¿Es éste el fin ?
(Lyra Black)
Había vuelto a la Colina Mestiza un poco después de Annabeth y Grover.
Los semidioses pensaban que yo ya estaba muerta, había sido perseguida por tres Benévolas según había informado Quirón y no había dado señales
Así que cuándo me presenté como una diva, con un vestido negro con tela del inframundo (cofcofalmascofcof) cortesía de mi padre todos habían quedado anonadados por mi presencia.
Nada más había entrado al comedor un símbolo de una calavera había aparecido encima de mí, con Hades reclamándome cómo su hija.
Había explicado mi situación a Quirón y me iba a trasladar a la cabaña once, así lo hice.
*******
Resumiendo, Percy Jackson había llegado.
El 4 de julio, todo el campamento se reunió junto a la playa para asistir a
unos fuegos artificiales organizados por la cabaña 9. Dado que eran los hijos de
Hefesto, no se conformarían con unas cutres explosioncitas rojas, blancas y azules. Habían anclado una barcaza lejos de la orilla y la habían cargado con cohetes
tamaño misil. Según Annabeth, que había visto antes el espectáculo, los disparos eran tan seguidos que parecerían fotogramas de una animación. Al final
aparecería una pareja de guerreros espartanos de treinta metros de altura que
cobrarían vida encima del mar, lucharían y estallarían en mil colores.
Mientras Annabeth, Percy (con el que había hecho más pases) y yo extendíamos la manta de picnic, apareció Grover para despedirse.
Vestía sus vaqueros habituales, una camiseta y zapatillas, pero en las últimas semanas tenía aspecto de mayor, casi como si fuera al instituto. La
perilla de chivo se le había vuelto más espesa. Había ganado peso y los cuernos
le habían crecido tres centímetros, así que ahora tenía que llevar la gorra rasta todo el tiempo para pasar por humano.
-Me voy -dijo-. Sólo he venido para decir... Bueno, ya sabéis.
Intenté alegrarme por él. Al fin y al cabo, no todos los días un sátiro era autorizado a partir en busca del gran dios Pan. Pero costaba decir adiós. Sólo conocía a Grover desde hacía unos pocos años, pero era mi amigo más antiguo.
Annabeth le dio un abrazo y le recordó que no se quitara los pies falsos. Yo le pregunté dónde buscaría primero.
-Es... ya sabes, un secreto -me contestó-. Ojalá pudierais venir conmigo, chicos, pero los humanos y Pan...
-Lo entendemos -le aseguró Annabeth-. ¿Llevas suficientes latas para el
camino?
-Sí.
-¿Y te acuerdas de las melodías para la flauta?
-Jo, Annabeth -protestó-. Pareces tan controladora
como mamá cabra.
Agarró su cayado y se colgó una mochila del hombro. Tenía el aspecto de cualquier autoestopista de los que se ven por las carreteras: no quedaba nada del pequeño sietemesino al que yo defendía de los matones en la academia Yancy.
-Bueno -dijo-, deseadme suerte.
Abrazó otra vez a Annabeth. Me dio una palmada en el hombro y se alejó
entre las dunas. Los fuegos artificiales surgieron entre explosiones en el cielo: Hércules matando al león de Nemea, Artemisa tras el jabalí, George Washington (que, por cierto, era hijo de Atenea) cruzando el río Delaware.
-¡Eh, Grover! -le grité. Se volvió en la linde del bosque-. Dondequiera que vayas, espero que hagan buenas enchiladas.
El sonrió y al punto desapareció entre los árboles.
-Volveremos a verlo -dijo Annabeth.
Intenté creerlo. El hecho de que ningún buscador hubiera regresado antes tras dos mil años... En fin, decidí que prefería no pensar en aquello. Grover sería el
primero. Sí, tenía que serlo.
Transcurrió julio.
Pasé los días concibiendo nuevas estrategias para capturar la bandera y
haciendo alianzas con las otras cabañas para mantener las zarpas de la cabaña de
Ares lejos del estandarte. Conseguí subir por primera vez el rocódromo sin que
me quemara la lava. De vez en cuando pasaba junto a la Casa Grande, miraba las ventanas del desván y pensaba en el Oráculo.
Intentaba convencerme de que su profecía se había cumplido.
«Irás al oeste, donde te enfrentarás al dios que se ha rebelado.» Había estado
allí, y lo había hecho: aunque el dios traidor había resultado Ares en vez de
Hades.
«Encontrarás lo robado y lo devolverás.» Hecho. Marchando una de rayo
maestro. Marchando otra de yelmo de oscuridad para la cabeza de mi.
«Serás traicionado por quien se dice tu amigo.» Este vaticinio seguía preocupándome. Ares había fingido ser su amigo y después me había traicionado. Eso debía de ser lo que quería decir el Oráculo...
«Al final, no conseguirás salvar lo más importante.»
La última noche del curso estival llegó demasiado rápido.
Los campistas cenamos juntos por última vez. Quemamos parte de nuestra
cena para los dioses. Junto a la hoguera, los consejeros mayores concedían las
cuentas de «fin de verano».
La nueva Cuenca era un tridente verde mar brillando en el centro. Tenía otras cuatro cuencas, recordando cuándo hacía cuatro años había llegado siendo perseguida por el león de Nemea, dos cíclopes y una manada de pájaros de estínfalo.
-La elección fue unánime -anunció Luke-. Esta cuenta conmemora al primer hijo del dios del mar en este campamento, ¡y la misión que llevó a cabo hasta la parte más oscura del inframundo para evitar una guerra!
El campamento entero se puso en pie y vitoreó a Percy. Incluso la cabaña de Ares
se vio obligada a levantarse. La cabaña de Atenea empujó a Annabeth hacia delante para que compartiese el aplauso.
No estoy seguro de que vuelva a sentirme tan contento o triste como en aquel momento. Por fin había encontrado una familia, gente que se preocupaba por mí
y que pensaba que había hecho algo bien. Pero, por la mañana, la mayoría se
marcharía a pasar el año fuera.
A la mañana siguiente encontré una carta formal en mi mesilla de noche. Sabía que la había escrito Dioniso, porque se empeñaba en escribir mi nombre mal:
Querida Lenea Bones:
Si tienes intención de quedarte en el Campamento Mestizo todo el año, debes notificarlo a la Casa Grande antes de mediodía de hoy. Si no anuncias tus intenciones, asumiremos que has dejado libre la cabaña o has muerto víctima de
un final horrible. Las arpías de la limpieza empezarán a trabajar al atardecer.
Tienen permiso para comerse a cualquier campista no autorizado. Todos los artículos personales que olvidéis serán incinerados en el foso de lava.
¡Que tengas un buen día!
Sr. D (Dioniso) Director del Campamento n.° 12 del Consejo Olímpico
Sonreí pensando en mi vuelta a Hogwarts. Allá estaba mi hogar. Me diatansiaría de todo lo que involucrara a los Malfoy o los Black y sería una integrante del llamado cuarteto de oro.
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