10. Sue no subió, pero si bajo

Los primeros recuerdos de Lorie antes del colegio se derivaban a ella misma caminando por las polvorientas calles de lo que alguna vez fue una hermosa ciudad y que ahora solo era un desierto desértico lleno de escombros, dominado por el desorden y el caos.

Se recordaba así misma vagando por las calles, con el cabello lleno de arena y los pies descalzos. Uno de sus recuerdos más nítidos se remontaba a un mes antes de que los carros militares de Gondwana llegarán al rescate, Lorie hablaba con una niña refugiada de la guerra civil que ocurría en ese momento en la parte norte del país, su objetivo era llegar a Laurasia a través del mar, en una lancha que zarpaba todos los días a las tres de la tarde, una lancha repleta de personas, pero siempre regresaba vacía. Lorie aprendió a memorizar las historias de que los niños refugiados les contaban y ella misma se inventó una historia: provenía de la región norte del país, escapó junto a sus padres de la guerra en un vuelo humanitario que logró traerlos hasta la zona Sur del país, pero gracias a la amenaza de infiltrados del movimiento terrorista UML (Un Mundo Libre), tuvieron que abandonar el avión, Lorie y sus padres caminaron por tres días hacía la costa, pero en medio del cruce de regiones se separaron, había estado buscando a sus padres y a algunos amigos, en ese entonces Lorie no tenía nombre, por eso decidió tomar el nombre de una de las niñas que le contó su historia; Kawsar. Cuando ya tuvo su historia Lorie fue al banco de alimentos de voluntarios provenientes de Varela, quienes gentilmente le dieron un costal de leche en polvo, arroz y cinco latas de atún.

Una de las pocas cosas que Lorie también recuerda de su vida antes del colegio era que en el campamento de refugiados donde ella vivía había sólo un televisor, las multitudes se reunían alrededor de la carpa de voluntarios para ver los programas, pero sobre todo las noticias. Lorie veía a las personas en lanchas saltar hacía el mar y nadar como podían hacía la costa, Lorie recordaba haber visto a un montón de personas con chalecos naranjas subirse a barcos y recoger a cada una de esas personas. Cuándo Lorie le pregunto a Ayse, otra niña refugiada, porqué se lanzaban al mar en vez de esperar hasta llegar a la orilla ella le respondió que la lancha nunca llegaba a la orilla, siempre los dejaba a 100 metros de la costa y siempre tenían que nadar. Ayse también les dijo que ellos, por venir del viejo continente de Asia, ahora conocido como Laurasia, tenían más oportunidades de ser aceptados en Laurasia, mientras que las personas originarios de Gondwana son considerados como inmigrantes.

Lorie recordaba que las personas del campamento solo se juntaban alrededor del televisor tres veces al día: para ver las noticias y para escuchar oraciones matutinas. Oraciones sobre el fin del régimen de Un Mundo Libre y sobre el fin de la guerra.
Ayse y otros niños le contaban que en Laurasia podrían tener una vida feliz, ir al colegio, comer cosas ricas que no fueran sólo arroz y atún, vivir en casas dignas y tener televisión. Fue entonces cuando Lorie decidió ir a Laurasia, pero para ir necesitaba dinero, en la lancha cada cupo costaba un millón de Lunas, sólo aceptaban dinero de Varela, porque en Gondwana el dinero no existía, todo solo obtenía gracias a cupones cuyo valor se perdía a penas salían de la frontera.

Fue así como Lorie empezó a trabajar con Ayse, recolectando metales y llevándolos con unos chatarreros del campamento, cargando bultos de los voluntariados y haciendo recados. Poco después llegaron los camiones repletos de militares.

Lorie recordaba muy bien ese día por tres razones: se enteró de que Ayse y Kawsar habían logrado irse en una lancha ese día, junto con sus familias, Lorie corrió hacía la costa y pudo verlas irse, ambas niñas agitaron sus manos despidiéndose, pero Lorie se quedó llorando porque no la habían llevado, Ayse le había prometido que la subirían a la lancha, ya que su padre la podía cargar en sus piernas porque era una niña muy delgada; también recordaba ese día porque obtuvo su primera Luna; las Lunas eran unas tiras de papel azul brillantes con el dibujo de una linda mujer con corona y letras alrededor, tenía estrellas plateadas y lunas doradas alrededor de la mujer que según le explico la voluntaria que le regaló el billete para calmarla era la reina de Rilindja, otro país aliado a Laurasia; y también por los militares. Lorie corría feliz sin dejar de mirar la Luna en sus manos, pensaba que con eso podría comprarse un boleto para irse en lancha a Laurasia, aunque ella no sabía nadar, por eso busco algún balde de madera para poder flotar en el momento en que tuviera que saltar del pequeño barco.

