24 | interrogación

:. CHAPTER TWENTY-FOUR .:.
( INTERROGATION )

LYRA SE SINTIÓ MAL POR BURLASE DE FLEUR EN EL PASADO. Fleur la había acompañado adentro y uso en ella todos los hechizos de curación que sabía. Lyra se sentía realmente agredecida con ella.

La rubia realmente queria ir a acompañar a Harry como todos los demás pero Fleur el aconsejo que era mejor que durmiera un poco y ella no se opuso.

Antes de salir, Hermione se acerco hasta ella y la envolvió en un fuerte abrazo.

-Lo siento tanto Nix, no tendría que haberte dejado ir a tu casa. Nosotros quisimos pensar que estabas bien pero luego cuando Malfoy te llevo ante nosotros realmente me asuste.

-Estoy bien, Herms -le susurro- No es culpa de nadie. ¿Tu como estas?

-Mejor, pero si me hizo eso a mi en unas horas no quiero ni pensar en lo que te hizo a ti en estos meses.

-Lo importante es que estoy bien -le dijo la rubia mientras cortaban el abrazo- ¿Puedes abrazar a Harry por mi?

Hermione asintió y salio de la habitación para dejarla dormir un rato.

Lyra casi había olvidado por completo lo que se sentia dormir en una comoda cama, no se comparaba con nada con el suelo del sótano en el que ella estaba.

No paso mucho tiempo para que Lyra se despertara, aunque en realidad la despertaron, Harry para ser específicos.

El azabache ni siquiera la dejo acomodarse bien en la cama cuando se tiro sobre ella para abazarla. Lyra se quejo un poco asi que Harry se separó.

-Lo siento, ¿Te hice mal? -preguntó acariciandole la mejilla.

Lyra sonrió y se acerco de nuevo a Harry para abrazarlo. Ella realmente lo había extrañado.

-Siento lo de Dobby.

-Y yo -dijo Harry con tristeza mietras le hacia caricias en la espalda- Lo siento, Nix, por no ir a buscarte...

-Esta bien, Harry -lo corto mientras se alejaba un poco de él- ¿Podemos no hablar de eso?

Harry asintió y se inclinó para darle un beso en la frente.

-Eres mi valiente.

Lyra sonrio de costado.

-¿Quieres saber lo que paso en todo este tiempo?

La rubia asintió entonces Harry comenzo a contarle todo lo había pasado luego ir al valle de Godric, desde el patronus hasta como terminaron con los Malfoy.

-Entonces es uno menos -comento Lyra apretando la mano de Harry- ¿Y eso de las reliquias de la muerte? Wow duplicado por un millón.

Harry sonrió.

-¿Te sientes bien para venir conmigo?

-Contigo voy a todos lados -dijo la rubia levantándose de la cama con ayuda de Harry.

El azabache paso su brazo por los hombros de Lyra y juntos salieron de la habitación.

Bill y Fleur estaban al pie de la escalera.

-Necesitamos hablar con Griphook y Ollivander -dijo Harry.

-No puede seg -repuso Fleur- Lyga tendgia que estag dugmiendo y tu tendgás que espegag, Hagy. Están los dos heguidos, cansados...

-Perdonadme -repuso Harry- Pero no tenemos tiempo. Necesito hablar con ellos ahora mismo, en privado y por separado.

-¿Qué demonios pasa, Harry? -terció Bill- Te presentas aquí con un elfo doméstico muerto y un duende casi inconsciente; Lyra esta en un estado deplorable -la rubia hizo una mueca; claramente ofendida- Hermione está como si la hubieran torturado, y Ron no quiere contarme nada...

-No podemos explicarte qué estamos haciendo -dijo Harry- Perteneces a la Orden, Bill, y sabes que Dumbledore nos encomendó una misión. Pero no podemos hablar de ella con nadie.

-Está bien -dijo Bill- ¿Con quién quieren hablar primero?

-Primero hablaré con Griphook.

