Capítulo 47

Capítulo 47

Nos quedamos en silencio mientras degustamos una ensalada de pollo especial, Britt aún no ha abordado a su hermano pues están viendo el menú para saber qué pedir. Luego de cinco minutos deciden unas entradas para comenzar y ya después van por el plato principal, por lo visto la persona se retira ya que la voz de la mesera se escucha claramente desde donde estamos.

Yo sé que me hundo en mi propio barco, que ya no hay esperanza para estar con Scott. Esto es solo una afirmación para tratar de olvidarme de él completamente cuando diga lo que tenga que decir. Luce demasiado feliz para pensar en mí y creo que ya me ha dejado a un lado por su queridísimo novio. Es difícil competir con un tipo como Krist, yo solo soy un niño que navega por otros mares e intenta sobrevivir día a día.

―Bien, ¿cómo has estado? ―pregunta Scott a su hermana―. ¿Todo bien en su paseo? ―no parece esforzarme por preguntar, la voz no le tiembla y supongo que tiene mucha emoción en su cuerpo.

―Sí, todo ha salido excelente ―contesta Britt―. Hemos recorrido muchos sitios interesantes.

― ¡Eso me contenta! ―la voz de Scott suena dulce y suave.

― ¿Y a ti? No sabía que estabas por aquí. Cuando me llamaste me sorprendí muchísimo.

―Los padres de Krist nos invitaron a una cata de vinos ―comenta Scott sin cambiar el tono de su voz―. Será en la noche.

―Genial ―Britt es una maldita genio, como hace para que su voz suene feliz―. ¿Todo bien con él?

―Si, nos reconciliamos.

Phill me mira y ambos seguimos callados sin opinar ni decir nada. Un dolor en el pecho entra fuerte y respiro hondo y profundo. La mesera nos trae el plato principal y se retira. Tengo la garganta seca y bebo un poco de agua. La pasta es realmente buena, y voy comiendo poco a poco para no acelerarme cuando escuche lo que ellos dicen.

― ¡Que bueno! ¿Le dijiste a mamá y papá?

No quiero pensar como estarán sus padres con esa noticia tan espeluznante, debe ser difícil ver como su hijo está con una persona que no es agradable ante sus ojos. Yo sé que Krist me ayudo en ese momento y se lo agradezco muchísimo, pero cada vez que mi mente vaga por los recuerdos, más me duele y no quiero verlo más nunca. Si no hubiese aparecido en el momento perfecto, quizás no me haya afectado tanto antes, pero como confesé mis sentimientos a Scott es complicado de aceptar que tiene al amor de mi vida, que él puede probar sus labios y tocarle todas las partes de su cuerpo.

―Si, incluso Krist fue conmigo para darles otra noticia.

Phill nota que ando nervioso y frunce el ceño, ya se, viene lo peor, así que estoy preparado para lo que venga. Vuelvo con el vino y me tomo un sorbo largo, mi frente suda, mis manos están temblando. ¿Cuál será esa noticia? ¿Seré capaz de calmarme?

― ¿Otra noticia? ―esta vez la voz de Britt no es divertida, sino más seria―. ¿A qué te refieres con eso? ―su voz de preocupación es evidente.

―No pongas esa cara, hermanita.

―Termina de decirme, Scott. ¿Qué sucede?

―Él y yo vamos a casarnos.

Sin querer y de la fuerza en conjunto con mi molestia, se rompe la copa en mi mano derecha causando que me haga un corte y la sangre comience a fluir. Caen varios vidrios en el suelo y algunos en la mesa. La mesera viene a nosotros y busca los primeros auxilios. El dolor es fuerte como el de mi corazón. Como el ruido fue muy violento, varias personas se acercan entre ellos esta Britt y Scott. Él parece muy tranquilo mientras su hermana me ve la mano ensangrentada.

―Uy, Cris. ¿Qué paso?

―Tranquila, estoy bien. Solo rompí una copa, eso es todo.

―Señor, déjeme colocarle una venda ―la sangre no se ha detenido, pero al menos con eso me duele menos―. Si me acompaña hacia el baño, por favor.

Trato de levantarme y voy con ella hacia el baño. Me coloca la mano en el grifo para que fluya el agua y al menos podamos ver la herida. Me limpia, coloca una crema y después me venda. Volvemos hacia la mesa que ya está recogida y limpia como antes. Nuestros platos se lo llevaron para reemplazarlos por otros.

― ¿Estás bien? ―pregunta mi mejor amigo y luego Britt. Scott sigue inmune como si no le afectará nada.

―Tranquilos, estoy bien, no fue nada grave ―digo para calmar a los presentes―. Si es tan amable de decirme cuánto debo cancelar por la copa partida ―me dirijo hacia la mesera.

―No se preocupe, señor.

―Insisto, por favor.

La mesera asiente y vuelve a los dos minutos con el dueño. Me parece conocido y creo que lo he visto en alguna parte, pero no recuerdo en dónde. Ella le explica lo sucedido y ya tengo vergüenza y pena. Esa copa debe costar unos cuántos euros y debo cancelarlo como sea.

