Epílogo
Embry se sentía completamente inmerso en el momento. Después de compartir la caza con Lynxin y su manada, el aire era espeso con un aroma de emoción y conexión. La luna brillaba en lo alto, iluminando el bosque con una luz plateada que parecía avivar su instinto primal.
El cortejo no era algo que se forzara; surgía de manera natural entre ellos. Cada roce de sus cuerpos, cada aullido compartido, los acercaba más, hasta que la tensión entre ellos se volvía palpable. Embry miró a la pequeña Lynxin, sus ojos oscuros reflejando la luz de la luna, y sintió un impulso irrefrenable.
Al ver que el resto de la manada se alejaba, otorgándoles la privacidad que necesitaban, se acercó a ella, rozando su hocico con ternura. «No eres solo mi impronta; eres mi todo,»pensó, sintiendo cómo su corazón latía con fuerza.
Lynxin le devolvió la mirada, con una chispa de desafío y complicidad. «Sigue tu instinto, Embry. Estoy aquí contigo,»le respondió telepáticamente, dejándose llevar por el momento. El aire entre ellos se cargó de electricidad.
Sin palabras, se entregaron al instinto. Era un baile primal, un entrelazarse de cuerpos que iban más allá de lo físico; era la fusión de dos almas que se eligieron mutuamente. Sus corazones latían al unísono, cada movimiento cargado de pasión y deseo.
Esa noche, bajo la luz de la luna, el mundo a su alrededor desapareció. Todo lo que existía era el amor y la conexión que compartían. Embry nunca había sentido algo tan profundo. No eran cachorros; conocían el significado de la entrega, de ceder al instinto.
Una semana después, mientras los días transcurrían, Lynxin comenzó a mostrar los primeros signos de gestación. Embry observaba con admiración y ternura, sintiéndose como el más afortunado de los lobos.
Leah, que había sido testigo del floreciente amor entre ellos, propuso que fueran a la Reserva Quileute. «¡Es hora de que contemos la buena noticia!» exclamó emocionada. «Extraño a mi familia, en especial a Seth.»
Embry asintió, sintiendo una mezcla de nervios y emoción. «Sí, es el momento perfecto,» respondió, su mente llena de imágenes de su futuro juntos. Sabía que era un paso importante, no solo para él y Lynxin, sino también para sus familias.
Así, con la luna iluminando su camino y la promesa de nuevas vidas por venir, Embry y Lynxin se prepararon para regresar a la Reserva Quileute, listos para compartir la hermosa noticia de su amor y la llegada de sus pequeños. Su viaje apenas comenzaba, pero estaban decididos a enfrentar lo que viniera juntos, como una verdadera manada.
Aunque Leah ni Embry sabrían que en ese camino, un huron blanco cruzaría por frente a sus narices para volver loco al pequeño Seth, porque... El destino era sinvergüenza y el pequeño Clearwater estaba deparado para ser testigo de tener una imprimación más diferente. Porque UN HURON PARA UN LOBO.
Estaba destinado a suceder.
Y esa sin duda era una:
IMPRIMACIÓN PECULIAR.
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