36 | snape furioso
.:. CHAPTER THIRTY-SIX .:.
( FURIOUS SNAPE )
-ASOMBROSO. Verdaderamente asombroso. Fue un milagro que quedaran todos con vida. No he oído nunca nada parecido. Menos mal que se encontraba usted allí, Snape... -fue lo primero que escucho Lyra al despertar.
-Gracias, señor ministro.
-Orden de Merlín, de segunda clase, diría yo. ¡Primera, si estuviese en mi
mano!
-Muchísimas gracias, señor ministro.
-Tiene ahí una herida bastante fea. Supongo que fue Black.
-En realidad fue la hija de Black.
-¡No!
-Black los había encantado. Me di cuenta enseguida. A juzgar por sus
comportamiento, debió de ser un hechizo para confundir. Me parece que creían que existía una posibilidad de que fuera inocente. No eran responsables de lo que hacían. Por otro lado, su intromisión pudo haber permitido que Black escapara... Obviamente, creyeron que podían atrapar a Black ellos solos. Han
salido impunes en tantas ocasiones anteriores que me temo que se les ha
subido a la cabeza.
-Lo que más me sorprende es el comportamiento de los dementores...
¿Realmente no sospecha qué pudo ser lo que los hizo retroceder; Snape?
-No, señor ministro. Cuando llegué, volvían a sus posiciones, en las
entradas.
-Extraordinario. Y sin embargo, Black, su hija y Harry...
-Todos estaban inconscientes cuando llegué allí. Obligue a ma señorita Granger a quedarse con Weasley. Até y amordacé a Black, hice aparecer por arte de magia unas camillas y los traje a todos al castillo.
-¡Ah, estás despierto! -dijo la señora Pomfrey llegando a Ron.
Lyra aprovecho la oportunidad y se sento en su cama.
-¿Cómo está Ron? -preguntaron al mismo tiempo Hermione y Harry.
-Sobrevivirá. En cuanto a ustedes tres, permaneceran aquí hasta que yo esté bien segura de que estan... ¿Qué haces, Potter?
Harry se había incorporado, se ponía las gafas y cogió su varita.
-Tengo que ver al director -explicó.
-Potter, todo se ha solucionado. Han cogido a Black. Lo han encerrado arriba. Los dementores le darán el Beso en cualquier momento.
-¿QUÉ? -preguntó Lyra saltando de la cama. Harry y Hermione la siguieron.
Un segundo después, entraron en la enfermería Cornelius Fudge y Snape.
-¿Qué es esto, Harry? -preguntó Fudge- Tendrías que estar en la cama... ¿Ha tomado chocolate? -le preguntó nervioso a la señora Pomfrey.
-Escuche, señor ministro -dijo Harry- ¡Sirius Black es inocente! ¡Peter
Pettigrew fingió su propia muerte! ¡Lo hemos visto esta noche! No puede
permitir que los dementores le hagan eso a Sirius, es...
Pero Fudge movía la cabeza en sentido negativo, sonriendo ligeramente.
-Harry, Harry; estás confuso. Has vivido una terrible experiencia. Vuelve a acostarte. Está todo bajo control.
-MI PADRE ES INOCENTE -grito Lyra.
-¡NADA DE ESO! -siguió Harry- ¡HAN ATRAPADO AL QUE NO ES!
-Señor ministro, por favor; escuche -rogó Hermione- Yo también lo vi. Era la rata de Ron. Es un animago. Pettigrew, quiero decir. Y..
-¿Lo ve, señor ministro? -preguntó Snape- Los tres tienen confundidas las ideas. Black ha hecho un buen trabajo con ellos...
-¡NO ESTAMOS CONFUNDIDOS!
-¡Señor ministro! ¡Profesor! -dijo enfadada la señora Pomfrey- He de
insistir en que se vayan. ¡Potter es un paciente y no hay que fatigarlo!
-¡No estoy fatigado, estoy intentando explicarles lo ocurrido! -dijo Harry-
Si me escuchan...
Pero la señora Pomfrey le introdujo de repente un trozo grande de
chocolate en la boca. Harry se atragantó y la mujer aprovechó la oportunidad para obligarle a volver a la cama.
-Ahora, por favor; señor ministro... Estos niños necesitan cuidados. Les
ruego que salgan.
Volvió a abrirse la puerta. Era Dumbledore.
-Profesor Dumbledore, Sirius Black...
-¡Por Dios santo! ¿Es esto una enfermería o qué? Señor director; he de insistir en que...
-Te pido mil perdones, Poppy, pero necesito cambiar unas palabras con
el señor Potter, la señorita Granger y la señorita Black. He estado hablando con Sirius Black.
-Supongo que le ha contado el mismo cuento de hadas que metió en la
cabeza de Potter -espetó Snape- ¿Algo sobre una rata y sobre que Pettigrew está vivo?
-Eso es efectivamente lo que dice Black -dijo Dumbledore.
-¿Y acaso mi testimonio no cuenta para nada? -gruñó Snape- Peter
Pettigrew no estaba en la Casa de los Gritos ni vi señal alguna de él por allí.
-¡Eso es porque usted estaba inconsciente, profesor! -dijo Hermione- No llegó con tiempo para oír...
-¡Señorita Granger! ¡CIERRE LA BOCA!