-Pues vengan -indicó Bill, y los guió por la escalera.

Apenas hubo subido unos escalones, Harry se detuvo y miró hacia atrás.

-¡Los necesito a los dos! -les gritó- ¿Cómo te encuentras Hermione? Estuviste increíble. No sé cómo fuiste capaz de inventar esa historia con el daño que te estaba haciendo esa bruja...

-¿Qué vamos a hacer ahora, Harry? -preguntó Ron.

-Ya lo veran. ¡Vamos!

Los cuatro siguieron a Bill.

-Aquí es -dijo Bill abriendo una puerta.

Lyra se apoyo contra la pared, enseguida reapareció Bill con el pequeño duende en brazos y lo depositó con cuidado en la cama.

-Perdona que te haya hecho traer aquí -dijo Harry- ¿Cómo tienes las piernas?

-Me duelen. Pero se están curando.

Todavía llevaba en las manos la espada de Gryffindor.

-Supongo que no recordarás... -comenzó Harry.

-¿... que soy el duende que te llevó hasta tu cámara la primera vez que visitaste Gringotts? -lo interrumpió Griphook- Pues sí, lo recuerdo, Harry Potter. También entre los duendes eres famoso.

-Has enterrado al elfo -dijo luego- Te he visto hacerlo desde la ventana del dormitorio contiguo.

-Sí, en efecto.

-Eres un mago muy poco común, Harry Potter.

-¿Qué quieres decir?

-Has cavado tú mismo la tumba.

Lyra sintió unas repentinas ganas de levantarse y abrazar a Harry.

-Sí, ¿y qué?

Griphook no contestó.

-Griphook, quiero preguntarte...

-También has rescatado a un duende.

-¿Q... qué?

-Me has traído aquí y me has salvado.

-Bueno, espero que no me lo eches en cara -dijo Harry.

-No, no te lo reprocho, Harry Potter, pero eres un mago muy raro.

-Si, creo que lo entendimos a la primera -dijo Lyra mirandolo con una ceja alzada.

-Verás, necesito ayuda, Griphook, y tú puedes dármela. Necesito entrar en una cámara de Gringotts.

-Oye, Harry... -dijo Hermione, pero el duende la interrumpió:

-¿Entrar por la fuerza en una cámara de Gringotts? Eso es imposible.

-No, no lo es -dijo Ron- Ya se ha hecho alguna vez.

-Sí, así es -confirmó Harry- El mismo día que nos conocimos, Griphook: el día de mi cumpleaños, hace siete años.

-La cámara en cuestión estaba vacía en aquel momento -le espetó el duende- Su protección era prácticamente nula.

-Pues la cámara en que necesitamos entrar no está vacía, e imagino que la
habrán protegido muy bien -especuló Harry- Porque pertenece a los Lestrange.

-Robarle a la família, un clásico -se quejo Lyra apoyando su cabeza contra la pared.

-No tiened ninguna posibilidad -replicó el duende- Ninguna. Acuérdate de la inscripción: «Así que si buscas por debajo de nuestro suelo un tesoro que nunca fue tuyo...»

Ladrón, te hemos advertido, ten cuidado...» Sí, lo sé, la recuerdo a la
perfección. Pero yo no pretendo hacerme con ningún tesoro, ni intento coger nada para beneficiarme personalmente. ¿Me crees?

-Si existiera un mago del que pueda creer que no busca un beneficio personal -dijo Griphook- serías tú, Harry Potter. Los duendes y elfos no están acostumbrados a recibir la protección ni el respeto que tú has mostrado esta noche. Al menos, no a recibirlos de los portadores de varita.

-Portadores de varita... -repitió Harry.

-Hace mucho tiempo que los magos y los duendes se disputan el derecho a
utilizar varitas -musitó el duende.

-Bueno, usteded pueden hacer magia sin necesidad de ellas -observó Ron.

