[07]


[07]

—Filibustera —pronunció la princesa.

—Así se le dice a una persona que no sabe nada acerca de navegación o muy poco —explicó un aburrido Anthony de forma cansina—. En este caso usted, princesa.

—Gracioso —respondió ella arrugando la nariz—. ¿Compae?

—Amigo, camarada, marino, tripulante —aclaró el primer oficial.

—Uy, pero si la brujita está aprendiendo jerga pirata... que sexy —comentó el capitán acercándose y sujetándola de la cintura, dejando un beso en su hombro descubierto. La princesa se removió nerviosa y soltó una pequeña carcajada.

No sabían que ese día les deparaba más de un disgusto.

—Ahora, un barco no solo tiene al primer oficial y al capitán, hay otros mandos... el Jack o' Coins (tesorero), el Jack o' Staves (teniente primero), Jack o' Swords (suboficial), Jack Ketch (verdugo), y los Jack Tar o Jack Afloat (marinero).

[...]

—Sammy Smee... vil traidor asqueroso, aún no olvido que atentaste contra la vida de mi hermana menor, que traicionaste la confianza de Harriet, y que tú firmaste la sentencia de muerte de tu padre.

Evelyn observaba todo desde una distancia prudente, Anthony la sujetaba del brazo y le tapaba la boca, evitando que hiciera ruido alguno. Las gotas de sudor bajaban por su frente, y el latir de su corazón era desbocado.

Ver a Harry a punto de blandir su espada y apuntar con su garfio al enemigo a escasos segundos de ofrecer el primer ataque.

El ajeno solo observaba con una macabra sonrisa, analizaba la situación.

—Nos volvemos a encontrar Harry Hook, o debo decir, ¿señor? —se burló el antiguo Jack o' Cups (primer oficial).

—Escuche bien lo que hará, princesa —susurró Tremaine mirando de soslayo al o' Coins del barco y dándole una señal para que la tripulación se preparara ante cualquier cosa—. La voy a soltar, y usted caminará sigilosamente hasta el camarote del capitán, se va a encerrar ahí y, haga lo que haga, no abra bajo ninguna circunstancia. Y le aconsejo algo, tápese los oídos...

Evie asintió lentamente, suspirando cuando fue liberada de su agarre. Hizo lo que le pidieron, pero cuando estaba a punto de darse la vuelta y esconderse. Escuchó el metal chocar contra su misma superficie.

Juró por los dioses que sintió sus pupilas contraerse, un escalofrío recorrió su espalda, Sammy hizo el primer movimiento. Siendo ágilmente detenido por Harry. Los siguientes segundos le parecieron eternos, observando con detenimiento cada una de las estocadas y escuchando el sonido de las espadas colisionar.

—Harry... —susurró sorprendida y asustada por su dominio de la espada.

El pirata vio por el rabillo del ojo una silueta femenina, y fue cuando se dio cuenta de que la princesa seguía presente. Se salió de concentración por un segundo, dándole la ventaja a Smee quien aprovecho para herirlo.

— ¡Harry! —gritó ella horrorizada, al ver como la hojilla pasaba por su cuello.

Corrió hacia él llena de angustia, sin saber que había caído en la trampa. Siendo aprisionada por el traidor.

Por fortuna el corte Harry no era muy profundo, pero cuando tuvo tiempo a reaccionar la espada de Sammy Smee amenazaba con lastimar a Evie. Y desgraciadamente fue desarmado... Fingió estar quieto en el piso, tosiendo con exageración y quejándose por el aparente dolor, alborotando el torrente de sangre que se expandía por el piso y manchaba su ropa.

—Al fin vulnerable, mi capitán —se burló el polizón. Dejando escapar una sonora y burlona carcajada—. Me imagino que tus hermanas se molestaran cuando todo esto sea mío, no puedo creerlo, Sammy Smee, capitán de The Lost Revenge... ¿cuánto me darán por tu cuerpo zagala? Me imagino que vales tu peso en oro —comentó él metiendo la mano bajo su falda y haciendo que Evie cerrara los ojos con asco y repulsión, y moviendo sus manos y brazos para intentar liberarse, debido a que Sammy presionaba su cuello con la espada.

—Lástima que no vivirás para contarlo... —se rió sonoramente el pirata. Dirigiéndole una mirada a Evie que ella no supo interpretar, y luego mirando fijamente a su tripulación.

Anthony desenvainó su arma y comenzó a acercarse a ellos, distrayendo a Sammy quien se puso a la defensiva.

