| M E N T I R A S |
La tensión se podía sentir en el aire, y no era para menos, aquel día se llevaría a cabo la ejecución de la ultima decendiente del ya olvidado Clan Uchiha.
Parecía que tan sólo había sido ayer cuando aspiró fortalecerse y convertirse en la protectora de aquella villa que ahora la apuntaba con dedos acusadores gritándole improperios mientras avanzaba atada, amordazada y sellar como un animal dentro de una jaula.
Como los maldecía a todos y cada uno de ellos, los odiaba tanto que sentía como todos su ser estaba cubierto de aquellas asfixiantes llamas oscuras que consumían su piel, pero a pesar de activar el Amaterasu no podía sentir el dolor de aquellas quemaduras, ya no sentía nada mas que aquel odio arremolinado en su pecho, tan oscuro, asfixiante, doloroso y horripilante.
Deseaba con todas sus fuerzas morir, quería morir, pero no sin antes asesinar al rubio de ojos zafiros que aunque no podía ver, sentía su desagradable presencia.
- Estamos aquí reunidos para llevar a cabo un acto de perdón...
¿Perdón?
¿Cual perdón?
No pudo evitar reír ante el discurso ridículo del Hokage, de aquel hombre que alguna vez que admiró profundamente fue también aquel que le destruyó la vida.
Habían pasado ya dos largos y tortuosos años desde la muerte de Sakura Haruno y Sasuke Uchiha en la guerra contra Kara, había perdido a su familia en un abrir y cerrar de ojos, una vez que decidió regresar a la aldea con el corazón destrozado se enteró que ambos fueron considerados señuelos para localizar la guarida de Kara y destruirla junto con todo lo que se encontrase en aquella dimensión utilizando el chakra del Kyubi, mudaron al zorro de las nueve colas al cuerpo de Boruto Uzumaki quien se convirtió en el nuevo Jinchuriki y actual Sasaukage.
Todos se habían confabulado para que Sakura y Sasuke murieran en el proceso.
"Ellos se sacrificaron por el futuro de la aldea..."
Un montón de mentiras, eso no era cierto, ya que el Hokage no le había revelado el verdadero plan al matrimonio Uchiha, y Sarada lo supo de su propia boca.
Sasuke a duras penas escapó llevándose el cuerpo de su esposa, mientras que con su último aliento reveló a su hija el verdadero plan de Konoha.
El poder tomar el conocimiento científico para eliminar el chakra de las futuras generaciones para erradicar la guerra de una vez por todas y que dicho plan estaba siendo llevado por el mismísimo Hokage y la actual líder de Kara, siendo el rubio Uzumaki quien fingió el supuesto asesinato de dicha líder como una excusa para asesinar a Sasuke quien sospechaba del complot.
Jigen y sus secuaces estaban vivos y continuaban con sus planes de la mano del supuesto pilar de la aldea de Konoha.
Intentó decirles a todos pero nadie creyó en sus palabras, nadie salvo aquel perverso shinobi de cabellos azabache y penetrante mirada viperina, quien reveló ser consiente de dicho plan, como deseo atravesarlo de lado a lado con su katana aquella vez.
"Bienvenida al mundo real, aquí se vive y se sufre por donde lo mires, no existe esperanza, bondad ni salvación, aquí eres la serpiente o la presa, este retorcido y cruel mundo es donde nos tocó vivir, lamento ser yo quien te de esta hostil bienvenida..."
Fue lo que el le dijo aquel frío día de invierno, quería morir y reunirse con su familia, pero su odio le pudo más.
Se infiltró en la casa Uzumaki dispuesta asesinar al Hokage, y es que el se lo merecía, quería ver como las luz se desvanecía de su mirada, deseaba atravesar su corazón de lado a lado con la katana de su padre y destrozar su cuerpo con la colosal fuerza de su madre.
Destrozarlo con sus propias manos.
Pero no fue precisamente sencillo, una vez allí se topó con Hinata, quien a punta de su poderoso Byakugan protegió a sus hijos y esposo, pero para ese momento la Uchiha no entendía de razones, quería ver al rubio sufrir y retorcerse del irremediable dolor que ella estaba sintiendo, quería verlo llorar las mismas lágrimas
Pero más amargas.