-¡Eso es irrelevante! Los magos se niegan a compartir los secretos de las varitas con los restantes seres mágicos, y de ese modo nos impiden ampliar nuestros poderes.

Lyra inclino la cabeza dandole la razón.

-Si, bastantes egoístas, la verdad...

-Pero los duendes tampoco comparten su magia con nadie -replicó Ron- No quieren decirnos, por ejemplo, cómo fabrican sus espadas ni sus armaduras. Los duendes saben trabajar el metal de un modo que los magos nunca...

Ahora Lyra miro a Ron.

-Ay si, él también tiene razón.

-Bueno, da igual -la cortó Harry- Esto no es un combate de magos contra duendes ni contra ninguna otra criatura mágica...

-¡Pues sí, se trata precisamente de eso! -exclamó Griphook- ¡A medida que el Señor Tenebroso adquiere mayor poder, su raza se afirma cada vez más sobre la mía! De tal manera que Gringotts cae bajo el dominio de los magos, los elfos domésticos mueren asesinados, ¿y quién protesta entre los portadores de varita ante estos acontecimientos?

-¡Nosotros! -intervino Hermione- ¡Nosotros protestamos! ¡Y a mí me persiguen tanto como a cualquier duende o elfo, Griphook! ¡Soy una sangre sucia!

-No te llames...

-¿Por qué no? ¡Soy una sangre sucia y a mucha honra! ¡Yo no estoy en mejor posición que tú en este nuevo orden, Griphook! En casa de los Malfoy fue a mí a quien decidieron torturar, ¿sabes? ¿Sabías que fue Harry quien liberó a Dobby y que desde hace años intentamos que liberen a los elfos domésticos? ¡Nadie desea más que nosotros que Quien-tú-sabes sea vencido!

-¿Qué quieren de la cámara de los Lestrange? -preguntó el duende- La espada que hay dentro es una falsificación; la auténtica es ésta. Me
parece que eso ya lo sabían. Por ese motivo me pediste que mintiera, ¿no es así?

-Pero la espada falsa no es lo único que hay en la cámara -replicó Harry- ¿Tú has visto las otras cosas que hay allí?

-Hablar de los secretos de Gringotts va contra nuestro código de honor. Somos los guardianes de tesoros fabulosos; los responsables de los objetos puestos a nuestro cuidado, muchas veces forjados con nuestras propias manos. Son muy jóvenes para pelear contra tantos.

-¿Nos ayudarás? -lo urgió Harry- No podemos entrar en Gringotts sin la
ayuda de un duende. Eres nuestra única oportunidad.

-Me... lo... pensaré -dijo Griphook.

-Gracias -dijo Harry.

-Creo que el crecehuesos ya ha hecho su trabajo -afirmó el duende- Quizá pueda dormir por fin. Si me disculpan...

-Sí, desde luego -dijo Harry, pero antes de salir de la habitación tomo la espada que el duende conservaba a su lado.

-¡Qué imbécil! -susurró Ron- Disfruta manteniéndonos en suspenso.

-Shh -lo silencio la rubia- Tienen un oído genial.

-Harry -susurró Hermione- Me ha parecido que insinuabas que en la cámara de los Lestrange hay otro Horrocrux. ¿Es así?

-Sí, eso supongo, porque Bellatrix se puso histérica cuando creyó que habíamos estado allí. Estaba aterrorizada. Pero ¿por qué? ¿Qué imaginó que habíamos visto o
nos habíamos llevado? Debe de tratarse de algo muy importante, pues la aterraba pensar que Quien-ustedes-saben se enterara.

-Pero, a ver, ¿no buscamos sitios donde haya estado Quien-ustedes-saben, o donde haya hecho algo importante? -preguntó Ron- ¿Acaso ha estado alguna vez en la cámara de los Lestrange?

-Quien sabe -dijo Lyra- Quizás.

Cuando Harry les hubo explicado sus razonamientos, Ron le dijo admirado:

-Qué bien lo entiendes.

