Capítulo 17

Capítulo 17: "Esclavo por un día" (PARTE 3)

Viendo que Jacob tocaba la puerta de su vecina, Emma aprovechó en escapar de sus brazos. Sin embargo, él inmediatamente la sujetó más fuerte.

«¡Diablos!»

—¿Jacob? —Alguien les abrió la puerta—. ¿Qué pasó? Pasa.

—¡Hola, Ivonne! —saludó Jacob a su amiga. La mujer señaló al acompañante—. Ah, él es Emmanuel, es un nuevo amigo mío. Emmanuel, ella es Ivonne, diseñadora, dueña de la marca "KissMe", pero sobre todo, mi mejor amiga.

—Mucho gusto, Emmanuel —Ambos se estrecharon las manos.

—¡Encantado soy yo! —exclamaba Emma emocionada—. ¡No sabes cuánto te admiro! ¡Me encanta tu ropa! Digo, porque mi mejor amiga compra siempre tu ropa,  y a mí me gusta cómo se le ve —agregó disimulando una sonrisa inocente como si nada raro hubiera dicho.

—Gracias, qué lindo eres —dijo pelliscándole una mejilla, a lo que Emma se sonrojó.

 —Bueno... —terció Jacob—, la razón por la que vine, es porque tú me debías un favor, Ivonne. ¿Lo recuerdas?

—Sí... ¿Y?

—Pues, quiero que transformes a mi amigo en una chica. No te pido que se vea hermosa,  ya que es algo imposible...—susurró bromeando—, por lo menos decente.

—¡Qué malo eres con Emmanuel!—comentó Ivonne abrazando a Emma en forma de escudo—. ¿Y cuál es la razón?

—Luego te digo por qué.

— ¿Es una cita?

—¡No! —negaron a la vez los dos hombres.

—Lo que ustedes digan.. ¡Ven conmigo, Emmanuel! —indicó Ivonne tomándolo del brazo hacia su dormitorio—. Hoy voy a transformarte en una belleza. Va ver Jacob que estuvo equivocado en decir que eres feo.

***

Dentro del dormitorio, Ivonne se encontraba escogiendo el vestido adecuado para la silueta de Emmanuel entre todos sus diseños.

—¡Pruébatelo!—ordenó ella empujando a Emma hacia el baño con el vestido.

—¡No quiero vestirme como mujer! —intentaba el mesero retenerse.

—¡Solo entra! —la empujó con más fuerza y la encerró—. ¡Será divertido!

Adentro del baño, Emma no sabía qué hacer. Estaba entre seguir el juego o escapar por la ventana. Se encontraba en el piso 26, así que lamentablemente no le quedaba de otra que  suspirar y empezar a colocarse el vestido. Luego de unos minutos, Ivonne tocó la puerta.

— ¿Ya te colocaste el vestido?—preguntó.

—Sí

—¡Vamos a verte! —abrió la puerta— ¡Ay! ¡Qué lindo te ves! Ven aquí —la jaló hacia ella—. Date una vuelta. Este vestido lo escogí para ti, porque es simple y no es necesario que uses brassier. En otras palabras, es para chicas planas—rio— Cierto, pruébate estas balerinas.

Emma volvió a obedecerle e Ivonne notando que le entraban muy bien los zapatos, exclamó sorprendida —¡Tienes pies muy pequeños para ser chico!

—Ah, sí...

—Bueno, mejor. Toma asiento—la llevó hacia su tocador—. Ahora para terminar, te maquillaré. Tienes rasgos muy finos para ser hombre —comentó acariciándole la barbilla—. Qué envidia.

—Gracias, eso creo...

Mientras tanto en la sala, Jacob se encontraba viendo el televisor, o eso parecía...

—¿Por qué se demoran tanto?—se preguntaba él, al notar que sus dos "amigos" se demoraban en salir—. ¿Acaso, en serio la convertirá en una mujer? ¿Podrá?

Nuevamente en el dormitorio, Ivonne había colocado los últimos retoques a la nueva apariencia del mesero.