Lorie buscaba entre la basura el balde cuando a lo lejos escucho disparos, podía ver nubes de arena a la distancia y al campamento de refugiados escapando, corriendo hacía todas las direcciones. Lorie recordaba ver a los voluntarios huir en su barco, pero uno de los soldados disparo una bazuca hacía el barco, haciendo un gran agujero en el mismo, provocando que se hundiera. Las personas saltaban hacia el mar, intentando salvarse, pero los barcos con el logo de Un Mundo Libre llegaron y les dispararon desde el barco.
En el campamento los militares no solo disparaban a diestra y siniestra, también lanzaban cuerdas hacía los cuellos de las personas, los amarraban en la parte trasera de algún camión militar y los arrastraban por el suelo, hasta que sus cabezas se separaban de sus cuerpos. Quienes no murieron por las balas o por las cuerdas fueron arrinconados en una zona del campamento y después de recitar unas oraciones les echaban gasolina, y les prendían fuego.

Mataron a todos los adultos, pero ni a un solo niño.

Los niños y las niñas fueron llevados a unas iglesias donde durmieron por tres días, hasta que llegaron hombres y mujeres que separaron a los niños de las niñas, llevándolos en autobuses a los colegios. Al llegar al colegio lo primero que hicieron los adultos fue darles un discurso sobre lo afortunados que son y como los habían salvado de ser secuestrados. Fue en el colegio donde a Lorie le dieron su nombre: Lorieline. Allí Lorie pudo comer lo que deseaba, podía aprender y tenía amigas. Lorie pensó que había llegado a Laurasia.

En el colegio las educaban en baile, música, literatura y maternidad. Lorie no sabía contar hasta 10 y su edad se las decían las maestras todas las mañanas al despertar. En el colegio aprendía sobre los dioses y sobre personas tan importante como el Señor William Vodja, la Señora Bellamy y su esposo Bastián Lovec, y sobre los sacrificios Gyula, Wahr, Chloë y Raquel, pero lo que más les enseñaban era sobre el peligro del mundo exterior.

Cuando Lorie conoció a Liam no pudo evitar quererlo. Lo vio por primera vez en el partido de hockey femenino, completamente aterrado al ver como su hermana mayor le había roto la cabeza a la chica, su mirada desconcertada y aterrada le pareció a Lorie de lo más tierna, demasiado hermosa. Cada facción de la existencia de Liam estaba hecha para enamorar, perfecto, hermoso y gentil, Liam poseía esa clase de belleza que no puede ser descrita de otra forma que no sea angelical y su forma de actuar completaba esa imagen. Dulce, gentil, cariñoso, cordial y todas las cosas buenas del diccionario, sólo así se podía describir a Liam, pero también era melancólico y discreto, muy, muy discreto, aquello hacía que Lorie quisiera descubrir el motivo de su discreción, ser honrada con la revelación de dicho secreto. Durante toda su vida Lorie no había conocido a muchos hombres, sólo los patrocinadores y a algunos chicos de la escuela masculina, aunque no les permitían estar cerca sin supervisión de los maestros y todos esos chicos eran un montón de cabezas huecas que no hablaban de casi nada que no fuera referente a trabajos de campo que debían cumplir, por eso Liam le resultaba tan enigmático y por consecuencia atrayente, era distinto a los escasos hombres que pudo conocer.

A lo mejor sus sentimientos eran precipitados y el producto de una idealización extrema por parte de Lorie hacía Liam, pero ella realmente quería conocerlo, saber más de él, saber sus sueños anhelos, porqué siempre usaba suéter, porqué casi nunca sonreía y muchísimas cosas más, pero la bruja de Ariam no le permitía relacionarse con él con normalidad y al parecer la pequeña bastarda tampoco ayudaba.

