Capítulo 7

¡FELIZ NAVIDAD!

Capítulo 7: El Encuentro con el ángel


—Sigue así, bien... Allí esta. Y... ¡Listo! ¡Terminamos!—exclamó el fotógrafo.

—Muy bien, Jacob. Ahora vayamos a sentarnos, para seguir con las preguntas—indicó la reportera.

Jacob asintió y fueron a sentarse cerca de la terraza del lugar, con cámaras a su alrededor.

—Te haré diez preguntas, las más pedidas por tus seguidoras. La primera es de Jennie Walls, de Miami: "Aparte de ser un famoso supermodelo, ¿tienes algún interés en otra carrera?"

—Bueno, te mentiría si dijera que desde niño quise estar en el mundo de la moda. A mí siempre, me ha gustado la fotografía. Gracias a Dios, mi familia estaba de acuerdo con mi decisión, pero desafortunadamente tuve que dejarla.

—¿Por qué? ¿Qué te impedía?

—Mi agenda. Está repleta todo el tiempo. Así que no tengo tiempo para seguir con mis clases de fotografía profesional. Sin embargo, sigo tomando fotos como pasatiempo.

—¿Y qué es lo que te gusta fotografiar?

—Paisajes, animales, cosas inusuales, y gente que me rodea.

—Muy bien. La siguiente pregunta es de Laura Frías de Argentina: "¿Alguna vez te has enamorado?" 

—Claro, como cualquier otro humano.

—¿Y se puede saber de quién? Bueno, sabemos que debe haber sido una mujer pero, ¿ella también es una celebridad?

—No voy a responder eso.

Después de siete preguntas más, por fin llegó la última.

—Para terminar, la siguiente pregunta es de Park Ji Ah de Corea del Sur. Ella nos escribe: "Siempre evitas las preguntas que se refieren a tu estado sentimental. Tus fans lo respetamos, pero por mi parte, creo que también tenemos derecho de saberlo. ¿Acaso evitas algo? Si eres gay, no me importaría, igual te amo." Esta fan tiene una pregunta muy interesante, ¿qué le respondes, Jacob?

—Bu-Bueno...esto, yo lo evito, porque sí dijera que tengo novia, mis fans quedarían destrozadas y yo no quiero eso. Cuando encuentre a la persona perfecta para mí, lo gritaré a los cuatro vientos.

—¿Ya la estás buscando ahora?

—Estoy en eso— sonrió Jacob.

*** 

— ¡Buen trabajo!—se acercó el representante al modelo.

—Solo salgamos de acá.

—¿Sucede algo?—preguntó a su cliente antes de abandonar el estacionamiento—¿Estás así por lo de Josh, cierto?  Ya lo superarán, lo podrán solucionar.

— ¡No! Él me rompió el corazón.

— Pero tienes que entender que casi un año estuvieron separados. Los hombres tenemos nuestras necesidades. Y tú sabes muy bien eso.

—¡Lo sé, pero nunca he llegado al extremo de serle infiel! Ya no hablemos de él, por favor. Quiero ir a comer algo ahora y después, disfrutar mis vacaciones solo.

—Está bien... Iremos al restaurante que te comente. 

—Lo que tú digas. Me da igual.

***

¿Aló? Sí, él habla. ¡¿Qué?! ¡¿Dañaron la tela?! ... ¡¿Cómo quieres que no me moleste?! ¡Voy ahora mismo allá!

—¿Qué pasó?—preguntó Jacob al notar a su manager apunto de tirar su celular.

—Tengo que ir a la tintorería ahora mismo.

—Te acompaño.

—No no no... yo iré solo, volveré rápido. Tú quédate aquí y pide lo que quieras, que yo invito.

—Está bien.

—Bueno, ya vengo.

El manager dejó al modelo frente al restaurante e inmediatamente arrancó su coche. Por otro lado, Jacob se sacó los lentes de sol del rostro por un instante y observó el letrero del lugar.

—¿El Machazo?

***

(Dentro del local)

—¡Listo!—exclamó exhausta Emma al colocar el último costal de maíz en la cocina.

—¡Pareces un lindo hombrecito fortachón!— comentó Paloma desde la ventana de pedidos.