—¡Listo, Emmanuel! O mejor dicho... ¿Emma? —sonrió al ver su nueva creación.

—Me da comezón la peluca.

—¡Te acostumbrarás!

En eso, Jacob tocó la puerta.

—¿Ya terminaron?—preguntó él—. ¡Estoy que me muero del aburrimiento!

—Sí, ya salimos—contestó Ivonne—Espera sentado en el sofá.

Jacob le hizo caso y en pocos minutos se abrió la puerta.

Saliendo primero Ivonne, ella exclamó— ¡Te presento a la versión femenina de Emmanuel!... ¡Emma!

Inmediatamente, una "mujer" salió del dormitorio usando un vestido blanco con rayas celestes, perfecto para una cita en el parque.

—¿Y qué te parece? ¿Hice bien mi trabajo, no lo crees?—preguntó Ivonne a su mejor amigo.

Escuchando esa pregunta, Emma tapó su rostro de la vergüenza. No quería ni saber lo que pasaba por la mente de ese chico.

«¡Wooh! ¡Sí que hizo un milagro con él! Hasta parece una chica de portada...» analizaba Jacob a Emma de pies a cabeza.

—¿Jacob?—Ivonne chasqueó sus dedos.

— ¿Qué quieres que te diga?—respondió pesado—. ¿Qué se ve linda? ¡Olvídalo! Se veía mejor como Emmanuel... 

—¡Ay, Jacob! Bueno, yo ya hice mi trabajo. Emma—se acercó a "él"—, me encantaría que hubieras sido mujer, te ves muy lindo con mi vestido. ¿Me permitirías sacarte una fotografía?

—Supongo...

—¡Qué sea rápido!—exhortó Jacob a su amiga corriendo en busca de su cámara—El tiempo corre.

—¡Espérate! ¡Qué gruñón eres!—gritó Ivonne mientras volvía—Emmanuel, ponte justo al lado de la ventana.

— ¿Aquí?

—¡Sí! Mmm... pero la luz no nos ayuda. ¡Tengo una mejor idea! Emmanuel, llévate mi cámara a tu cita.

—¡Qué no es una cita! —gritó Jacob molesto.

—¡Lo que sea! La cosa es que quiero buenas tomas de mi vestido.  ¿Puedes hacerlo, Emmanuel? ¡Di que sí!

—Bueno, yo...

—Yo le tomaré—interrumpió Jacob quitándole la cámara—, luego te lo devuelvo—indicó cogiendo de la muñeca a Emma—. ¡Ya nos vamos!

—¡Diviértanse en su cita!

—¡Que no es una cita!

***

En la playa de estacionamiento...

—¿Tienes que usar esas gafas y esa pañoleta?—preguntó Emma a su "cita", quién tenía la cara vendada como momia.

—Tú sabes muy bien por qué—contestó él mientras encendía su auto deportivo.

—No te es suficiente hacerme vestir como mujer.

—Hay que ser siempre precavidos. Y por favor, en la calle no me llames por mi nombre.

—¿Entonces cómo quieres que me dirija a ti?

—Mmm... ¿James?—sugirió mientras conducía el coche.

—¿James qué? ¿Bond? ¿Dean? ¿Franco?

—Qué gracioso... Mejor olvídalo.

—Hoy está haciendo mucho sol. Hay que ir mejor al Coney Island. Creo que queda a 15 minutos de aquí.

—Ya te dije que quiero hacer. Ir de compras, almorzar e ir al cine.

—Qué aburrido eres...—masculló Emma apoyando su cabeza en el respaldar del asiento.

—Yo no soy. ¿Sabes qué? Vayamos al Coney Island para que veas que soy la persona más genial que conoces.

—Se te subió lo sumos, ¿o qué?

Al llegar al dichoso parque, Emma salió del auto disparada. Estaba muy emocionada por subirse a tantos juegos, que arrastró a Jacob a los juegos mecánicos. Se subieron a la montaña rusa, a los carros chocones y otros juegos más. Después de una larga jornada, fueron a almorzar a una pizzería, y luego volvieron a subirse a los mismos juegos a pedido del mesero con vestido. Al principio Jacob no paraba de esconderse de la gente, pero después de haberse divertido tanto a lado de su "no cita", ya no le importó que lo reconocieran. 