En un abrir y cerrar de ojos la princesa presionó con fuerza su pie sobre el de Sammy, y dándole un codazo en el estómago se liberó de su agarre. Este la empujó al suelo para intentar recuperarse, sin sospechar que la princesa podía alcanzar el arma blanca para Harry. Cosa que hizo, a lo cual él reaccionó inmediatamente.

Levantándose como un resorte del piso y atravesándole el estómago a Sammy con un movimiento certero y mortal. Sammy Smee cayó de rodillas al piso, dolorosamente moviendo la espada en su interior y soltando la suya. Una pequeña lágrima corrió por su mejilla, al sentir que la adrenalina abandonaba su cuerpo, comenzó a gemir entrecortadamente.

Harry no se movió solo disfrutó al ver como uno de sus enemigos sucumbía delante de él; una sonrisa psicópata adornaba su rostro.

Evie se quedó estática, nunca lo había visto así. Tan calculador, tan... malvado.

Los orbes azulados de su mirada se habían oscurecido, dándole un efecto negrusco y aterrador. La sonrisa en su cara estaba casi tatuada, tanto que dolería; tenía la mandíbula tan apretada que juraba hasta ella se sentía entumecida la cara. Y, lo que le dio más temor, las palabras que Harry pronunció al final:

Fue divertido ver como creías que habías ganado al gato y al ratón, pero no me gusta jugar con mi comida.

¿Eran ideas suyas o esa era su versión del beso de la muerte?

Harry retiró la espada y cuando Sammy menos se lo esperó deslizó su garfio por su garganta, dándole fin a su vida.

Evie se dio vuelta no queriendo presenciar más, sintiendo como unas lágrimas que no sabía a qué atribuir nublaban su vista.

—No te metas en mis asuntos, segunda advertencia; a la tercera no seré tan flexible contigo —dijo secamente el capitán. Chocando su hombro con el de ella y haciéndola perder el equilibrio—. ¡Pásenlo por la quilla y déjenlo ahí hasta que se desintegre! —ordenó él refiriéndose al cuerpo de Sammy.

Evelyn lo observó, tenía la mano presionando su cuello y se quejaba mientras hacia el camino a su habitación. Ella suspiró, definitivamente estaba tentando al diablo.

[...]

—Déjame ver su herida.

—No.

—Pero, Harry...

—No.

—Deja de ser tan chillón y déjame ver —el pirata accedió a regañadientes.

La princesa se acercó cautelosamente a él, le hizo a un lado la ropa y suspiró aliviada al notar que el corte no era muy profundo, y que no comprometía ninguna arteria o nervio central.

— ¿Tienes algo con lo que pueda limpiarte? —él rezongó—. ¿Alcohol, gasas, algún vendaje?

Al no obtener respuesta optó por su arma más poderosa, el chantaje.

—Mira Hook, si no me dejas curarte temo que vas a contraer alguna infección o enfermedad y podría ser mortal: El óxido de la espada podría ocasionarte garrotillo, vómito negro o tabardillo pintado.

Él viró los ojos y ella lo miro con sorna, nuevamente cedió.

—En el escritorio, hay licor y un viejo vendaje-

Ella bufó, no era lo que esperaba pero al menos estaba colaborando. Buscó lo indicado y una vez enfrente de él comenzó a curarlo.

— ¡Quédate quieto! La herida se puede abrir más y necesitarás puntadas —regaño la princesa, otra de las cosas aprendidas en su prisión / castillo, si de algo podía ser consiente era que Nieves siempre recibía los peores castigos, muchas veces le tocó a ella atenderla porque su madre se negaba y cuando no tenía permitido pagar debía ser Evie quien improvisara.

Aun recordaba estar dando vueltas por los pasillos a altas horas de la noche intentando no ser descubierta, socorriendo a su media hermana. O buscando algo de valor y que su madre no notara su ausencia para intercambiarlo por instrumentos médicos.

Al notar que Harry por fin se quedó tranquilo, una sonrisa tímida curvo su rostro.

Y satisfecha por su trabajo, se levantó del suelo en donde anteriormente se había apoyado para atenderlo y se sentó sobre la cama acariciando ligeramente sus hombros.

— ¿Ves? No era para tanto —intentó levantarse pero esta vez fue atajada por los brazos de Harry que la sujetaron con fuerza y la hicieron caer encima de él, con sus manos aprisionadas sobre su pecho desnudo.

— ¿Y mi medicina? —jugueteó él con picardía, haciendo una ligera mueca de dolor. Ella viró los ojos y se acercó lentamente a su rostro, juntando sus labios con algo de vergüenza.

— ¿Te sientes mejor?

—Mucho mejor.    

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