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[14 - RECTA FINAL]
Escuchó unos golpeteos en la puerta, ella iba a atender pero una de las mucamas corriendo hacia esta y abriéndola la detuvo.
Evelyn viró los ojos, estaba cansada de que lo hicieran todo por ella.
— ¿Si?
— ¿Lista?
—Si —sus ojos se cristalizaron, decirlo como si no le importara era difícil.
— ¿Segura de que quieres hacer esto?
Evie no respondió, no tenía sentido, Nieves había decidido su destino hace ya mucho. Llevaba encerrada en ese palacio meses y lo único que había conseguido era aborrecer cada pedazo de aquellas paredes, de aquella cárcel.
Acomodó su vestido de novia y asintió, bajando del pequeño pedestal y caminando a su lado.
—Sé que todo esto es duro para ti, puedes cambiar de decisión en cualquier momento, no me importara provocar una guerra y-
—Nieves, quiero hacerlo —sonaba tan hipócrita.
Su media hermana le había metido al príncipe Benjamín por los ojos desde que la "rescató" de los piratas hace un tiempo. Tanto que hace tan solo unas semanas le obsequió su mano en matrimonio.
No podía ser egoísta, sabia las razones de esa alianza, el reino estaba casi en quiebra a causa de su madre y si no buscaban protección pronto quedarían en la ruina. Nieves no pudo lograr mucho con su matrimonio, el hombre al que amaba fue destituido de su cargo y ya no era heredero a ningún trono.
Las esperanzas fueron puestas entonces en Evelyn.
Quien no pudo oponerse a nada, ¿por qué?
Porque se sentía abandonada, porque Harry no fue a buscarla, porque una vez más era un objeto que se canjeaba al mejor postor. Y no podía hacer nada para provocar lo contrario.
Por una vez en mucho tiempo extrañó la libertad que le daba ser pirata, ser dama de fortuna, podía valerse por sí misma, era considerada una más de la tripulación, tenía un lugar que ocupar, un lugar que se había ganado... pero claro, solo en apariencia, a la primera oportunidad se deshicieron de ella.
Se puso a pensar en el inmenso océano, recordó como las implacables olas mecían el barco, como la brisa marina limpiaba sus fosas nasales, como el sonido de las gaviotas la despertaba cuando llegaba a un puerto.
Lo extrañaba.
Extrañaba sentirse libre.
Aquellas paredes eran siempre las mismas, aquel lugar seguía siendo igual de sofocante, seguía siendo una cárcel.
Evie suspiró, recordando una vez más como llego a tomar la peor decisión de su vida.
— ¿Nieves?
La princesa se dio vuelta encarando a la que era su media hermana, a quien no había visto en más de un año, y en quien solo detuvo a pensar muy pocas veces desde que conoció a Harry. Camino por la rampa, retrocediendo y caminando hacia ella.
La mayor la recibió con los brazos abiertos y le envolvió en un abrazo lleno de lágrimas y palabras que no comprendía.
—Oh, Evie, pensé que habías muerto, tu madre desapareció en cuando supo de mi alianza con Felipe y nunca te encontramos... oh, hermanita cuanto tiempo ha pasado.
Evie no tuvo tiempo de procesar nada, solo abría y cerraba sus ojos sorprendida, ¿Qué estaba sucediendo?
Por el rabillo del ojo pudo observar como Harry se acercaba a ellas, pero fue rodeado rápidamente por lo que quedaba de los guardias, quienes darían su vida para proteger a la reina regente y a la princesa.
Evie parpadeó un par de segundos y se acercó a los guardias, tenía una decisión que tomar.
—Nuestros rumbos se separan aquí capitán, he encontrado mi libertad —los guardias lo hicieron retroceder hasta lograr que cruzara hacia su propio barco, luego empujaron la rampa que unía ambas naves y tomaron una dirección diferente a la de ellos.
Ya estaba hecho, estaba segura de no volver a encontrarse con Harry nuevamente, aunque su alma empezara sentir un vacío que solo él podía llenar.
Los meses siguientes fueron una tortura para ella, lloraba todas las noches y no dormía mirando por su ventana en busca de una señal, cualquiera, una que demostrara que el pirata venia por ella, pero nunca llegó.
Harry no la buscó, tenía razón entonces, no significaba nada para él.
—Evie, ¿me estás escuchando?
—Ah, sí, si...
—Sé que esto es difícil para ti, no puedo imaginarme todo lo que pasaste pero, ya estas a salvo princesa. Ben es un buen muchacho, si te das la oportunidad de conocerlo tal vez, el afecto llegue con el tiempo —Nieves se había creado su propia teoría, a lo que Evie no mostró el mínimo interés de contradecirla.
La mayor pensaba que Evelyn había sido abusada y esclavizada por unos malvados y despiadados piratas cuando había sido todo lo contrario, nunca en su vida fue tratada con tanto respeto y delicadeza –a veces-.
Nieves acomodó su velo y la sujetó de la mano, sonriéndole y deteniéndose tras la puerta.
—No llores, todo estará bien —la mayor dejo un beso en su cien y se adentró en la sala en donde todos esperaban por la novia, antes de desaparecer le dijo: —Tómate tu tiempo, y por cierto, te ves hermosa.
Evie le sonrió tímidamente y dio un largo suspiro, no estaba lista, no lo estaba.
Tú puedes.
Dio pasos firmes y caminó a la sala, sentía el aire pesado, le faltaba el oxígeno. Era difícil, muy duro, era como si firmara su sentencia de muerte, o eso parecía.
Tú puedes.
Se daba ánimos, solo eso podía hacer.
Tú puedes.
Se detuvo al lado de su prometido y espero a que el cura comenzara la ceremonia. No prestaba atención a nada, no sabía cómo era su vestido, no sabía cómo estaba decorado todo, solo quería salir corriendo de allí y perderse en algún punto equidistante entre el cielo y la tierra.
—Evelyn Grimhilde, ¿tomas a Benjamin Beast como tu legítimo esposo?
El tiempo se detuvo, era el momento de la verdad, todas las miradas estaban sobre ella, todo dependía de ella.
—Y-yo...
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