Había empezado a oscurecer y los dos se encontraban sentados en una de las bancas del  parque.

—¡Estoy exhausto! —exclamó Jacob tirándose aire con uno de los folletos del lugar.

—Yo también, pero aún nos falta varios juegos por subir.

—¡Ay, no! ¡Ya no tengo energías!

—¿No que eras muy atlético?

—Sí lo soy, pero este calor no ayuda en nada.

—Tienes razón. Entonces... ¿Subamos a la rueda de la fortuna?—sugirió ese lugar, viendo que solo estarían sentados allí mientras la rueda gira. 

—Está bien, pero ve a traerme un helado.

—Qué pesado eres...—musitó poniéndose de pie—. ¿De qué sabor quieres?

—Vainilla.

***

Después de comprar los helados, Emma iba regresando hacia las bancas, hasta que un grupo de muchachos empezaron a molestarla.

—¿Qué hace una chica tan linda como tú, sola en el parque? —preguntaba uno de ellos—. ¿Para quién es ese helado? ¿Para mí?

Emma no le contestó, los ignoró y los atravesó.

—¡Oye, tú!—gritó enfadado el que hablo primero. Emma seguía caminando tranquila hasta que ese mismo chico, la cogió del brazo toscamente haciendo que se le cayera uno de los helados de la mano—. ¡Tú te lo buscaste! ¡¿Por qué te quedas callada, ah?!

—¡Suéltame!—Emma intentó liberarse, pero terminó embarrando su otro helado en la camiseta del chico.

—¡¿Cómo te atreves a mancharme?! ¡Ahora vas a ver!—exclamó volviendo a jalarla, esta vez desde el cuello del vestido. 

Emma, asustada, cerró los ojos imaginándose que este sería su fin.

De repente, escuchó sonidos de patadas y puñetes, hasta escuchar un fuerte golpe contra el suelo. Al sentir que ya no tenía la mano del chico jaloneándola, abrió los ojos y se dio con la gran sorpresa que todos los chicos que la molestaban estaban inconscientes.

Ella volteó y se encontró con su héroe.

—¡¿Qué le vas a hacer a esta chica, ah?! ¡Seguridad, llévenselos!—indicó un tipo de camisa blanca. Dos guardias del parque hicieron caso al joven y se llevaron a los chicos mientras la gente aplaudía de la valentía del joven.

¿Quién sería?

—¿Te encuentras bien? —preguntó el héroe a Emma.

—Sí —respondió aún sorprendida.

En eso, apareció un niño gordito detrás del joven.

—¡Wooh! ¡Estuviste increíble, Logan! ¡Quiero aprender a pelear como tú!

—Ya te he dicho que no es bueno pelear —comentó Logan despeinándole al pequeño.

—¿Ustedes son hermanos?—terció Emma.

— Sí, él es mi hermano Tom. Tom, saluda a la señorita.

—Hola, mucho gusto. ¿Y tú cómo te llamas?

—¡Hola! —Ella se agachó para saludar al niño—. Me llamo Emma.

—Eres muy bonita, ahora entiendo porque mi hermano te-

—¡Ay, niños!—interrumpió Logan tapándole la boca a su hermanito.

—Muchas gracias por salvarme, Logan.

El chico se sonrojó al ver sonreír a la muchacha. ¿Sería un flechazo?

—No fue nada. Por cierto, me llamo Logan Mathers. Encantado.

Ambos se estrecharon las manos.


A solo pocos metros de ellos...

—¿Por qué se demora tanto? ¿Acaso se perdió? —se preguntaba Jacob acalorado—. Ay... Emmanuel, ¿qué haré contigo?

Cansado de esperar, se levantó de la banca y fue a buscarla.

***

Nuevamente en la heladería...

—Deme cuatro helados, por favor— indicaba Logan al heladero—Tres de chocolate y uno de vainilla.