Aún así Lorie estaba feliz por haber conocido a Liam y cuando fuera periodista profesional volvería para estar a su lado, Lorie estaba segura de que Liam sentía lo mismo o por lo menos algo similar, ella lo sentía, lo veía en la forma como Liam la miraba, no con deseo, no con codicia, Liam la miraba con curiosidad, como si Lorie fuera una extraña pintura abstracta que él intentará descifrar.
Aunque la mayoría de miradas masculinas le resultaban intimidantes, la mirada de distintos colores de Liam era dulce, grácil a la vista, era casi imposible dejar de mirarlo y cuando lo hacías sentías un gran vacío en tu interior. 

Lorie siempre había sido alguien parlanchina y risueña, le encantaba pasar horas y horas hablando sin parar, pero usualmente no tenía a nadie con quien hacerlo, sus compañeras de habitación siempre la mandaban a callar y nunca respondían sus preguntas, por eso quería ser periodista, porque así podría hablar y preguntar, y nadie la mandaría a callar. La única vez que una de sus compañeras de habitación le respondió una de sus preguntas fue cuando regresaron del partido y se preparaban para la fiesta:

— ¿Cómo puedo agradarle a un hombre? — Lorie había quedado maravillada con la maravillosa presencia y grácil apariencia de Liam, la muchacha no podía pensar que la palabra "hermoso" fuera digna de describir a Liam, ninguna palabra era suficiente para hablar sobre Liam, alguien debía inventar un nuevo vocabulario lleno de palabras cuyo significado fuera tan dulce como la miel y más hermoso que un atardecer, todas esas palabras serían sinónimo de Liam.

— Empieza por callarte —  respondió su compañera cambiándose de overol —, a nadie le gusta una parlanchina entrometida. 

— Claro que...— otra de sus compañeras la miró de arriba a bajo —, será difícil que cualquier hombre te quiera, con esa apariencia...a lo mejor debes buscarte un marido ciego. 

Lorie bajo la cabeza, con su feura era más que suficiente para que ningún chico la quisiera, pero esperaba que alguien con tan exquisita apariencia viera más allá de la apariencia: Lorie estaba consiente de que no tenía carne, solo era huesos y ser pelirroja no mejoraba para nada su aspecto; la hacía parecer una especie de farol; si tan solo fuera más regordeta y de piel más sonrosada sería hermosa, pero era escuálida y tenía las mismas curvas que una tabla de madera.  Pero Lorie estaba más que dispuesta a mejorar de forma externa e interna con tal de captar la atención de tan exquisita criatura, Lorie quería hacerle cientos de preguntas a Liam, hablar con él, contarle sus pensamientos e ideas, escuchar a Liam, oír sus pensamientos y sentimientos, quería saberlo todo de él pero que él no supiera nada de ella, por decidió controlarse y morderse la lengua cada vez que sentía que se estaba excediendo al hablar. No quería darle una mala impresión a aquél joven que con solo una mirada el mundo de Lorie cambio.

Lorie arreglo rápidamente su cabello, sus hondas naranjas fueron colocadas de forma equitativa en sus hombros, con fuerza pellizco sus mejillas para hacerlas ver sonrosadas y usando un poco de pintura rosa que había robado del salón de artes hizo que sus pálidos labios cobraran vida. Lorie miró su reflejo en la ventana de su habitación y sonrío complacida por lo que veía, las chicas del colegio no tenían permitido usar espejos, aquello incentivaba la vanidad, todas las mañanas al despertar debían seguir una muy estricta rutina: las chicas se sentaban en filas una al lado de la otra, cuando las maestras levantaban las cortinas se debían despertar al instante, mientras las chicas de la fila derecha se levaban el rostro, los dientes y limpiaban sus cuerpos, las chicas de la fila izquierda trenzaban el cabello de las chicas de la derecha, después las chicas de la derecha ayudaban a vestir y calzar a las chicas de la izquierda, a la vez de que las chicas de la izquierda desayunaban. Todo aquello debía hacerse en menos de 30 minutos, una maestra tocaba el tambor dando a entender que era hora de terminar. Pero ese día era distinto, como estaban a pocos días de la graduación las maestras les permitían hacer lo que quisiesen siempre y cuando estuvieran bajo supervisión constante.
Lorie salió dando saltitos de la habitación que compartía con 17 chicas más, se aseguro que nadie más la viera para evitar alguna reprimenda y fue en busca de su amado. Lo encontró cerca de la habitación de su hermana, Ariam, aquella extraña y molesta joven que casi siempre lo seguía muy de cerca, pero para su sorpresa Liam no estaba con ella, estaba con su padre, el señor Edgar Al Bhatt, Liam mantenía la cabeza gacha con una pequeña sonrisa nerviosa y el señor Al Bhatt terminaba de ajustar una venda alrededor de la muñeca de Liam, con cuidado la ajusto, con una delicadeza tan sorprendente que Lorie tomó nota mental de cada movimiento, el señor Al Bhatt movía de forma estratégica los dedos alrededor de la muñeca inflada de su hijo, como si sostuviera la pieza de arte más valiosa del mundo, al terminar de vendar la herida el señor Al Bhatt deposito un beso en cada dedo del muchacho, con delicadeza atrajo el rostro de Liam y le dio un ultimo beso en la frente antes de irse. Lorie sintió una calidez extraña en el pecho, ¿Así son los padres con los hijos? Si era así Lorie deseaba con todo el corazón tener un padre.

