Sunshines

Minhyuk pestañeaba sonriente, mantenía sus manos entre sus piernas y agitaba sus pies de atrás para delante cual niño. Aunque fuese bastante mayor, siempre parecía estar de un humor extremadamente bueno, además era enérgico y sociable. Kihyun solía decir que era el solcito de la ciudad de las hadas. Se llevaba bien con todos, jugaba con las libélulas y se hacía amigo de cualquiera en cuestión de segundos. Sin embargo, era muy parlanchin, cuando hablaba de sus pasatiempos no había quien lo callase. Pero esta ocasión era un poco diferente, estaban hablando de un tema serio y prefirió guardar silencio, opinando únicamente cuando era necesario. Sólo sus orejas de perrito de color miel se alzaban de vez en cuando, siguiendo el ritmo de la conversación.

Observó a Jooheon, su aventurero favorito. Era adorable y divertido, quería picar sus hoyuelos o revolver sus mechones rojizos, mas se contuvo a regañadientes. Nunca perdía una oportunidad para hacerle una broma sobre sus diminutos ojos, <<¿Cuántos dedos ves?>>, acostumbraba preguntarle. Lo mejor era que este no se disgustaba y, en cambio, se reía y se volvía cómplice en sus travesuras. Era sumamente entretenido, no importaba que fuesen regañandos al final.

Muy a diferencia de Hyungwon que, a su parecer, era bastante lento. Sentado entre todos ellos lucía muy refinado..., era la aburrición en persona. Lo único rescatable en medio de su impaciencia, era su risa contagiosa. Si Hyungwon reía, todos lo hacían.

Entonces su cola peluda se movió de un lado a otro, ansiosa y feliz.
Cuando el pelirrosa trajo su bandeja plateada favorita con el delicioso Té verde recién hecho que tanto amaba, pareció olvidar por un momento el motivo de su reunión.

Las libélulas acababan de repartir cada tacita de Té frente a cada uno, y Minhyuk ya se había precipitado a darle un sorbo sin siquiera esperar a que se enfriase un poco. Su lengua se quemó tal y como se esperaba. Igual no era la primera vez que le ocurría.

A su lado estaba el pequeño Jimin, otro niño cachorro con una personalidad totalmente opuesta a la suya.

Hermoso y delicado. El otro cachorro de orejas largas y negras, sostenía la taza entre sus manos a la vez que miraba el contenido con mucha atención. Siempre se comportaba educado y tímido cuando visitaba el reino del pelirrosa. Era común que su gobernante tuviese lapsos de malhumor en los que intimidaba a quien se le metiera por el medio, sin mencionar que Kihyun jamás se había llevado bien con Jin, quien se había convertido en su guardián, amo o madre. Cualquiera de esos términos era correcto.

Jimin, en sus tiempos libres, cuando no tenía que ayudar en el reino de los elfos, se la pasaba mayormente con Minhyuk o con V, volviéndose así demasiado cercanos. Gracias a su personalidad tranquila y moldeable, se adaptó fácilmente a personajes como esos, que harían correr lejos a cualquiera. También había sido él quién llamase por primera vez << V >> a Taehyung al no poder pronunciar su nombre... Estaba, por mucho, preocupado por su seguridad.

Entonces, Kihyun carraspeó intentando llamar la atención dentro de la sala, pero todos tenían los ojos fijos en Jimin, quien se estremecía cada que intercambiaba miradas con el pelirrosa. Acto seguido, le hizo un gesto a Minhyuk, pidiéndole de por favor que apresurasen las cosas. El cachorro más alto asintió con una sonrisa, luego posó una mano sobre los rizos dorados y los revolvió un poco, transmitiéndole la confianza suficiente al pequeño como para que hiciese su solicitud de ayuda.

–¿Estamos hablando del Rey Taehyung? – preguntó Hyungwon antes de llevar a sus gruesos labios la taza de Té, saboreando el dulce, pero amargo sabor que poseía.

No podía evitar sentirse intrigado, pocas veces había oído hablar sobre ese peculiar reino en sus clases de historia. Lo poco que sabía del Tae's Hearts Kingdom era que escondía más de lo que aparentaba.

–V siempre se mete en problemas – comentó Minhyuk alzando una mano, como si hubiera dicho algo sumamente importante y que no debiese pasarse por alto.

–¿Quién es el Rey Taehyung? – intervino Jooheon, su ceño y labios fruncidos por no conocer de quien se hablaba. Odiaba sentirse excluido.