-¿Y POR QUE USTED NO DEJA DE METERSE DONDE NO LE INCUMBE? -grito Lyra defendiendo a Hermione.
-Me gustaría hablar con Harry, Lyra y con Hermione a solas -dijo Dumbledore bruscamente- Cornelius, Severus, Poppy. Se lo ruego, déjennos.
-Señor director -farfulló la señora Pomfrey- Necesitan tratamiento,
necesitan descanso.
-Esto no puede esperar -dijo Dumbledore- Insisto.
La señora Pomfrey frunció la boca, se fue con paso firme a su despacho, que estaba al final de la sala, y dio un portazo al cerrar. Fudge consultó la gran saboneta de oro que le colgaba del chaleco.
-Los dementores deberían de haber llegado ya. Iré a recibirlos. Dumbledore, nos veremos arriba.
Fue hacia la puerta y la mantuvo abierta para que pasara Snape. Pero
Snape no se movió.
-No creerá una palabra de lo que dice Black, ¿verdad? -susurró con los ojos fijos en Dumbledore.
-¿Cual de los dos? -se burlo Lyra.
-Quiero hablar a solas con Harry, Lyra y con Hermione -repitió Dumbledore.
Snape avanzó un paso hacia Dumbledore.
-Sirius Black demostró ser capaz de matar cuando tenía dieciséis años -dijo Snape en voz baja- No lo habrá olvidado. No habrá olvidado que intentó matarme.
-Que resentido -murmuró la rubia.
-Mi memoria sigue siendo tan buena como siempre, Severus -respondió
Dumbledore con tranquilidad.
Snape giró sobre los talones y salió con paso militar por la puerta que
Fudge mantenía abierta. La puerta se cerró tras ellos y Dumbledore se volvió hacia ellos. Los tres empezaron a hablar al mismo tiempo.
-Señor profesor; Black dice la verdad: nosotros vimos a Pettigrew
-Escapó cuando el profesor Lupin se convirtió en hombre lobo.
-Mi padre es un buen hombre, el no era el guardian.
-Es una rata.
-La pata delantera de Pettigrew... quiero decir; el dedo: él mismo se lo
cortó.
-Pettigrew atacó a Ron. No fue Sirius.
Pero Dumbledore levantó una mano para detener la avalancha de
explicaciones.
-Ahora tenen que escucharme ustedes y les ruego que no me interrumpan, porque tenemos muy poco tiempo -dijo con tranquilidad- Black no tiene ninguna prueba de lo que dice, salvo su palabra. Y la palabra de tres brujos de trece años no convencerá a nadie. Una calle llena de testigos juró haber visto a Sirius matando a Pettigrew. Yo mismo di testimonio al Ministerio de que Sirius era el guardián secreto de los Potter.
-El profesor Lupin también puede testificarlo -dijo Harry.
-El profesor Lupin se encuentra en estos momentos en la espesura del
bosque, incapaz de contarle nada a nadie. Cuando vuelva a ser humano, ya será demasiado tarde. Sirius estará más que muerto. Y además, la gente
confía tan poco en los licántropos que su declaración tendrá muy poco peso. Y el hecho de que él y Sirius sean viejos amigos...
-Es demasiado tarde, ¿lo entienden? Tienen que comprender que la versión del profesor Snape es mucho más convincente que la de ustedes.
-Él odia a Sirius -dijo Hermione- Por una broma tonta que le gastó.
-Sirius no ha obrado como un inocente. La agresión contra la señora gorda..., entrar con un cuchillo en la torre de Gryffindor... Si no encontramos a Pettigrew, vivo o muerto, no tendremos ninguna posibilidad de cambiar la sentencia.
-Pero usted nos cree.
-Sí, yo sí. Pero no puedo convencer a los demás ni desautorizar al ministro de Magia. Lo que necesitamos es ganar tiempo -dijo Dumbledore despacio.
-Pero... -empezó Hermione- ¡AH!
-Ahora prestanme atención -dijo Dumbledore, hablando muy bajo y muy claro- Sirius está encerrado en el despacho del profesor Flitwick, en el
séptimo piso. Torre oeste, ventana número trece por la derecha. Si todo va bien, esta noche podran salvar más de una vida inocente. Pero recordar los tres: no se pueden ver. Señorita Granger, ya conoces las normas. Sabes lo que está en juego. No deben verlos.
Lyra entendio y se dio vuelta rápidamentepara mirar a Hermione. Dumbledore se alejó y al llegar a la puerta se volvió.
-Les voy a cerrar con llave. Son -consultó su reloj- las doce menos
cinco. Señorita Granger; tres vueltas deberían bastar. Buena suerte.
-¿Buena suerte? -repitió Harry, cuando la puerta se hubo cerrado tras Dumbledore- ¿Tres vueltas? ¿Qué quiere decir? ¿Qué es lo que tenemos que hacer?
Hermione rebuscaba en el cuello de su túnica y sacó una cadena de oro muy larga y fina.
-Vengan aqui.
Lyra tomo a Harry y se puso al lado de su amiga. Hermione estiró la cadena por fuera de la túnica puso la cadena también alrededor del cuello de Harry y de Lyra.
Entonces Hermione dio tres vueltas al reloj de arena.
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