Imaginaria

Cristal se fue de casa. 

Nadie la denuncio como desaparecida, ni se preocuparon por ella. Nadie la volvió a ver. Para los registros de su país ella nunca nació. 

Ella no era real. No estaba viva. Mas tampoco muerta. No era un fantasma. Ni siquiera un recuerdo.

No era nada. Y nunca más lo seria.

Pero, aun así, hubo un tiempo en que alguien la escuchaba. Para Livi de tres años, Cristal era real. Para Cristal ella era todo.

Cuando Livi cumplió cinco años conoció a otros niños de su edad. No volvió a escuchar a Cristal por más que esta gritara. 

No la recuerda, pero cada vez que se queda mirando esa solitaria silla morada, en ese rincón de su habitación, la nostalgia la embarga. Cada vez que eso pasa, Cristal por un segundo sonríe, porque tiene la esperanza que algún día la vuelva a ver.

Pero eso nunca ocurre. Y permanece intangible, como una simple espectadora en esa silla esperando a que la recuerden. 

Eso nunca ocurre.

Se fue, pero no porque quisiera. La silla morada se rompió y fue desechada. 

Livi no sintió cuando Cristal se fue. Y ella no sintió dolor cuando desapareció.

Bạn đang đọc truyện trên: AzTruyen.Top