–Su reino no es muy grande y tampoco llama mucho la atención, pero es un amigo cercano de los cachorros – explicó Kihyun brevemente, limpiando el borde de su boca con una servilleta de color salmón. Necesitaba ser preciso y sin caer en rodeos. Estiró la servilleta sobre sus piernas para luego mirar a los aventureros seriamente –. No me sorprendería que lo hubiesen raptado... De nuevo.

–¿Quién raptaría a un rey? – inquirió el pelirrojo recostándose del espaldar del sillón. Ya había oído sobre princesas secuestradas, pero ¿por qué un rey?

–Es muy atolondrado, seguro que se perdió de camino a casa – volvió a hablar Kihyun, haciendo un ademán con su mano, como si quisiese espantar un mosquito. Jooheon lo miró.

–¡No es cierto! – chilló Jimin de repente. Pero cuando el Rey Kihyun alzó una ceja en su dirección, se hundió entre hombros, y continuó en voz baja –: Excuse me... Los corazones estaban asustados, insistían en que habían visto a alguien llevándoselo lejos.

–¿Corazones? – preguntaron Hyungwon y Jooheon al mismo tiempo.

Jimin hurgó en sus bolsillos rápidamente y sacó de uno de ellos una criatura extraña, pequeña y roja, que mostró a todo el mundo.

–¿Eso es un Corazón de Tae? – habló el mayor, después cruzó una de sus piernas sobre la otra con mucha gracia –. ¿Hace cuánto lo tenías ahí?

–Nunca había visto uno – Hyungwon se había inclinado un poco para poder apreciarlo mejor, mas no se atrevía a tocarle.

–Qué cosa más chistosa... ¡Pero si está vivo! – exclamó Jooheon echándose para atrás.

La criatura, en efecto, era un ser viviente, uno que tenía la forma de un simple corazón de color rojo con labios amarillos y ojos pequeños, sus manos y pies eran diminutos a comparación de su cuerpo. El corazón de Tae se puso de pie sobre las palmas de Jimin y se sacudió torpemente antes de sentarse de un salto, mirando a cada persona de una en una.

–Se supone que ese es el gentilicio que vive en su reino. Espero hayan dicho algo más al respecto – Dijo Kihyun sin mayor interés en la cosa roja. El Té se había enfriado.

–Dice que tiene hambre – dijo Jimin con inocencia. El pelirrosa sintió como una de sus orejas de hámsters sufría un tip nervioso.

–¡Pues dale de comer! – exclamó Kihyun entre la sorpresa y la frustración –. ¿Por qué han venido conmigo?, vayan y molesten a Jin, es amigo suyo también – dijo mientras señalaba con el dedo en dirección al reino de al lado.

–Un princeso no se puede hacer cargo de esto – habló Minhyuk con una firmeza digna de un pupilo del Rey Hada, dándole a su voz un poco de su estilo coqueto. Entonces se dirigió al príncipe tortuga y al chico abeja –: Oímos de parte de las hadas que Jooheon y Hyungwon estaban aquí, queríamos pedirles que nos dieran una ayudita.

–¡Yo quiero ayudar! – le dijo Jooheon a Hyungwon. La emoción en su voz ya la conocía de antemano, pero como en cada ocasión, no le podía decir que no.

–Está bien, tratándose del Rey Tae, la persona más pacífica que existe, no habrá problemas – suspiró el príncipe. Sin dudas no se imaginaba que Taehyung tenía más aventuras que ellos mismos.

–Créeme – Kihyun le palmeó el hombro –, ese es un imán para las situaciones absurdas. Yo mismo he tenido que ir a ayudarlo y salvarlos a todos.

Jooheon no pudo evitar estremecerse al imaginar a Kihyun, tan correcto y hogareño, como el héroe de todos los allí presentes. Era inaudito, ¿El Rey de las Hadas saliendo de su confortable castillo? ¡Debía ser una broma!

–¿Hay algún sospechoso? – cuestionó Hyungwon. Ahora sólo participaban él y Kihyun en la conversación.

–¿A parte de todos sus vecinos? Sí, les diré a las hadas que los acompañen hasta el reino de Taehyung. Allí empiecen la búsqueda.

Mientras ellos terminaban de abarcar los pequeños detalles, repasando por supuesto, los cuidadosos que debían ser para volver sanos y salvos, Jooheon les sonreía a los cachorros, prometiéndole a ambos que traerían de vuelta a su querido V.

..

Y Kihyun lo discutió hasta el cansancio, negándose rotundamente al deseo que le habían expresado los pupilos. Sin embargo, al final no pudo evitar que tanto Jimin como Minhyuk acompañaran a los aventureros en su marcha.