Emma sentada al lado del pequeño Tom, intentaba sacarse algunas manchas de helado del vestido. Después de comprar, Logan se acercó a la mesa.

—¿No sale las manchas?—preguntó.

—Ahora Ivonne se enfadará conmigo...

—¿Quién? Bueno, ya les traje los helados. Toma tu helado, Tom.

—Gracias.

—Emma, te compré los dos helados que tenías.

—Ahora te pago. ¡Gracias!—indicó sacando su monedero del bolsillo.

—No, no te preocupes. Yo invito.

—No, no puedo...

—Insisto, por favor.

—Gracias, Logan.

Unos minutos antes...

—¿Dónde se ha metido, Emmanuel? ¡¿Se habrá escapado?!—se preguntaba Jacob mientras lo buscaba desesperadamente por todo el parque—. ¿Dónde hay una heladería?

Después de un rato, al fin encontró el lugar y entró.

«¡Allí estas!» señaló mentalmente «¡Me has asustado! Creí que me dejaste y...¿Ah? ¿Qué? ¿Y ese niño? ¿Se habrá perdido? Tal vez está que lo cuida... Muy bien, Emmanuel. Pero uno avisa donde está, ¿no crees? Cierto..., ¿y mi helado?» 

Iba a unirse a ellos en la mesa, pero antes de que dijera alguna palabra, ve como un joven se le adelanta y se sienta al lado de Emma. «¡¿Y ese tipo?! ¡¿Qué se cree?!»

En la mesa...

—Ya me tengo que ir, ya se están derritiendo los helados. ¡Muchas gracias por todo, Logan! ¡Hasta pronto, Tom! —se despedía Emma levantándose de su asiento.

«¿Tan pronto te vas?» pensó Logan al verla irse

Su hermanito al notarlo ansioso, lo ayuda —¡Emma!

—Dime—volteó a verlos.

Logan se quedó mirando confundido a su hermano, y este lo alentaba a seguir hablando con la chica con ligeros codazos a su brazo.

—Yo... —No sabía que decir el pobre—. Me preguntaba si...tú y yo... podríamos-

—¡Emma! —Una voz conocida se aproximaba hacia la mesa.

—Ay, no... —rodeó los ojos del agobio al darse cuenta de la presencia de Jacob enojado.

—¿Por qué te demoraste tanto?

—Unos chicos me empezaron a molestar, pero felizmente no pasó nada malo, gracias a Logan.

—¿Logan?

—Soy yo —levantó el héroe la mano.

—Ya vámonos —El modelo tomó de la muñeca a Emma.

—Espera, ¿y Los helados?

—Olvida los helados.

Después de que los dos desaparecieran del lugar, el pequeño Tom observando que tenía dos helado más, gritó de la emoción— ¡Yeeh! ¡Tengo más helados!—Los tomó y los acercó a su boca—¿Hermano, por qué esa cara?—preguntó al notar a Logan desconcertado.

—Nada...

— ¿Te gusta esa chica, no?— preguntó el pequeño mientras comía su segundo helado.

—¿Gustarme? —se sonrojó sin querer— ¿Qué dices pequeñín? Solo la ayudé...

—¡A mí no me engañas! ¡Ella te gustó! Como amor a primera vista.

—Está bien... sí, sí me gustó Emma. Pero al parecer, ella tiene novio.

—Parece, pero tal vez no —intentó animarlo sin quitar su lengua del helado—. Tal vez él es su hermano o su... ¿Primo?

—Ojalá sea eso. Ojalá...

***

En otra parte del parque...

—¡¿Por qué tenías que demorarte tanto, ah?! —seguía Jacob molestando a la "muchacha".

— ¡Ya te dije por qué!

—Alguien llamaría si se va a demorar, ¿no crees? Estaba preocupado...

—¿Estabas preocupado por mí?

—¿De ti? Estaba preocupado por mi helado. Además, ¿cómo puedes coquetear al tipo? ¿Él acaso sabe que eres hombre?

