Es una trampa
Una gran serpiente de colores y ojos brillantes volaba por el cielo repleto de arcoíris, lo montaba la reina de ese mundo, una muy alegre niña de larga cabellera castaña que gritaba de emoción extrema, experimentando la adrenalina de una carrera de criaturas coloridas y adorables. Atravesó una cinta de meta y todos, peluches de animalitos, estrellas y personajes tiernos festejaban por ella, incluso sus competidores.
Mabel saludó a todos sus espectadores adorables y bajó de la criatura. Se podía apreciar su vestimenta, suéter extravagante de dulces, una diadema con moño de color chicle al igual que sus botas de montura. Guardias de waffles se pusieron a sus costados para hacer de guardaespaldas, al mismo tiempo un osito se acercó a ella con una libreta.
-¡Oh gran reina Mabel! – Exclamó con una sonrisa inocente a la castaña.
-Por favor Osito, ya hablamos de eso, solo llámame Mabel – Entre risas mientras sujetaba su cajita de jugo frutal que le entregó otro peluche adorable.
-Perdón Mabel, quería avisarle que la fiesta del té puede ser ahora si así lo desea –
-¡Genial! Entonces que sea así – El osito suspiró aliviado, ya había rechazado esa fiesta del té muchas veces antes, por fin había aceptado asistir. Se subió a su gran cerdo y le dio palmaditas para que se levantase. –Vamos Pato, ¡A casa! – Señalando hacia la gran torre y el cerdo chilló y empezó a caminar hacia donde le decía su dueña.
Los conejitos ofrecían más té a la reina del lugar mientras otra preguntaba cuántos cubos deseaba.
-Mabelandia está en completa armonía y todo es gracias a ti, nuestra reina, desde que llegaste ¡nuestras vidas han sido una maravilla! – Habló un pingüino que vestía como todo un caballero.
-Oh vamos ¿qué tiene todo el mundo con llamarme su reina? – Preguntó mientras se encogía de hombros con una risita nerviosa. – No es para tanto, agradezco el apodo pero no soy de la realeza... ¡Oye! Podríamos hacer como que sí ¿verdad? – Los ositos asintieron alegres.
-¡En Mabelandia puedes ser lo que quieras! Especialmente usted, oh gran Mabel – La castaña sonrió y juntó sus manos mientras chillaba de felicidad. Todos sus caprichos se cumplían en ese lugar.
-Un momento... ¿desde cuándo estoy aquí? – Entrecerró sus ojos mientras hacía una pose pensativa, los ositos se miraron entre ellos e imitaron a la castaña. –Dippy – Llamó a su hermano mellizo con mucho estilo, este paró de jugar con su patineta y le sonrió a su hermana.
-¿Qué pasa, Mabs? – Se apoyó sobre su patineta.
-¿Desde cuándo estamos aquí? – Le preguntó con interés.
-¡Pues desde el verano pasado! Por supuesto – Todos los peluches asintieron de acuerdo, como si lo acabasen de recordar, incluso Mabel.
-¡Oh Dippy! Tú siempre sabes que decir – Dijo entre risas la castaña, pues en Mabelandia siempre era verano.
-¡Bueno! ¡Ya sabes lo que dicen! – Se encogió de hombros y continuó con lo suyo mientras los demás reían. Mabel miró a su alrededor, todo era como ella quería, adorable, colorido, divertido. Mabelandia era el lugar perfecto para cumplir sus sueños, y nadie iba a decir la palabra que tanto detestaba, más en esos momentos. Si ella quería un montón de dulces, o un montón de ovillos de lana, o ver una película, todo aparecía en el instante, sin ningún error.
Todos sus amigos estaban ahí, como Craz y Xyler quienes eran sus amigos de fiestas locas, el oso burbujoso, las estrellitas, los peluchitos, pato, incluso patotective, y cómo olvidar a su hermano mellizo Dippy Fresh. Y cuando la puerta de la habitación se abrió, pudo recordar a su otro gran amigo, se trataba del chico más guapo que se le había ocurrido, a veces se sorprendía de lo bien que podía imaginar a un chico tan perfecto.
