19/12/1998
El canto de los pájaros anunció un nuevo día, un día que no quisiera recordar con tal perfección.
Sentía como su cuerpo adormecido iba reaccionando haciendo frustrados intentos de querer levantarse. Pasó sus dedos a sus ojos, quitando las lagañas que le interrumpían su visión. Estiró sus brazos, escuchando el leve crujir de sus huesos. No quería levantarse el día de hoy, no le apetecía vivir el mismo día igual del anterior.
Ojeó su habitación, llegando a ver la ropa sucia regada por toda la habitación, no llegaba a ver ningún rastro del suelo, ya que todo era cubierto sólo con prendas o basura.
No podía poner como excusa el no limpiar por falta de tiempo o trabajo, ya que lo único productivo que hacia, era el ir a la escuela. Cosa que hacía por mera obligación.
Se incorporó de la cama, ocasionando un rechinido en medio de aquella acción. Llevó su vista a un espejo que se posaba al frente suyo. A pasos lentos se acercó al espejo, como esos muertos vivientes de la serie que veía cada martes con su familia. Apoyo un brazo en el espejo, sólo para ver sus notables granos típicos de un chico en etapa de pubertad, algunas cicatrices debido a dichos granos.
Creyó haber escuchado un murmullo.
llevó su cabello para atrás con una de sus manos, para que con simpleza, volviera a como con anterioridad había estado.
Otro débil murmullo fue suficiente para alertarlo.
Quizo ignorar lo anterior, negando con su cabeza para "disipar" sus pensamientos. Salió de su habitación para ir posteriormente a las escaleras, las cuales bajó sin apuro.
La casa se mantenía en un silencio que no era normal, siempre se podría escuchar hasta el misero andar de una persona debido al eco. Deslizó su mano en la pared, pero al sentir el marco de un objeto se detuvo, tomándole por sorpresa. Por un momento había olvidado que había un espejo en medio del pasillo.
"Un espejo te asusta, que ridiculez"
Comenzaba a sospechar si no era uno de esos enfermos mentales que se les debe mandar al manicomio, negó riendo con debilidad ante su ilógico pensamiento.
Se paró frente al espejo, una idea ilógica se le cruzó en su descabellada mente. Miró a sus alrededores para asegurarse que nadie lo viese, no quería que se burlasen por lo que haría a continuación.
Entre abrió su boca, dispuesto a soltar aquellas cinco palabras.
"Espejo, dime lo que veo"
No se hizo esperar, quería reírse de si mismo, pero al querer hacerlo, se atoró por una inusual respuesta.
"Vuelve mañana"
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