[04]
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Evie parecía una niña pequeña, extasiada al entrar en su paraíso personal.
Nunca había visto tantas telas de diferentes colores y texturas. Era algo maravilloso.
— ¡Esto es algo maravilloso! —Grito con emoción, mirando de soslayo a la vendedora—. Pero, tú te me haces conocida, sabes, te pareces a alguien que conocí hace poco, si... ¡eres idéntica a la hija del hada oscura! Una de las amigas de mi madre.
— ¿Qué? Pero que ofensa, yo soy la nieta de una poderosa bruja.
Evie la miró con curiosidad, tenía ojos verde agua y su cabello del mismo color con puntas de tonos lavanda—. No importa, gran variedad de mercancía.
—Muchas de estas telas llegan aquí por casualidad, y por casualidad me refiero a que son robadas... —comentó la vendedora sonriendo abiertamente.
Harriet, por otro lado, no quitaba su semblante serio, y no ocultaba que estaba ahí por obligación. Harry aprovechó para divertirse un poco.
—Y... Maddy, ¿Cuánto dices que cuesta esa tela egipcia tan, pero tan bonita? —preguntó observando como Evie sostenía el tejido entre sus manos.
—200 —los ojos de la mayor se ensancharon, a este paso dejaría sin fondos el Dark Pearl...
—Mad, Mad, Mad... Mad Maddy, amiga, compañera, aliada, camarada —Harriet dijo—. Estoy segura de que, podrías hacer un pequeño descuento.
Evie no pudo evitar soltar una risita traviesa, y la cara de Mad Maddy no ayudaba.
—De ninguna manera, ¡sin descuentos! A menos que, ¿quieras hacer un trato? —Harriet trago duro, su abuela no era conocida por hacer buenos tratos. La maniática chica chasqueó sus dedos, esfumándose y apareciendo nuevamente al lado de Harry, haciendo retroceder a la princesa, quien anteriormente ocupaba ese lugar junto a él.
Harry ni se inmutó, solo le dedicó una sonrisa y pasó un brazo por sus hombros, descaradamente.
— ¿Y...? —preguntó el pirata.
—El trato es sencillo, yo me divierto un poco con este bombón escocés y, tú te llevas todas las piezas que quieras —Mad Maddy no estaba jugando, en lo absoluto.
Evie miró a Harry, quien de repente había movido su brazo hasta la cintura de Maddy, apegándola a su cuerpo. La princesa hizo una mueca de desagrado, sintiendo una punzada de celos que no supo reconocer. Busco las prendas para armar su guardarropa y cuando estuvo lista se acercó a ellos.
—Pero, mi linda Mad Maddy... no es necesario hacer tratos con la chusma si lo que buscabas era mi compañía. —musitó Harry para molestia de las otras dos féminas.
[...]
—Tú, tú... ¡bruja! —gritó el pirata mientas se quitaba el empapado sombrero.
Evie solo sonrió de manera falsa.
— ¿Te refieres a mi? —Le preguntó ella con inocencia fingida—. Pero si yo estuve toda la noche encerrada, en el barco, señor Hook.
—Tiene razón capitán. Estuvo en su camarote toda la noche —le apoyo uno de los tripulantes.
—Bueno, ya que tienes tan buena relación con mis navegantes, ahora serás trasladada a la alcantarilla —informó Harry con una sonrisa maliciosa, haciendo corear emocionada a su tripulación.
— ¿Alcantarilla? —se preguntó ella con la voz temblorosa.
—Oh, lo sabrás cuando sea necesario —replico el pirata—. Claro, eso se puede evitar muy fácilmente.
Dijo él sujetándola del brazo y chocando sus cuerpos, Evie no hizo más que pisar su pie con fuerza para alejarse.
— ¡Oh, Harry...! —Se escuchó canturrear desafinadamente a Mad Maddy, quien comenzaba a caminar por la rampa—. No terminaste lo que empezamos... galán.
— ¡Leven anclas, rápido! —ordenó el capitán.
Segundos después Mad Maddy chapoteaba con furia y gritaba maldiciones dedicadas al capitán de The Lost Revenge.
— ¡Harry Hook! ¡Maldito pirata! Esta es la última vez que me meto con uno de ustedes.
Evie se carcajeaba, burlándose de la humillada chica. Aparentemente no había razones para sentirse celosa. Ya podía dejar de sentirse culpable por haber saboteado a Harry.
—Esa, es una psicópata devoradora de hombres. Tú no volverás a esa tienda, nunca —impuso el capitán quitándose nuevamente el sombrero y despeinando su cabello, acto que a Evie le pareció matadoramente sensual—. Y más te vale no meterte de nuevo en mis negocios, a menos quieras hundir tus huesos en el fondo del mar, bruja.
Ya había encontrado un lindo mote para ella, y le quedaba bastante bien.
—Estúpido bribón arribista —contraatacó ella. Él se encogió de hombros y se encerró en su camarote. Ella iba detrás de él pero la espada de Anthony la detuvo.
—La princesa arándano ya no tiene permitido entrar en el camarote del capitán —ella hizo una mueca indignada y confundida—. La alcantarilla, es el lugar de descanso de la tripulación.
Ahora si Harry se había pasado de la raya.
— ¿Y qué tengo que hacer para dormir... cómodamente? —Anthony con el filo de su espada delineó su figura en el aire. La sonrisa de satisfacción era imposible de ocultar, era una situación cómica para el marino.
Doblemente indignada empujó al primer oficial y corrió a la puerta de la habitación del capitán. Abriéndola de golpe.
— ¿Quieres que me acueste contigo? Pues primero muerta —le grito llena de rabia, en un cólera sin retorno.
El castaño la miró de soslayo, curvando una pequeña sonrisa.
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