-¡Buenos días, Mabelandia! – Expetó él con una gran sonrisa. Todos los ositos saludaron a aquel chico con emoción. Mabel sonrió alegre de que él apareciera y se levantó de su asiento.
-¡B! ¡Volviste! – Juntó sus manos con sus mejillas sintiendo como se calentaban levemente al ver al chico. Él observó a Mabel e hizo una leve reverencia.
-Por supuesto que volví, mi reina -. Después de la reverencia miró a la chica manteniendo su sonrisa, que aunque era muy hermoso a los ojos de Mabel, tenía una pizca de secreto. –Ven, vamos a jugar a algo – Extendió su mano y Mabel chilló emocionada para corresponderle y seguirle.
-Y volví a ganar en la carrera de criaturas – Contó Mabel sentada junto al chico sobre un banco de piedra en medio de un hermoso jardín, flores sonrientes y árbol de felpas, además del río de risas de bebé. El chico, antes llamado como B, escuchaba a la castaña con atención, una leve sonrisa de tranquilidad y una mirada interesada, lo que le encantaba de sobremanera a la chica. - ¿Y tú? ¿Qué hiciste en este tiempo? – Ella volteó a mirarle directo a los ojos con emoción, el otro, como reflejo, desvió rápidamente la mirada sintiéndose nervioso de repente.
-Oh pues... lo de siempre... - Intentó inventarse alguna historia al mismo tiempo que pasaba su brazo por detrás de ella. – He tenido que ocuparme de algunos asuntos importantes... hay ratas en mi casa y tengo que... ya sabes... atraparlas – Finalizó con una sonrisa maliciosa. Mabel se mantuvo en silencio para reírse luego.
-¿Ratas en Mabelandia?... ¡Que gracioso eres! – Alagó exageradamente para darle un empujón que logró hacerle perder el equilibrio. -¡Cielos! Perdona – Se tapó la boca con vergüenza, pero no paró de reír. B fue tomado por sorpresa ante eso, pero luego le sonrió otra vez.
-Ohh claro, eso es lo que quieres entonces ¿eh? – Entrecerró sus ojos y Mabel negó agitando la cabeza. -¡Pues tú te la buscaste! – Mabel salió corriendo entre risas mientras el chico le corría. Claro que tarde o muy temprano logró alcanzarle derribándola sobre el césped de verde brillante.
-Oye B... - Habló Mabel con un poco de seriedad mientras se sentaba sobre el césped. El chico le imitó, curioso de lo que iba a decir. –Tú... bueno... - Se corrió el pelo detrás de su oreja, sintiendo como sus mejillas se calentaban cada vez más. – De seguro recuerdas cuando te conocí por primera vez... - Le miró de reojo, un poco de vergüenza ante ese recuerdo. Él sonrió.
-Me coqueteaste descaradamente – Recordó con una sonrisa egocéntrica. Mabel soltó una risa por su exageración.
-Si... y ¿sabes?... de todos los chicos a los que les coqueteé... en toda mi vida... - Miró hacia el lago, sintiendo como su sonrisa se borraba, incluso su acompañante le miraba con seriedad. – Tú eres el único que no se alejó después de eso... - Bajó su mirada hacia sus manos, guardando silencio por unos momentos.
-Si... lo sé... - Susurró él, cabizbaja. Sin embargo ella no le escuchó.
-Y... sé que eres parte de mi imaginación...- B volvió a mirar a la chica. -... Que eres parte de Mabelandia... y por eso eres tan perfecto y me gustas tanto... - Soltó una risita mientras sentía ponerse más roja por la reciente declaración. –Aunque bueno... eso de seguro ya lo pudiste deducir desde un principio... - Volvió a mirar hacia B, él le sonreía sin decir nada en respuesta, su mirada no dejaba de ver hacia el agua. – Pero de todas formas te agradezco por todo... haces un buen trabajo para enamorarme - Finalizó sintiéndose nerviosa de repente.