La asesinó, la asesinó a ella y a Himawari, a ambas les arrebató la vida sin dudar un solo segundo, y sintió satisfacción al contemplar la mueca de horror dibujada en el rostro de Boruto al contemplar la sangrienta escena, sintió placer de escuchar su incontenibles lamentos y palabras de arrepentimiento.
Pero ya era tarde.
Demasiado tarde.
La batalla fue ardua, pero su dolor lo fue más, la ira que la consumía le dio fuerzas que ya no creía tener, necesitaba matarlo, quería ver su sangre en sus manos, quería acabar con la vida de la persona que había ejecutado el ataque sabiendo la cruel verdad, necesitaba con todas sus fuerzas arrebatarle la vida.
- Mi padre tubo una especial dedicación en ti, y así le pagaste, pero no te preocupes, pagarás en el mismísimo infierno.
Pero cuando estaba a sólo milímetros de clavar la afilada hoja de su katana en su pecho fue atacada de todas direcciones, luchó, cortó a cuantos se le interpusieran, los asesinó a cada uno uno de ellos bañándose en su sangre hasta que apareció el culpable de la peor tragedia de su vida, Naruto Uzumaki.
Con el y muchos más lograron sellar su Mangekyo Sharingan, Rinnegan y el Byakugou.
Murió mucha gente aquella lúgubre noche, pero no había sangre, muerte o carne que llenará el vacío en su pecho, no había nada que brindará consuelo a su ya inerte corazón, todo fue consumido y devorado por toda las mentiras y los engaños.
No sólo ella, muchos habían muerto en la guerra contra Kara, mucho con destinos peores que la muerte y todo producto de un siniestro en inhumano plan oculto bajo las sombras.
Muchas lágrimas derramadas por aquellos que habían perdido a sus seres queridos.
Shikadai, cuyos padres murieron protegiendo a sus respectivas aldeas, al igual que la familia Yamanaka quien desapareció sin dejar rastro.
Chouchou, Namida, Wasabi y Sumire.
Vio como la cordura se mejor amigo Mitsuki se quebró incontables veces hasta convertirlo en un cascarón sin vida, destino que también había corrido Kawaki.
Ambos abandonaron la aldea para unirse a Orochimaru, viviendo lejos de aquella realidad que les había hecho tanto daño perdiendo toda fe, esperanza en la podrida humanidad.
- Y es por eso que esta joven de aquí, cuyo nombre ha olvidado por culpa de la enorme tristeza que le provocó la pérdida de sus padres quienes dieron la vida por dar un futuro a las nuevas generaciones, será liberada de su tormento por medio de quien me sucederá en unos meses, Boruto Uzumaki, el nuevo y octavo Hokage de la aldea de Konoha.
La ovaciones no se hicieron esperar, todos expresaron su júbilo por reciente noticia, mientras que para la Uchiha no era más que lejía sobre cada una de sus sangrantes heridas, quería asesinarlos a ambos, quería acabar con la retorcida humanidad y con cada una de sus repugnantes mentiras, quería estallar y mandarlos a todos al infierno y que en aquel miserable lugar pagaran por todo el daño que habían hecho.
Un poderoso trueno resonó el él cielo del cual comenzaron a descender aquellas imparables gotas de lluvia pintando aquel paisaje con tristes y lúgubres matices de melancolía.
Los furiosos vientos desplazaban las nubes negras que era iluminadas por los relámpagos, era como si toda la tristeza del cruel mundo real se viera reflejado en aquellas frías gotas de lluvia que caían del cielo cual crueles y amargas lágrimas, imparables e incontenibles, sin esperanza ni consuelo.
Unos minutos de tétrica tormenta, el cielo oscurecido como el alma de la joven ahí presente cuya voluntad de fuego yacía más que extinta como sus ganas de seguir viviendo sin sus amados padres, debía salir, salir e impartir justicia, ella debía, ella necesitaba sentir que sus padres descansarian en paz, debía detener a Naruto y a la mismísima Ada si era necesario.
No podía permitir que el mundo continuará así de podrido, no sí ella seguía viva para decir la verdad, no sería el chivo expiatorio ni mucho menos cómplice de las mentiras de los miserables que ocultaban sus verdaderas intensiones bajo máscaras irreales, ella expondría a los monstruos ocultos bajo engaños e ilusiones.