—Gracias, eso creo.

—Y son elotes— agregó la mesera.

—¿Qué, esto?–señaló el maíz.

—Ajá. Son elotes.

—En mi país lo llamamos maíz o choclo.

—Y en México los llamamos elotes.

—Gracias por culturizarme un poco—bromeó Emma sacudiéndose su mandil.

—De nada, Emmanuel.

De repente, se escucharon gritos de entusiasmo de la clientela femenina.

—¿Qué son esos gritos?— preguntó uno de los cocineros sorprendido.

—No lo sé. Iré a ver—contestó Paloma.

—¡A que no saben chicas!—apareció Rubí emocionada metiendo otra vez a la cocina a su amiga—Acaba de llegar un chico muy  simpático a este lugar. Todos los clientes están que le toman fotos, algunas chicas dicen que tal vez sea un modelo, pero el sujeto lo niega.

—¡No te creo! ¿Dónde está ahora?—saltó Paloma buscando al adonis desde su sitio.

—¡Créeme! Está en la entrada mirando el menú. Bueno, iré a atenderlo. Con permiso, chicas.

—¿Qué? ¡Hey! ¡Es mi turno!—exclamó Paloma deteniendo a su compañera. 

—No molestes, Paloma. ¡Tú ya tienes novio!

—No me importa. La que llegue primero, lo atenderá— dijo ella empujándola hacia el suelo.

—¡No es justo!

En eso apareció Paolo en la puerta—¿Por qué corren así?—preguntó él.

—Por un chico— respondió la chica vestida de mesero.

—¡Ay, cuándo no ellas...! ¿Y tú por qué no sales disparada como las demás? Tal vez hasta te prefiera a ti en vez de esas chicas locas.

—Qué gracioso... ¡Mírame! Estoy vestida como hombre, ¿qué chico se fijaría en una mujer vestida así?

—Tienes razón, Emmanuel. ¿Entonces me acompañas a ver el ridículo que harán las chicas?

—Por supuesto.

***

—¡Bienvenido al Machazo, donde-¡Ah-Auch!

—Discúlpeme, joven—apareció Rubí empujando a su compañera— Yo lo atenderé. Bienvenido a El Machazo, donde aquí, el macho se respeta. ¿Puedo tomar su orden?

—Quisiera una...

—¡Déjamelo a mí, Rubí!—interrumpió Paloma el pedido del cliente—Ya te dije que es mi turno.

—¡No! Yo lo vi primero.

Jacob observando que las dos meseras llamaban más la atención del público, se levantó de su asiento e intento separarlas—Chicas, bajen la voz...—susurró a ambas.

De repente, el modelo pudo escuchar las risas de dos de los trabajadores. Volteó a verlos. Uno de ellos era moreno y alto, y el otro, pequeño y delgado. Los ojos de Jacob se clavaron hacía el segundo chico por unos instantes. Y era porque su sonrisa, le recordaba a él antes de empezar con el modelaje.

—Bueno, regresemos al trabajo—indicó Paolo a su compañero, tomándolo de los hombros hasta la cocina. 

De pronto, el cliente más popular del local habló con las meseras de su mesa.

—Para evitar algún problema, preferiría que un camarero me atendiera—expresó señalando las espaldas de los muchachos.

—Está bien. Supongo...— respondió Rubí desilusionada—Entonces lo atenderá, Paolo. ¡Paolooo!

—¡¿Qué?!—gritó el joven desde la puerta de la cocina.

—El cliente quiere ser atendido por un mesero.

—Está bien, ya voy.

Jacob al observar a Paolo acercándose a su mesa, no pudo contener su rostro de decepción lo cual incómodo al mesero antes de tomar su orden.

—¿Cuál es el problema?—preguntó Paolo molesto.

—No es nada. Es solo que cuando dije mesero, me refería a él—volvió a señalar al hombre pequeño. 

—¡Emmanuel, atiende esta mesa!—gritó sin dejar de fulminar con la mirada al cliente.

«¿Qué? ¿Yo?» Emma no entendía qué era lo que pasaba. Hace unos minutos tenía a dos hermosas chicas peleándose por atenderlo, y luego, el mejor trabajador del Machazo había sido rechazado por el modelo. ¿Acaso esto era un sueño?

