su boca estaba llena de heridas producidas por sus minúsculos dientes que empezaban a salir, tenía señales de succión, lo que indicaba que el niño se había estado comiendo su propia sangre, sus huesos estaban marcados y sus brazos y piernas tenían el mismo grosor que el dedo meñique de Liam. Su pobre hijo, desnutrido y maltratado, y todo era su culpa. A penas Edgar le permitió tomar a su hijo Liam no se atrevió a tocarlo, estaba tan pequeño y débil que por un momento el muchacho pensó que lo mejor sería dejarlo morir, para evitar así el sufrimiento de su bebé.
El joven contempló el débil cuerpo de su pequeño en la incubadora, a penas había logrado que se durmiera, sus lágrimas eran un tormento, no por el estridente sonido, por el contrario, Heaven lloraba sin ruido o lágrima alguna, se movía como un animal agonizante y su boca se abría, y cerraba pero ningún sonido emitía su garganta. Distintas sondas entraban por varias partes del cuerpo del niño, algunas para pasar nutrientes al débil cuerpo de la criatura, otros para mantenerlo respirando, pero todos con el objetivo de mantener con vida al niño. En su desesperación Liam le rogó ayuda a Edgar para salvar al bebé y después de una sesión de sexo oral como pago Edgar aceptó salvar al pequeño, los doctores acordaron que lo mejor sería ponerlo en estado de coma inducido hasta que la situación del niño mejorará.
— Sabes que es tu culpa que Heaven haya terminado así, ¿Verdad? — dijo Edgar con la burla siendo palpable en su voz, Liam apretó los bordes en donde su bebé estaba intubado. Ni siquiera en momentos así su padre dejaba de atormentarlo, ¿qué era lo que quería? ¿Llevarlo a la locura? ¿Por qué era tan cruel con aquél que debía amar y cuidar? Liam se preguntaba qué tan malvado habría sido en su vida anterior para estar pagando con semejante castigo.
— Si vuelves a dañar a mis hijos me quitaré la vida y tendrás que conformarte con profanar mi cadáver — amenazó Liam.
— Suerte que tengo un amigo taxidermista que hace maravillas — Edgar envolvió a Liam en sus brazos, intentando tomar al chico de las manos, pero Liam se negó siquiera a mirarlo —. No lo hagas, Liam, no lo hagas, ambos sabemos la forma en la que todo terminara y supongo que no quieres que ningún hijo tuyo ocupe tu lugar, ¿verdad? — Liam no quiso demostrar ninguna emoción, pero ese era su mayor temor, dejar que uno de sus niños sufriera lo que él sufrió. Edgar sonrió al ver la actitud del muchacho, nuevamente lo tenía controlado —. Ni tu ni yo deseamos que eso pase, yo no quiero reemplazarte, Liam, te amo, realmente te amo, pero si te vas no me vas a dejar alternativa — Edgar apretó su abrazo sobre Liam, le encantaba tenerlo en sus brazos, saber qué podía hacer lo que quisiera con él y nadie podía evitarlo, ni siquiera el propio Liam podía evitarlo, aún así no contuvo su preocupación al sentir los huesos del muchacho con tanta facilidad, más tarde se encargaría de ello, por ahora debía dedicar todo su tiempo en establecer la dinámica matrimonial que tanto tiempo llevaba deseando entablar con su hijo. Edgar quería, no, necesitaba que Liam se sometiera por completo a él: física, sentimental y mentalmente; que solo fuera un muñeco que sonriera cuando él se lo ordenara y le entregará su cuerpo 40 veces por semana. Un esclavo a toda regla —. Solo se un buen niño, Liam, solo se obediente y todo estará bien, pequeño estúpido — Edgar le dio un beso en la mejilla a Liam y salió de la habitación, dejando al jovencísimo padre y a su hijo solos.
Liam se limpio el beso con el borde de su suéter y se inclinó hasta quedar frente a la incubadora de su pequeño. El muchacho no podía entender cómo un padre podía desear de una forma tan indebida a su hijo, sin importar cuántas veces Liam baño a Ally o Heaven jamás sintió deseo alguno de tocar su intimidad más allá para limpiarla, jamás de forma indebida, mucho menos de abusar de ellos, no los veía con deseo, solo con amor y ternura, para él sus hijos era un par de bolitas de grasa preciosas que debía amar y cuidar con la vida misma, aunque...Heaven ya no parecía esa pequeña bolita de grasa que tanto amaba.
El chico se recostó sobre la incubadora y con sus manos en el cristal simuló acariciar el cuerpo destrozado de su bebé.
— Nunca seré como él, Heaven, nunca podrán violarte o dañarte, eres mi hijito, mi bebé, mi pequeño. Jamás te tocaré de esa forma y nunca te voy a violar. Amaras a quien tu quieras, estarás con quien tu lo desees y cuando tu quieras, y estés listo. Creeceras, estudiaras, irás a la escuela, vas a leer, vas a amar y a odiar, harás todo lo que yo nunca podré hacer. Tu, hijito — sus manos pálidas acariciaron el cristal, casi sintiendo la piel suave del pequeño — vas a vivir. Ese será mi regalo para ti, no serás esclavo, serás una persona que vivirá tal y como lo desee, no tendrás un amo al cual obedecer, solo viviras — Liam se enderezo y beso la incubadora —. Lo prometo, mi bebito lindo — el chico permaneció observando al infante a través del cristal, pensando en toda la vida que el niño podría vivir —, ojala yo pueda verte vivir, mi niño, pero si es necesario que yo me quede en las llamas del infierno por la eternidad para que tu y Ally puedan vivir, que así sea. Solo ruego a cualquier divinidad que permita que ustedes tengan la felicidad que yo nunca he podido experimentar y jamás podré hacerlo ya — así pasaron las horas, con Liam mirando al niño en la incubadora, pensando e imaginando el futuro que el bebé tendría, futuro que Liam jamás presenciaría.
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