-Pff no me lo agradezcas – Habló él. – Fue todo un placer pasar mi tiempo libre contigo... -.
Luego de eso se excusó con que tenía que irse, claro que Mabel no iba a hacer nada para detenerle, aceptaba que tuviese cosas que hacer; aunque le resultase extraño que, de todos en Mabelandia, él fuera el único que no tuviera todo su tiempo para dedicarse a ella.
Apagó las luces y se fue a dormir a su cama, propia para una princesa. Solía fantasear antes de dormirse, su fantasía favorita era el que su amado entrara a la habitación y le despertase con un beso de amor. Claro que en Mabelandia toda fantasía se volvía realidad, pero con él era diferente, como si no pudiese controlarlo, debe de ser que inconscientemente no quisiera que fuera tan fácil pensaba ella.
Después de días, B volvió y fue recibido con los brazos abiertos de la castaña, quien estaba tan alegre de verle devuelta que no podía evitar reír. Él seguía sintiéndose un poco incómodo con los actos cariñosos de Mabel, pero le sonrió de todas formas, aunque no hubiese un recuerdo de B en el que dejase de sonreír de esa manera.
–Te extrañé mucho... ojalá pudieses venir todos los días...- Susurró Mabel con una sonrisa. B le acarició el cabello de una forma relajada.
-Sabes que estoy ocupado en mis... proyectos – Respondió él.
-Ojalá yo pudiera ayudarte en algo – Respondió ella separándose de él para poder ver su rostro. Su sonrisa se volvió un tanto burlona, como si acabase de decir algo tonto.
-Aunque no te des cuenta, has sido de una gran e importante ayuda. Nada de lo que hago hubiese sido posible sin ti, mi reina – Respondió el chico con mucha seguridad. Mabel se sonrojó sin borrar su agradable sonrisa, era como si siempre supiese que decir para poder ganarse su corazón.
-Oye B, lo estuve pensando y... -Jugueteó con sus dedos mientras desviaba la mirada vergonzosa. – Bueno... este es mi mundo... y todo lo que quiero que pase sucede ¿cierto? – Se encogió de hombros mostrando su ortodoncia con su amplia sonrisa.
-Por supuesto, todo lo que deseas – Afirmó confiado el chico.
-¡Genial!... ¿Me darías un beso, entonces? – Preguntó con sus ojos iluminados. El chico se congeló, borró su sonrisa de repente, le miró con ojos sorprendidos. Cualquiera al ver esa reacción se preocuparía y empezaría a sentirse fuera del lugar, al igual que Mabel quien entró en presión. – Cielos, perdona... es muy egoísta de mi parte pero... un momento, se supone que debe pasar lo que yo quiero... ¿por qué me siento tan incómoda entonces?... – Tragó pesado mientras se rascaba la nuca. –Debe de ser una pesadilla ¿verdad? – Volvió a atreverse a mirar al chico, él seguía paralizado sin saber qué hacer. –Solo una cosa me dirá s-si estoy so-soñando o... - Miró a su brazo desmangado y se dispuso a pellizcarse.
Sin embargo antes de poner su otra mano encima de su antebrazo, otra mano le sujetó en el mismo lugar y sintió como le atrajo a él. Los ojos de sorpresa en Mabel se relajaron para luego cerrar los ojos y sentir los labios de su enamorado sobre los suyos.
El beso se terminó y la castaña abrió los ojos con una gran sonrisa marcada, Mabelandia lo había hecho otra vez, cumplió otro capricho, como siempre. El sonrojo era muy notable en el rostro de la chica, ese beso le había encantado, hasta le había dejado algo distraída.