—Bienvenido al Machazo, donde aquí el macho se respeta. ¿Puedo tomar su orden?—preguntó intentando disimular una voz masculina.

—Me gustaría una ensalada griega y una Coca Cola dietética—ordenó Jacob.

—Disculpe, pero solo vendemos comida mexicana. Si desea, le puedo mostrar la carta.

—No es necesario. Solo quería saber si tenían. Entonces, deme unas enchiladas y un jugo de fresa. ¿Las enchiladas no tienen exceso de gluten, cierto? 

¿Glutén...? Claro.... Ahora se lo traigo, señor.

***

 Después de un rato.

—Aquí está sus enchiladas y su jugo de fresa. ¿Algo más necesita, señor?

—No, nada más. Gracias— respondió el cliente mostrando una sonrisa seductora.

—Provecho, entonces.

«¿Acaso acaba de coquetearme?» se preguntaba Emma perturbada mientras volvía hacia la cocina.

—¡Espere! —Emma volteó al instante—Creo que también quiero un helado dietético de vainilla, por favor.

—¿Helado dietético? Esto... como le digo que acá, no hay nada dietético. Aquí todo tiene grasa. ¡Mucha grasa!

—¡¿Mi comida tiene grasa?!—tiró su cubierto al plato—Está bien, entonces deme un vaso con agua y hielo.

—Ahora le traigo.

5 minutos después.

—Tome, señor.

—¡Espere! Necesito servilletas. ¿Podría traerme, por favor?

Emma viendo que una de las mesas seguía vacía, tomó la caja de servilletas de allí y la colocó en seguida en la mesa de su cliente—Aquí tiene. ¿Algo más que necesite?—Intentaba no sonar irritada.

—Mmm... No, gracias— volvió a sonreír el chico.

—Entonces, ¡disfrute su comida!

—¡Espere!+

 —¡¿Ahora qué?!—gritó saliendo de su personaje de Emmanuel— Discúlpeme...

—¿Le gustaría acompañarme?—preguntó señalándole el asiento de al lado.

—¿Qué?

—Es que como usted dijo que mi comida tiene mucha grasa, no puedo comérmela—miró ambos lados y bajó el tono de su voz—Me dedico al modelaje.

—Ahhh... ¡Con razón!—asintió con sarcasmo— Bueno, si no desea comer su plato, lo tendré que llevar al fregadero.

—Espera, ¿a dónde vas? ¿No quieres ser mi afortunado acompañante?

—No...

—¿En serio, no sabes quién soy?

Emma seguía negando con la cabeza.

—Que raro... Soy Jacob Smith. ¿No te suena?

—El único "Smith" que conozco es Will Smith... Lo siento.

—Mejor que no sepas quien soy. Así podremos conocernos—volvió a invitarlo a su mesa.

—Lo siento, no puedo sentarme a descansar. Tengo que atender a los demás clientes.

—Pero, necesito hablar con alguien. Necesito que me aconsejen. Y creo que tú podrías ayudarme.

—¿Aconsejar? ¿Yo?— se señaló aturdida.

—Vamos. Siéntate conmigo por unos minutos, Emmanuel Rodríguez.

—¡¿Cómo lo supo?!

—Vi tu placa— señaló Jacob su pecho.

—¿En mí qué?... ¡No me toque!—exclamó la chica asustada alejando su tórax de la mesa.

—Tranquilo. No hay porque colocarse nervioso conmigo—rió el modelo tomando su bebida—No es que quiera presumir nada, pero creo que lo entiendo, soy atractivo.

—¿Acaso te crees el hombre más hermoso del mundo?—bufó sentándose a su lado.

—No, pero así me consideran.

—Claro...

—En serio, si quieres te muestro en google—sugirió Jacob sacando su celular del bolsillo.

—No, gracias.

—¿O es que acaso conoces a alguien mucho más hermoso que yo?—bromeó señalando a los clientes.

—¡Por supuesto que conozco a hombres más atractivos que tú!

—¿Así? Dime el nombre de uno.

—Mmm... Ángel.

