Etapa 5: Duality
El frío vacío recubría hasta el más mínimo rincón de la catedral. Un templo calmado hasta que entraron Howard y su compañero. Miraban las figuras de santos con irrelevancia pues no eran nada importantes para ellos. Al poco tiempo de su entrada un cura se aproximó hasta donde el muchacho.
—Hola ¿en qué puedo ayudarte?
—Solo vine por algo —contesto—, debo hablaré un momento.
—Confesarte, claro que no hay problema.
Repentinamente el anciano fue aturdido con un objeto en la nuca. Alguien detrás suyo le había dado un golpe dejándolo inconsciente. Al despertar captaba todos los colores borrosos con un tono de café oxidado. Howard lo había arrastrado hasta un cementerio cercano igual de desolado.
—Oiga nosotros somos muy pecadores —dijo una voz ronca sarcástica— ¿Usted qué opina al respecto. Unos… treinta padres nuestros.
El cura estaba recostado en el suelo inmóvil como en una parálisis del sueño. Aquella sombra que le hablaba tenía ojos sangrientos bestiales y dientes afilados como cuchillas. En ese momento de pánico recordó una cosa. Había visto antes a aquel chico. Hace dos semanas acudió a un funeral, era el hijo de esa pareja que fue asesinada.
—Déjame cosa blasfema —le dijo al ente.
Este solo lo ignoro sin prestar atención a sus palabras. De hecho en este trabajo ya estaba acostumbrado a ignorar los pedidos y los llantos de sus víctimas.
—Oye Howard ¿nunca te preguntaste cuales son las pesadillas más profundas de un creyente devoto?
—No, nunca.
—No detecto nada en este. —Se apoyó sobre una lápida a modo de pensar— ¡Ya se! Combatamos fuego con fuego.
El pobre hombre era atormentado con un ruido de objetos metálicos y agudos sonidos de interferencia sin un origen específico. Se revolcaba indefenso como un recién nacido en el territorio donde el mal está personificado. Recostado sobre este suelo sagrado. Un detalle era que estos demonios mentales —si se los puede clasificar de satánicos—que lo atacarían estaban sobre un terreno cristiano.
—Solo venimos por su vida y por lo que representa—dijo Howard con una mirada fría—, y luego estos herejes se retiraran.
El Anti-Howard apoyó su mano sobre el rostro del cura. El cristal de sus lentes se incrustó sobre sus ojos. Fue peor aún el dolor de esas garras que llegaron a quemarlo, esa palma derritiendo su piel rápidamente. Este se levantó y se fue junto a su semejante como espectadores. De la tierra se manifestó la horda de demonios secundarios con manos más pequeñas que portaban un crucifijo de acero o piedra. Las puntas de estos se incrustaron sin piedad en el cuerpo del ahora deforme hombre. Lo apuñalaron hasta verlo sangrar. Vino tinto. Gritos de agonía.
Las criaturas tocaron las cruces sin dañarse ni en lo más mínimo. El poder de lo siniestro podía trascender sobre las expectativas de sus capacidades.
Este dúo ya arrastró una cantidad de personas al ataúd.
Por cierto... Mañana entrará aquí la niña que tenía insomnio. A este cementerio, lleno de muertos, lleno de cruces.
Bạn đang đọc truyện trên: AzTruyen.Top