-V-Vaya... gracias... no sé qué decir... - Llevó sus manos a las mejillas mientras comenzaba a ponerse cada vez más roja al recordar lo que había sucedido en tan solo unos segundos, una y otra vez. – Se sintió bien... - Volvió a mirar al chico, ni siquiera se daba cuenta de la reacción de él ya que estaba muy avergonzada.
-¡Mi reina! –Llamó un conejo adorable que apareció de repente. Mabel volteó a ver a la criatura. -¡Se le necesita por una razón muy urgente que tiene que salir de aquí rápidamente! –
-¡Voy enseguida! – Asintió aliviada Mabel. Volteó hacia B y le dio otro beso leve en sus labios. - Bueno... ¡Ya sabes! Asuntos de... ¿reina? –comenzó a reírse torpemente. –Diviértete y has lo que quieras, ¡Regreso enseguida! - y luego se fue corriendo hacia el conejito adorable, claro que esa excusa la inventó Mabelandia para cumplir su deseo de huida. Claro que estaba tan feliz que daba grititos de alegría, pero se sentía tan nerviosa y avergonzada que no quería seguir pareciendo una idiota en frente de él.
Sus ojos aún estaban tan amplios como platos, su rostro estaba completamente colorado, tragó pesado. –No... No, no, no... esto no debió haber sucedido... - Se sujetó de su perfecta cabellera rubia. - ¡Demonios! No tenía otra alternativa... si no hacía lo que quería... -Frunció el ceño con miedo y miró a su alrededor. Ese beso, esos sentimientos, ese deseo, nada de eso era parte de su plan, nada estaba bien. –Nunca debí haber venido aquí... - Apretó los ojos con fuerza.
-¿B? – Escuchó de su voz y volvió a levantar la mirada hacia la castaña. Retrocedió un paso con sorpresa. Ella le miraba de una manera triste. -¿De qué estás hablando? ¿Te sientes bien? – B sonrió nervioso.
-S-Si, estoy bien, no es nada ¿no tenías asuntos que atender? – Respondió sintiéndose presionado, el sonrojo no se quitaba de su rostro. Mabel sonrió energéticamente y se acercó a él.
-Nada es más importante que tú – Dijo ella antes de rodearlo con sus brazos y besarle. B no sabía qué hacer, tenía que hacer que parase, pero era Mabelandia, todo lo que ella quisiera se hacía realidad, incluso los deseos de los que entrasen ahí, era una trampa en la que solo alguien con la voluntad de acero podría superar.
B frunció el ceño y se separó de ella para cortar el beso. –E-Espera... también tengo un asunto importante que...- Pero luego sus ojos se agrandaron otra vez para ver a otra, y otra, y otra Mabel. Todas le sonreían con cariño. –No puede ser... - Su mirada se ensombreció.
-¡B! ¡Mi rey! – Gritó una. -¡Quédate conmigo para siempre! – Gritó otra. -¡Te amo! Dominemos juntos el mundo – Y otra. B retrocedió dándose cuenta que no eran reales, todas ellas, cada una de esas copias eran falsas, producto de los deseos de alguien, y él sabía exactamente quién, aunque no quisiese admitirlo.
Corrió hacia la salida pero las copias le seguían, intentando tentarle, pero él repetía mentalmente "¡No, no debo!" mientras corría lejos de todas las mismas castañas. Sin embargo no era el mejor corriendo, más bien sabía flotar a la perfección, y es por eso que tropezó torpemente, por suerte no podría lastimarse con ese suelo esponjoso y tierno. –Estúpidas piernas de fideos... - Maldijo bastante enfadado el rubio intentando levantarse rápidamente, pero una de las copias le atrapó por la espalda tirándole al suelo. -¡No! ¡Esperen! –
-¡Eres nuestro! – Exclamó una Mabel triunfante mientras las otras evitasen que B pudiese moverse, llenándole de besos en todo el rostro, risitas de Mabel inundando sus oídos al mismo tiempo que su rostro enrojecía con fuerza. –Te queremos Bill, quédate conmigo – Dijo una y todas apoyaron su idea.