—¡¿Coquetear?!—arqueó la ceja. 

—Y has manchado el vestido de Ivonne. ¿Por qué eres tan descuidado?  ¿Cómo vas a pagar por los daños? Trabajando como mesero no te alcanzará para pagarle. ¿Emmanuel? —se dio cuenta que había hecho llorar a su acompañante. Trató de agarrar su hombro —Yo lo sien-

—¡No me toques! Ya es tarde, hay que ir a tu casa. Mañana tengo que trabajar por el salario mínimo —secó sus lágrimas y fue la primera en caminar hacia la salida del parque.

«¿Qué he hecho...?»

Al llegar a la casa de Jacob...

—Necesito cambiarme de ropa— dijo Emma sacando sus prendas de su mochila.

—Ponte esto por mientras—indicó Jacob dándole una de sus pijamas—yo le diré a Ivonne lo que pasó, no te preocupes.

El mesero lo ignoró y se fue con el pijama hacia el baño.

Después de cambiarse, Emma dejó el vestido en el sillón. Jacob lo cogió y lo metió a la lavadora. Luego de unos minutos, lo sacó y se fue a ver a su mejor amiga mientras Emma miraba el televisor en la sala.

***

—Perdónanos por manchar tu vestido—se disculpaba Jacob con Yvonne—. Lo bueno es que salieron con el detergente.

—No te preocupes, Jacob. Lo importante es que hayas tomado fotografías del vestido.

—Cierto... hablando de eso....

—¡No me digas que no llegaste a tomar ninguna fotografía!

—La verdad, sí llegué a tomarle y varias.

—¡Genial! ¡Déjame ver!

—No sé si los he tomado bien, tiempo que ya no fotografío.

—¿Estás bromeando? ¡Están perfectas! ¡Se ve tan dulce Emmanuel! Aunque... él no mira a la cámara, ¿por qué?

—Es que él no sabía que le tomaba.

—¿Fueron fotos a escondidas?

—Ajá —sonrió avergonzado.

—Ay, este es el Jacob que conozco. No el arrogante y gruñón de la mañana. ¿Por qué actúas así con Emmanuel?

—Ni yo lo sé. Hoy en el parque de diversiones, actué peor.

—¿Qué pasó?

—Le pedí que me comprara helado y como se estaba demorado, me preocupé y fui a buscarlo. ¡Hasta tuve que exponerme a la gente para preguntar si lo había visto o si sabían donde estaba la heladería más cercana! Luego, lo encontré... con otro chico.

—¿Con un chico? ¿Él sabía que Emmanuel es hombre?

—No lo creo... Pero cuando los vi, sentí unos celos al verlos juntos, que lo saqué rápidamente de allí. Y después de eso, le llamé la atención en el parque, que hasta le hice llorar.

—¿Hiciste llorar a Emmanuel? Eres un maldito.

—Te juro que quería abrazarlo y decirle que estaba muy preocupado por él, pero... no sé qué me pasa. Al lado de él, no me es fácil expresar mi verdadero yo. Trato de que me vea como alguien genial, supongo, no sé.

—O tal vez, estas negándote a ti mismo de algo.

—¿De qué?

—¿No es obvio? A ti te gusta Emmanuel.

—¿Me gusta Emmanuel?

Al regresar a su casa, Jacob vio que Emma se había quedado dormida en el sofá con el televisor encendido. Al ver su rostro, recordó inmediatamente lo que le dijo Ivonne antes de despedirse.

—Dile lo que sientes, Jacob. Tal vez las cosas sean distintas.

—No creo que sea el momento.

—Entonces, intenta ser más amable con él. Si no lo vas a perder.

Apagó la televisión y cargó a Emmanuel hasta llegar a su cama.

Después de acostarla, se regresó al sillón y se echó en él.

Acostado mirando el techo, no podía dejar en pensar lo que había pasado en el parque de diversiones.

«Emmanuel, no te quiero perder...»

All Rights Reserved. Copyright © teffo96 2013

Bạn đang đọc truyện trên: AzTruyen.Top