-Sólo algunas cosas -repuso Harry- Cosas sueltas... Ojalá entendiera igual de bien a Dumbledore. Pero ya veremos. Vamos, es el turno de Ollivander.

Llamaron a la puerta enfrente del dormitorio de Bill y Fleur. Ollivander contestó con un débil «¡Adelante!».

-Perdone que lo moleste, señor Ollivander -dijo Harry.

-Hijo mío -repuso Ollivander- Nos has rescatado. Creí que moriríamos en aquel sótano. Nunca podré agradecértelo... nunca... lo suficiente.

-Lo hicimos de buen grado.

Harry rebuscó en el monedero de piel de moke y sacó las dos mitades de su rota varita.

-Necesito ayuda, señor Ollivander.

-Pídeme lo que quieras, lo que quieras, hijo.

-¿Puede reparar esta varita? ¿Tiene arreglo?

Ollivander tendió una temblorosa mano.

-Acebo y pluma de fénix -musitó Ollivander- Veintiocho centímetros; bonita y flexible.

-Sí, sí -dijo Harry- ¿Puede...?

-No puedo -susurró Ollivander- Lo siento, lo siento mucho, pero una varita que ha sufrido semejante daño no puede repararse por ningún medio que yo conozca.

Harry le mostró las dos varitas que se había llevado de casa de los Malfoy.

-¿Puede identificar éstas? -preguntó.

El fabricante tomo la primera.

-Nogal y fibras de corazón de dragón -sentenció- Treinta y dos centímetros;
rígida. Pertenecía a Bellatrix Lestrange.

-¿Y qué me dice de esta otra?

-Espino y pelo de unicornio; veinticinco centímetros; bastante elástica. Era de Draco Malfoy.

-¿Era? -repitió Harry- ¿Ya no lo es?

-Es posible que no. Si tú se la quitaste...

-Sí, se la quité.

-... entonces es posible que sea tuya. La forma de tomarla es importante, por supuesto, pero también depende mucho de la propia varita. En general, cuando alguien gana una varita, la lealtad de ésta cambia.

Lyra tomo la varita de Bellatix y la examinó, después de todo le faltaba una varita asi que podría usar esa.

-Habla usted como si las varitas tuvieran sentimientos -observó Harry- Como si pensaran por ellas mismas.

-Verás, la varita elige al mago -explicó Ollivander- Los que hemos estudiado el arte de estos instrumentos siempre lo hemos tenido claro.

-Pero, aun así, una persona puede utilizar una varita que no la haya elegido a ella, ¿no? -preguntó Harry.

-Sí, claro. Si eres un buen mago, puedes canalizar tu magia a través de casi cualquier instrumento. No obstante, los mejores resultados se obtienen cuando existe la máxima afinidad entre el mago y la varita, pero esas conexiones son complejas. Puede darse una atracción inicial y después una búsqueda mutua de experiencia; la varita aprende del mago, y viceversa.

-Yo se la quité a Draco Malfoy por la fuerza -especificó Harry- ¿Puedo
utilizarla sin peligro?

-Creo que sí. La propiedad de las varitas se rige por leyes sutiles, pero normalmente una varita conquistada se somete a su nuevo amo.

-Entonces ¿puedo usar ésta? -preguntó Ron sacando una varita.

-Castaño y fibras de corazón de dragón; veintitrés centímetros y medio; quebradiza -la describió Ollivander- Me obligaron a fabricarla para Peter Pettigrew poco después de que me secuestraran. Creo que, si la ganaste, lo más probable es que te obedezca y lo haga mejor que cualquier otra varita.

-Y eso vale para todas, ¿no? -preguntó Harry.

-Eso creo -contestó Ollivander- Haces preguntas muy profundas, Potter. El arte de las varitas es una complicada y misteriosa rama de la magia.

-Así pues, ¿no es necesario matar al propietario anterior para tomar plena posesión de una varita?

-¿Necesario? No, yo no diría que lo sea.