-No, no, ¡no quiero! – Negó con la cabeza intentando convencerse a sí mismo.
-No seas tontito, Mabelandia sabe justo lo que quieres, y siempre lo da – Habló una Mabel sonriendo sin vergüenza de su ortodoncia. –Por ejemplo, estás loco por nosotras – Espetó otra con emoción.
-¡NO! ¡NO ES CIERTO! ¡Suéltenme! – Intentó deshacerse de ellas, pero no se lo permitieron. Incluso le miraron con tristeza, como si hubiese herido a todas con su negación. –Oh no... yo... eh... -.
-¿No nos quieres? – Todas las chicas pusieron mala cara para luego lloriquear. B apretó sus ojos, haciendo todo lo posible para evitar ceder a las tentaciones. ¿Por qué tenía que ser tan malditamente posesivo y desear desesperadamente tantas Mabels? Se odiaba en ese mismo momento.
-¡Ustedes...! – Intentó explicar pero sabía las reglas del lugar, odiaba tener que seguir la única regla del lugar, después de romper tantas no podía romper esa. El rubio gruñó desesperado para luego oír aplausos y sentirse libre otra vez. Permaneció en el suelo con los ojos abiertos, ni siquiera quería ver quien le había salvado, era demasiado obvio.
-Vaya B... lo siento tanto... deben de ser del jurado... que vergüenza... - Habló la castaña incapaz de devolverle la mirada. – Aunque es extraño que aparezcan sin que yo las haya invocado... - B se levantó.
-Tengo que irme... - Habló él aún con el rostro rojizo. Mabel le miró con pena.
-Pero... apenas llegaste... - B levantó su mirada hacia ella. Ella tenía un leve maquillaje, brillo labial, pestañas arqueadas y pintadas para darle más crédito a sus ojos marrones, un peinado simple que le quedaba bien, incluso su vestimenta era especial. Se había arreglado para verse más bonita, él lo notó, y el saber la razón de su cambio repentino le dio un golpe al pecho.
-B-Bueno... creo que puedo quedarme un rato más... - Se encogió de hombros mientras desviaba la mirada. La castaña sonrió ampliamente y le tomó de la mano para llevarlo a jugar. Él le siguió sintiéndose resignado.
Una vez fuera de ahí, por fin, dejó salir un suspiro de alivio. Llegó a su propio castillo, se sentó en su trono de millones de cuerpos en agonía, tenía que seguir con su "trabajo". –Estúpida burbuja... y sus estúpidos trucos... - Se masajeó por encima de su ojo. Aún no podía creer que estuvo a punto de caer en la tentación de su propia trampa, la culpa era de esa chica. – No volverás a manipularme... Estrella Fugaz... - Frunció su ojo al mirar hacia la ventana, directo a la gran burbuja con un símbolo en él, lleno de cadenas alrededor. Luchando mentalmente contra sus sentimientos, nada de eso era parte del plan y debía evitar cualquier piedra del camino.
Mabel volvió a su cama, pensando en lo maravilloso que era su mundo, jamás iba a irse de ahí. Se recostó, su mente enfocada en su enamorado, deseando desesperadamente que esta vez sí le despertase con un beso de amor. Por supuesto que en esos momentos, un chico y una chica estaban planeando ir a rescatarla, de todos modos.
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N/A: Yey! un one-shot sobre la burbuja de Mabel <3 hace tiempo que estuve planeando esto... pero debo admitir que últimamente siento que no sé cómo escribir... eso y que soy floja (?)
En fin! gracias por la gran espera y paciencia! por leer, votar y dejar comentarios! Por supuesto que también estoy agradecida por los que me siguen constantemente yyyy a los que releen mis fanfics 7w7r me siento como una patata especial con saber que los releen <3
¡Hasta la próxima! Gracias por todo~
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