A penas el señor Al Bhatt se fue, la sonrisa de Liam desapareció y se transformo en un gesto de preocupación, a Lorie le pareció grosero que Liam limpiara con su mano sana cada una de las zonas donde su padre había depositado sus labios, luciendo muy asqueado. Sin poder soportar más la espera, Lorie corrió hacía Liam, dándole un gran abrazo sorpresivo.

— ¡Hola! — Lorie pensó que Liam correspondería a su abrazo o al menos la saludaría contento, pero en vez de cualquiera de esas cosas Liam se separo asustado de ella, temblando.

Al verla Liam pareció tranquilizarse un poco, aún así con voz alterada y mirada angustiante le dijo:

— ¡No vuelvas a hacer eso! — Lorie se sorprendió ante tal reacción, pero se sorprendió aún más al notar como los dedos de Liam temblaban sin control.

— Liam, ¿Qué pasa? — el chico notó la mirada de Lorie en sus dedos, al verlos y al notar que estaba temblando uso su otra mano para detener el temblor.

— Nada, solo...me asustaste un poco, eso fue todo, ¿Necesitas algo? 

Lorie trago hondo tomando la mano de Liam y enganchándose a ella, quería sentirse como una chica normal como un chico, como los inicios de esos videos porno gráficos que les hacían ver en las salas de proyección.

— Debemos ir con Sue, durante el almuerzo hay cambio de guardia, por lo tanto tendríamos 10 minutos para hablar con Sue y saber qué esta pasando.

Liam acepto aquello pero pronto se removió incomodo separándose de Lorie, haciendo que la decepción aumentará en la chica. Liam detuvo su caminar y examino a Lorie, haciendo que su corazón latiera sin parar.

— ¿Te sientes bien? Estás pálida.

Lorie instintivamente se llevo las manos a las mejillas, ¿Tan rápido había desaparecido el efecto de los pellizcos?

— Sí — respondió decepcionada.

— ¿Segura? No tienes un buen aspecto — una bofetada hubiera sido menos dolorosa para Lorie que las palabras de Liam.

— Sí, estoy bien.

— Supongo yo que eres el "Espantapájaros naranja", ¿Me equivoco? — Lorie se sorprendió al ver a la misma chica que bailo con Liam esa noche en la que se animo a hablarle, caminar de forma presumida y amenazante hacía ellos.

— ¡Lauren! ¿Dónde te habías metido? — Lauren camino directamente hacía Lorie y tomó uno de sus mechones naranjas, luciendo algo asqueada.

— Estuve por allí y por allá — Lauren miro de pies a cabeza a Lorie, quitándose los lentes de sol revelando sus ojos verdes aguamarina —. El apodo le queda — a Lorie le molesto que Lauren actuará como si ella fuera un objeto —, esta tan delgada que realmente parece un espantapájaros, ¿Cuándo fue la ultima vez que comiste, niña?

— Veo que ya hablaste con Ariam — dijo Liam un poco cansado de la actitud de superioridad de su hermana.

— Sí, ya lo hice, no sabía que te gustaban las mujeres mayores.

— ¿Disculpa? — Liam automáticamente se puso tan rojo como un tomate.

— Ella tiene 21 y tú 16, si eso no es pedofilia no sé que lo sea.

— ¡No soy ninguna...! — pero antes de que Lorie pudiera terminar de defenderse Lauren la hizo callar.

— ¿Cuánto comes, niña? — Liam le dio una mirada de "Por favor, síguele la corriente" y Lorie tuvo que tragarse su orgullo y responder.

— Como toda la comida que me dan.