-Pero según algunas leyendas... -repuso Harry- Existen ciertas leyendas sobre varitas que han pasado de mano en mano mediante el asesinato.

-Se trata de una única varita, creo -susurró.

-Y Quien-usted-sabe la está buscando, ¿verdad? -preguntó Harry.

-Yo... ¿Cómo...? -musitó Ollivander- ¿Cómo lo sabes?

Lyra se llevo una mano a la frente y moviendo solo los labios dijo «psíquico».

-Quien-usted-sabe quería que usted le explicara cómo destruir la relación que existe entre nuestras varitas, ¿no es así? -continuó Harry.

-¡Me torturó! ¡No lo olvides! ¡Me hizo la maldición cruciatus!... ¡No tuve más remedio que decirle lo que sabía y sospechaba!

-Lo comprendo -repuso Harry- Pero dígame, ¿le habló a Quien-usted-sabe
de los núcleos centrales gemelos? ¿Le dijo que bastaba con que tomara prestada la varita de otro mago?

Ollivander asintió.

-Pero no dio resultado -prosiguió el muchacho- Mi varita volvió a vencer a la suya, que era prestada. ¿Sabe usted por qué?

Ollivander negó.

-Nunca... había oído nada parecido. Esa noche tu varita hizo algo absolutamente excepcional. La conexión de los núcleos centrales gemelos es increíblemente inusual; sin embargo, no entiendo por qué tu varita rompió la prestada...

-Estábamos hablando de la otra varita, señor Ollivander, de esa que cambia de mano mediante un asesinato. Cuando Quien-usted-sabe se dio cuenta de que mi varita había hecho algo raro, regresó para preguntarle sobre esa otra varita, ¿no es cierto?

-¿Cómo lo sabes? Sí, me lo preguntó. Quería saberlo todo sobre la varita conocida como Vara Letal, Varita
del Destino o Varita de Saúco. El Señor Tenebroso siempre se mostró satisfecho con la varita que le hice (de tejo y pluma de fénix, treinta y cuatro centímetros y medio), hasta que descubrió la conexión de los núcleos centrales gemelos. Ahora busca otra varita más poderosa, la única capaz de vencer a la tuya.

-Pero pronto sabrá, si no lo sabe ya, que la mía se ha roto y no puede repararse.

-¡No! -terció Hermione- Eso no puede saberlo, Harry. ¿Cómo va a...?

-Con el Priori Incantatem -dijo Harry- Nos dejamos tu varita y la varita de endrino en casa de los Malfoy, Hermione. Si las examinan debidamente y les hacen recrear los últimos hechizos que han realizado, comprobarán que la tuya rompió la mía, verán que intentaste repararla y no lo conseguiste, y comprenderán que desde entonces he estado utilizando la varita de endrino.

-Bueno, no nos preocupemos por eso ahora... -dijo Ron.

-El Señor Tenebroso ya no busca la Varita de Saúco sólo para destruirte, Potter -intervino Ollivander- Está decidido a poseerla porque cree que lo convertirá en verdaderamente invulnerable.

-¿Y usted cree que si la poseyera sería invulnerable?

-Mira, el propietario de la Varita de Saúco sabe que se expone a ser atacado -dijo Ollivander- Pero he de admitir que la idea del Señor Tenebroso en posesión de la Vara Letal es... formidable.

-Entonces, ¿cree usted... que esa varita existe en realidad, señor Ollivander? -preguntó Hermione.

-Sí, desde luego. Y es perfectamente posible seguirle la pista a través de la
historia. Hay lagunas, por descontado, largos períodos en que se la pierde de vista, ya sea porque se extravió o porque estuvo escondida; pero siempre reaparece. Además, posee ciertas características que los versados en el arte de las varitas sabemos reconocer. Existen referencias escritas, algunas crípticas, que otros fabricantes de varitas y yo nos hemos encargado de estudiar, y te aseguro que tienen el sello de la
autenticidad.