Un estruendo llamó la atención de todos los aldeanos presentes quienes voltearon encontrándose con aquella perversa sonrisa tan característica del shinobi científico de largos cabellos azabache y mirada ámbar, a su lado unos misteriosos personajes enmascarados ocultos bajo capuchas negras, rápidamente el escuadrón de la guardia se desplegó en defensa dejando desprotegida la jaula donde se encontraba apresada a la Uchiha, fue cuando dos enmascarados deshicieron los sellos y destruyeron los protectores oculares y cadenas que ataban a la joven dejando ver su demacrado, herido y chamuscado rostro, esta rápidamente se zafó en un intento por localizar al miserable Hokage, pero uno de sus rescatadores se quitó la máscara deja do ver su rostro al descubierto, era Kawaki.
- Debemos irnos rápido, se que estás furiosa, pero te juro que su salimos de aquí te ayudare a vengar a tus padres, pero tenemos que irnos ya.
Pero hizo caso omiso, buscó con su poderosa mirada carmesí cruzándose con esos infernales ojos azul zafiro que le había arrebatado todo, lo mataría, lo asesinaría a el y al monstruo que tenia por hijo, también lo vio a el y como el zorro de las nueve colas trataba de escapar de Boruto, pero la tecnología lo encadenó a la retorcida alma del que ahora sería el nuevo Hokage de Konoha, malditos y mil veces malditos los dos.
Iba a lanzarse al ataque cuando fue envuelta y completamente engullida por una serie de serpientes blancas que la redujeron e introdujeron dentro del estomago del joven que junto a Kawaki emprendieron una muy veloz huida al bosque donde accedieron a uno de los tantos pasadizos creados por el brillante ninja Orochimaru, al cabo de un largo recorrido lograron despistar a sus perseguidores y accedieron a la base subterránea considerada el punto de reunión acordado al posterior rescate de la Uchiha.
- ¿Donde está?
Preguntó Orochimaru una vez que llegó al lugar.
- Mitsuki la engulló para aplicarle ninjutsu médico urgente en su estómago.
Respondió Kawaki quitándose la túnica negra.
- ¿Y los demás?
Volvió a preguntar el mayor.
- Aquí estamos...
Hablo nadie mas que el sexto Hokage junto a la rubia de ojos miel, Tsunade Senju y su fiel acompañante Shizune Kato.
- Shikadai y Denki aceptaron hacer de espías hasta que comencemos los preparativos correspondientes.
Informó Tsunade.
-¿Donde esta Sarada?
Preguntó Shizune completamente angustiada a lo que Mitsuki respondió a su interrogante mediante un grotesco procedimiento de regurgitacion digno de una víbora dejando ver a la joven inconsciente.
- ¿Cual es el plan de ahora en adelante?
Interrogó el peli plata a lo que el sanin frunció el ceño.
- Debemos permanecer ocultos lo más posible para explicarle a la chica todo lo que sucederá de ahora en más.
Habló Mitsuki quitándose la máscara dejando ver su inexpresivo rostro cubierto de cicatrices.
- Concuerdo con Mitsuki, debemos irnos, no es seguro permanecer aquí.
Recibió en asentimiento de todos los presentes, Orochimaru cargó a Sarada y abandonaron el lugar.
Y es que no había tiempo que perder, debían comenzar los preparativos para el derrocamiento definitivo de Kara y Konoha, debían acabar con su mejor arma, la influencia de Naruto Uzumaki y el monstruoso poder de Boruto, y dicha titánica tarea sólo podía ser encargada a los miembros restantes del equipo siete, Mitsuki, Sarada y Kawaki, ese era su camino.
Acabar con la maldad del mundo, y para eso debían destruir el poder, la sed de poder conduce al hambre incontrolable de más y más poder, aquella cadena debía ser rota.
Era ahí cuando entendían el gran error que habían cometido los humanos al comer del fruto del árbol, y que fue en ese momento en el que la humanidad sello su sentencia de vivir en un mar de sangre viendo un cielo cubierto de lúgubre tristeza.
El poder debía dejar de existir para que dejará de ser utilizado como un arma, y dicho objetivo se debía cumplir sentenciando el fin de la era shinobi dando paso a la vida tan pura e inmaculada como lo debió ser desde un principio.
Fin...
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