— Ese es el problema, a las maestras les conviene tener estudiantes anoréxicas y débiles, que fuertes y sanas.

— Lauren, ¿Dónde estabas? No te vi en dos días — Lorie le agradeció a Liam por cambiar el tema. 

Por fin Lauren dejó de mirar a Lorie como si fuera una mosca parlante y volvió a ponerse sus lentes de sol, aunque el día estaba nublado y a penas si iluminado. Lauren llevaba una blusa semitransparente en la parte de los hombros y negro en el resto, una minifalda escocesa con cinturones plateados, unas largas botas de punta de aguja y, otra vez, ese maldito abrigo de piel de conejo.

— ¿Enserio creíste que me iba a quedar atrapada en esta escuela de monjigatas? ¿Justo en el mes de la moda? No seas tonto, Liam — Lauren giró sobre sí misma exhibiendo una serie de brillantes joyas que resplandecían ante la luz del sol —. Papá me dejó usar uno de sus aviones para viajar, ahora si me disculpas iré a hacer caridad con la chusma — Lauren comenzó a alejarse, a Lorie le molestaba demasiado la mera existencia de las chicas Al Bhatt, ¿Acaso todas eran así de engreídas? Incluso Allyra que era una niña ya actuaba como si fuera la octava maravilla del mundo, el único que se saltaba ese comportamiento narcisista y engreído era Liam e incluso si así fuera su apariencia lo compensaba.

— No sabía que te gustaba la caridad, Lauren — espeto Liam desconfiado.

— No me gusta, simplemente tengo la colección del mes pasado y pensé que en vez de quemarla podría regalársela a alguna de estás chicuelas desamparadas — Lauren extendió la mano y acarició la tela de la manga verde del uniforme de Lorie — ¡Ah! ¡Un pedazo de lija es más suave que está cosa! — Lauren apartó la mano claramente asqueada —. No te ofendas, querida naranja, pero yo no me pondría eso así mi otra opción fuera volverme nudista — Lauren se dio la vuelta y miró a Liam con discreción una última vez —, además tuve mi periodo y manche varias prendas, me sale más barato regalarlo que lavarlo — Lauren se encogió de hombros y se fue dando saltitos, con sus manos extendidas y sus brazaletes dando leves clink con cada movimiento de la chica.

— Pero Lauren ni siquiera sabe cómo manejar una lavadora — Lorie quiso reírse pero ella no sabía que era una lavadora, allí todas lavaban a mano.

El resto de la mañana Lorie y Liam se la pasaron hablando sobre sus vidas, aunque Liam nunca decía mucho sobre su vida, se limitaba a decir lo básico y más mundano de su entorno, por otra parte Liam aprendió que Lorie no sabía nadar, pero siempre en primavera se escapaba del colegio para sumergir sus tobillos en el lago, también supo que el árbol en el que se escondían las chicas jugando con padres imaginarios quedaba en la zona más aislada del colegio. Cerca de la hora del almuerzo Liam y Lorie fueron a la enfermería, esperaron a que los guardias se fueran y apenas desaparecieron por los pasillos ambos jóvenes se escabulleron en la enfermería, sin saber lo que estaban por experimentar.

La enfermería era blanca, muy, muy blanca: cortinas blancas, camas en filas blancas, sabanas blancas, gasas y vendas blancas, incluso las píldoras eran blancas; pero en medio de tanta blancura algo rojo detrás de una cortina blanca resaltaba; Liam camino delante de Lorie, con su mano vendada pegada a su pecho, con lentitud avanzo y se introdujo dentro de la cortina, llegando detrás de la misma, al llegar Lorie supo que algo estaría mal; Liam estaba de pie, quieto, frente a él había una cama de hospital, cuyas sabanas blancas estaban manchadas del basto color rojo de sangre coagulada, la chica acostada en ella era la viva definición de "Muerto en vida"; labios resecos, ojos hundidos, piel agrietada y el color de un gris enfermizo, sus ojos poseían una mirada agotada, la clase de mirada que tiene una persona que ha experimentado mucho dolor y por fin puede tener algo de paz. Liam respiro hondo, dándose cuenta de que Sue tenía la misma mirada de Ariam cada vez que volvía del "internado". Las manos y piernas de Sue estaban sujetadas a correas de cuero a la cama, con la gran diferencia de que la piel de las muñecas de Sue estaba levantada alrededor de la correa, como si hubiera cavado en su propia carne para poder intentar escapar, parecía como si le hubieran derretido cera caliente en esa zona, su piel estaba amarillenta y marrón, un olor a orina impregnaba el ambiente.
Los ojos de Sue estaban clavados en la pared, pero sin mucha dificultad ella giro aquel par de orbes oscuros que eran sus ojos y sin un rastro de emoción los miró.