-De modo que usted... ¿usted no opina que se trata de un cuento de hadas, o un mito? -insistió Hermione.

-No, nada de eso -respondió Ollivander- Lo que ignoro es si para pasar de un propietario a otro tiene que producirse a la fuerza un asesinato. Su historia es sangrienta, pero eso podría deberse a que es un objeto muy atractivo y, por consiguiente, despierta grandes pasiones en los magos. Es inmensamente poderosa, peligrosa en según qué manos y un objeto que ejerce una increíble fascinación sobre todos los que nos dedicamos al estudio del poder de esos instrumentos.

-Señor Ollivander -intervino Harry- usted le dijo a Quien-usted-sabe que Gregorovitch tenía la Varita de Saúco, ¿verdad?

-Pero ¿cómo...? ¿Cómo sabes tú...?

-Psíquico, se lo dije -dijo Lyra cruzando los brazos.

-¿Le dijo a Quien-usted-sabe que Gregorovitch tenía la varita?

-Eso era un rumor -susurró Ollivander- Un rumor que circulaba muchos años antes de que tú nacieras. Creo que lo difundió el propio Gregorovitch. Imagínate lo
conveniente que sería para el negocio de un fabricante de varitas que se sospechara que estaba estudiando y duplicando las cualidades de la Varita de Saúco.

-Sí, ya lo imagino -dijo Harry- Una última pregunta, señor Ollivander, y lo dejaremos descansar. ¿Qué sabe usted de las Reliquias de la Muerte?

-Las... ¿qué?

-Las Reliquias de la Muerte.

-Me temo que no sé de qué me hablas. ¿Tienen algo que ver con las varitas?

-Gracias -dijo Harry- Muchas gracias. Ahora lo dejamos descansar.

-¡Me estaba torturando! -farfulló- Me hizo la maldición cruciatus, no tienes idea de...

-Sí la tengo -replicó Harry- Claro que la tengo. Ahora descanse, por favor.
Gracias por contarme todo esto.

Lyra, Hermione y Ron siguieron a Harry al jardín.

-Hace mucho tiempo, Gregorovitch tenía la Varita de Saúco -les dijo Harry- Y yo vi cómo lo buscaba Quien-vosotros-sabéis. Cuando lo encontró, se enteró de que ya no la tenía porque Grindelwald se la había robado. No sé cómo el ladrón averiguó que estaba en poder de Gregorovitch, pero si éste fue lo bastante estúpido para difundir el rumor, no creo que le resultara difícil... Así pues, Grindelwald utilizó la Varita de Saúco para hacerse poderoso. Y cuando se halló en la cima del poder, Dumbledore comprendió que él era el único capaz de detenerlo, de modo que se batió en duelo con Grindelwald, lo venció y le quitó la Varita de Saúco.

-¿Que Dumbledore tenía la Varita de Saúco? -se extrañó Ron.

-No me extrañaría nada, ese viejito...

-Pero entonces... ¿dónde está ahora?

-En Hogwarts -contestó Harry.

-¡Pues vamos para allá! -saltó Ron- ¡Vamos a buscarla antes de que lo haga él, Harry!

-Es demasiado tarde. El sabe dónde está. Ya se encuentra allí.

-¡Harry! ¿Desde cuándo lo sabes? ¿Por qué hemos perdido tanto tiempo? ¿Por qué hablaste primero con Griphook? Podríamos haber ido... Todavía podríamos ir...

-No -dijo Harry- Hermione tiene razón: Dumbledore no quería que yo tuviera esa varita, no quería que la consiguiera. Quería que encontrara los Horrocruxes.

-¡Pero si es la varita invencible, Harry! -protestó Ron.

-No, yo no tengo que... Yo debo conseguir los Horrocruxes...

-¿Se desmayó o se murió? -preguntó Lyra mirando a Harry que se había caído de repente- No creo estar preparada para otra muerte.

Bạn đang đọc truyện trên: AzTruyen.Top