¡Eran unos niños! A sus ojos eran sumamente vulnerables a los seres malvados de afuera y, a diferencia de Jooheon que se las arreglaba para salvarse el pellejo, los cachorros no podrían hacer más que ponerse en peligro. Tampoco deseaba enfrentrar a un Jin disgustado. Ya podía oírlo cuestionando sus métodos de crianza, echándole la culpa de cualquier padecimiento que pudiera sufrir Jimin mientras estaba bajo su cuidado. No, no lo aceptaría.

Mas no tuvo otra opción que confiar en la promesa de Hyungwon de traerlos enteros y sin un rasguño.

–¿Y queda muy lejos el castillo de Tae? – preguntó Jooheon para animar el ambiente. Ya se encontraban en la frontera de la Fairy City y frente a ellos empezaba a expandirse una inmensa pradera.

–No es exactamente un castillo – dijo Jimin mucho más cómodo.

–Entonces, ¿qué es?

–Lo verás cuando lleguemos – esta vez habló Minhyuk. Caminaba con las manos entrelazadas en su espalda y cada uno de sus pasos era largo junto con un pequeño salto. Nadie creería que era él mayor de todos ellos.

Hyungwon dio un gran bostezo luego de un rato. El cielo estaba despejado, la brisa movía a las florecillas silvestres y levantaba los pétalos sueltos. Era un día grandioso para dormir profundamente, para ir al mundo de los sueños  y no despertar hasta dentro de dos días. Pero no sería así. Con sus manos reafirmó la mochila en su espalda y recuperó el ritmo.

A su alrededor revoloteaban las libélulas que Kihyun había mandado para acompañarles, nadie les había prestado mayor atención, eran muy comunes y estaban por todos lados. No obstante, algo a unos metros de distancia saltó y atrapó una de ellas.

–¡Woo hoo! – celebró lo que parecía ser una flor gigante de color llamativo. No, no era una simple flor.

Los cuatro chicos se detuvieron en seco. Habían sido sorprendidos sin querer.

–¡Hermosa! – continuó exclamando con mucha alegría.

Y, ahora que le veían bien, se trataba de un chico flor. Él en específico solía estar brincando por las praderas de un lado a otro, pero nunca habían estado tan cerca como para atreverse a hablarle.

–¡Hey! – saludó Jooheon agitando una mano. Era el tipo agradable de esa misma mañana.
El chico flor se dio la vuelta en su dirección y sonrió enormemente. Dejó ir a la pobre libélula, dio un giro con gracia y se precipitó hacia los muchachos.

Hello! You're my hope, I'm your hope, I'm J-hope! – dijo en un idioma extraño a la vez que sus brazos y piernas se onduleaban de manera chistosa. La sonrisa nunca se iba de su cara y los mechones de su cabello naranja caían sobre sus cejas.

Inmediatamente Minhyuk imitó sus acciones, riéndose de lo gracioso que se volvía su cuerpo.

–¿A dónde se dirigen? – preguntó inclinándose hacia ellos con exageración. Jimin se acercó también para poder olfatearlo.

–¡Al reino de corazones! – exclamó Jooheon, dejándose llevar por su amigable personalidad. Hyungwon frunció el ceño, era el único que se mantenía reservado ante los encantos del chico flor.

–¡Van a ver a Tae! Woahh... Eso es genial – exclamó antes de acariciar uno de sus pétalos rojos que estaban alrededor de su rostro –. Pero él no está allí en estos momentos.

Jooheon y Hyungwon intercambiaron miradas.

–¿Vienes de allá? – preguntó Minhyuk. El corazón de Tae estaba trepando por su cabeza.

–Sí, hace un par de días vi que se iba hacia el reino del cuyo, ¡seguro era una pijamada!

–No, no lo fue.

–¡Fue raptado! – dramatizó Jimin.

–¡No puede ser! – J-hope se había dejado caer al suelo como si su cuerpo se estuviese derritiendo, quedándose allí mismo.

–¿Puedes guiarnos, Hobi? – inquirió Jimin agitando su cola redondita. Hyungwon suspiró.

Of course! – nadie entendía lo que decía, pero lo tomaron como un sí.

      

——————— 🐝 ———————
  
 

¡Hola!
¿Qué les ha estado
pareciendo la historia?
¡A mí me encanta!
😆💖

Cualquier duda o sugerencia pueden dejarla
aquí 👈


Bạn đang đọc truyện trên: AzTruyen.Top

Tags: