La noche caía. Parecían no sentir frió, la adrenalina y el miedo calentaban sus cuerpos.

Cabello castaño claro, contextura pequeña y ojos oscuros abiertos reflejando su dolor. La sangre y las múltiples heridas en su rostro, dejaban casi irreconocible la belleza que una vez la había bendecido. No siente frió, aunque debería ya que esta medio desnuda y el pavimento de la calle era cubierto por una fina nevada.

Dos jóvenes discuten acaloradamente, mientras que con esfuerzo ella trata de respirar. Un viento cálido derrite la nieve sobre su cuerpo, dejando una cálida sensación. Erin la vio. Una hermosa muchacha de piel azulada, largos cabellos negros y dos largas alas que se arrastran majestuosamente sobre la nieve: Un ángel.

Fue allí, en el momento en que sonrió pasando su cálida mano por sus ojos, que Erin entendió que estaba muerta.