— ¿Quiénes son? — su voz era entre cortada, la clase de voz distorsionada que se escucha en la radio durante una noche de tormenta, pero a la vez era un tanto infantil, era la voz de una niña de 10 años en el cuerpo de un adulta de 25.

— Hola, Sue — respondió Liam con sorprendente calma, Lorie pensó que quizás no era la primera vez que Liam veía a alguien en tan mal estado —. Dinos, ¿Por qué estás aquí?

Sue aparto la mirada de Liam, con cuidado el muchacho tomó unas tijeras de una mesa quirúrgica y corto las ataduras que atrapaban a Sue, cuando estuvo libre de las correas Sue acaricio sus muñecas, levantando piel y carne húmeda, y putrefacta, dejando la vista roja de carne amarilla, luego, completamente en silencio, volvió a colocar sus manos en el mismo lugar a donde estaban atadas.

— Entre las montañas, arriba, allí...— la voz de Sue era apagada, sin emociones —. Están amarradas, atrapadas.

— ¿Quienes? — Sue miró a Lorie, la cual estaba temblando.

— Pronto lo sabrás — Sue cerro los ojos —, todas lo sabrán — de forma improvista Sue se puso de pie y cojeando camino hacía la ventana de la enfermería, a Lorie se le revolvió el estomago al ver una herida que se extendía por todo lo ancho y largo de su abdomen, de allí provenía la sangre, las costuras de la herida estaban hinchadas y llenas de pus chorreante. Sue abrió la ventana y miró el cielo —. Un pequeño consejo — Liam y Lorie escucharon con atención, aunque Lorie no sabía para quién era el consejo, Liam sí —, no los desafíes, eso los hace enojar.

Lorie ahogó un grito cuando Sue se subió en el marco de la ventana, mirando hacía abajo.

— ¡No! — grito Lorie intentando llegar a ella, pero Liam la detuvo envolviendo sus brazos alrededor de la pelirroja.

Lorie intento soltarse ir sujetar a Sue, pero Liam la apretó con fuerza contra su pecho. Sue miró a Liam con tristeza y supo que él sabía lo que ella sentía.

— Hazlo, sé libre — Lorie miró confundida a Liam, él sonreía, con lagrimas de felicidad, parecía como si estuviera viendo el acto más hermoso del mundo.

— Ellos solo destruyen, puede que te digan que te aman, pero no es verdad. Nunca lo olvides — el corazón de Lorie se detuvo cuando Sue dio un paso hacía el vacío. 

Esto no esta pasando, es mentira, es mentira.

Se repetía Lorie mentalmente.

Sue dedico una ultima mirada al cielo y saltó, Liam espero hasta escuchar el crujido del cuerpo contra el suelo para soltar a Lorie, la chica cayo asustada al suelo, jamás había visto un suicidio en todos sus años de vida.
Liam tampoco había visto un suicidio, pero si lo había imaginado, curioso el chico se asomo por la ventana y contemplo la escena. Liam lanzó un beso hacía Sue y la despidió con la mano como si fuera una vieja amiga.

— Ahora eres libre — susurró al cuerpo.

Lorie lloraba histérica dándose golpes en el pecho, incapaz de respirar. Liam la tomo de los brazos sin dejar de sonreír y la saco de la enfermería.

Mientras ambos se alejaban tranquilamente de la enfermería se escucharon unos gritos

Sue había muerto.

La imagen de Sue saltando se repetía en bucle en la mente de Liam, pero sobre todo Liam se enfocaba en su rostro, el rostro de Sue brillaba de tranquilidad, sus ojos eran envueltos en el azul del cielo, por un momento cuando ella saltó Liam pensó que empezaría a flotar e iría al cielo, pero no fue así, Sue cayó y murió, pero incluso con el cuerpo torcido y aplastado por la caída la paz nunca abandono su faz, ella estaba en paz, Sue estaba feliz. De haber sabido que el suicidio podría ser tan pacifico e incluso hermoso Liam se habría suicidado hacía muchísimos años.

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