―No es necesario que cancelé nada, señor Graham.

― ¿Cómo me conoce, señor?

―Soy un gran amigo de sus padres, señor Graham. Así que no se preocupe. Ya el personal le traerá la comida de nuevo.

―Pero fue mi culpa, señor.

―Es un accidente, Cristopher. No pasa nada.

―Gracias, señor y a usted por atendernos ―le digo al dueño quien sonríe.

―Venga cuando usted quiera, y aquí tienen unos postres para que lo compartan con sus amigos ―nos da una cajita con varios dulces―. Con su permiso, debo retirarme. Me saluda a sus padres, Cristopher.

―Con gusto, señor.

― ¿Y qué hacen ustedes aquí por cierto? ―me encanta como Britt actúa, Phill luce incomodo a propósito y yo no sé qué decir.

No sirvo para mentir es algo que me carcome por dentro y odio hacerlo; sin embargo, como Phill está actuando demasiado bien, debo defenderlo, aunque no sé qué se me pueda ocurrir.

―Le pedí a Phill que me acompañará a buscar algún dulce y de repente me dio hambre, entramos a este restaurante y listo ―le respondo, aunque nada sea cierto, eso me salió natural―. No sabía que el dueño lo conocían mis papás.

—Bien, nos vemos luego, chicos —se despide de nosotros.

Britt y Scott vuelven a su mesa habitual y nosotros nos quedamos allí terminándonos la comida que nos trajeron de nuevo. La mano me duele un poco, pero puedo soportarlo, menos mal que soy ambidiestro.

Aunque quisiera irme, debo mantener mi control sereno para que no sospeche nada. La conversación de ambos es normal, Britt le ha dicho que aún no sabe si estará presente en la boda, solo le recalca que le dijera en que puede ayudar. Scott está hablando con Krist por teléfono, se escucha toda la conversación como si estuvieran cerca de nosotros, es increíble el alcance.

―Si, estoy con mi hermana comiendo.

― ¿En cuántos minutos estás listo? ¿Ya le dijiste?

―Si, ya me puedes buscar.

No quiero imaginarme el rostro de Britt, si yo que ando incómodo escuchando todo eso, ella debe sentirse peor.

―Ya salgo para allá, baby. Te quiero.

―Yo también te quiero.

―Vale, nos vemos ahorita. Muero por abrazarte.

No deseo seguir escuchando, eso me hace más daño. Phill y yo salimos del restaurante dando las gracias nuevamente por las molestias causadas, ya siento que en algún momento le debo devolver el favor al amigo de mis padres.

Comienza a llover y debemos estar en el techo para no mojarnos. Al rato viene Krist e intenta saludarme, pero lo ignoro.

―Este idiota se está tardando demasiado ―se queja Phill mirando los carros pasar―. Y mi celular se quedó sin baterías.

―Él mío también.

―Me encanta verte, baby ―quiero vomitar enseguida, ver a esos dos siendo tiernos es horrible―. Esa camisa te queda bella.

―Gracias, cariño.

¡Vomitar arcoíris! ¡Es asqueroso! Quiero que William venga pronto porque no aguanto dos segundos con este par a mi lado siendo malditamente cursis y tiernos.

―Estoy pensando en vestirnos de azul turquesa los dos, vi unos trajes de gala que son para morirse.

¡TIERRA TRÁGAME Y PÁRTEME EN DOS! ¡ESTOY CANSADO DE ESCUCHAR ESTA MIERDA! NO PUEDO MOVERME, NO QUIERO MOJARME, ESTOY OBSTINADO, MOLESTO. ¡MALDITA SEA!

― ¡MALDITA SEA ESTA MIERDA! ―grito durísimo y todo el mundo se me queda viendo incluso los tórtolos.

―Deja de gritar, niño ―aparece el imbécil más imbécil del mundo―. Aturdes a la gente.

― ¡NO ES TU MALDITO PROBLEMA!

― ¿Así le hablas a tu entrenador? ¡Estas irritable últimamente!

―TÚ NO ERES MI ENTRENADOR, IDIOTA.

―El señor Edward ya no será su entrenador, porque se lesionó la pierna.

― ¿Y entonces? ¿Te rindo pleitesías, acaso?

― ¡Chicos! ―Es Britt saliendo del restaurante con unas cajas super cuchis―. ¡James! ¿Qué haces aquí?

―A buscar a este par.

―Genial, me voy con ustedes. Y Scott nos vemos después, adiós Krist.

En todo el camino mi ánimo decae nuevamente, y cuando llegamos a casa me encierro en mi habitación a ver películas ridículas. James toca la puerta que está abierta y pasa como si nada.

―Cuéntame qué te ocurre, Cristopher. Todos los del equipo están preocupados por ti. Se que me odias y ya me vale verga, pero actúas extraño. Has estado aquí por tres horas.

― ¿De verdad quiere saberlo?

―Por supuesto.

No sé porque estoy desahogándome con James Matthew, él solo me escucha sin opinar hasta que yo terminé de hablar. Es vergonzoso llorar delante de él, pero ya me da igual, ya todo el mundo sabe cómo me siento.

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