—¿Y cómo es él? ¿Trabaja aquí contigo?—preguntó acomodando su espalda en la silla, en espera de una congruente respuesta.

—No trabaja aquí. Hace mucho tiempo que no lo veo...

—Si fue hace tiempo, tal vez tu amigo ha debido cambiar de aspecto. Digo, ¿no?

Emma no sabía que contestar.  A decir verdad el modelo tenía razón. Tal vez su musa habría cambiado y ella solo tenía un borroso recuerdo de él. Sin embargo, había una pequeña cosa que aún recordaba de su Ángel, y era un lunar en forma de corazón en su mano.  

—¿Qué pasó? ¿Estás bien?— preguntó Jacob tomándola de la mano, haciendo que Emma quedara completamente atónita por lo que notaba en su extremidad.

«¡Oh por Dios! ¡No puede ser!»

¿Acaso su ángel habría aparecido?

—¡Necesito tomar agua!

—Aquí tienes—entregó el modelo su vaso—¿Mejor?

—Gra-Gracias—dijo nerviosa.

No lo podía creer Emma. No sabía si sonreír porque al fin se había topado con su musa, o llorar porque volvió a encontrarse con él como Emmanuel. Sea lo que sea, necesitaba conservar esa inspiración cerca de ella.

—Bueno, creo que ya es hora de irme. ¡Cóbrate!—indicó el adonis mostrando su tarjeta de crédito.

—¿Qué? ¿No quería que le diera un consejo?

—Sí...Pero creo que tienes razón, no estás en tu hora de descanso. Así que mejor lo dejamos acá.

—No, no, no. ¡Siéntese, por favor! ¡Y cuénteme, que soy todo oídos!

—Bueno... ¡Está bien!—volvió a su asiento, al ver que el mesero empezó a sentirse más cómodo a su lado— No sé cómo contártelo, nunca hablo sobre mis cosas  privadas a extraños. Es complicado. 

—No se preocupe. No se lo diré a nadie.

—Tengo todo lo que todo hombre le gustaría tener... Dinero, fama, mujeres...Pero igual yo no soy feliz. Siento que me falta algo...

—Lo que le falta es algo simple. Es amor.

—¿Amor?

—Sí. ¿Acaso usted no se ha enamorado alguna vez? Tal vez de alguna chica en un club nocturno... ¿O en una fiesta hace años atrás?—preguntó esperando que recordara las partes menos vergonzosas de esa noche.

—Hubo una persona.

—¡¿Y qué pasó?!

—Me fue infiel.

—Oh...Lo siento.

—Teníamos una relación de casi 3 años. Una pregunta, y dime la verdad. Si tú fueras mi pareja y no me ves por casi un año, ¿me hubieras sido infiel?

—¡¿Si yo fuera qué?! ¡¿Cómo me pregunta eso?! ¡Sí somos ho-hom-bres!—tartamudeaba Emmanuel intentando no salirse de su papel.

—Ponte en el caso.

—Bueno, si yo fuera una "mujer" y tú fueras "mi pareja", nunca te sería infiel. Ya que es un amor de varios años, y algo así, no se reemplaza fácilmente. ¿Se supone que estamos hablando de una relación seria, verdad?

Demonios...¡Sí!

—Pero míralo por este lado, tal vez la chica necesitaba... Tú sabes qué—señaló sus propios pantalones—como cualquier otra mujer activa.

—¿Y tú crees qué los hombres también son así?

—Los hombres, ¿cómo nosotros? ¡Pues, somos peores!—rió nerviosa.

—¡Qué he hecho!—exclamó estampando su mano hacia su frente—Emmanuel, sonará tonto, pero si le sacará celos con otra persona, ¿tú crees que volvería conmigo?

—Bueno, en las telenovelas funciona, después de que los protagonistas pasaran por muchas desgracias, sin embargo en la vida real, no lo sé. Inténtalo, ¿por qué no?—tomó otro sorbo al vaso, ocultando la tristeza por darle ideas a su musa para reconquistar a su ex novia. 

—¡Entonces lo intentaré!—exclamó el modelo decidido— Emmanuel, ¿te gustaría ser mi novio?

—¡¿Quééé?!

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