Capítulo 8
Capítulo 8
—William es un gran chico. Scott también —comenta mi padre y no sé qué responder ante eso—. Yo que tú les diría a los dos.
—Bueno, ni modo —dice mi madre—. Alicia es adorable, pero no me convence.
¿Qué carajo les pasa a mis padres? No puedo creer lo que están diciendo, parece un sueño, una ilusión en mi mente. ¿Cómo saben eso? ¿Acaso creen que soy gay? ¡Dios mío! No me gustan los hombres, me parecen patéticos.
Voy hacia mi habitación a descargar mi ira interior. Allí se encuentra William sentado en mi cama con flores y su balón de fútbol americano.
—Le he dicho a todo el mundo que irás conmigo. No puedes defraudarme así, mariposita. En serio, quiero ir contigo, Cris.
—Lástima que ya acepte la invitación de una chica. ¡Ahora vete! Necesito dormir.
—Yo William Patrick nunca se da por vencido. Te veo más tarde, amorcito lindo.
Me besa en la mejilla y entro en pánico. Es repulsivo, no me agrada esto. Él se retira y cierra la puerta con suavidad.
Voy hacia el baño y me lavo la cara para no dejar rastro. Tendré pesadillas con esto y siento que voy a vomitar. Nada más horrible que esto. Su perfume no se me quita y quiero deshacerme de esto.
Me quito la ropa e ingreso a la ducha, quizás el jabón me quite esta pesadilla. Escucho un ruido y no quiero salir. Dudo que sea un ladrón. Con los pelos de punta salgo mojado con jabón en mi cabello. Necesito defenderme porque no voy a permitir que invadan mi espacio personal.
—Es peligroso salir así. Te puedes resbalar.
Es Scott vestido de futbolista y mirándome con perversidad. ¿Cómo carajos entro a mi casa y quién le dio derecho de abrir mi habitación?
Me tapo con una toalla y frunzo el ceño.
—¡Lárgate! —le digo y él se ríe―. ¿Acaso no entiendes que es mi propiedad privada?
—Tu padre me abrió la puerta y entre. Báñate y te espero aquí. Necesito decirte algo.
—¡Idiota! Es mi habitación, no puedes entrar, así como si fuera tu casa.
—Solo quiero decirte algo y me marcho.
Idiota.
A la ducha nuevamente y coloco música. Me gusta el hip hop y Eminem es mi ídolo. Disfruto del baño olvidándome de todo.
Al salir Scott sigue allí con los ojos tapados, supongo que no quiere verme desnudo de nuevo para no armar una tremenda escena en mi habitación y mucho menos que mis padres se enteren. Me visto velozmente y él sigue con los ojos cerrados.
—Ahora, ¿qué demonios quieres decirme?
Los abre y sonríe como si mirarme le causará felicidad. Hay que ver que estos dos me tienen la vida triste, en serio no entiendo que me ven. Primero viene William, y después este. ¿Qué tengo pegado en la frente que causa tanto revuelo con los hombres?
—Sé que William te invito al baile. Acabo de verlo salir de tu casa.
—Iré con Alicia.
—No creo que vayas con ella.
—Escúchame. Lo repetiré una vez más: NO ME GUSTAN LOS CHICOS. SOY HETEROSEXUAL —exclamo y él se empieza a reír—. No quiero ir contigo ni con William.
—¿Y si te beso y sientes algo? Podría hacerlo y me dices si te repugna y me olvido de ti para siempre, Cristopher.
¡Dios! ¡AHHHHHHHHHHHHHHH!
—Te doy entradas para el juego de mañana, te compro el vuelo y alquilo una habitación si te encanta mi beso. Si no te gusta, personalmente iré a buscarte un vuelo hoy mismo y te vas a donde quieras, me olvido de ti y todos somos felices. ¿Es un trato?
—No acepto ningún trato contigo.
—¿Tienes miedo que te guste?
—No tengo ningún miedo, Scott. Solo quiero que me dejes en paz y te vayas.
—Cris, desde que te ví por primera vez dije: este chico es mío.
—Disculpa si te hace enfadar, pero tengo un baile que asistir y debo estar presentable.
—¿Te puedo ayudar? No pareces tener un traje de gala.
—Si lo tengo —le enseño el esmoquin que Phill me presto y se ríe de nuevo como si fuera un chiste.
—¡Wow! Con esto podrás tener todas las orgías que desees. Te verás bien.
No le hago caso a su comentario. Mi madre aparece con una bandeja llena de comida y pasapalos, supongo que está feliz que el idiota este aquí en mi casa porque no para de sonreír.
Me siento en mi cama, me quito la camisa y comienzo a degustar todo lo que hay. Me voy chupando los dedos de lo rico que está todo. Amo el pollo frito, los pasteles salados fritos, las pizzas pequeñas. ¡Me encanta comer!
—No te estás quejando —comenta luego de un rato—. Eso es inusual.
—Solo finjo que estoy solo.
—Está bien, Cris. Pon las reglas y yo las sigo.
¿Acaso la gente no le gusta rendirse en estos tiempos? Pareciera que les encantará fastidiarme la vida y ser positivos todo el tiempo. Odio a la gente así.
—No tengo ninguna regla.
—¿Cómo te enamoraste de Stefany?
—Es linda, dulce.
—¿Y Alicia?
—Es graciosa, linda, tiene buen gusto y me gusta como sonríe.
Scott se pone a pensar pues coloca las manos en la cabeza tratando de comprender cómo enamorarme, porque la cara que pone me hace interpretarla de esa manera.
—¿Y Will?
—Es un idiota y no me gusta para nada.
—¿Y qué piensas de mí?
—Pues que eres un completo imbécil, egocéntrico, fastidioso.
—¿Por qué te quitas la camisa delante de mí?
—Me la quite hace rato porque odio mancharme y prefiero no lavar la ropa porque me da flojera hacerlo.
—Eso hace que me tientes más, Cris.
—No es mi problema, es el tuyo.
Scott aprieta los puños y se dispone a mirar una película de acción. Yo recojo la bandeja, me cepillo los dientes, me pongo una camisa y me quedo en mi cama mirando la televisión. Llega un momento que me da sueño y me quedo profundamente dormido. En mi sueño estoy en un juego y marco muchos Touchdown.
Al despertarme sigo en el mismo sitio y Scott sigue en mi casa. Esto parece una pesadilla.
—¿Qué haces aquí? —le pregunto.
—Te quedaste dormido y me puse a ver un montón de películas.
—¿Qué hora es?
Al ver la hora en mi teléfono. ¡Solo faltan 10 minutos para el baile!
Llamo a Alicia y me responde su mamá. Tuvo una intoxicación con la comida de un restaurante y no podrá ir al baile conmigo. ¿Es una maldita broma? ¿Por qué me pasa esto a mí?
Al colgar empiezo a tirar todo para el suelo de la rabia que tengo.
—¡MALDITA SEA! ¡NO PUEDO! ¡LA MALA SUERTE ME PERSIGUE!
Scott apaga el televisor y me mira con el ceño fruncido. Al parecer cae en cuenta porque estoy así, ya que Alicia me escribió hace 5 horas que no podrá.
—¿Irás con William?
—Prefiero hundirme en el Titanic que ir con él. Seguiré durmiendo.
Me toma de la mano y nuestras bocas están muy juntas. Siento su perfume varonil de Hugo Boss y me produce ganas de estornudar.
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